19 ago 2016

Volos

Recorrer un país en coche implica alojarse casi cada día en un hotel diferente. Para organizar este viaje de 16 días vamos a pasar 15 noches en 12 hoteles diferentes, y sólo en dos de ellos estamos más de una noche. En Atenas estuvimos dos noches en el mismo hotel para así poder ver la ciudad. En Tesalónica pasamos tres noches, tanto para ver la ciudad como los alrededores y elegimos un hotel en Oreokastro, una localidad colindante que casualmente parece de gente bien acomodada. Eso sí, en el hotel hay algunas mujeres que pensamos son búlgaras y rumanas con dinero que se han pasado con el tinte y los tacones... hasta el punto de parecer otra cosa.


Hoy es un día de transición: la cuenta atrás para que terminen nuestras vacaciones griegas ha comenzado y poco a poco tenemos que ir volviendo hacia Atenas. Como estamos muy lejos, haremos hoy una buena sentada de kilómetros, despidiéndonos de Macedonia y volviendo a Tesalia. Además, en esta zona, aunque hay también muchas ruinas, no hay nada que nos haya llamado la atención. De hecho, teníamos pensado ver la península de Pelión, de donde según la mitología griega eran los centauros... pero desistimos dado que parece que las carreteras tienen muchas curvas.


El cambio de plan nos lleva hasta Agria, una pequeña localidad perteneciente a Volos donde pasamos parte del día. No tiene playas de arena fina, pero en su larga costa tiene muchos chiringuitos y gradas con sombrillas para bañarse en el mar. El agua tiene la temperatura perfecta y está muy tranquila ya que, aunque es el mar Egeo, nos encontramos en un golfo, el Golfo Pagasético. Bajo unas sombrillas de paja y disfrutando del mar, estamos hasta media tarde.


Grecia es el país europeo con más kilómetros de costa, y hay para todos los gustos. Antes de venir nos imaginábamos muchas playas como las de España, con apartamentos, restaurantes y servicios varios; también pensábamos que iba a haber muchas calas pero que el agua no iba a ser tan turquesa como aparece en los catálogos turísticos. Después de unos cuantos días de viaje, hemos llegado a la conclusión de que no hay playas masificadas en plan Benidorm, sino que hay muchas playas familiares en las que se está muy a gusto. Calas hay muchas, pero la mayoría son de piedras o de arena gruesa, lo cual es a veces más cómodo. Y lo del agua totalmente transparente eso sí que es cierto... y sorprendente. Además, una cosa que es de agradecer es que se puede aparcar en cualquier sitio, sin tener que pagar y con total tranquilidad. Vamos que, para darse un baño sólo se necesita tener ganas y estar cerca del mar.


El resto de la tarde lo pasamos en el centro de Volos. Como esta ciudad industrial no tiene grandes cosas para ver, nos damos un caprichito y nos alojamos en el Palace, hotel con nombre demasiado evocador y que en la práctica es un cuatro estrellas muy justito. Quizá como cortesía nos dan una habitación que tiene una terraza más grande que la propia habitación, pero que mira a la parte de atrás. ¡¡Con la de habitaciones más sencillas que tendrán mirando al mar!!


En información turística nos dan varios mapas y unos cuantos folletos que tienen prisa en agotar, pues algunos son en un perfecto griego cuando se nota a la legua que sólo dimos latín. Seguimos uno de los itinerarios propuestos, que transcurre por el paseo marítimo. Uno de los monumentos más importantes es el arca de Argo, donde Jasón navegó con los argonautas en busca del vellocino de oro... buf, una de esas chapas mitológicas griegas con nombres imposibles que nadie entiende. Como la Odisea de Homero... ¿Alguien ha conseguido saber de qué va sin ver los dibujos? Pero si esta epopeya de Ulises se conoce como la 'iliada'... 'iliada mental' la llamaría yo.


Tomamos un café helado en una terraza, donde nos atiende el hermano gemelo del policía de 'El tiempo entre costuras'. Después visitamos la iglesia de San Constantino, donde toda la gente que entra da besos a una cajita plateada. La curiosidad nos puede y preguntamos a un cura que a ver qué contiene, y nos cuenta que son huesos de San Constantino y de Santa Elena, así como un trozo de la Santa Cruz. Fíjate lo que uno se encuentra por el camino... un centímetro cuadrado de la cruz donde mataron a cristo.


Para terminar el día damos un paseo por la calle Ermou, que es donde están todas las tiendas. Los precios de ropa y calzado son más altos que en España, y, todo sea dicho, tampoco es que vayan mucho a la moda. De hecho, lo mejor está en las cadenas textiles españolas... así que esta vez no cargaremos en nuestra maleta ninguna prenda griega.


Antes de recogernos cenamos en un restaurante donde un joven lee el manual de instrucciones de una manta eléctrica que va a dar Aena a sus accionistas, pues pone en la portada claramente 'Aena Manta'. Ahora sí, toca despedirse de la ciudad natal de Vangelis... ¡¡vamos vol-ando a la cama!

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