Hoy toca visitar otro de los platos fuertes del viaje, un lugar que es el principal motivo por el cual los turistas visitan la ciudad de Xi'an: Los Guerreros de Terracota. En todos los lugares se recomienda ir pronto, así que para la seis y media ya estamos bajando en el ascensor de la torre donde nos alojamos y que hemos visto se llama "MOCO". Una curiosidad a comentar es que incluso en el mismo ascensor hay una pantalla con publicidad y una vocecita que te está machacando los sesos para que te compres desde un coche hasta unos pastelitos. Por todos los lados siempre hay alguna grabación, música o algún ruido que atraiga la atención; empezamos a pensar que esa es la razón por la que se paga en los templos, para conseguir una breve dosis de silencio.
Como en otras ocasiones, en lugar de coger una excursión organizada, optamos por ir por nuestra cuenta. En seguida llegamos a la estación de tren al lado de la cual hay una estación de autobuses; una mujer con un megáfono dirige los turistas hacia el autobús público que en cuanto se llena sale dirección a los Guerreros. Es hora punta, así que tardamos más de lo previsto en salir de la ciudad. Pero en menos de hora y media recorremos los 33 kilómetros que hay entre Xi'an y el complejo que explota comercialmente el gran hallazgo: aunque todavía cerrados, hay muchos restaurantes, tiendas y actividades de ocio.
Tras comprar la entrada, donde no nos cogen el carné de estudiante, accedemos al recinto. Desde la entrada hay que caminar unos quince minutos, aunque también existe la opción de coger un pequeño carrito en el que te llevan. Una vez frente a las tres fosas, decidimos seguir el consejo de la guía de recorrerlas en orden inverso; es decir, empezar por la tercera, luego la segunda y finalmente la primera.
Antes de entrar leemos en la guía que los Guerreros de Terracota fueron mandados construir hace 2.200 años por el emperador Qin. Aunque seguramente nunca se llegue a saber su objetivo, se piensa que el emperador quería seguir mandando después de muerto, motivo por el cual mandó realizar el ejército de terracota y situarlo cerca de su tumba. Es muy sorprendente que se realizaran en aquellos tiempos en torno a 8.000 esculturas, y que una vez finalizadas se cubriesen con tierra.
Entramos a la fosa número tres y, aunque es pequeña, resulta muy emocionante el primer contacto visual con los guerreros. La fosa es profunda y muestra unas 72 figuras, entre guerreros y caballos. Una luz tenue le da un toque de misterio al hecho de verlos ahí, de pie, con sus expresiones inmóviles, con su objetivo desconocido; además, como a algunos les falta la cabeza parece que de alguna forma tienen poderes sobrehumanos.
Pero no, son sólo frágiles figuras de arcilla que se rompen fácilmente. De hecho, por todos los lados hay restos de cabezas, de brazos y de piernas, como si fueran muñecos de Playmobil. En la fosa número dos hay un equipo de profesionales trabajando, intentando casar las piezas de este descomunal puzle. Seguro que más de una figura lleva cada extremidad de otra figura diferente; pero ahí están, intentando darle la misma forma que tenían en el año 200 AC. En la fosa número dos lo que se ve es una zona casi sin excavar en su totalidad. En algún lugar leímos que las figuras era policromadas, pero que al desenterrarlas su color se eliminaba por la oxidación; podría ser por este motivo que se esperará hasta que se tenga una técnica con la que sacarlas sin dañarlas.
Y por fin llegamos a la fosa número uno, la que sale en todas las fotos y la más impresionante. Es un enorme pabellón con unas 10 larguísimas filas, donde se pueden ver cientos de figuras de guerreros y de caballos. ¡¡Y todas las figuras son diferentes!! Lo que hicieron fue realizar los cuerpos en base a los rangos dentro del ejército, y luego añadirles caras diferentes, con rasgos, etnias o expresiones ligeramente diferentes unas de otras. Hoy en día podría parecer algo sencillo de realizar, pero es que estamos hablando de una época en la que aún faltan 200 años para que naciera Jesucristo.
Para ver más de cerca a los Guerreros y para conocer más sobre su historia, se ha construido un museo al lado de las fosas. Es muy interesante, ya que se pueden observar algunos guerreros expuestos en urnas y además ver algunas piezas únicas que han sido encontradas. También resulta curioso que, si se pretendía hacer un ejército, se realizaran también figuras de vacas, cerdos y algunos pájaros, que están expuestos también en el museo.
Dada su antigüedad y singularidad, Los Guerreros de Terracota son Patrimonio de la Humanidad. Un viaje a China estaría incompleto sin pasar por este lugar conocido mundialmente. Sin embargo, hay que admitirlo, que después de haberlo visto en la televisión tantas veces, piensas que va a ser una cosa descomunal, de dimensiones inabarcables... pero como hay una parte que aún no está desenterrada y hay muchas estatuas rotas, la realidad te demuestra que es de un tamaño más asequible.
