29 sept 2011

The End

Tras 8 horas de vuelo cruzamos el atlántico para llegar a Madrid. Control de pasaportes, recogida de equipajes y viaje en metro hasta casa... Nuestra tournée por Norteamérica ha terminado, pero las vacaciones no... aún nos quedan unos días para descansar, dormir y comer bien. Y también para sacar conclusiones.

Estados Unidos es un país muy interesante, hay muchas cosas que ver, aunque no tiene en absoluto la riqueza monumental que hay en Europa. Sus pocos siglos de historia los saben explotar no sólo turísticamente, sino también culturamente de cara a los propios americanos. En la mayoría de lugares históricos predominaban americanos, interesándose por la historia de su propio país, cosa que es muy destacable.

Definitivamente hay dos EEUU. Por un lado los progresistas de las costas: avanzados y abiertos al mundo. Por otro, la zona central, mucho más conservadora y puritana, no acostumbrada ni a viajar ni a que la visiten. La gente en cualquier caso siempre es correcta, a excepción quizá de la gente que atiende en trabajos públicos (en ventanillas de trasporte público, policía, etc.), que no se exfuerza por dar un buen servicio.

Con un buen nivel de inglés no hay problema para entenderse, claro que todo depende de lo que la gente quiera exforzarse por hacerse entender. En general, no son muy expresivos y jamás se valen de algo que puede ser tan útil como la mímica. En los transportes públicos es imposible enteder lo que el conductor va diciendo, si acaso, se intuye el nombre de la parada. El español se utiliza en muchos sitios, pero a excepción de Nueva York, no se puede dar por hecho que siempre vayas a encontrar alguien que hable en castellano.

El país de la libertad está lleno de prohibiciones. Por todos los lados hay alguna señal que indica qué no se puede hacer y qué multa puedes recibir, lo cual a veces resulta excesivo. Fuera de las ciudades la gente sí que disfruta de libertad, al vivir en un entorno verde, con su casa, terreno, ... sin agobios de la ciudad. Claro que las ciudades, excepto algunas, no están pensadas para que la gente viva en ellas, sólo para ir a trabajar.

Conducir por EEUU es fácil, pues los coches automáticos resultan mucho más sencillos de utilizar. Sin embargo, su sistema de señalización es lo menos internacional que hemos visto nunca: las normas, obligaciones e información se muestran escritas, no con señales internacionales. Sin saber inglés es imposible conducir. Claro que para ellos, es mucho más fácil, pues no hay que aprenderse señales ni normas.

Alentados por las películas americanas, hemos vivido las siguientes experiencias:

Ver autobuses amarillos de colegio.
Coche y Sheriff del condado.
Dormir en motel.
Casas típica con porche.
Ver partido de Rugby.
Ver partido Beisbol.
Entrar a un High School y ver si hay taquillas.
Entrar en una Hermandad Univesitaria.
Asistir a un mercadillo en el jardín de una casa.
Ver letreros de bienvenida a un estado.
Comer en un bar retro con barra libre de café.
Ver gente Amish y Menonitas.
Ir a un concesionarios de coches de 2ª mano con banderines.
Asistir a una misa góspel.
Ir a una lavandería.
Ver escaleras de incendios.
Comer crema de cacahuete.
Ver que la leche la venden en garrafas.
Comprar en un Mall.
Ver un taxi amarillo.
Ir a un McDonald’s clásico.
Cruzar puentes cubiertos.
Visitar un Springfield.
Ir a un Parque Natural.
Ver una Reserva de indios.
Saludar al Reverendo tras una misa.
Ver un cartel ‘For Sale’ en una casa en venta.


Por falta de tiempo u oportunidad, nos quedó pendiente:

Jugar un billar en un bar de country.
Ver un repartidor de periódicos (aunque sí hemos visto los periódicos ya repartidos).
Comprar en un supermercado y que haya un atraco (lo intentamos, pero en ninguno hubo un atraco).
Entrar en una tienda de armas (sólo vimos una y no entramos).


Nos llamaron la atención las siguientes cosas:

En el país de las Harley-Davidson, hay pocas motos. Eso sí, las que hay son de esa marca.
En todo el viaje sólo vimos 8 rotondas. En los cruces, hay hasta cuatro stops.
El asfalto de las calles está bastante mal.
Hay muchos cuarteles de bomberos.
Los peajes son baratos... casi regalados.
La conducción es muy respetuosa. Nadie pita y los adelantamientos son muy seguros.
Cuando se puede girar, casi siempre hay carriles exclusivo.
Ninguna casa tiene valla.
El precio de la gasolina es más caro si pagas con tarjeta.
Se ve muy poca gente joven, ya que, por lo general, cuando se van a la universidad viven en ella.
Las farmacias están dentro de los supermercados.
En el país en el que se creó el tabaco, éste es carísimo.
Hay muchas cadenas de comida rápida y ésta es barata.
También hay muchas cadenas de hoteles.
La gente no viste muy bien, a excepción de algunas zonas de algunas ciudades. Siempre con ropa cómoda, incluida la gente mayor. Muy poca gente viste de traje.
Los coches son grandes y hay tráfico por todos los lados a todas las horas. La gente asume los atascos por la mañana como algo natural.
En general, son bastante desconfiados.
Hay banderas de EEUU por todos los lados. Además, en los estados fundadores, también colocan una estrella en la casa, simbolizando una de los 13 estados que constituyeron la nación.
Son muy prematuros a la hora de decorar la casa para Hallowen y Navidad.
Hay mucha policía. A menudo en la autopista ves que han parado a un coche.
El prototipo de belleza americana, es el que menos se da. La gente no es como en las películas.
Tecnológicamente, no están muy nivelados. Mientras que en los baños todo es automático, apenas utilizan, por ejemplo, bluetooth.
Eso sí, están constantemente al móvil.
Aparcar es muy complicado. Más aún, aparcar gratis.
Hay wifi por todas partes.
Los supermercados son por lo general, bastante caros.
La gente de color parece que está constantemente enfadada.
A partir de las 6 de la tarde muchas ciudades quedan desiertas.
Las oficinas de turismo sólo abren en horario laboral.
Hay alcantarillas humeantes en muchas ciudades, incluso en verano.
En septiembre, las temperaturas han sido espectaculares.
Las tiendas suelen estar agrupadas en un punto concreto, por lo que en los centros de los pueblos apenas hay establecimientos.
Apenas se escucha música moderna en la radio.
No es cierto que siempre haya que dejar propinas; si acaso, sólo en las ciudades.


