7 sept 2022

Yosemite: el paso de Tioga

 Hemos dormido ocho horas y, como dijo el emérito… no volverá a repetirse. Tenemos por delante 17 días para madrugar más que si fuéramos a trabajar, ¿pero qué es eso de dormir sin poner el despertador? ¡Hemos venido a aprovechar el tiempo a tope! Pero antes, tomemos un cafelito con un bollo relleno de crema para desayunar, que tengo hambre ¿ok?

Y para hacer este roadtrip, ¿no nos falta algo? ¡¡Pues claro, el coche!! Andamos media hora por esas aceras que los lugareños no saben ni que existen hasta la compañía de alquiler de coches. Cuando estuvimos mirando los alquileres, los precios en las grandes ciudades estaban totalmente desorbitados y, a base de buscar en localidades más pequeñas, encontramos precios mucho más razonables. Al entrar en Hertz, una mujer que está al teléfono nos dice ‘¡hola!’, a lo que le respondo ‘do you speak spanish’? Mientras me doy cuenta de que, o es evidente que sí, o que me ha visto repartidor de revistas de la prensa rosa. La mujer es muy agradable y nos da todo tipo de información. También nos comenta que no tiene el Ford Fiesta que habíamos reservado y que sólo puede ofrecernos un Nissan Rogue… un coche mucho más grande con unas ruedas mucho más grandes. Poniendo cara de resignación y con sensación triunfal por dentro, aceptamos el pedazo “carro” que nos vamos a llevar. No es tan bonito como el de José Luis (porque ninguno lo es), pero bien nos servirá para hacer nuestro viaje sin miedo a meternos por alguna carretera no asfaltada.

Y ya con el coche, toca hacer el segundo paso: llenarlo de comida. En la primera ciudad por la que pasamos, entramos a un supermercado a comprar agua y comida poco saludable, que no requiera de nevera, que esté rica y que podamos comer en cualquier lugar. En el supermercado, nos llama la atención varias cosas: casi todo el mundo es latino, los envases son todos tamaño XL y es todo algo caro. La verdad es que hemos venido en el peor momento a Estados Unidos, ya que el euro y el dólar valen lo mismo, lo cual significa que a los europeos ahora nos sale todo mucho más caro que hace un año. Pero bueno, es comida de supermercado, que tampoco estamos yendo al Hilton a comer.

Ya preparados, ponemos rumbo hacia Sierra Nevada, pero la de California. Durante un par de horas el paisaje es desolador: es un auténtico desierto. ¿Seguro que por aquí se va a Yosemite? Pues sí, de repente empezamos a ver árboles enormes y carretera alpina. No hay duda, estamos a punto de entrar en el primer Parque Nacional del país: Yosemite.

Entramos por el acceso oeste y nos dirigimos a la zona de Tuolumne grove. Aquí hay un camino que nos lleva hasta unas sequoias gigantes, donde incluso se ha hecho un pasadizo en una de ellas. Vemos también algunas sequoias derribadas, donde puedes ver lo grandes que son. Divisamos también algunos animales, sobre todo ardillas de diferentes tamaños y pájaros carpinteros.

Como vamos un poco mal de tiempo, decidimos dejar el valle central para mañana y hoy centrarnos en la Tioga Road, hasta su salida por el este. Hacia la mitad del parque está el Olmsted Point, un magnífico mirador con unas vistas panorámicas alucinantes. Hay una mezcla de árboles y montañas de granito claro que son una verdadera pasada.

Siguiendo la carretera y disfrutando de las vistas llegamos al lago Tenaya. Sus limpias aguas, la amplitud y el hecho de que no haya mucha gente (algunos turistas y algunos budistas), dan una sensación de tranquilidad y conexión con la naturaleza únicas. Es difícil captar en una foto la belleza del Parque Nacional… es algo que hay que sentir en primera persona.

Contra todo pronóstico… ¡¡empieza a llover!! No sabemos muy bien cuándo ha sido… pero cuando estábamos viendo las sequoias hacía 43 grados centígrados y ahora estamos en tan sólo ¡¡15 grados!! Es cierto que estamos a unos 3.000 metros de altitud, pero no contaba con ponernos la sudadera tan pronto… ni en abrir el paraguas. Menudos contrastes que hay en Yosemite, ¿no?

Está ya atardeciendo y nos ponemos rumbo al hotel de esta noche: el Big Meadow Lodge en Bridgeport. Es pronto aún y, en el fondo, no queremos recogernos ya. Así que hacemos dos visitas de última hora: primero paramos en el Mono Lake, que pensábamos iba a ser más bonito; después paramos en una zona de travertinos con aguas termales, donde no sólo huele a huevo cocido sino que también los hay: unas parejas de nudistas está disfrutando de las aguas termales y, de alguna forma, disuadiendo a que los demás estemos por la zona viendo semejante espectá-culo.

Y ya casi de noche, llegamos al hotel. Tiene su punto rural, con sus paredes interiores de madera. Lo extraño es que, por la carretera de al lado, pasan unos trailers a toda pastilla que no se ven ni en el MercaBilbao… ¡¡pero si estamos en medio de la nada!! Y… aunque parezca una locura… ¡¡qué bonito es estar en medio de la nada!!

2 comentarios:

  1. ¡Qué fotos más bonitas!

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  2. Qué pasada!!, Me encanta, pasadlo súper...y cuidado con las gasolineras abandonadasjjjj

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