Como hemos comentado antes, estos guerreros fueron construidos para custodiar la tumba del emperador Qin. Este mausoleo se encuentra a unos dos kilómetros de los Guerreros, lugar al cual se llega en un autobús gratuito. Aunque ya sabíamos lo que había, lo único que se ve es un pequeño montículo que tapa la tumba del emperador y otras tumbas. A día de hoy la tumba no ha sido abierta, porque según las mediciones realizadas está protegida por mercurio, cuya concentración es cien veces superior a la normal. Se supone que el emperador iba matando a las 700.000 personas que trabajaban en hacer los guerreros y su mausoleo, para que no desvelasen sus secretos. Cuál faraón, ahí se supone que está su cuerpo, rodeado de joyas y pinturas.
Finalizamos la visita encantados de haber visitado este lugar tan emblemático. Después de comer algo en un McDonald's, volvemos al centro de la ciudad, donde nos damos la tarde libre. Nos dedicamos a pasear y a observar a la gente. Las chicas suelen ir con vestido, muchas con falda corta y por encima una sobrefalda de gasa; no suelen ir maquilladas, ni con el pelo teñido y suelen llevar gafas redondeadas, quizá para que sus ojos parezcan más grandes. Los chicos van también muy arreglados, predominando los pantalones cortos o los largos enseñando los tobillos; utilizan mucha ropa deportiva, excepto algunos oficinistas que van vestidos más formales. Además, aunque hace calor y en algunos lugares hay altas concentraciones de gente, hemos observado que absolutamente nadie huele mal... "aquí no estal el lejano oliente". También podemos asegurar que, en líneas generales, no son ni colones ni maleducados. Aunque hemos oído algún pedo, la fama que tienen está totalmente injustificada. Es cierto que escupen, y, lo que es peor, cogen carrerilla y rascan la garganta; hay veces que estás en un lugar tranquilo y el escupitajo de alguien hace que parezca que se te acerca un zombi de The Walking Dead. Pero también es cierto, que lo hace sobre todo la gente mayor, como no hace muchos años en los pueblos de España.
También seguimos sorprendidos con el uso del móvil que hacen tanto jóvenes como mayores. Muchos van viendo series en las que los actores van vestidos con los trajes tradicionales, como si fueran emperadores Qin, Ming, Song o Tang luchando por el poder... ¡¡ésas series sí que se podrían titular "Dinastía"!! Muchas veces los ves dormidos en la mesa de un restaurante, pero no... están viendo el móvil que tienen apoyado en las piernas. Hay veces que entras a un restaurante y reina el silencio, porque los amigos comen juntos, pero cada uno está con su móvil. Incluso en las parejitas que quedan para cenar, ves que cada uno está enganchado al WeChat (equivalente al WhatsApp), viendo vídeos de ñoñadas, o comprándose alguna prenda con el móvil.
Está atardeciendo y decidimos dar un paseo por la muralla. En todas las ciudades que hemos visitado (a excepción de Shanghái), el plano urbanístico es idéntico: por un lado está la muralla, un rectángulo gigante que delimita la ciudad antigua; y por otro la ciudad moderna que está fuera de la muralla. Así pues, un paseo por la muralla supone poder ver la contraposición entre la China tradicional y la contemporánea. Pero claro, estamos hablando de que la muralla tiene 5,5 km de largo por 3,5 km de ancho. ¿Por qué no hacerla en bici? Y aún mejor, ¿por qué no en tándem?
Pues sí, ahí estamos haciendo una ruta en bici de 20 kilómetros. Tenemos como límite tres horas para hacerla, pero hay que contar también las paradas para hacer fotos o ir al baño. Y, por supuesto, disfrutar de las vistas. El tándem es un poco complicado, ya que te tienes que coordinar bien, pero en seguida le cogemos el truco y disfrutamos del atardecer xianés como si fuéramos los protagonistas de Verano Azul.
A las siete en punto encienden las luces de la muralla y el sol se va ocultando. Es un atardecer mágico, en un lugar histórico y con una agradable temperatura de verano. Pero toca dar por finalizado este segundo día en Xi'an. Le preguntamos a un joven dónde coger el bus y, aunque no sabe nada de inglés saca el móvil y nos indica dónde está la parada. Una vez más, queda demostrado que con un poquito de voluntad se llega a cualquier sitio. Ocurre lo mismo en el restaurante que cenamos cerca del apartamento: la que nos atiende no sabe nada de inglés pero con el móvil conseguimos pedir sin que ningún plato sea picante. Esperando a que nos sirvan Pablo repara en que estamos en un restaurante coreano... y acto seguido una camarera nos echa la bronca para que nos cambiemos de mesa. No entendemos muy bien hasta que nos trae dos bandejas repletas de comida, que, evidentemente, no entraban en la mesa en la que estábamos. Después, la prima segunda de Kim Yong Un resulta ser un encanto, con quien hasta nos hacemos una foto. Y la comida riquísima: por primera vez en todo el viaje, no podemos con toda la comida de lo llenos que estamos. Por favor, ¿dónde está el montacargas hasta la planta 20?
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