Definitivamente, dormir en una cabaña ha sido un acierto. Aislados de la ciudad, sin televisión (aunque con internet) y con los sonidos de la naturaleza como hilo musical, descansar en Lācītes ha sido todo un acierto. Además, la chica que nos atiende es muy maja y nos sirve un estupendo desayuno. ¡¡Así da gusto empezar el día!!
Si ayer nos despedimos de Lituania, hoy toca hacerlo de Letonia. Rumbo al norte llegamos a una ciudad que está dividida en dos estados, Valka o Valga según el lado de la ciudad en el que estés. En turismo nos dicen que el trazado de la frontera tiene forma de pájaro... bueno, todo es cuestión de echarle imaginación. Es curioso que, por ejemplo, vivas en Letonia y vayas al supermercado en Estonia, ¿no? En lugar de 'una ciudad, dos estados' pondría como lema 'una ciudad, dos monederos'... en la parte letona deben de estar deseando que el país adopte el euro. A modo de curiosidad, han conservado los límites fronterizos que estaban en plena ciudad.
En Sangaste, visitamos un castillo de 1881, de estilo neogótico inglés. Según cuenta la leyenda, un conde lugareño intentó casarse con una noble inglesa. El padre de la joven se oponía porque consideraba al conde un 'ruso salvaje'. ¿Y qué hizo el conde? Pues se construyó este castillo inspirado en el de Windsor para demostrarle a su futuro suegro que él también podía ser un noble refinado. Y digo yo... si pasaron siete años desde que se diseñó hasta que se finalizó... ¿y si se le llega a cruzar una francesa o española? ¿Qué hacemos con el castillo a medias?
En Urvaste, visitamos el Roble Tamme Lauri. En los bálticos, con bosques en un tercio de su superficie... ¿a qué vamos a ver un árbol más? Pues parece ser que éste es bastante importante, porque aparecía en los billetes de 10 coronas. Es el árbol más grueso del país, con 8m 21cm de diámetro y una edad de 680 años (este debe de ser pariente del árbol de Gernika, ¡aibalaostia pues!). El nombre viene del dios del fuego (Laurits) que se decía vivía dentro del árbol.
En Rõuge visitamos el monumento a 'Eesti Emale'; en Haanja, visitamos el 'Suur Munamägi', el punto más alto de los países bálticos en el que han construido un mirador para estar más alto aún; en Obinitsa, visitamos el monumento a la madre setu de las canciones, que es el símbolo de la etnia setu que vive por esta zona; en Piusa, queremos ver unas antiguas minas de una cantera de cuarzo en el que hibernan murciélagos, pero resulta que hoy están cerradas.
Y por último, llegamos a Tartu, la ciudad universitaria y segunda ciudad más poblada de Estonia. La plaza del Ayuntamiento es el punto más bonito, donde se encuentra una escultura de unos estudiantes besándose bajo la lluvia. También es de destacar el edificio de la universidad, el monumento al cerdo, la escultura 'Padre e Hijo' (ambos de la misma proporción) y las ruinas de la catedral. Sin embargo, uno de los edificios más fotografiados es el Museo de Arte de Tartu, y no por las pinturas que hay dentro (que son de las más importantes del país), sino porque el edificio ¡¡está inclinado!! Por cierto... ¿cómo os habéis quedado con lo del monumento al cerdo? Mañana más lugares curiosos por el 'este de Estonia' (¿se llamará 'Estenia'?) .
garbiñe: Me ha gustado lo de dormir en una cabaña. las fotos muy bonitas pero echo de menos un leton o un estonio rubio, alto, fuerte y si encima es millonario mejor, Agur chicos.
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