Con esta reflexión, ponemos punto y final a esta aventura que nos ha llevado por 5.570 kilómetros durante 21 días, y de la cual nos quedará el recuerdo de 2.800 fotos. Hemos visitado tantos estados que hemos acabado... ¡¡en muy mal estado!!

Esperamos que os haya gustado el blog, os agradecemos de todo corazón los comentarios (tanto los publicados como los enviados por otros medios) y esperamos teneros de nuevo en nuestro próximo viaje... que ya no será...

¡¡En plan americano... pa-pa-pa-pau pa-papa-pará-pau!!

28 sept 2011

Nueva York: broche de oro

Hoy es nuestro último día de viaje... esto se acaba. Pero como guinda para el pastel, nos hemos dejado para el final unas últimas visitas en la Ciudad de Nueva York.

Anoche nos fuimos a la cama a las 'tantas', después de distribuir nuestro equipaje para que no supere el peso máximo... ¡qué arte haciendo maletas! Y ya, como unos profesionales, hasta con una mini báscula que compramos hace unos días. Ya por la mañana, somos los primeros en desayunar, pues hay que aprovechar este último día. Nos dirigimos al aeropuerto, para dejar el Chevrolet Aveo gris que nos ha llevado por tantas y tantas millas estadounidenses. Dejamos el equipaje en una consigna, y... let's go!!

El metro nos lleva hasta Battery Park, donde cogemos un ferry que nos lleva hasta la Estatua de la Libertad. Esta inmensa estatua de 46 metros de altura en realidad se llama 'La libertad iluminando el mundo', y fue un regalo de Francia a EEUU en 1886 para conmemorar el centenario de la Declaración de Independencia. Es obra del escultor francés Frédéric Auguste Bartholdi y la estructura interna fue diseñada por el ingeniero Gustave Eiffel.

La estatua tiene en su base un museo, pero lo que realmente es interesante es poder ascender por su estructura interna y llegar a la corona. Sin embargo, sólo 240 personas al día pueden subir hasta arriba, por lo que tuvimos que comprar las entradas con tres meses de antelación. Eso sí, la espera ha merecido la pena y ante la atónita mirada de los cientos de turistas que sólo llegan hasta el museo, nosotros vamos por la cola VIP. Las medidas de seguridad son similares a las de un aeropuerto, y tienes que dejar todas tus cosas en unas taquillas que no tienen llave, ya que funcionan con la huella digital.

En el ascenso por unas escaleras estrechísimas, ves cómo las 350 piezas de cobre no están soldadas, sino que están unidas por remaches, para que la estatua pueda dilatarse y contraerse en función de la temperatura exterior. El que el día esté fresco ha sido toda una suerte, pues, en el interior de la estatua puede haber hasta 40º en los días de sol. La subida es más corta de lo que uno puede pensar y en seguida llegas a pasar a ser parte de los sesos de Liberty. ¿Quién no ha pensado alguna vez que en la corona hay un restaurante? ¡¡Pues nada de eso!! Hay sitio para unas personas bien pegaditas, y dos personas de seguridad haciendo el mono... pero literalmente, porque están agarrados a la estructura interna de la cabeza. La estatua era la primera visión que tenían los inmigrantes europeos al llegar a EEUU... pero, ¡vaya vistas que tenía la jodida!

Ya de nuevo en Manhattan, comemos como unos ejecutivos agresivos comprando algo en un puesto callejero, pues no tenemos mucho tiempo. Ahora toca visitar la Reserva Federal. En pleno centro del Downtown, está la reserva de oro más grande del mundo. En la visita guiada te explican que los bancos muchas veces no almacenan su propio oro, sino que lo guardan en la reserva, donde además, hacen sus propias transacciones. Es decir, si un banco hace una transacción de oro, es ahí donde lo pesan y lo cambian de 'celda' ante tres testigos. Todo es muy manual, nada de tecnología digital; hasta la báscula es con pesos, pero con una exactitud que detectaría hasta un grano de arroz. Uno no está todos los días delante de 285 billones de dólares en lingotes de oro...

A pocos metros de la reserva federal se encuentra la zona cero, donde estaban las Torres Gemelas. Visitamos el recientemente inauguraldo 9/11 Memorial, entre vallas y rascacielos en construcción. En los huecos donde estaban las torres se han hecho dos grandes fuentes, con cascadas en los cuatro lados, y con los nombres de todos los fallecidos, tanto de los edificios, de los aviones, del pentágono, así como de un ataque anterior que sufrieron las torres en 1993. Todo lo que se pueda contar de este lugar ya ha sido visto en inumerables ocasiones en televisión.

Gastamos nuestros últimos dólares antes de dejar la ciudad. Hoy hemos puesto el broche final al viaje visitando el icono americano por excelencia, presenciando su poderío económico y también recordando su vulnerabilidad. Iberia nos llevará a casa, pero el viaje nunca acabará, pues siempre estará vivo en nuestra memorial, digo memoria.

27 sept 2011

Pequeños estados, grandes universidades

Anoche Pablo quiso dormir en una funeraria. Estamos cansados, sí, pero no creo que sea como para elegir una casa de pompas fúnebres intentando adivinar dónde está nuestro hotel. Aunque, la verdad, una vez llegado al alojamiento correcto y, a juzgar por el recepcionista, no se ve mucha diferencia.

Ya por la mañana, nos vemos inmersos en otro bonito atasco de entrada al centro de Boston... ¡¡pero cuánto tráfico soportan y con total tranquilidad!! Nos dirigimos a Cambridge, que es donde está el Massachusetts Instute of Technology, una de las instituciones más importantes del mundo en cuanto investigación se refiere. Aquí, se estudia desde curas para el cáncer hasta los sitemas informáticos más avanzados. Uno de sus edificios más singulares es el centro Stata, del arquitecto Frank Gehry.

Muy cerca del MIT, se encuentra la Universidad de Harvard, también en Cambridge. ¿Qué curioso, no? Seguro que os imagináis un campus lleno de estudiantes vestidos con toga camino a la biblioteca, con gafas y caras de bueno, y profesores con chaqueta de pana con coderas... ¡craso error! Aquí la gente va con pantalones cortos, camiseta de propaganda y hasta chanclas. Belén Esteban aquí parecería la profresora de rinoplástia. Eso sí, es imposible entrar en ningún edificio, pues todos necesitan que te identifiques.

