La banda sonora de grillos, pájaros y un gato en busca de cariño, han amenizado la noche en Casita No Cerrado. El básico pero completo alojamiento que elegimos ha sido todo un acierto, ya que a veces toca frenar para ver la vida real que esconde la naturaleza. ¿Qué anoche había una salamanquesa en el lavabo? ¿Qué un bicho palo bloquea el grifo del agua? ¿Que oyes ruidos y no sabes si es hoja seca o fiera? Todo merece la pena al ver una pareja de guacamayos de vivos colores volar juntos en plena libertad.
Desayunamos en el porche, que no es un coche, disfrutando del frescor de la mañana: piña, leche sola y galletas resultan un manjar antes de ponernos en marcha para seguir explorando el área de São Jorge. Hoy visitaremos varias cascadas o "cachoeiras" que hay por la zona y que, según vemos, se han convertido en todo un reclamo turístico: hay muchas "hazendas" donde puedes, bajo previo pago, disfrutar de las vistas, bañarte en las piscinas naturales que éstas forman, comer y hasta alojarte.
Pero antes de todo, paramos en un paraje que se llama el Jardín de Maytrea. Aunque no entendemos por qué es un sitio singular, suponemos que será importante dado que todo el Parque Nacional tiene el título de Patrimonio de la Humanidad. Es un área que está especialmente protegida con muchas palmeras bordeando lo que suponemos es un río. Las vistas son geniales y, a menudo, tenemos que hacer el esfuerzo de recordar que estamos en Brasil y no en algún país africano.
Poco después visitamos las Cachoeiras de São Bento, donde compramos la entrada completa para disfrutar de las tres cascadas que contiene el resort. Los caminos son de una tierra anaranjada que va tiñendo el coche y el zarandeo del recorrido va poniendo a prueba nuestros estómagos. Pero como todo esfuerzo tiene su recompensa, la cascada resulta ser una preciosidad.
Terminamos en la tercera cascada que da nombre al lugar, la de São Bento, que también es igual de bonita y diferente a las anteriores. Mucha gente viene a pasar el día, y a saber cómo se les queda la espalda, porque a veces los ves tumbados sobre las rocas y tiene que ser bastante incómodo.
Dejamos esta hazenda para ir a otra, la que tiene las cascadas de Loquinhas. Las entradas tienen un precio razonable si vas a pasar el día, pero para dar una vuelta y hacernos fotos, ¿nos compensa? Se supone que en esta se pueden ver tucanes y guacamayos… así que antes de llegar establecemos la política “no hay tucanes, no hay reales”. En la recepción nos dicen, que bueno… que es difícil verlos aunque sí que los hay… así que, como ya hemos tenido suficientes cachoeiras y nos da la sensación de que no van a estar los tucanes volando para nosotros, decidimos invertir ese dinero en un buen almoço.
Cogemos el coche y vamos a Alto Paraíso de Goiás, la “ciudad” grande de la zona. Realmente, es un modesto pueblo sin muchas pretensiones, pero muy apañado. Hay una calle con un buen número de restaurantes donde elegir. Al final, nos quedamos en uno que tiene muy buena pinta y pedimos unos platos de Picanha y de Carne do Sol, con sus respectivos acompañamientos. Todo muuuuuuy rico y a buen precio, incluso con los dos eurillos que suelen cobrar por el “servicio”... ¿pero eso no habia desaparecido ya?
Es curioso el ambiente que se respira en los pueblos, al menos en los que hemos visitado hasta el momento. Muchos podrían parecer pobres, pero realmente son tan solo humildes; no hay gente pidiendo, ni malas pintas; simplemente, se ve que la gente vive con lo que tiene y, sobre todo, se les ve felices. A veces, también resulta un poco extraño que el estado de las calles y aceras se ha ido construyendo en plan años setenta; y, sin embargo, luego entras a una cafetería que te sorprende porque podria estar en cualquier país de esos que llamamos del primer mundo.
Y cuando parece que ya tenemos controlado el aire acondicionado… ¡¡vuelve a encenderse el piloto de la presión de las ruedas!! ¡¡Anda yaaaaaaa!! Hacia la mitad del camino, volvemos a parar en la misma gasolinera en la que medimos la presión en el viaje de ida… debe de haber un neumático que pierde algo de aire, aunque sea muy lentamente. Con la presión regularizada y el depósito lleno, continuamos rumbo al sur dándole a la pantallita para que nos suelte aire fresco.
Ya en las inmediaciones de Brasilia, vemos que hay un atasco monumental de salida. ¿Pero no era la ciudad perfecta donde todo estaba planificado para vivir y trabajar? Pues se ve que no ha tenido mucho éxito, porque está habiendo un verdadero éxodo de coches. Como hemos vuelto de la naturaleza al asfalto, vamos viendo los nombres de los establecimientos y nos resultan muy graciosos algunos nombres… ¿Vamos a comprar a Atacadāo? ¿Llevamos el coche al taller Auto Sia? Lo que no hemos conseguido saber es qué venden en la “borrachería”.
Salvamos el atasco de entrada a la ciudad, pero terminamos inmersos en el atasco de dentro de la ciudad. ¡¡Menos mal que veníamos con tiempo!! Y lo agradecemos aún más cuando llegamos al aeropuerto y no conseguimos encontrar dónde tenemos que devolver el coche de alquiler. Después de darle tres vueltas al aparcamiento, conseguimos llegar hasta Unidas, la empresa del alquiler del coche.
Ya ha anochecido y el resto de horas transcurren según lo esperado: control de seguridad, espera, embarque y vuelo de dos horas y media hasta Recife, capital del estado de Pernambuco. Al llegar al aeropuerto hay algo que nos resulta familiar… los letreros y la estructura son similares a los españoles… ¡¡y es que resulta que lo gestiona Aena!! Algo tan sencillo como esas cosas, te hacen sentirte un poco más en casa. Un Uber que cogemos utilizando el wifi del aeropuerto, nos lleva hasta el bloque de apartamentos donde pasaremos tres noches. El barrio de Boa Viagem parece un Benidorm, con muchos rascacielos y ambiente costero… aunque no hay absolutamente nadie en la calle pasada la media noche. Con los códigos que nos han enviado, accedemos al edifico y al apartamento… ¡¡y ya estamos!! A descansar, que mañana hay mucho por descubrir.
Cascadas.....me encantan...y ese tobillo,... qué mala suerte Joseba pero veo que no te para. Un besazo fuerte para los dos!
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