Anoche, tras un día agotador y después de publicar la entrada del blog, me dispongo a dormir mi merecido descanso de cuatro generosas horas. Vale, estamos en un sótano, aunque hay unas ventanas abiertas y la temperatura es agradable; vale, tengo los deberes hechos de mochila, ropa para mañana y todo ordenado; vale, hoy permitiré que el stand-by rojo de la tele siga brillando y la nevera cargue de vez en cuando (aunque no estoy dispuesto a acostumbrarme a estos arbitrios); Pablo está por la quinta fase rem y yo me dispongo a pillar la primera… ¡¡pero no hay sábanas!! ¿En serio? Miro la bajera a ver si es que están juntas, miro a ver si en el armario hay sábanas dobladas, … pero nada de nada. Aunque haga un calor con el que mi suegra diría que está refrescando, yo necesito echarme algo encima, no me gusta esa sensación de estar desprotegido y que alguien que estuviera super-mega-extramadamente aburrido venga a molestarme; así que sólo se me ocurre o echarme un trocito de papel higiénico o una manta, y gana lo segundo.
Otra vez de madrugada, nos levantamos y dejamos la habitación. Como hoy no íbamos a estar en la hora del desayuno, ayer Pablo estuvo muy espabilado y preguntó a ver si podíamos tomar el desayuno en el check-in y no en el check-out, así que ya teníamos gastado el comodín del papeo mañanero. Pero hoy, como en recepción hay un hombre que no conocemos, nos invita a que tomemos algo, aunque sea un café rápido antes de irnos… y, como a la comida gratis no se le puede decir que no, cogemos un café con leche, unos bizcochos, yogur, unas empanadas, y casi nos cogemos hasta la encimera para hacernos un mueble accesorio. Eso sí, el café con sal, como que no sabe bien, ¿no? Con toda la discreción del mundo hemos pagado una habitación y nos hemos llevado dos desayunos (uno acumulado a la devolución de la tarjeta) para seguir con el Travel Club… esto es más difícil de entender que una oferta del Eroski.
Abandonamos Brasilia por el asa norte, o ¿era por el eje este? Bueno, por uno de los palitos de la cruz que forma ese plano perfecto que resulta desquiciante. En nuestro Citröen C4 dejamos la capital para adentrarnos en una autovía que nos lleva dirección norte. Uno podría pensar que conducir en Brasil es un autentico caos… y, Paraná-da. Los coches respetan las velocidades, no hay adelantamientos peligrosos y nadie llama “filho da puta” a nadie. Aún así, hay muchas cosas que nos llaman la atencion: no hay señales azules de obligación, sino que son señales de prohibición que se podrían considerar de interpretación contradictoria; no hay señales de peligro (las del triángulo con borde rojo), sino que hay unos rombos amarillos a la australiana; hay poca señalización en general, excepto por el hecho de que constantemente puedes atropellar lobos, osos hormigueros, ciervos, fauna salvaje… o algún que otro humano que atraviesa autovías de seis carriles. También hay un exceso de badenes, especialmente en los sitios que son más innecesarios.
Con un paisaje más parecido a la sabana que a la selva, y con un sol rojizo saliendo por el este, estoy a punto de caer dormido para soñar con Simba, Timón y Pumba, cuando el piloto de baja presión de las ruedas se enciende. A ver, ingenieros de coches… lo voy a decir muy clarito… poned algún indicador de algo positivo… en plan “tómate un café que te lo has ganado” o “has superado el límite de felicidad”... es que todo lo que ponéis sólo genera malas tripas. Pues venga… a buscar una gasolinera e insuflar un poquito de aire para que se apague el pilotito. En fin, menos mal que no hemos “cedido a la presión” (lo sé, Matías Prats es un aficionado).
Tras tres horas sin ver una señal de distancias, llegamos al Parque Nacional Chapada dos Veadeiros. Y lo hacemos porque hemos sido previsores y nos hemos bajado unos cuantos mapas para conseguir llegar, porque parece que lo tienen escondido para ellos solitos. Pablo se chuchiza poniéndose su gorro de explorador, pagamos el aparcamiento y luego la entrada, para pasar a ver un vídeo que básicamente te viene a decir “tú verás si entras, porque no vamos a ir a rescatarte”. Jo, que hasta en Paranormal Activity la gente estaba mas dispuesta a ayudar, ¿eh? Bueno, que con lo que nos ha costado llegar, como para decir que no ahora.
