A lo largo de la noche alguien nos ha extirpado los riñones y nos ha implantado unos cocos. El rollo rural está muy bien, pero entre el frío que hace fuera y que las camas no son muy cómodas, es como si hubiéramos dormido en un etno-selo. Sin desayuno y sin internet, la sensación de aislamiento total se completa cuando el único canal que se ve medianamente bien es el de Arabia Saudí... ¿Será para asegurarse de poder ver el sol aunque sea vía satélite? El tiempo que hemos tenido hasta ahora ha sido fresquito, pero bastante bueno para estas latitudes. Sin embargo, hoy viernes, en el punto más al sur de nuestro viaje, el último día del verano ha comenzado con una temperatura ¡¡de tres grados!!
Estamos en Druskininkai, una ciudad-balneario que en los siglos IX y XX fue el complejo vacacional y sanitario más popular de Europa del Este, y era frecuentado por ricos de Rusia, Polonia y otros países vecinos. Y es que, nos encontramos a tan sólo 10 kilómetros de la frontera con Bielorusia. Como somos así, decidimos acercarnos al paso fronterizo, a ver si la hierba y los árboles también son verdes al otro lado, o si la tierra es blanca... al fin y al cabo, ¿por algo el nombre del país se traduce por 'Rusia Blanca', no? Pero no, todo parece bastante normal. Media vuelta.
Después de acercarnos a uno de los países con más nativos del grochi, visitamos el primer parque del día: Grūto Parkas, un parque donde se exponen 86 estatuas y objetos de la era soviética. Lo creó un empresario local que empezó a reunir esculturas de Stalin, Lenin, Marx, etc. y que ahora las expone en este museo al aire libre. Los soviéticos pusieron la mayoría de esculturas en plazas a lo largo de todo Lituania para insipirar a los ciudadanos la prosperidad del nuevo régimen, y, tras la independencia, fueron retiradas, con el objetivo de borrar todo recuerdo de la ocupación. Pero, ¿acaso se puede borrar la historia? Pablo me alecciona con unas clases intensivas sobre la URSS... ¡¡Es wikilítico!!
En Veisiejai visitamos otro parque, pero en este caso menos político: El Parque de Esculturas Paganas, donde no 'pagas-na' por ver una veintena de obras realizadas en madera. Continuamos la ruta y cogemos a una mujer mayor, con un parecido sorprendete a 'Mari Jaia', que está haciendo 'a dedo' en la carretera. No habla mucho y sólo sabe decir 'da, da, da', por lo que interpretamos que es de orígen ruso. Y menos mal que sólo sabe ruso, porque si supiera castellano, estando en un coche con dos desconocidos, se hubiese tirado en marcha cuando Pablo me dice mirándola 'atraca-ahí'. ¿Ein? ¡Ah! ¡A Trakai!
El tercer parque del día es el Parque Histórico Nacional de Trakai. Por toda Europa hay un sinfín de castillos de diferentes formas, tamaños y colores, y Trakai no suele ser uno de los más conocidos. Sin embargo, desde que empezamos a preparar el viaje, no hemos parado de ver éste en fotos, por lo que al final terminas sabiendo qué sitios son esenciales de ver y cuáles no. Este castillo, situado en una isla del lago Galvė y hoy conectado mediante puentes, fue la sede del poder de Vytautas el Grande. En la actualidad, es un gran imán turístico y un lugar a donde vienen muchas parejas de recién casados a hacerse fotos.
En el camino que va hacia el castillo se ven a ambos lados de la carretera unas bonitas casas pintadas de colores. Se trata de las casas de los karaim o karaitas, una comunidad de turcos judíos de Crimea (vaya mezcolanza) que fueron traídos aquí para que trabajasen como guardias reales. Como curiosidad, ninguna de las casas tienen puerta hacia la calle principal y siempre tienen tres ventanas (una para Dios, una para la familia y otra para Vytautas). En la actualidad aún viven 14 familias que siguen manteniendo sus costumbres. Eso sí, aprovechando el tirón del castillo han creado algún restaurante y también te venden una especie de bollo preñadito de carne que debe ser típico de su gastronomía. Otra tribu que se, más actual, son parkeras... mujeres que te invitan a aparacar el coche es su garaje, y así sacarse unas litas extra.
El cuarto parque del día es el Parque Arqueológico de Kernavė. Cinco montículos forman el castillo donde se unificaron las tribus lituanas, pasando a ser Kernavė la capital del Gran Ducado de Lituania, y, por lo tanto, primera capital de país. En el yacimiento arqueológico se han encontrado restos de una civilización de hace 9.000 años. Todo el conjunto forma parte del Patrimonio Cultural de la UNESCO desde 2004.
El quinto y último parque del día es mucho más mundano... El Parque Comercial Akropolis, el que dice ser el centro comercial más grande de todo Lituania. Es sábado por la noche, y, por tanto, tiempo de ocio: tiendas, restaurantes, cines y hasta una pista de patinaje sobre hielo son los destinos lúdicos de lugareños y de bielorusos, ya que se ve un gran número de coches con matrícula del país vecino. Las tiendas de ropa resultan algo caras, y, por lo general, la ropa no es muy bonita, ya que es de puro invierno y de colores oscuros.
Sin bolsas en la mano, regresamos al coche, donde ¡¡un musulmán está rezando hacia la Mecca!! Es el único que hemos visto en lo que llevamos de viaje... y éste viene con ritual incluido. Llegamos al Europa Stay Hotel, situado en un complejo deportivo a las afueras de la capital lituana. Una hora y media de fuegos artificiales marcan el final del día en Vilnius, la última capital báltica que mañana descubriremos.
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