Eurowings, la filial regional de Lufthansa nos lleva rumbo a casa, vía Düsseldorf. Desde el mismo momento del despegue resulta innevitable hacer balance de nuestra aventura báltica, como si uno se resistiese a cruzar el punto de inflexión entre las vacaciones de verano (que no veraniegas) y el nuevo curso laboral. ¿Qué ha sido lo mejor? ¿Qué ha sido lo peor? He aquí algunas reflexiones...
Lo que nunca olvidaremos:
- Las cuatro capitales visitadas. Todas diferentes, todas especiales. ¿Con cuál quedarse? Imposible elegir, porque se complementan como las piezas de un puzle. Tallinn medieval, Riga art nouveau, Vilnius barroca y neoclásica, y Helsinki judgen y moderna. Es como la colección de tazas de Pablo... ¡no puede saltarse ni una!
- Las identidades nacionales. Concebíamos las tres repúblicas bálticas como un todo, mientras que Finlandia iba 'por separado'. Sin embargo, hemos descubierto que Lituania, Letonia y Estonia, aunque parecidas, no están mezcladas. Cada una tiene su idioma, su forma de ser e incluso su nivel de vida. El que hayan sido diferentes ha hecho del viaje algo mucho más enriquecedor.
- Monumentos a descubrir por los europeos occidentales. El dominio soviético puso a estos países en un segundo plano, lo que ha derivado en que grandes joyas de su patrimonio sean prácticamente desconocidas para los turistas del 'oeste'. Esperamos que la muralla medieval de Tallinn, el palacio de Rundāle en Letonia o la Colina de las Cruces de Šiauliai en Lituania alcancen algún día el puesto que se merecen en el ranking monumental europeo.
Lo que cambiaríamos con una barita mágica:
- Los rusos. En las zonas de mayoría étnica rusa, todo parecía peor cuidado.
- Los rusos. Tienen una actitud muy fría, incluso con el turista que va a dejarse su dinero.
- Los rusos. No nos han hecho nada... ¡¡pero es que son rusos!!
Lo que diríamos a gente que quiera visitar estos países.
- Conducción. Apenas hay autovías, pero las carreteras están en buen estado. Son muy respetuosos con los límites de velocidad y muy tranquilos al volante... excepto algunos ¡¡rusos!! Lo de que la policía te para para sacarte dinero, ni nos ha pasado ni lo hemos visto... pero cada uno cuenta la fiesta según le va. Es importante hacer caso a las señales de rádar, de peligro de ardillas y de peligro de renos, ¡a nosotros se nos cruzó de noche un reno!
- Seguridad. Aunque son países menos avanzados que España, la seguridad sí está al mismo nivel. Si en todas las ciudades españolas hay barrios no recomendables... ¿por qué no los va a haber en el resto del mundo?
- Comida. Buena y barata. No hay muchos restaurantes, pero los que hay están bien y los precios son proporcionados. Los supermercados a veces tienen una cantidad sorprendete de variedad.
- Monumentos. Las entradas a los lugares no suelen ser caras, aunque algunos sitios sí que pueden parecer un poco desproporcionados con respecto al nivel de vida.
- Paisajes. Kilómetros y kilómetros de bosque del que uno nunca se cansa. Quizá faltaría alguna montaña en el horizonte, porque es todo tan llano.
- Gente. Por lo general correctos. Aún les quedan años para que las nuevas generaciones olviden la seriedad del antiguo régimen soviético.
- Clima. El tiempo en septiembre ha sido muy variado. Aunque ha hecho más fresco de lo esperado, hemos tenido una gran mayoría de días de sol. Aunque claro, el día que, estando de vacaciones, te llueve... pues a pasear con paraguas, no queda otra.
A punto de aterrizar en Madrid, ponemos punto y final a nuestra aventura báltica. Esperamos que os haya gustado, hayáis descubierto cosas nuevas y que... nos acompañéis en nuestros próximos viajes.
Nos despedimos con la traducción de las palabras estonia, letona, lituana y finesa del título de esta última entrada, que significan... ¡¡¡aaaaadddddiiiiiooooosssss!!!
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