20 sept 2024

Angkor I

Entre hoy y mañana visitaremos Angkor Wat, una serie de templos del imperio jemer, que está considerada como la estructura religiosa más grande realizada por el ser humano. Es Patrimonio de la Humanidad y fue candidata a ser una de las siete maravillas del mundo moderno. Obviamente también es la joya de la corona del país, ya que la gente que lo visita viene casi únicamente por esta maravilla de hace más de mil años… y claro, como el gobierno es consciente de ello, tienes que comprar las entradas con tiempo y soltar un elevado número de dólares americanos… por qué sí, hasta las cosas de palacio camboyano se pagan con dólar americano. 

Para visitar este enorme complejo hemos contratado en el hotel a un conductor de tuk-tuk, que hoy nos hará el conocido como Grand Tour y mañana el Small Tour. Sólo se limitará a llevarnos y, aunque el listado de templos está especificado, Pablo le hace al buenín recepcionista que, en caso de pedirlo, el conductor nos llevará a otros templos que estén razonablemente cerca para rellenar el horario.

A las nueve y media en punto nos recoge Jan, un camboyano que podría tener entre 25 y 50 años. Aquí, al estar sudando todo el día, la piel suelta todas las toxinas y la gente tiene la piel bastante tersa, por lo que es difícil averiguar su edad. Pablo le reitera que, además de los templos especificados, quiere kilo y medio más de templos que antes ni conocíamos. El hombre, muy agradable él, le dice que no hay problema… sin saber que lleva a la parejita OCU detrás.

Antes de ponernos rumbo a Angkor, paramos en una farmacia. Pablo ha estado dos días un poco resfriado y desde hoy yo cojo el testigo. Acabado el paracetamol que traíamos de casa, nos vemos en la necesidad de comprar alguna fórmula magistral que calme mi malestar. Cuando la farmacéutica, sobrina de la titular que la ha dejado mientras se va de vacaciones a Phno Iah, busca en Google los componentes del Frenadol y me ofrece un medicamento de GSK, que me suena es internacional. Al pagar, veo que solo me da un blíster, no una caja… ¡Sin prospecto ni nada! Justo hoy que me iba a leer los efectos secundarios por cada millón de pacientes… Bueno, seamos optimistas y pensemos que es porque ha considerado que no voy a necesitar más.

Iniciamos el Gran Tour y empezamos a parar en los primeros templos. Hoy no visitaremos los más importantes, pero, aún así, ya desde el inicio quedamos enamorados de estas construcciones que la Naturaleza parece empeñada en devorar. Muchos tienen piedras caídas, musgo, andamios… pero el hecho de que no haya apenas visitantes en estos templos y la lluvia que cae hace que estos lugares parezcan mágicos. Y es que, algo de místicos tienen que tener si han sobrevivido entre ocho y diez siglos.

En el recorrido está planificada la visita a los templos Preah Khan, Neak Pean, Ta Som, East Mebon y Pre Roup, aunque Pablo le va indicando otros entremedias que también quiere ver. Llevamos una guía con la descripción y detalles de cada templo pero al cuarto templo desistimos de leerla, porque los nombres de reyes, arquitectos y deidades nos parecen imposibles de recordar. Nos quedamos simplemente con la idea de que inicialmente fueron hinduistas y luego los convirtieron a budistas.













Mi resfriado va a peor, chorreo mocos literalmente. No me encuentro muy bien pero no quiero cortar el entusiasmo de un Pablo poseído por Lara Croft: templo para arriba y templo para abajo, andar sobre piedras irregulares y charcos, y sin haber comido nada siendo las cuatro de la tarde. El Tour toca a su fin y le decimos a Jan que nos deje en un Burger King, que ése sí es un rey y no ese tal Dharanindravarman. Con fuerzas renovadas, damos un paseo por el enésimo Mercado Central de nuestro viaje… cuando vayamos a Basauri voy a meter a Pablo en La Plaza y cierro por fuera.

El centro de Siem Reap está hecho prácticamente para turistas… hay hasta una “pub street” donde los ingleses e irlandeses pueden tomarse una pinta sintiéndose como en casa después de haberse recorrido medio planeta. También hay tiendas de souvenires en las que comprar budhas, réplicas de Angkor, pantalones perroflauta en plan “me costeo un pedazo viaje pero luego visto a lo pobre”... Y ¡algunas tazas! El balance de tazas compradas por Pablo desde que iniciamos el viaje sigue siendo cero y hay que salir de secano. Regateamos tirando por lo bajo… nos piden diez dolares y ofrecemos tres. A Pablo le dicen, literalmente que se vaya a su país a comprar tan barato… no, hombre no… esas no son formas, que ahí tienes todo tu stock cogiendo polvo. Aumentamos la apuesta y termina comprando una por cinco dólares, esto es apoyar la economía local.

No son ni las siete cuando decidimos ir al hotel ya. Por esta zona del planeta no abunda mucho el dulce y tenemos algo de mono. En una pastelería que encontramos pedimos unos Donuts para llevar… y la chica de detrás del mostrador parece contrariada. “One and one” le decimos señalando dos de chocolate. Llama a otra chica que viene a ver qué pasa… y resulta que la primera era una clienta y la segunda la que atendía… pero vamos, ni que estuviéramos pidiendo Donuts de ternera… ¡Qué poco brío!

Llegamos al hotel y empiezo un ritual sanador: ducha caliente, un café caliente, un seudo-frenadol y a la camita, que me duele todo y mi nariz sigue chorreando. Hoy no veré a la ranita, ni a las salamanquesas, ni a algunas mariposas que revolotean por el porche de nuestra habitación… ¿Conseguirán diez horas de cama aliviar mi malestar?

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