21 mar 2016

Costa occidental de El Cabo

¿Para qué ir a Punta Cana con sus hoteles de todo incluido si uno puede disfrutar de dormir en la casa del jardín? Hoy nos hemos quedado en The Gift, un alojamiento de esos cuyas fotos salen en las revistas de decoración y uno piensa... '¡¡qué gusto daría leerse ahí un libro!!' (aunque acabemos viendo la tele). Es un apartamentito con todo lo necesario en el que resulta agradable resguardarse de la lluvia que está cayendo: encendemos unas velas y descansamos viendo la tele con una manta.

Al levantarnos vemos que ya no llueve, pero el tiempo sigue muy desapacible. Estamos donde se juntan los océanos Índico y Atlántico, en Agulhas, el punto más al sur del continente africano; se suele pensar erróneamente que es el Cabo de Buena Esperanza, que está a 150 km más al norte. Este cabo lo avistó por primera vez el portugués Bartolomé Díaz y se lo bautizó con el nombre de Agulhas (agujas) debido a que las agujas de la brújula de repente empezaron a enloquecer. Debido al magnetismo aquí los imanes se vuelven locos (ahora es cuando aparece Abdulah gritando).

Quizá el magnetismo de la zona venga de que hay muchos magnates en la zona, porque ¡¡vaya casas!! No se ve gran industria así que no sabemos a qué se dedican, pero se ve que aquí 'manejan' porque hay unas chocitas a cada cual más bonita. Con el tiempo fresco, niebla en la cima de los montes, y con casas que no superan las dos alturas, ¡¡esto parece más Islandia que Sudáfrica!! Si nos dicen que nos han teletransportado a Reykjavik, nos lo creeríamos.

Aunque finalmente no podemos hacer la inmersión con tiburones, ya que lo teníamos en la ruta, nos acercamos hasta Gangsbaai. Vemos los barcos que nos deberían haber llevado hasta la Seal Island, con pena por no poder haber estado cara a cara con el tiburón blanco. ¡¡Habrá que volver algún día a Sudáfrica!!

Hoy es lunes, pero es festivo, ya que se conmemora el Día de los Derechos Humanos. Mucha gente está haciendo deporte, montando en bicicleta, dando un paseo o, simplemente, comiendo fuera. Nosotros nos unimos a esto último en Hermanus, una localidad pesquera con muchas tiendas y restaurantes al lado del puerto. Se ha despejado, el sol empieza a calentar y esto se parece de nuevo al verano... ah no, que hoy hemos cambiado al otoño... pero pronto volveremos a la primavera... ¡¡qué lío!!

En Betty's Bay hacemos otra parada para visitar Stony Point, una reserva de Pingüinos de El Cabo. Esta especie está en extinción y se caracteriza porque emite unos sonidos similares a como rebuzna un burro y podemos dar fe de que suena igual. Aquí, según leemos, hay dos mil parejas. Son unos animalitos graciosos y torpes, que en seguida se ponen nerviosos si intentas tocarlos. Para el que se pregunte si he intentado coger uno le diré que... ¡¡por supuesto!! Aunque sin éxito...

Y por fin llegamos a otro punto paradisiaco del país: False Bay. Es una inmensa bahía rodeada por montañas que resulta espectacular. Se llama así porque los navegantes se confundían y pensaban al entrar en el interior que estaban llegando al Cabo de Buena Esperanza, que queda al oeste. Es difícil capturar en una foto la belleza de un lugar tan amplio, hay que venir a verlo.

Recorriendo la bahía llegamos a Muizenberg. Hace mucho viento y mucha gente lo aprovecha para hacer kite-surf. La arena de la playa es muy fina y el agua tiene color turquesa, pero con el viento que hace resultaría incómodo tomar el sol o bañarse. Así que, damos un paseo hasta las casitas de colores que se han convertido en un icono del pueblo, y que son los cambiadores en días más afortunados.

Finalizamos el día en Simon's Town, donde hemos alquilado un apartamento. Los anfitriones nos reciben y nos enseñan el apartamento que es más grande que nuestra propia casa. Son gente muy agradable y nos dan información sobre actividades y dónde cenar. Damos un paseo por el puerto y finalmente optamos por hacer la última comida del día en un fish&chips, pero no como los de Inglaterra donde te dan pescado barato... comemos unos buenos platos de algo similar a la merluza y de calamares que están para chuparse los dedos.

Y el día no da para más, así que volvemos al apartamento porque ya toca descansar. Sigue haciendo bastante viento... ¡¡y mañana queremos saltar en parapente!! ¿¿Es que el destino no quiere que hagamos nada arriesgado??

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