14 sept 2018

Luoyang: Las Cuevas de Longmen

Un flautista mañanero, como si de un gallo rumano se tratara, nos machaca con una melodía repetitiva para que nos despeguemos de las sábanas. Aunque hemos dormido muchas horas, el esfuerzo de subir al Huashan ha pasado factura, y tenemos agujetas, aunque nada comparable con las que tuvimos tras subir al Taishan.

Con la mochila a la espalda, caminamos hasta la parada del autobús. Mientras esperamos a que pase, Pablo saluda a los niños que van en la parte trasera de las motos dirección al colegio, y sin quererlo, para un taxi. ¡¡Loco, que nos va a cobrar un euro!! Mejor esperar al autobús gratuito que recorre la avenida kilométrica entre la base del monte Huashan y la estación de tren.

Ya en la estación, compramos un billete que no teníamos para dentro de dos días. Como hemos sido precavidos, nos hemos traído unos carteles traducidos al chino con la fecha, hora y hasta el tren que queremos, y en pocos minutos los tenemos en nuestro poder. ¡¡Viajar por China es fácil!!

Mientras esperamos la hora de nuestro tren bala, comentamos lo bien que lo tienen montado. A la estación sólo puede acceder la gente con billete; a los andenes sólo puede acceder la gente cuyo tren sale como mucho en diez minutos; esto hace que los trenes que no tienen parada no tengan que reducir la velocidad ya que los andenes están vacíos; además, los números de los vagones están marcados en el andén, por lo que para cuando el tren para ya está todo el mundo enfilado. La verdad es que tienen muy buena capacidad organizativa y no entendemos cómo estas cosas no las han importando en Europa.

A 300 km/h entramos en la provincia de Henan. Vamos dirección al pueblo de Luoyang, un "pueblo" de sólo 1,8 millones de habitantes... como Barcelona más o menos. El hotel lo tenemos estratégicamente a 10 minutos andando de la estación, así que nos damos un breve paseo y, aunque no son ni las 9 de la mañana, nos dan la habitación. Una cosa que nos resulta curiosa es que en la mayoría de hoteles la ducha forma parte del baño, es decir, que cuando te duchas mojas todo el baño. Es una forma de ahorrar costes, pero que a nosotros no nos acaba de convencer, dado que no puedes improvisar en el orden en el que haces las cosas.

Salimos del hotel con el objetivo de sacar dinero, porque ya no nos queda mucho. Buscamos un cajero que se encuentra a tres manzanas más abajo, osea a un kilómetro. Estamos en una parte nueva de la ciudad y los conjuntos de torres son gigantes. Pero lo peor está por venir, cuando tras intentarlo en varios cajeros e incluso en una sucursal, no lo conseguimos. Finalmente, de casualidad vemos un cajero de otro banco, donde conseguimos sacar un buen fajo de yuanes.

El objetivo de venir a Luoyang es visitar las Grutas de Longmen. Se encuentran al sur de la ciudad y es uno de los conjuntos más importantes de esculturas budistas de China. De hecho, tiene unas 100.000 imágenes metidas en pequeñas cuevas o nichos, midiendo la más pequeña dos centímetros y la más grande 17 metros.

Estas cuevas se comenzaron a hacer cuando se trasladó de Datong a Luoyang la capital del imperio, durante la Dinastía Wei del Norte, en el año 494. Al igual que las de Yungang en Datong, son Patrimonio de la Humanidad. Sin embargo, éstas son unos 600 años más nuevas, pero aún así igual de interesantes. La pena es que están bastante deterioradas, no sólo por la erosión natural, sino porque muchas fueron saqueadas y ahora se exponen sus piezas en museos de Europa y América.

Las estatuas se encuentran a ambos lados del río Li, y están distribuidas a lo largo de un kilómetro. Para poder verlas bien se han instalado escaleras que te permiten acceder a las más interesantes, pero se ven también muchos nichos vacíos. También hay varios templos y puentes por los que pasear... pero está cayendo una lluvia ligera y decidimos ceñirnos sólo a los lugares más importantes.

Después de la visita a Longmen, cogemos un autobús que nos lleva hasta el centro de la ciudad, a 12 kilómetros. Hay muchas obras porque están construyendo varias líneas de metro a la vez y lo que es la ciudad no tiene gran cosa para ver. Aún así le sacamos su jugo visitando la ciudad antigua, donde vemos por fuera algunos templos, torres y sobre todo una calle llena de tiendas y restaurantes... ¡¡y hasta un edificio con forma de buzón de correos!! Pero lo más interesante es que acaparamos todas las miradas de la gente, ya que, a excepción de algunos turistas en las cuevas, aquí apenas hay occidentales. Un grupo de chicas nos piden fotos y hablan con nosotros diciéndonos sus nombres... y se van ilusionadas como si acabasen de ver a Justin Bieber. Si es que, ¡¡causamos sensación!!

El día ha sido tranquilo, y los siguientes serán parecidos... el viaje entra en su recta final.

1 comentario:

  1. Que interesante el viaje. Estais visitando un monton de sitios. En el buzon se pueden meter postales jeje.

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