El autobus 46 nos lleva hacia el centro, y, pensando que nos va a dejar en el casco histórico, resulta que no, que sólo se aproxima y luego vuelve a alejarse. Pero, ¿dónde está todo el meollo? Cuando vemos que ya nos hemos salido del mapa decidimos bajarnos y volver en sentido contrario, y, esta vez sí, nos bajamos en lo que pensamos está más cerca del centro. Al menos, es como si hubiésemos cogido el bus turístico, pero modalidad Suburbios Sightseeing.
Empezamos la visita por el puente verde, donde se han conservado cuatro esculturas soviéticas que representan los pilares de la economía: Agricultura, industrica, ingenieros y soldados (¿Y los mercados? ¿Dónde están los mercados? Si hubiese que hacer un puente equivalente en la actualidad, ¿pondrían a Estándar&Pobre, Moody's y Fitch?). El contrapunto 'romántico' a la seriedad soviética está en ambas riberas del río Neris: en un lado se puede leer ‘yo te quiero’ y en el otro lado ‘yo también’.
El casco histórico de Vilnius se declaró Patrimonio de la Humanidad en 1994 y es que combina gótico, neoclásico y un impresionante barroco tardío (esto no es de producción propia, como me pille la SGAE), y el resultado es espectacular. De hecho, quizá haya demasiadas iglesias. Los propios vilneses dicen que en esta ciudad 'uno siempre está al lado de una iglesia'.
Una de las estampas más habituales de la ciudad es su catedral en estilo neoclásico y su campanario separado, ya que formaba parte de la antigua muralla. Este reciclaje arquitectónico no ha sido el único: En 1950 los soviéticos cerraron la catedral para utilizarla como garaje de reparaciones para camiones y en 1956 se abrió como pinacoteca. Bueno, hoy en día en mejores lugares se planta un McDonald's o un Zara...
En frente del campanario está la estatua de Gediminas, todo un héroe nacional que representa la predilección por la diplomacia en lugar de la fuerza. Este Gran Duque fue el que llevó la capital de Lituania a Vilnius, así que, aquí es tan querido que mucha gente pone 'Gediminas' como nobre a sus hijos barones. Bueno, al fin y al cabo, España está llena de Isabeles, Fernandos y Juan Carlos. En la misma plaza, damos tres vueltas a una baldosa donde pone 'stebuklas' (milagro) con la esperanza de que el deseo que pidamos se cumpla.
Al lado de la catedral está el Palacio Real (o Castillo Inferior) y, subiendo un funicular se llega al Castillo (Superior), donde se encuentra la torre Gediminas. Esta torre es el símbolo de la Lituania independiente, ya que en ella se izó la bandera Lituania cuando se logró la independencia en 1919 y en 1988. ¡¡Y se ve toda la ciudad!!
Recorremos la calle Pilies, una de las calles más antiguas y ahora repleta de tiendas de ámbar. Y llegamos a una de las joyas de la ciudad: la iglesia de Santa Ana. Tiene 33 tipos diferentes de ladrillo y se dice que es el mejor ejemplo de gótico lituano (esto ya es para pagar canon y todo). Napoleón la utilizó como barracón en 1812 y después quiso llevársela a París ‘en la palma de su mano’. Pues, ¡menuda palma debía de tener!
¿Sabíais que dentro de Vilnius existe otra república? Igual que El Vaticano es a Roma, La República de Užupis es a Vilnius. Otros lo llaman también 'El Montmartre de Lituania'. El distrito de Užupis (significa ‘detrás del río’) tiene sus propias tradiciones, puntos de frontera y hasta su propia constitución (que incluye artículos como ‘todo el mundo tiene derecho a no entender nada’, 'el perro tiene derecho a ser perro' o 'todo el mundo tiene derecho a cometer errores'. En el río que hace frontera con la 'república' se haya uno de los símbolos más fotografiados: la sirenita.
Hemos hecho hambre y toca reponer fuerzas. Siguiendo el consejo de varios blogs de internet, vamos al restaurante Forto Dvaras, donde probamos comida típicamente lituana: una sopa de remolacha llamada Salti Barsciai, pan frito con ajo, unos Cepelinai y un postre típico... ¡¡todo ríquisimo!! Además, la camarera habla un poco de español, porque estuvo estudiando en Valencia.
Seguimos haciendo la visita a la ciudad y hay un sinfín de cosas: la Casa de los Signatarios (donde se firmó la independencia en 1918), la Vilniaus Universitetas (sí, así se llama la universidad), la Puerta del Amanecer (con un cuadro de la Vírgen al que se le atribuyen poderes y donde se hacen las misas en polaco), el Museo de la KGB, la Sinagoga, templos ortodoxos,... Pero lo que más llama la atención es una mujer que se gasta todo el dinero en ropa y que se pasea por la ciudad con ropa muy llamativa. ¡¡Vaya personaje!!
Y con Vilnius, ya hemos hecho el tres en raya báltico, pues ya hemos visitado las tres capitales. ¿Cuál es la mejor? ¡¡Difícil quedarse sólo con una!!
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