Dejamos Massachusetts y cruzamos el estado de Rhode Island, para llegar al estado de Connecticut. En otro de los estados más pequeños del país se encuentra otro centro académico de renombre: la Universidad de Yale. Seguro que os imagináis un campus a las afueras de la ciudad, en un sitio tranquilo donde concentrarse y dedicarse al estudio. ¡Craso error de nuevo! La universidad se encuentra en pleno centro de New Haven, capital del estado. Y de nuevo, la gente parece que acaba de llegar de la playa. Supongo que lo que importa es aprender y no cómo vayas vestido.

Con ética en Connecticut, ponemos punto final a nuestro recorrido por diferentes estados. De noche, llegamos a Nueva York, para pasar nuestra última noche. Mañana, broche final en la Gran Manzana.

26 sept 2011

Estado de Massachusetts: Boston y su aire marítimo

Si los hoteles se pagasen por horas, el de hoy nos hubiese salido medio regalado. A las cinco en punto suena el tui-tui de la alarma del móvil... y batimos el récord en cruzar la meta de la ducha.

A lo largo de todo el viaje nos hemos encontrado con muchos mosquitos, tanto en zonas costeras como en el interior. En las películas muchas veces se ve que tienen la puerta de casa y luego otra puerta mosquitera. Pues resulta que es real, y con tanto insecto entendemos por qué. Incluso en los hoteles, abres la ventana y tienes una mosquitera. Sin embargo, se ve que los mosquitos 'albanyeses' saben entrar en cualquier propiedad agena  (¡¡Si los viera Berlusconi!!) y esta noche Pablo ha sido su cena. Al menos alguien ha desayunado salado.

Salimos de Albany dirección a un nuevo estado: Massachusetts. Llegamos a Salem, la ciudad que más se relaciona con la brujaría del mundo. Y no es para menos, ya que en 1692 se asesinaron a 19 hombres y mujeres acusados de brujería. Resulta que en ese año una familia enfermó y los médicos diagnosticaron que era consecuencia de brujería. En aquella época había mucha creencia en el diablo, ataques de indígenas, familias enfrentadas, epidemias de viruela, ... todo ello creó un clima de mucha desconfianza, lo cual derivó en pensar que aquello que era inexplicable, tenía su origen en la brujería.

La visita a la ciudad resulta muy sencilla ya que por las calles hay pintada una línea roja que tan sólo tienes que seguir para ver los lugares más interesantes. Hay muchos turistas y casi todos vamos coincidiendo en el camino. La ciudad no es gran cosa, y, en realidad, no se puede esperar mucho más, pues todo gira en torno a una leyenda. De hecho, lo que la ciudad ha sabido explotar ha sido el turismo, pues todo es en plan el bar de la bruja, el hotel de la bruja, hazte las uñas de la bruja, ... Hasta hay alguna guillotina por la calle y un parking para escobas. También hay establecimientos exotéricos en los que te leen la palma de la mano, los posos del café, ... ¿leeran también las picaduras de mosquito? Cómo no, hay muchas tiendas de recuerdos, la mayoría verdaderas horteradas. Salem ha querido mantener tanto su historia brujeresca que hasta ha colocado una estatua de la mítica Embrujada. ¿No hubiese sido mejor rendirle tributo al gato de Sabrina que se llamaba Salem?

Un poco decepcionados, decidimos irnos antes para invertir ese tiempo adicional en visitar de Boston. Aparcar en la calle en las ciudades de Estados Unidos es un verdadero sudoku: cuando no son sólo para residentes, resulta que no se puede aparcar los miércoles, o no se puede aparcar entre las 10 y las 12 de la mañana, o si nieva, o si tienes una boca de riego al lado... buf... sólo falta que empiecen a no dejar aparcar coches grises o a rubias no naturales. Así que dejamos el coche a las afueras y nos cojemos la línea naranja de metro para ir al centro.

Al igual que en Salem, aquí también hay una línea roja pintada en el suelo llamada la 'Freedom Trail' para que veas, a lo largo de 4 kilómetros, todos los monumentos de la ciudad. La mayoría de ellos están relacionados con la independencia de los Estados Unidos, pues fue aquí donde empezó a forjarse el movimiento separatista. Por aquel entonces Inglaterra empezó a asfixiar con impuestos a los habitantes del nuevo mundo. La cuerda se tensó tanto que acabó por romperse cuando se quiso establecer la obligatoriedad de tener que comprar el té y similares exclusivamente a Londres, lo cual dio origen al movimiento del Tea Party.

La ruta acaba en el Bunker Hill Monument, un obelisco al que también se puede subir, pero que por cuestión de horario, ya está cerrado. Ya van dos obeliscos no visitados por viaje... menos mal que no nos hemos ido a Egipto.

Boston es una ciudad muy British. Tiene un centro histórico bien conservado, muchas casas de ladrillo que dan un toque industrial, tiendas, pubs... incluso farolas de gas por todo el centro. También tiene un aire mediterráneo, de hecho, está heramanda con Barcelona: hay mucha gente paseando por las calles y se ven jóvenes universitarios por todas partes. ¿Que obtienes si mezclas Londres y Barcelona? No, Londrelona no, Boston.

¡¡Ah!! Aprovechando que ahora se va a hacer la versión española de Cheers, nos pasamos por el bar original. ¡¡Cuántas horas estuvimos viendo las historias que ocurrían en aquel bar!!

Hoy hemos sido los Emilio Aragón siguiendo la línea, aunque roja. Boston nos ha gustado mucho, pero el madrugón y las picaduras de mosquito no nos han dejado disfrutarlo en su plenitud. Bueno habrá que volver a Mascar Chuches, digo a Massachussetts.

25 sept 2011

Estado de Nueva York: De Syracusse a Albany

Hoy es domingo, día en el que Dios descansó y nosotros también. En un exceso madruguil, nos levantamos a las siete y tranquilamente damos un paseo por Syracusse. La ciudad tiene algunos puntos interesantes, pero está totalmente vacía. No hay cafeterías donde tomar un aperitivo, panaderías donde comprar churros o quioscos donde adquirir la prensa dominical. Tan sólo algunas iglesias abiertas para los servicios religiosos, tras los cuales la gente coge el coche y vuelve a su casa. ¿Es que aquí nadie ha descubierto la ración de rabas o calamares?


