Hoy dedicaremos casi toda la mañana a visitar la mina de diamantes de Cullinan, ya que hemos contratado un tour de cuatro horas. Al llegar, un jubilado de la propia mina nos da la bienvenida y será él mismo quién hará de guía. ¿Qué mejor que alguien que la conoce como la palma de su mano? Tiene los dedos como chorizos de pamplonica de grandes, así que la visita promete ser extensa.
Y diréis... ¿para qué van a una mina debajo tierra? Pues resulta que este lugar es muy importante, ya que aquí se descubrió la Estrella del Sur, el diamante más grande hallado jamás (también conocido como el Diamante Cullinan). Tal y como nos cuenta el guía, este diamante se encontró casi en plena superficie, y auguraba la riqueza que se ocultaba debajo. El diamante fue troceado en nueve fragmentos para luego tallarlos. Dos de ellos están en el cetro y en la corona de la reina de Inglaterra, que se pueden ver en la Torre de Londres. A éstos sí que se les puede decir lo de ¡¡vaya pedruscos!!
La visita transcurre tanto por la superficie como por las galerías de la mina que fundó el irlandés Thomas Cullinan y que sigue en funcionamiento en la actualidad. Nos explica cómo se extrae la piedra, se trocea varias veces y se lava para extraer los diamantes. Para conseguir diminutas piedras de esa valiosa concentración de carbono, es necesario tratar toneladas y toneladas de piedra y tierra. Grúas, tuneladoras, personal, ... ahora entendemos por qué tienen un precio tan elevado. Dicen que los diamantes son los mejores amigos de las mujeres... ¿¿No se pueden contentar con algo más simple como la cerveza??
La visita es muy interesante, aunque el acento holandés del septuagenario hace que haya cosas que no le entendamos y que asintamos con cara de admiración. Uno de los momentos álgidos es cuando se abren las puertas de un tosco montacargas y sale un moreno vestido con un chubasquero con gorro incluido y un gancho en la mano al más estilo 'Sé lo que hicisteis el último verano'. Si llegamos a ser adolescentes hubiésemos salido corriendo hacia la hermandad omega-beta-gamma. Por otro lado, el momento más agotador resulta ser la larga hora que esperamos al montacargas para salir desde 541 metros de profundidad a la superficie... ¡¡ni en El Corte Inglés en campaña de Navidad!!
Tenemos que reconocer una cosa... lo de la mina está bien, pero realmente lo que más llamaba nuestra atención era poder ver el 'Big Hole'. Se trata de uno de los agujeros más grandes realizados por el hombre y la verdad es que es impresionante. Una capa de niebla no permite verlo en su completitud, pero se intuye descomunal.
Finalizada la visita, comemos y nos damos un paseo por el pueblo, que es bastante pintoresco. Tiene un aire a los pueblos americanos creados durante la fiebre del oro, pero, en este caso, siendo la fiebre del diamante.
Hoy, definitivamente, es como si estuviéramos viajando dentro de Port Aventura. Si Cullinan es la zona del far west, en Bronkhorstspruit entramos en la zona del lejano oriente. Aquí se encuentra el templo Nan Hua, un complejo de edificios chinos dedicados a la promulgación de la cultura china. Lástima que no sea de su gastronomía formato buffé.
Como ya está todo cerrado, aprovechamos para hacernos 300 kilómetros de un tirón hasta Sabie. Las carreteras y autopistas son como las de cualquier otro país, aunque hay algunas obras y tardamos más de lo esperado. Resulta muy curioso estar en 'la nada': durante kilómetros no se ven luces ni casas, sólo oscuridad. Quizá esta transición nos esté diciendo que la vida urbanita queda atrás y nos adentramos en la naturaleza salvaje...
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