Como era de esperar, la noche antes de salir de viaje el sueño suele ser bastante flojo. Aunque tenemos mirado y remirado el equipaje a facturar y el de mano, de alguna forma la cabeza está alerta intentando anticiparse a cualquier cosa que se nos haya pasado por alto. Coincidimos a eso de las cuatro de la mañana delante del ordenador, yo para descargarme en el móvil algunas ubicaciones y así tenerlas disponibles off-line y Pablo para revisar su carta de ascenso gracias a la cuál me pediré algún regalito a modo de Parador… pero esperemos a ese río para pensar cómo cruzarlo.
A las siete de la mañana suena el despertador, interrumpiendo violentamente una profunda fase rem de media hora que tanto me había conseguido lograr… ¡¡todo un clásico el primer día de vacaciones!! Desayuno, ducha y a recoger el lavavajillas para dejar la casa para entrar a vivir… los okupas van a encontrar hasta la ropa planchada.
Somos unos cuarentones que, además de interesantes, seguimos siendo valientes e ilusionados… porque este viaje será también en plan mochilero; un tipo de mochilero con tarjeta de crédito y reservas hechas con tiempo, pero mochileros al fin y al cabo. Eso sí, un poco más cascados, porque entre orzuelos, codo de tenista, lumbares, “mortoncitos” y dolor en un glúteo, entre los dos sólo sumamos una persona sana. Pero ahí vamos a darlo todo “mochila en espalda”. ¡Ya está todo preparado, a disfrutar!
Justo casi saliendo por la puerta recibimos un correo y entramos en depresión… ¡depresión tropical! El tifón Yagi está azotando el Sudeste Asiático y la compañía aérea ha cancelado el segundo vuelo de los dos que teníamos que hacer. De Madrid a Hong Kong no hay problema, pero el vuelo de Hong Kong a Hanói no será operado. Corremos al ordenador y empezamos a llamar como locos a la compañía aérea, a trip.com que es donde compramos el billete y al seguro de viaje de la tarjeta de crédito… hay que salvar este desastre porque toda nuestra organización depende de un hilo… un hilo musical que te desconcierta mientras te tienen en espera.
Hoy la idea era ir con tiempo a Barajas, tomarnos un buen desayuno para celebrar el inicio de las vacaciones y empezar sosegadamente nuestros días de no-descanso. Y, contra todo pronóstico, salimos hora y media más tarde, teléfono en oreja y esperando que no se corte la llamada para que alguien nos dé una solución. Todos coinciden en que en el mostrador de facturación nos podrán proporcionar la solución más adecuada, así que decidimos esperar a llegar allí. Mientras, recibimos un correo donde nos indican que volaremos a Hanói al día siguiente, a primera hora de la mañana. Pero, ¿y dónde dormimos? ¿Y nuestro hotel en Hanói? En el mostrador de facturación nos dicen que no hay ningún otro vuelo donde nos puedan meter y que, al ser por causas ajenas a la compañía, no nos podrán dar alojamiento… pero que preguntemos “por si acaso” en Hong Kong. Bueno, al menos seguimos con la esperanza… Como todos parece que coinciden en que el hotel correrá por nuestra cuenta, buscamos un hotel en Hong Kong, que está bien ubicado entre la ciudad y el aeropuerto, y el precio es razonable para estar reservándolo en el mismo día. Llevar el hotel ya reservado nos da tranquilidad, aunque ya veremos si conseguimos que la compañía o el seguro nos lo abonen.
Un poco exaltados, embarcamos y descubrimos que nuestro asiento central y ventanilla ha terminado siendo central y pasillo. ¿¿Pero no nos sabemos las letras o qué?? Dada la tesitura, éste es el menor de los males… y como volaremos hacia la noche, tampoco es que vayamos a disfrutar mucho de las vistas.
El pasaje es casi mitad chino y mitad español… ¿quién hará más ruido o gritará más alto? Aunque podría parecer una competición de a ver qué cultura es la más “movida”, resulta todo bastante tranquilo y moderado. Entramos en conversación con una chica que ha mencionado algo de su siguiente vuelo a Vietnam, para saber si están en la misma situación que nosotros… pero han tenido suerte y su vuelo no ha sufrido cambios porque van a Ho Chi Minh, en el sur. Con el que no entramos en conversación es con el pasajero que va en la ventanilla… que no parece muy simpático y además va viendo en el portátil lo que podrían ser algoritmos para hackear algún servidor. Mientras no hackee al camarero a mí me da igual… porque yo, con una compañía que se llama Cathay vengo ya con ilusiones… “cata-ahí” esta bandejita para la comida, “cata-ahí” esta bandejita para la cena, etc.
¡Cómo se nota que la compañía es china! Pablo ha caído en la cuenta de que sobrevolamos Fiumi-ccino, luego pasamos cerca de Karachi(-no), etc. El mapa de la ruta del vuelo siempre tiene algo hipnótico… aunque no sabes a cuánto cotiza el pie en cuanto a altura, ahí tienes el dato… además, aprendes geografía con nombres que nunca antes habías visto.