Un poco más al este paramos en Oneida, para visitar la iglesia más pequeña del mundo. No tenemos la dirección exacta, así que nos acercamos a un Fast Food para tener wifi gratis. En todos los restaurantes, estaciones y edificios públicos de esta nación hay internet inalámbrica, así que es fácil buscar un punto de conexión. Con la dirección y una ayuda extra de un joven de la zona, llegamos a la pequeña Cross Island Chapel. Está en una isla en medio de un lago y pueden entrar sólo dos personas. Leemos que hace poco hubo una boda y sólo el cura y los novios pudieron estar al lado de la iglesia, con todos los invitados en barcas y en el borde del lago.

Seguimos rumbo al este y nos adentramos en el Parque Estatal The Adirondacks. El otoño luce todo su esplendor con los colores ocres, amarillos y rosáceos de los árboles. Hay muchos pequeños lagos y el cielo claro ilumina este lienzo natural. Echamos en falta más lugares de recreo, ya que en los lugares que no son bosque sólo hay casas privadas. En un lago hay un manzano y recogemos un buen montón de manzanas. Fruta fresca y sin pesticidas... capricho torrejonero.

En nuestro camino nos encontramos con un pueblo llamado Speculator... ¿será donde vienen todos los brokers de la Ciudad de Nueva York a desestresarse? ¿Habrá que pedir en los restaurantes al grito de 'Compra, compra'? ¿A cuánto cotizará el barril de coca-cola? En un restaurante de madera paramos a comer y comprobarlo. Nos llama la atención que la bebida, en lugar de servirla en vasos, la sirven en botes.


Salimos del parque estatal y nos dirigimos a Schenectady, llevados más por la originalidad de un par de edificios que de su propia historia. El primero que vemos es la catedral, hecha en piedra rojiza y cobre enverdecido. El interior se asemeja más a un teatro que a un centro espiritual, pues los bancos están situados en dos anfiteatros semicírculares y en pendiente. El segundo lugar que visitamos es el Nott Memorial, uno de los pocos edificios del mundo con 16 lados... todo un record anecdótico, ya que lo normal hubiese sido hacerlo circular.

Y nos vamos a Albania. No, no vamos a teletransportar a Siqiperia ni tampoco es el destino de nuestro próximo viaje, aunque quién sabe. Albany es la capital del estado de Nueva York. Sí, esta ciudad pequeñita es la que gobierna a la propia Ciudad de Nueva York... ¿a que no pega? No habíamos investigado qué había para ver en la capital del estado, y nos sorprende gratamente. Aunque está igual de vacía que Syracusse, hay edificios administrativos con diseños elegantes, como la Corte Estatal, el Ayuntamiento o la Biblioteca del Estado. También hay un parque de esculturas al lado del Parlamento de Nueva York, donde además se encuentra el centro de convenciones The Egg, un estrambótico edificio con forma de medio huevo.

Albany ha sido todo un descubrimiento. El bullicio de un día laboral le hubiese dado más vitalidad a la ciudad, pero las cosas son como son. Hoy toca irse a la cama con Casimiro, porque mañana... ¡¡hay que madrugar!!

24 sept 2011

Estado de Nueva York: De Niágara a Syracusse

Hoy hemos dormido en un motel de esos en los que la puerta da directamente a la calle y puedes aparcar delante. Si ayer hubiésemos comprado más cosas, al abrir el maletero la maleta hubiese salido disparada entrando directamente a la habitación y la colada de Pablo, situada en la bandeja del maletero, hubiese acabado en la parabólica. Silla en la puerta, moqueta y baño con ventana por la que escapar... y digo yo... ¿qué se inventó en Hollywood? Capturas el día a día en 8 mílimetros y 24 fotogramas por segundo y ya tienes una peli. ¿Nos estarán dando documental por filme?

Tras hacer el check-out a la mujer del Abú que nos atendió anoche, vamos al centro de Niagara Falls y dejamos el coche en un parking gratuito (más de una le hubiese pagado el lunch también al parkero). Hoy el día está fresco aunque no llueve, así que recorremos los miradores del lado americano. ¿Cómo es posible que en invierno toda esa masa de agua llegue a congelarse? El truco está en que al no ser salada, se congela antes.

El estado de Nueva York es extenso y ahora nos dirigimos hacia el este. En las autopistas de este estado las tarjetas de las autopistas son del tamaño de un cartón de bingo. Pero tiene sus ventajas, porque te especifica el importe que pagarás al salir por cada una de las salidas. ¿A quién no le ha ocurrido coger una autopista y no saber cuánto va a tener que pagar? Que tomen nota los de la super-sur de esta super-idea.  

Llegamos a Mumford, donde se encuentra el Genesee Country Village. Se trata de un pueblecito que han hecho con casas traídas de todo el estado y que es una muestra de la forma de vida de los siglos XVIII al XX. Son edificios reales, transportados y restaurados para que reflejen su esplendor original.

En cada casa, taller, local, etc. hay un voluntario de avanzada edad que te explica la casa a quién perteneció o qué era lo que se hacía en ese lugar. Por ejemplo, una es la casa natal del inventor de la máquina de fotos Kodak, que se hizo millonario.

La visita es de lo más agradable, porque te muestran cómo hacían objetos de cerámica, como era la tienda del pueblo, el herrero, el que hacía cerveza, ... Hasta te dan a probar lo que cocinan, como chocolate natural y bizcocho. La mayoría de voluntarios son mujeres jubilidas encantadoras, vestidas de época y encantadas de que les preguntes cosas.

Además, a todas les encanta que seamos extranjeros y especialmente europeos, y a menudo nos preguntan que cómo hemos conocido el lugar. Es loable que prefieran compartir su experiencia a que se queden en casa haciendo tartas de manzana.
Hoy necesitábamos un día más tranquilo, así que, después de la visita al pueblo etnográfico, ponemos rumbo a Waterloo para hacer algunas compras. Entre otras, unas zapatillas nuevas, pues unas que traía no han superado las horas y horas que hemos caminado. Mis Nike han muerto, viva las Adidas!! De camino, al borde de la carretera, una chica disfrazada de plátano anuncia una frutería.

Ya de noche, llegamos a Syracusse. Nos pegamos una buena cena en Denny's, que es un estilo al VIPS pero a la americana, y a descansar se ha dicho.

23 sept 2011

Niágara: agua y agua

El otoño ha llegado a nuestro viaje de verano. Hoy estrenamos estación y el día ha amanecido muy nublado, con alto riesgo de chubascos. Hasta ahora hemos tenido mucha suerte con el tiempo: nos ha llovido muy poco y hemos disfrutado de una buena temperatura para hacer turismo. Llama la atención que en las zonas no turísticas apenas se ve gente en pantalones cortos o con gafas de sol. ¿Llevan aire acondicionados bajo los jeans o qué?

