3 sept 2018

Ascenso al Taishan

Habíamos oído que en china las camas suelen ser duras. Pero la de esta noche ha sido una verdadera roca. Aún así, todo sea dicho, hemos dormido de un tirón quizá gracias al fresquito que reina en esta zona, dado que estamos 600 km más al norte.

Tras un desayuno con comida un tanto extraña, empezamos nuestro ascenso al "monte Tai" o "Taishan". Ésta es una de las cinco montañas sagradas para los Taoistas, y se dice que es la más famosa e importante. De hecho, es Patrimonio de la Humanidad porque el emperador Qin Shi Huang, el de los Guerreros de Terracota, anunció aquí en el 219 antes de Cristo la unidad de China. Qin se pronuncia "Chin", y por eso conocemos al país como "China". Menos mal que fueron ellos y no los de la dinastía Ming, porque quedaría muy feo que se hubiese llamado Minga... "¿Dónde has estado de vacaciones? He estado viendo la Minga". Definitivamente, no... ¡¡La humanidad se lo agradece, señor Qin!!

Hay varias formas de alcanzar la cumbre que se sitúa en los 1.532 metros. Hasta más o menos la mitad se puede subir o en bus o andando. Cómo no, elegimos andando, así que cruzamos lo que se conoce como la Puerta Roja. Tras unos quince minutos llegamos a las taquillas... porque sí, hay que pagar por subir al monte... ¡¡Es sagrado pero no gratuito!! Cuesta unos 17 euros por barba, pero tenemos la tarjeta de estudiante, y aunque la sorprendida cajera se resiste inicialmente, termina dándonos las entradas a la mitad del precio. Va a ser cierto que "estudiando se llega lejos".

Anoche llovió y hoy el día ha comenzado con un poco de niebla. El entorno es muy verde, y junto con la humedad le da un halo de misterio que anima a seguir ascendiendo. Además, es lunes y no hay mucha gente, así que se puede disfrutar de estar en contacto con la naturaleza.

En el recorrido hay templos, puertas e inscripciones pintadas sobre piedras, con lo que pensamos son relatos y versos taoístas. Está todo limpísimo ya que hay muchas personas que se encargan de recoger cualquier papelito que pueda haber en el suelo. Es una auténtica maravilla.

A medida que subimos vamos viendo más gente. Muchos nos miran sorprendidos de ver occidentales y nos saludan, algunos intentan entablar conversación en un rudimentario inglés y otros simplemente intentan que les digamos de qué país somos.

La neblina inicial se ha ido disipando y ha salido el sol. Llevamos unas dos horas subiendo escaleras muy empinadas y de tamaño de pié de chino... con lo que tienes que ir siempre mirando los escalones para no tropezar. Hacemos pequeños descansos que inicialmente intentamos que no sean frecuentes... pero es que hay momentos en los que el cuerpo nos exige hacer un alto en el camino.

Hacia la mitad del camino llegamos hasta adonde podíamos haber subido en autobús. Ahora toca decidir si vamos a coger el funicular o si vamos a seguir el ascenso a pié. Se dice que quién consigue subir el Taishan conseguirá también vivir 100 años. Aunque la leyenda no especifica el método de subida, pensamos que tendremos garantizada la centenaria edad si hacemos el "peregrinaje con sufrimiento". Así que, como si de la subida al Pagasarri se tratara, decidimos seguir a pié.

En el fondo, los dos pensamos que estamos locos y que no lo vamos a conseguir: como mínimo serán otras dos horas de martirio por una escalera más empinada, más abarrotada pues se suman los turistas que han venido en bus, y con mucho más calor pues ya está totalmente despejado. Aún así, como si de una nueva prueba de Pekín Exprés se tratara, seguimos el ascenso...

Agotador, extenuante, asfixiante, matador, ... y todos sus sinónimos son pocos para definir este martirio chino. ¿Que 25 emperadores lo subieron? ¿Que incluso el mismísimo Confucio también lo consiguió? ¡¡Pero si a nosotros que no paramos de hacer rutas casi nos da un mal!!

Lo que nos sorprende es que los chinos, aparentemente más bajitos y menos fuertes, tienen también el tesón para subirlo. A muchos los ves agotados sudando, pero otros suben con naturalidad y como si sudar no fuera con ellos. Además, hay de todas las edades, desde niños hasta jubilados de avanzada edad.

Finalmente, llegamos a la Puerta Sur del Cielo. Lo hemos conseguido... ¿o no? Cuando pensábamos que habíamos llegado resulta que la ruta continúa un poco más lejos... hasta la Cumbre del Emperador de Jade. Así que, no nos vayan a dar los 100 años, decidimos continuar hasta allí. Las vistas son muy bonitas, ha merecido la pena el esfuerzo.

Ahora toca bajar. Claro, bajas con la "garantía" de que como vas a llegar a los cien, vas a conseguirlo sí o sí. Pero es que bajar es peor que subir: en zigzag, rápido, despacito como en la canción... cada uno tiene su técnica para mitigar el dolor. Como los escalones son pequeños tienes que evitar que la zapatilla te roce no vaya a ser que caigas... y te lleves por delante a decenas de personas como si de bolos se tratara. Llega un momento que en vez de escalones veo hasta símbolos chinos... como dice mi ama "las piernas se me tronchan"... y sólo piensas "por Dios, que llegue ya al final". Resulta angustioso. Y son otras cuatro horas de angustia y de bajada.

Pero cuando llegas al punto en el que subiste el primer escalón, te reconforta saber la prueba tan dura de resistencia y esfuerzo que hemos realizado. Es difícil de describir, porque este agotamiento físico y mental en el fondo es absurdo; pero ha debido de ser ese "algo" que empuja a los deportistas en general a poner a prueba sus límites. Y más especial lo hace el hecho de que en total hemos visto sólo ocho occidentales entre los miles y miles de turistas chinos.

Una vez recobrado el aliento, volvemos al hotel a recoger la mochila. Después nos dirigimos a la estación, con tiempo suficiente para evitar una maratón como la de ayer. Como nos sobra tiempo hacemos algunas fotos por las afueras de la estación. Es otra de esas zonas totalmente nuevas con torres por todos los lados. Definitivamente, si lo comparamos con esto, Benidorm es una aldea... porque aquí no se vive en Gemelos 12, sino ¡¡en Decapentillizos 982!!

De nuevo en un tren bala, ponemos rumbo a Pekín. ¿Qué nos aguardará la capital del imperio?

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