El área que visitaremos del parque Chapada dos Veadeiros es básicamente el cañón de un río con multitud de arbustos, palmeras y vegetación baja. No se caracteriza por tener bosques frondosos, pero sí por tener multitud de plantas, muchas de ellas con flores de colores predominantemente violetas. En el parque se pueden hacer diferentes rutas y nosotros decidimos hacer la de color amarillo, llamada “Trilha dos saltos, carrossel e corredeiras”. El primer punto del recorrido en el que paramos es para ver unas cataratas; en el agua hay peces pequeños negros, que se lanzan como bulldogs a comer los trozos de pan que les echamos… y hasta siento cómo alguno de los peces me muerde con su boquita.
Apenas hay gente por tratarse de ser lunes y caminamos por el sendero marcado para nuestra ruta. Es curioso, pero cualquier hierbajo que roza las piernas te da la impresión que puede ser un animal que viene a morderte; los ruidos entre la maleza y los árboles tampoco ayudan, ya que la imaginación es libre. De hecho, cuando te confías, ¡¡zas!! Lagartazo que sale corriendo. Aunque habíamos visto muchos pequeños lagartos (algunos con labios azules) y lagartijas, un lagarto de unos 70 cm de largo nos da un buen susto, al salir corriendo como una exhalación. Unos cuantos minutos depués nos topamos en el camino con otro ejemplar de unos 50 cm. Está supertranquilote en la mitad del camino, así que toca espantarlo… pero es que, con sus colores grisáceos, papada y larga cola, es tan mono… ven cosita ven con papá… pero nada, el bicharraco se esconde entre la maleza para bloquear unos metros más alla, el paso a los siguientes turistas que vengan.
Llegamos a la segunda parada en la cual se pueden ver unas cascadas impresionantes y una especie de ollas que forma el agua en la parte baja. Es una pena que las nuevas generaciones no conozcan el anuncio de Fá, porque con ello entenderían a lo que me refiero. Continuamos el camino y ¡aaaayyy! No, no es ningún animal salvaje… es mi tobillo que se me ha doblado. Cómo dueleeeeeee… y tenemos aún tres horas de caminata entre piedras y terreno irregular. Mañana lo voy a tener como un coco… pero paso de repetir la experiencia de Marsella en la que me hicieron todo tipo de pruebas para endosarme unas muletas que utilicé quince minutos. Bueno, como lo tengo aún caliente, tiro para adelante y ya se verá mañana.
Acabamos nuestro recorrido en la última parada, donde hay unas bonitas cascadas y donde te puedes dar un chapuzón mientras escuchas el respetable estruendo del agua cayendo. Hace calor y el agua resulta muy refrescante, especialmente para mi codillo izquierdo.
El parque nos ha gustado mucho, aunque, sinceramente, es como la gente que dice que “le gustaría ir a Australia” sin saber lo que hay... esto ha sido sólo por decir que hemos hecho un “atrevido trekking en el corazón de Brasil”, porque una ruta en Daganzo de Arriba es igual de enriquecedora. Esperábamos ver loros de colores, tucanes y guacamayos… y hoy en el parque sólo he podido ver un ejemplar de gonzalezmayo. Pero oye, ¡¡que hemos hecho un trekking en Brasil!! ¡¡Un respeto!!
Tras tomar unos refrigerantes en el bar del parque y ponernos al dia con los tejados que han volado en Toledo, continuamos nuestro recorrido de hoy, visitando el Valle de la Luna. Tras pagar la entrada y recorrer unos minutos andando, llegamos a las formaciones caprichosas que un río ha ido tallando en las piedras. Es un lugar muy curioso de ver, ya que las formas redondeadas de los cortes en las piedras son muy peculiares. Además, también te puedes dar un baño al lado de este monumento de la naturaleza, a lo cual no renunciamos.
Los mosquitos de la zona están en pleno guateque con nuestra sangre, así que empezamos a considerar dejar de pagar ese peaje por ver el firmamento. Así que recogemos y nos nos vamos a dormir pronto, nosotros y todos lo bichitos que hay en la habitación. Ya es hora de dormir en Faunia.
Trekking en Brasil!!, Si lo que no hagáis vosotros!!...me muero de envidia!!!
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