Alejándonos del centro de Toronto los 'condominios' o torres residenciales continúan su expansión a lo largo de la bahía. La burbuja inmoviliaria está aún jabonosa. Al borde del lago hay parques ideales para hacer deporte o simplemente disfrutar de la naturaleza. En la zona de Humber Bay, para unir pequeñas islitas hay muchos puentes y uno de ellos lo ha hecho Calatrava, con forma similar al de Valencia. Pablo ha desarrollado una calatravofobia tempranera, así que se queda en el coche mientras yo voy a dar un paseo. 

Un poco más al suroeste, paramos en otra ciudad con muchas torres: Mississauga. Entre los rascacielos, descatan las Absolute World Towers. Popularmente son conocidas como las Marilyn Monroe Towers, dadas sus formas sensuales. ¿Cómo serán las conversaciones de ascensor? "¿A qué piso va? A la pélvis, por favor".
Los desayunos de los hoteles suelen tener sólo cosas dulces, así que, poco a poco hemos ido haciendo hambre. En un bar estilo retro, con sus sofás de eskay, asientos giratorios redondos, neones y camareras con pinganillo, nos tomamos un brunch (medio breakfast medio lunch) con sus huevos, bacón, tostadas y sausages. "More coffee?? Yes, please!!"

Poco a poco, nos vamos acercando a uno de los accidentes naturales más conocidos de Estados Unidos: Las cataratas del Niágara. El río Niágara en realidad es un trasvase natural entre los lagos Ontario y Erie. Empezamos la ruta niagaresca en Niagara-on-the-Lake, donde está el fuerte de George, con sus soldaditos con chaqueta roja. El pueblo también es muy interesante, con edificios bajos y sofisticados jardines.

Desde hace ya tiempo venimos observando que las casas se están preparando para Halloween. En muchos porches ya hay velas, telas de araña y brujas. Cómo no, también las famosas calabazas, muchas de ellas con la cara ya dibujada. Aún queda bastante para que llegue la temporada alta para los odontólogos, pero se ve que los niños americanos están ansiosos por espetar su 'Trato o truco'.

Hoy operan a la tía Clari de cataratas y hoy nos espera a nosotros día, claro, de catarátas, pero de Niágara. Recorremos el curso del caudaloso río Niágara, parando en diferentes miradores para observar cómo desciende el agua incesablemente. Poco a poco llegamos a Niagara Falls, la población fronteriza llena de hoteles, casinos y restaurantes... lugares donde gastar el remanente de los robos de los precios de los parkings. Con un mínimo de astucia dejamos el coche en la parte no turística del pueblo y nos ahorramos un buen puñado de dólares.

Llueve, llueve, llueve... chanclas y poncho nos salvan de convertirnos en Bob Esponja, y tras un paseo llegamos a las cataratas. Un estruendo abrumador hace de banda sonora a la estampa de las caídas de agua más famosas del mundo. Miles de galones de agua por segundo afrontan el desnivel precipitándose al vacío. Apostamos a que la Monroe llevaba tacones, digo tapones.

Hay dos cataratas principales: la americana y la canadiense. Sin duda, para poder ver ambas en su magnitud, hay que hacerlo desde Canadá. Las canadienses forman una espectacular curva de naturaleza salvaje. Las americanas forman una ladera y están más explotadas turísticamente. Teníamos la intención de montar en el Lady of the Mist, para ver las cataratas desde abajo y casi meterte en ellas, así como hacer la ruta Journey Behind de Falls, para pasar por detrás de ellas. Pero el día ya está suficientemente húmedo y concluímos que poco nos puede aportar acabar empapados sin un sol que luego nos seque. Aquí estamos, disfrutando del agua, bajo el agua de lluvia.

Toca volver a Estados Unidos, así que cruzamos el puente internacional, ese en el que más de una le ha pagado el lunch a la policía fronteriza. Sin embargo, a nosotros nos invitan amablemente a que aparquemos el coche y se queda con nuestros pasaportes. ¿Habremos quebrantado alguna ley canadiense? ¿Nos estará investigando la CIA, extrañada por haber ido a visitar una casa con forma de zapato? ¿Acaso la silla de Chilli Bowl estaba reservada sólo para Obama y yo estuve cenando plácidamente en ella? Parece ser que no... simplemente nos ha tocado la lotería fronteriza, en la que hemos sido agraciados con 10 minutos de espera en una sala vacía y un par de preguntas del poli del guardia.

Sigue lloviendo, así que decidimos hacer unas compras en un outlet cercano. Como era de esperar, está lleno de turistas, repleto de nipones y con pocas gangas. Aún así, alguna que otra cosa acaba cobrada en nuestra exhausta Master Card.

Si ver las cataratas de día es toda una experiencia, no lo es menos verlas iluminadas por la noche: unos focos van cambiando de color y le dan un aire mágico. Con la relajación de oir agua fluir, nos vamos ya a descansar. Si mañana no llueve, volveremos con mejor tiempo.

22 sept 2011

Toronto: la ciudad de la diversidad

Nos levantamos a las 11 de la mañana... ¡¡hora española!! Aquí son las 5 de la madrugada y estamos "Destroyed in Detroit". Este será nuestro último madrugón del verano, básicamente porque mañana ya es otoño.

Cruzamos la frontera entre EEUU y Canadá: un par de preguntas de a dónde vamos y qué vamos a hacer en el país, y en un periquete rodamos por asfalto canadiense. El paisaje no cambia mucho, pero se ve todo un poco más ordenado. Estamos en el estado de Ontario, y, aunque es zona anglófona, todo está rotulado también en francés. Bienvenues à Canadá!!

Tras unas horas de conducción, llegamos a Toronto, la ciudad más poblada de todo el país. Para poder visitar la ciudad tranquilamente, dejamos el coche y nos cogemos un tren de cercanías al centro... ¡¡enooooooooorme!! Es de dos plantas, pero no como los de Madrid con techo bajo... aquí podría entrar todo Ascot en tropel.

Bajamos en Union Station y tras callejear un poco conseguimos ver la Torre CN... ¡¡vaya bicho!! La torre de la Televisión Nacional de Canadá es la estructura no sostenida por cables más alta de América y la segunda del mundo: 553 metros de torre, más de medio kilómetro dirección al cielo. Seguro que fue algún torontiano quien bautizó a Torrespaña como 'pirulí', partiéndose de risa.

