28 sept 2012

Helsinki: excursiones habituales

En torno a las doce y media dejaron de sonar los motores del barco y con la calma llegó el sueño. Pero duraría poco, porque cinco horas después toca levantarse, ya que a las seis de la mañana hay que salir del barco, no vaya a ser que nos lleven de vuelta a Tallinn. Helsinki nos da los buenos días con bastante lluvia, y encima, pensando que íbamos a atracar en el muelle este, resulta que estamos en el oeste. Así que, para llegar al barrio de Katajanokka donde hemos reservado un apartamento, cogemos primero el tranvía 9 y el tranvía 4. Éste último lo cogemos en la dirección equivocada, pero, enseguida nos damos cuenta y cambiamos de sentido. Decididamente, nuestras maletas están embarazadas, porque cada día que pasa ¡¡cogen más peso!!

Nuestro alojamiento está en una zona residencial de la ciudad, con elegantes edificios señoriales y aparentemente bastante tranquila. No tienen recepción y todo va por códigos. En la reserva nos proporcionaron los códigos necesarios, así que pasamos al portal sin problemas. Sin embargo, para recoger la llave de la habitación hay como una especie de buzones en los que tienes que marcar otro código. ¡¡Y el nuestro está vació!! No es de extrañar, pues son las siete y media de la mañana y la habitación aún está ocupada. Así que, dejamos las maletas en un cuarto (también con código) y ya volveremos a partir de las dos.

Como es temprano para ponerse a ver la ciudad, decidimos cambiar de planes y hacer una excursión que teníamos pensada para mañana: visitar Porvoo. Tras preguntar a varias personas, todas muy agradables, llegamos hasta el bus que hace los poco más de 50 kilómetros que hay desde la capital. El billete nos cuesta casi 23 euros ida y vuelta por cabeza... por ese precio, bien podían incluir un desayuno o un masaje en los piés ¿no? Un paísaje verde, verde y más verde, acaba por conseguir que nos durmamos. Y para cuando nos despertamos... ya estamos en Porvoo; pero, no ha parado en Borgå, ¿no? Resulta que ambos nombres hacen referencia a la misma ciudad, y todo está en finés y en sueco, ya que ambos son oficiales. Si añadimos que casi todo el mundo, a excepción de los conductores de autobús, también habla inglés casi perfectamente... normal que sea el país de la UE que más dedique dinero a educación.

Porvoo es la segunda ciudad más antigua de Finlandia (después de Turku) y se podría decir que es como Toledo con respecto a Madrid: una ciudad cercana a la que se puede ir a pasar el día y a cuya excursión no renuncia ningún nipón que esté visitando Helsinki. En información turística una mujer muy delicada nos proporciona unas susurrantes explicaciones, mientras nos señala sobre un mapa con su dedo meñique cada uno de los lugares que podemos ver, y la ruta que nos sugiere hacer, donde también hay interesantes restaurantes y cafeterías. Ouh, that's really nice!

En el casco antiguo de orígen medieval la mayoría de los edificios son de madera y pintado de colores. El suelo resulta un poco incómodo, porque está hecho con piedras, pero el lugar resulta muy agradable. A lo largo de la ruta hay diferentes casas y esculturas de personales ilustres de la ciudad y por lo visto importantes para todos los finlandeses... pero, que dudamos hayan conseguido la misma popularidad fuera de sus fronteras.

Volvemos a Helsinki y, ahora sí, ya tenemos las llaves en nuestro casillero. Nos llama la atención que, entre tanta modernidad, el ascensor es de los de tener que cerrar una berja antes de ponerlo en marcha. El apartamento está muy bien, tiene concina, salón y dormitorio todo en uno, y luego el baño separado. Son menos de las cuatro de la tarde, y vuelve a llover... Con la esperanza de que mañana el tiempo mejore, decidimos adelantar la otra excursión que también teníamos pensado hacer mañana: visitar la Fortaleza de Suomenlinna.

Como anoche nos quedamos con ganas de más barco, nos cogemos un ferry que nos lleva en unos 20 minutos a un conjunto de islas que están al sureste de la ciudad. En ellas, cuando Finlandia pertenecía a Suecia, se construyó una fortaleza para luchar contra los rusos. Hoy en día es una de las más grandes del mundo, y su realización en aquellos tiempos, le ha supuesto pasar a formar parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Sinceramente, nosotros no entendemos muy bien por qué... hay sólo museos, tiendas y murallas. En fin, al menos la vista ha merecido la pena aunque sólo sea por la vista de Helsinki con sus dos catedrales moldeando el horizonte.

El tiempo está bastante húmedo, pero aún así nos damos un paseo por la ciudad, que veremos mañana con más detalle... ¡¡y nos gusta lo que vemos!! No tiene nada que ver con las capitales de las Repúblicas Bálticas... es mucho más... ciudad. Antes de ir a descansar, hacemos algo muy típico en Finlandia: ir a la sauna. La palabra 'sauna' es la palabra finesa más conocida, y dicen que en todo el país hay más saunas que habitantes. De hecho es un punto de reunión bastante habitual, y que alguien te invite a la sauna de su casa, es todo un símbolo de confianza. En el bloque de apartamentos en el que nos alojamos, hemos reservado hora, así que... tras el frío de la ciudad ¡¡a acumular calor y sudar un poco!! Claro, con este tiempo tan fresquito algo tenían que inventar para que trabajen las glándulas sudoríparas. Hoy sí que vamos a domir relajados... mañana, ¿saldrá el sol en Helsinki?

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