Una de las chicas de los cuatro amigos que van a Vietnam le llama la atención a la pasajera que va detrás porque tiene la luz encendida y le está molestando. La otra pasajera, educadamente, le dice que está leyendo y que siente que la moleste. La chica refunfuña… pero ahí queda la cosa. Un par de horas más tarde, empieza a decirle a su novio que es una maleducada, con clara intención de que la oiga. Cuando parece que la cosa no va a ser más que un pequeño desencuentro… de repente empieza a parecerse una pelea de gatas. La chica le empieza a gritar a la chica que apague la luz, que es la única que va leyendo y que está molestando, y que es una maleducada; la otra que no, que ella está leyendo y que si le molesta se cambie a algún asiento libre en la parte trasera del avión. Como la chica ve que no va a conseguir salirse con la suya, la empieza a insultar… a lo cual la otra estalla y la amenaza con que si la sigue insultando le va a dar una ostia. La chica enfurecida, le da un golpe en la pierna y la “lectora”, al más puro estilo Rumasa “que te pego leche” le da en toda la cara como si fuera un escorpión, de atrás hacia adelante… ¡¡en toda la boca!! Casi agarrándose por el cuello, el novio separa a la chica y un azafato a la lectora… y aparecen en escena otros dos azafatos y el sobrecargo. “Me ha pegadooooo, es una maleducadaaaaaaa” gime con candidatura a los Goya incluida. A nosotros nos separa sólo el pasillo de la lectora que está en la misma fila y de la chiquilla egocéntrica que está en diagonal. Jo, esto se avisa, que se disfruta más con unas pipas del Mercadona. Sin esperarlo, me convierto en el “witness” y un azafato me pregunta que quién pegó primero. No queriendo involucrarme mucho, pero por el honor a la justicia, le digo que fue la chica… mientras dudo en pedir protección de testigos. La chica sigue generando una situación tensa, murmurando y refunfuñando sobre la lectora, mientras ésta observa y colabora con el personal de cabina que le hace preguntas. Esto en una peli de domingo por la tarde queda bien resuelto, sabiendo quién entra en chirona y quién rehace una versión más feliz de su propia vida… pero aquí nos quedamos con la incógnita de qué delitos se han cumplido (liarla en un avión es cosa seria, por chiquillada que parezca). Eso sí, nos sorprende que, los que lo han manifestado, han apoyado a la chica, cuando desde nuestro punto de vista ha sido ella la que no ha entendido que ella no era quién para mandarle a otra persona no poder llevar la luz encendida… porque, ¿para algo están, no?
Tras doce horas y media de vuelo, aterrizamos en el Aeropuerto Internacional de Hong Kong a las seis y media de la mañana… sorprendidos, sobre todo, por la prodigiosa vejiga que tiene el hacker porque en todo el vuelo ni se ha levantado al baño... ¿pero ni aunque sea para pensar? En cualquier caso, ahora toca centrarnos en nuestro “problemilla” de cómo llegar hasta Hanói. Desembarcamos, pasamos el control de inmigración y vamos al mostrador de conexiones de Cathay Pacific. Nuestro objetivo es que o nos reubiquen en un vuelo que hayan vuelto a poner hoy o que nos paguen el hotel, al menos. La mujer que teclea mientras mira en la pantalla como si estuviera escribiendo este mismo blog, termina diciéndonos que puede hacer ambas cosas. ¡¡¿¿¿Cóoooommmmmooooooo???!! Ya nos habíamos hecho a la idea de pasar la noche en Hong Kong, así que la buena noticia de que nos puede hacer volar hoy mismo, nos resulta hasta ofensiva. Y ya lo de que nos pague el hotel sin haber tenido que regañar, nos parece hasta demasiado fácil. Tras una corta deliberación, le decimos que nos quedamos, que volamos mañana a primera hora y que nos diga qué hotel es. Ah, ¡¡que es uno en el propio aeropuerto que vimos que valía unos 180 euros la noche!! No hay que ponerlo fácil, que nos ha inculcado que las compañías aéreas “son malas”... así que me empiezo a enfadar con tanta pleitesía… “ya, pero, ¿y la manutención? ¿quién nos paga las comidas?” le digo mientras escribe a boli en un papelito; “toma, aquí tenéis los vales para la comida y la cena”. Eh, no, no… aquí algo está saliendo mal… ¡¡que sois los culpables!! “Ya, y el desayuno, ¿qué?”... “mira, aquí os doy unos vales para que desayunéis dentro de la zona de seguridad cuando hayáis facturado y pasado el control de pasaportes, mientras esperáis el embarque en el restaurante que elijáis”. “Pablo, tío, ayúdame, que está quedando bien regalándonos cosas y ¡¡es una compañía aérea!!”
Bueno, pues todo resuelto… pasaremos más y mejores horas en Hong Kong. Eso sí, sin quererlo tenemos tres hoteles reservados: el original de Hanói, el de Hong Kong “por si acaso” y el de Hong Kong de “soy una aerolínea buena”. Con el Wifi del aeropuerto hacemos otra ronda de llamadas para ver si, por las circunstancias, conseguimos que no nos cobren o devuelvan los dos hoteles que no vamos a utilizar. El de Hanói lo conseguimos, pero el de Hong Kong nos dicen que no… bueno, por lo menos, los hoteles que entran por los que salen… Ahora, toca disfrutar del día en Hong Kong… y mañana otros vientos soplarán.
Madre mía qué viaje más emocionante...con violencia incluida y encima hotelazo por parte del aeropuerto.... qué fuerte...es otro mundo...a disfrutar!!
ResponderEliminarQué barbaridad!!! Qué viaje tan emocionante! Entre peleas, regalos de la compañía......, y no ha hecho nada más que empezar! 🤣🤣🤣🤣
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