Subimos hasta el mirador en un ascensor panorámico a una velocidad de vértigo. El día está soleado y todo se ve muy claro. La calle Yonge, considerada como la más larga del mundo con 2.000 kilómetros, se pierde en el horizonte. ¿Compondría aquí Manolo Escobar su famoso 'Torontontón, Toronto-ntero' al ver Toronto entero? Y ya, lo más, es pasearse por suelo de cristal, no apto para gente con miedo a las alturas.

Esta es una de las ciudades más multiculturales del mundo. Por todas partes se ve gente de diferentes partes del planeta, y esto hace de la ciudad un crisol de culturas. El barrio chino está bien delimitado y bien presentado. A diferencia del de Nueva York que era demasiado bullicioso y algo anti-higiénico, el de Toronto es todo lo contrario: tiendas y restaurantes mantienen su esencia oriental pero con actitud occidental, de forma que resulta atractivo entrar a comprar o comer algo.

Recorremos la ciudad descubriendo sus pequeños rincones. No hay grandes iconos de la arquitectura mundial (Royal Ontario Museum y Art Gallery of Ontario son buenos intentos), pero la ciudad es muy agradable, ordenada y limpia. Hay muchos rascacielos de viviendas y el hecho de que la gente viva en la propia ciudad hace que ésta se muestre 'viva', como si de una ciudad europea se tratase. Además, hay muchas terrazas donde disfrutar de un ambiente relajado, así que aprovechamos y nos tomamos una cerveza entre los lugareños.

Descubrimos el paseo de la fama canadiense, con baldosas dedicadas a Alanis Morrisette o Shania Twain; nos inmiscuimos en la universidad; compramos unos bollitos dulces y salados en el barrio chino; caminamos hasta el castillo Casa Loma, con su aire inglés y magníficas vistas; recorremos la calle Blay, donde se sitúan las oficinas de la mayoría de empresas y bancos canadienses; hacemos un visto-y-no-visto en la asociación de indios canadienses; sacamos fotos en el Parlamento de Ontario; asistimos a un partido de rugbi; ...

... Y visitamos la ciudad subterránea: bajo el suelo de Toronto está el PATH, la galería subterránea, comercial y de servicios más grande del mundo. No está muy señalada, pero si entras en el atrio de la mayoría de edificios del distrito financiero, puedes acceder a ella. El crudo invierno trae gélidas temperaturas con una buena capa de nieve, así que los torontianos han construido un complejo de calles con tiendas para poder continuar con su actividad a buen recaudo.

Va cayendo la noche, la torre CN se ilumina y damos un último paseo por la ciudad. La arquitectura de Calatrava en el Allen Labert Galleria y un paseo por el borde del lago Ontario, son las dos últimas estampas de Toronto que nos llevamos. Ahora toca ir a dormir, porque ya hemos soñado.

21 sept 2011

Detroit: El origen de la industria automovilística

Empieza a amenecer y los tonos rosáceos del sol tempranero iluminan el skyline de Chicago. Con la imagen de la ciudad pintada con acuarelas, tomamos la interestatal dirección al estado de Michigan. 400 kilómetros de carreteras rectas nos separan de Detroit.

En este país da igual el número de carriles que tenga una vía, porque todos tendrán tráfico. Camiones, furgonetas y grandes coches ruedan por las carreteras americanas, constante e incesantemente. La industria automovilística es uno de los motores económicos y hoy nos dirigimos a la ciudad donde nació esta forma de vivir: Detroit.

En Dearborn se encuentra la fábrica y museo de Henry Ford. Fue aquí donde Ford consiguió, tras dos intentos fallidos, llevar a cabo su sueño: crear coches con un coste reducido, de forma que cualquier americano pudiese permitirse comprar uno. Creó la cadena de montaje, en la que, en lugar de ser el trabajador el que se dirige hacía su tarea, es la tarea la que va hacia el trabajador. De esta forma, colocando piezas de una forma mecánica y no teniéndose que desplazar, consiguió que montar todos los componentes de un coche se pudiera realizar en tan sólo 93 minutos.

Visitamos el tour por la fábrica. Inicialmente te ponen una película que te explica toda la historia, incluyendo la etapa en la que en la fábrica trabajaban mujeres para hacer munición mientras sus maridos luchaban en la 2ª Guerra Mundial. Luego, pasas a un cine de 360º en el que a las imágenes y el sonido se suman la temperatura, el viento y hasta el agua. ¿Será para que Pablo no se duerma? Después se visita la cadena de montaje, en la que los guías parecen ser jubilados de Ford. También hay una exposición de los coches que se han fabricado y donde sí que se pueden hacer fotos.

De la fábrica de Ford pasamos al museo. Aquí se encuentra el coche en el que fue asesinado John Fitzerald Kennedy. Está totalmente limpio, ¡¡qué bien salió la sangre!! Pero en este museo no sólo hay coches, también hay un poco de toda la historia americana: locomotoras, maquinaria industrial, aviones Fokker y hasta la silla en la que fue asesinado Lincoln. Con tanto asesinato esto parece CSI Detroit.

A eso de las cuatro de la tarde visitamos el centro de la Detroit, donde tienen la sede empresas como Ford, Crysler o General Motors. Lo primero que llama la atención es el 'People mover': es un tren sobre una vía elevada a unos diez metros y que tiene paradas directamente en los edificios. También es curioso que tengan pasarelas 'tubo' para ir de un sitio a otro... ¡¡en invierno el frío tiene que ser de escándalo!!

Uno de los edificios que más destaca de la ciudad es el Reinassence Center, sede de General Motors y compuesto por cinco torres de cristal. En la planta baja está el General Motors Showroom, un catálogo en vivo de los modelos que se fabrican actualmente... ¡¡y los precios no son nada caros!! Una furgoneta-tanque de esas que gustan tanto aquí, puede salir por unos 22.000 euros, seguramente impuestos aparte. Nos probamos unos cuantos... ¡¡y es que nos quedan de bien todos!! Excuse me, where is the outlet?

Al otro lado del río Detroit se ve Windsor, ya en tierras canadienses. Mañana cruzaremos la frontera y visitaremos un trocito del país con la bandera de hoja de arce. Antes de retirarnos al hotel, pasamos por un Mall, pues resulta que me compré un nuevo jersey en Nueva Jersey y siete estados después vimos que no nos habían quitado la protección antirobo, y como pin queda un poco feo, la verdad.

Llegamos al hotel y casi nos aterriza un avión en la cabeza, pues se encuentra al lado del aeropuerto. 'Pues me da igual, José Blas', no existe ruido suficiente que hoy no nos permita dormir.

