Nuestra primera visita del día queda frustrada. En Valaste, se encuentra la cascada más grande del país, que se puede ver desde un mirador. Pero, ¡qué mala suerte! El mirador está roto. cerrado y sin pinta que se vaya a arreglar próximamente. Muy cerca, nuestro siguiente destino, queda algo difuso, y frustrado al mismotiempo. Queríamos ver los acantilados de Ontika, que alcanzan 56 metros de altura y que para estas tierras llanas y bajas con respecto al nivel del mar, es toda una proeza.
En Rakvere, visitamos la plaza central, el antiguo castillo y el bisón, una escultura con unos cuernos larguísimos. Pero la visita se vuelve incómoda porque una bandada de escolares colonizan el monumento. Y encima, una fina lluvia empieza a caer...
En Aaspere, queríamos visitar un molino, pero el GPS no terminó llevándonos 'tan cerca del destino como sea posible'. Así que, no nos 'aasperamos' y continuamos el camino sin ver el molino. Cuando parece que las cosas no salen... ¡¡siempre pueden aparecer unas obras que den más guerra aún!! Con los fondos europeos se están llevando a cabo numerosas mejoras en las carreteras del país, y, después de unas cuantas con las que nos hemos encontrado, las de la autovía entre Narva y Tallinn se llevan la palma.
Pero, cuando las cosas parecen que se van a torcer, poco a poco toma de nuevo su cauce. Visitamos, por fuera, la casa solariega (ejem) de Palmse y después la de Sagadi, muy cerca una de la otra. Son pequeños palacetes de 1677 y de 1749 respectivamente. Si hoy en día son todo un lujo... ¿cómo las considerarían gente de aquella época?
Muy cerca, en Käsmu, en el Parque Nacional de Lahemaa, divisamos un paisaje bastante atípico: un montón de rocas dispersas por el mar. Se trata de inmensas piedas que los glaciares trajeron hasta aquí, y que hoy parece que se estén bañando en el mar báltico.
En Kiiu, visitamos una casa-torre construida por los reyes teutones. Tiene una forma muy poco habitual, con una pasillo volado como si fuera un anillo puesto en un dedo... un diseño muy original de ¡¡todo un calatrava del medievo!!
Estamos a poco kilómetros de Tallinn, así que, como aún nos quedan unas horas hasta que devolvamos el coche, aprovechamos a ver la Torre de la Televisión y el Monasterio de Pirita. También aprovechamos a hacer algunas compras en un centro comercial y organizamos las maletas en el parking del mismo... en vez de gritar 'braga-tanga un euro'... dan ganas de empezar a decir, 'taza y lata un euro'... porque entre las tazas de los tres países de Pablo, y las latas de carne de alce, de arenque y de cosas raras que hemos comprado, parece que estamos montando un puestecito.
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