20 sept 2011

Chicago: la ciudad del viento

05:15 AM, el despertador suena. Duele mirar al reloj, pero hay que adaptarse a los horarios locales. A las 10 de la noche ya estábamos dos etapas REM más allá, así que siete horas han sido suficientes para descansar y recuperar energías.

Salimos de Milwaukee y nuestra primera parada es en Wilmette, en el Templo de Fe Bahá'í. Esta religión es una fusión de las nueve religiones más importantes y sus principios se basan en que todos pertenecemos a una sola raza humana, que todas las religiones comparten el mismo origen y que la tan esperada era de paz prometida en las sagradas escrituras ahora está al alcance. Como todos los templos Bahá'í, está ornamentado con elementos que referencian a diferentes religiones, con nueve fuentes y nueve puertas.

Dejamos el coche en el hotel donde dormiremos hoy y cogemos el 'Metra', el suburbano y elevado de Chicago. ¿Qué cómo va eso? Muy fácil: algunas líneas van bajo tierra y otras van elevadas por las calles, a unos 6 metros más o menos.

Llegamos al centro de la ciudad, conocida como el Loop. Nada más salir, la ciudad ya te cautiva: ordenada, limpia, con gente bien vestida... y hasta con ese aire a mar cercano imitado por el lago Michigan.

Comenzamos la visita a la ciudad en la calle Van Buren, donde la boca de metro tiene la misma forma que las bocas del metro de París. El metro parisino ha hecho reproducciones de sus estaciones y las ha reglado a diferentes ciudades.

Un poco más hacia el interior encontramos un edificio de lo más curioso, el Metropolitan Correctional Center. Se trata de una cárcel vertical, un pequeño rascacielos con ventanas saeteras donde los presos pueden pasear por el tejado... ¡¡y sin pasar por caja para subir al observatorio!!

Nosotros sí que pasamos por caja para subir al Skydeck, el mirador de las torres Willis, antes conocidas como torres Sears. En pocos segundos el ascensor sube a la planta 103 y salimos al techo americano. Con sus 443 metros de altura es el edificio más alto de América y las vistas comprenden los estados de Wisconsin, Illinois e Indiana. Jesulín sólo tendría dos palabras: im-prezionante. Y lo que ya es de vértigo total es andar por los balcones de cristal: cuatro salientes en los que tienes la sensación de estar andando por el aire. ¡¡Este cristal es del bueno!!

Una de las zonas más agradables para pasear por la ciudad es por el río. ¿Sabíais que invirtieron el curso del río para evitar que la contaminación llegase al lago? La cuestión es ¿cómo lo hicieron? Ale, todos al wikipedia...

Una cosa que me gusta de las ciudades americanas es su arte urbano de gran formato. En Europa las esculturas a nivel de calle suelen ser pequeñas o símplemente estatuas de personas ilustres. Aquí, exceptuando los omnipresentes memoriales, hay grandes esculturas como las de Calder, Jean Dubuffet o incluso de españoles como Picasso y Miró.

La gente en esta ciudad parece mucho más agradable: bien vestidos, sonrientes, respetuosos... pero también con su café en la mano. Un hombre, con ganas de practicar su español, nos pregunta a ver si necesitamos ayuda... ¡¡así da gusto!!

En la ladera del lago, se encuentra el Millenium Park, una zona verde entre los altos rascacielos y el tranquilo lago. Es una zona ideal para hacer deporte, tomar el sol o para descubrir el lado creativo de la ciudad. La escultura-fuente The Crown Fountain se compone de dos bloques de cristal y LED en los que se muestran caras de 1000 personas de Chicago, simbolizando la unión entre los ciudadanos y el agua. Esta creación del español Jaume Plensa, es todo un icono de la ciudad, y llama la atención los momentos en los que a la altura de la boca sale un chorro de agua, como si de una gárgola moderna se tratase.

Otro de los nuevos iconos de la ciudad es el Cloud Gate del anglo-hindú Amish Kapoor. Se trata de una escultura de acero inoxidable con forma de gota de mercurio líquido conocida popularmente como 'la alubia'. Es como uno de esos espejos en los que te ves deformado, todo un juego con el que interactuar con la escultura.

Y de nuevo, otro lugar hecho por Frank Gehry al estilo Bilbo-Guggenheim... el Jay Pritzker Pavilion, un auditorio al aire libre con una explanda verde desde la que disfrutar de conciertos y teatros. También hay una pasarela de titanio para llegar muy cerca de la fuente Buckinham. Esta fuente está hecha al estilo de las de Versalles, y es que, uno de sus alcaldes viajó a Francia y a su mujer se le encaprichó tener una.

Paseamos por Chicago, disfrutando de sus rascacielos y del día tan bueno que nos está haciendo. Una sonriente Marilyn gigante nos da la vienvenida a la Magnificient Mile, donde se encuentra la Tribune Tower, sede del Chicago Tribune y de una emisora de radio. En la fachada hay piedras de diferentes puntos del planeta... Nos ponemos a contar y sólo hemos estado en 30 de los 132 lugares de los que hay piedras. Muy cerca está también la Torre del Agua, única construcción pública que sobrevivió al Gran Incendio de 1871. ¿Será también un símbolo masón? ¿Cuánto tardará Dran Brown en dedicarle una novela?

Esta es la zona de tiendas de la ciudad. ¡¡Y qué tiendas!! Desde firmas de alta costura hasta una tienda donde hacerle un corte de pelo a la muñeca de la niña... American Girl, es el paraíso de las niñas, hay desde ropa para ir conjuntada con la muñeca, hasta hospital, peluquería o salón de belleza para el cuasi miembro de plástico de la familia. Yo me quedo con la tienda de LEGO adyacente, con todo tipo de construcciones y piezas... nunca es uno lo suficientemente adulto como para no añorar los juguetes de la infancia.

Poco a poco hemos hecho hambre... así que, degustamos una pizza Chicago Style. Son individuales y mucho más gordas que las demás. Y el queso, se estira muuuuuucho.

El sol empieza a meterse y cayendo la noche se empieza a iluminar la ciudad. Damos un último paseo por el Navy Pier, un muelle con restaurantes, noria y vistas tanto al mar como a la ciudad. Poco a poco nos vamos despidiendo de esta ciudad.

Sin duda Chicago es, de todas las que hemos visitado en este viaje, la mejor ciudad: tiene muchos rascacielos, pero sin el agobio de Nueva York; es grande, pero sin el gigantismo de Washington; es acogedora, pero sin los grandes contrastes de Filadelfia; y es costera, pero sin el sencillismo de Milwaukee. Chicago es ¡¡mucho Chicago!!

19 sept 2011

Indiana, Illinois y Wisconsin: Bordeando el lago Michigan

Salimos de Toledo aún siendo de noche, y al llegar al estado de Indiana, retrocedemos una hora los relojes, pues hay cambio de huso horario. ¡¡Que sueño!! Hoy hemos madrugado y remadrugado.

El día ha amanecido lluvioso y en Middlebury nos refugiamos bajo una seta gigante, como si fueramos unos gnomitos, porque, a falta de un gorrito rojo y barba blanca, la barriga ya la tenemos. Continuamos la ruta y visitamos la Universidad de Notre Dame, que curiosamente tiene el record de tener la mayor colección de vidrieras francesas del mundo. ¿Que diría Sarkozy aquí? Seguro que un 'Ne pas possible!!'.

Las freeway, highway, parkway, skyway y etcéteras-way están bastante bien y los peajes son baratos. En uno de ellos vemos a un Amish en coche... ¿pagará el peaje con cookies?

Indiana es un estado bastante extenso, pero nuestro recorrido sólo pasa por la parte norte, así que sólo visitamos un emplazamiento más: La casa natal de Michael Jackson en Gary. Aquí nació el rey del pop en 1958. La casa está en una zona sencilla, pero bien cuidada. Eso sí, como en todo América las aceras y las carreteras dejan mucho que desear, así que no es de extrañar que Jacko desarrollase su paso estrella de andar hacia atrás, al querer quitarse un poco de barro de los zapatos.



En el estado de Illinois, nos dirigimos a Joilet. Para aquellos que han visto la serie Prison Break este lugar le resultará concido, pues aquí se haya la Penitenciaria Estatal de River Fox. Ese nombre es el utilizado en la serie pero su nombre real es Joliet Correctional Center. La cárcel cayó en desuso en 2002 pero no fue derribada como se hace habitualmente cuando una cárcel deja de utilizarse. En los alrededores de la cárcel está 'La Villita', el barrio mejicano. Seguro que la comida en la cárcel era mala y Scoffield pretendía hacer un túnel a la taquería más cercana. ¿Tomaría guacamole o tequila antes de huir a Panamá?

Estamos en la histórica ruta 66, esa que todo el mundo piensa que cruza toda la nación, pero que 'sólo' va de Chicago a Los Ángeles. Los dos seises más famosos ya no forman parte de ningún mapa actual, pues se han hecho nuevas interestatales y han cambiado el número a la mayoría de tramos, pero sigue estando marcada con letreros que recuerdan el trazado original.

Poco a poco vamos entrando en Chicagoland, el área metropolitana de Chicago. En los suburvios de la urbe hay de todo... ¡¡hasta un templo hindú!! Los Abú de la zona van a hacer sus oraciones a los templos de Rama y Ganesha-Shiva-Durga.

Las inmediaciones de Chicago son espectaculares. A diferencia de otras ciudades donde las afueras son zonas marginales, aquí todo es idílico: preciosas casas con sus jardines, mujeres paseando el perro encantadas de la vida y stoperos. ¿Que qué son? Son personas señal-de-stop-en-mano que se sitúan en los cruces para que las Maggies de la zona crucen la carretera con las Cindies y Kevines hasta el School Bus. ¡¡Éstos han desayunado tortitas!! Y tortitas había que pegarle a todo aquel que no haya caído en la cuenta de que poner un semáforo es más fácil ¿no? Hablando de carreteras... ¿dónde se ha visto que en un cruce haya cuatro stop, uno en cada vía? A mí esto no me lo enseñaron en la autoescuela Mikel.

Estamos en Oak Park, zona no apta para españoles que vivan en pisos de menos de 150 metros cuadrados. De mandíbulas caídas vemos las increíbles casas que hay en la zona, a cada cual más espectacular. Jardines cortados al milímetro, porches, balconadas, chimeneas... ¡¡y sin la obsesiva bandera de barras y estrellas!! Yo quiero una... ¿darán hipotecas a quinientos años? Y ya, el 'sumum' son todas las casas estilo Prairie que Frank Lloyd Wright construyó en este paraíso... arte, elegancia y naturaleza.

Chicago lo visitaremos mañana, así que, ponemos rumbo hacia la vecina Wisconsin. En el país del dinero de banda magnética, llegamos a un peaje ¡¡que sólo admite monedas!! Hay que pagar un dólar, y sólo llevamos suelto un par de dólares en dos monedas. Son monedas cuyo uso no está muy generalizado, pues son reticentes a quitar su billete de dólar. Echamos una moneda de dólar y la luz sigue roja. Echamos otra y continúa roja. ¡¡Esto parece una tragaperras!! No hay valla y nos empiezan a pitar... así que, nos saltamos el peaje. ¿Cuánto tardará el sheriff en encendernos la sirena? En el siguiente peaje preguntamos y nos dicen que si hemos echado el importe correcto, que no pasa nada. Hoy no pisaremos la police station.

Y llegamos a Milwaukee. La ciudad más poblada de Wisconsin nos sorprende por lo agradable que parece. Es una ciudad bonita al borde del lago Michigan, en la que la gente vive en la propia ciudad y eso se nota. Son poco más de las cinco y media de la tarde y nos dirigimos al Museo de Arte de la ciudad; en concreto, a la extensión construída por el arquitecto Santiago Calatrava. En este edificio sus estructuras blancas imposibles se fusionan con la mecánica, pues el edificio tiene unas alas que se despliegan cuando el museo abre y se pliegan cuando cierra. Sin embargo, los días de viento se cierran automáticamente y, aunque sólo corre una agradable brisa, para cuando llegamos ya están plegadas. No hemos podido disfrutar del espectáculo que dura tres minutos y medio, lástima. Damos un paseo por la zona del lago y la del río... ¡¡Nos ha enamorado esta ciudad de nombre indio!!

Y terminamos el día en otra ciudad, con nombre raro... Wauwatosa. En los alrededores de Milwaukee, esta población tiene una iglesia ortodoxa con forma de platillo volante. Se trata de uno de los últimos trabajos que hizo Frank Lloyd Wright. Para nosotros también será el último trabajo del arquitecto americano que veremos y que nos ha acompañado por tantas ciudades... thanks, Frankie!!

Hemos llegado al punto más al oeste de nuestro viaje. Ahora, toca retroceder hacia el este vía Toronto... esto se acaba... sólo nos quedan 9 días de viaje...