13 ago 2016

Bordeando el mar Jónico

En nuestros viajes no buscamos grandes lujos, sino grandes experiencias; y solemos elegir los hoteles por su comodidad y ubicación más que por sus estrellas. Sin embargo, cuando surge la oportunidad de alojarnos en un buen hotel, no dudamos en aprovecharla. Hoy es uno de esos días en los que despertamos en una inmensa habitación y desayunamos a todo confort en la terraza de la última planta, viendo salir el sol sobre el puerto de Patras. Si es que, somos tanto de música chill-out como de bacón tostado con kétchup.


Anoche vimos el buen ambiente que había un viernes por la noche en Patras y hoy damos un paseo para ver cómo es de día la tercera mayor ciudad de Grecia. Definitivamente los urbanitas griegos no saben cuidar muy bien sus ciudades, ya que observamos graves errores de limpieza y de orden público. Pero aún así sabemos sacarle el jugo y visitamos el lugar que justifica la vista a esta ciudad: las reliquias del Apóstol San Andrés. Y, además, este lugar está relacionado con nuestras tierras de origen...

San Andrés convirtió a miles de personas al cristianismo, haciendo que los nuevos fieles dejaran de rendir culto a los dioses paganos. Por este motivo, Egeas lo mandó martirizar aquí en Patras, donde le llevó hasta la muerte en una cruz en aspa, para que tardara más tiempo en fallecer. Hoy, en la iglesia de estilo bizantino Agios Andréas se encuentra el cráneo y un trozo de la cruz donde le mataron. ¡¡Pensar que ahí está su cabecita y la cruz donde lo mataron!!

¿Y por qué nos relaciona este lugar con nuestras tierras natales? Realmente por sus símbolos. La Ikurriña, bandera del País Vasco pero que en realidad era sólo la de Bizkaia, lleva en color verde la cruz de San Andrés, patrón de la provincia. ¿Y por qué? Pues porque fue un día de San Andrés en el que los vizcaínos consiguieron la independencia de Castilla. Por otro lado, en el escudo de Toledo aparece un águila bicéfala original del Imperio Romano Germánico, pero que procede de Bizancio, ciudad originalmente griega y que ahora es la turca Estambul; este águila bicéfala aparece en la bandera de la Iglesia Ortodoxa Griega y aquí se muestra en todo lo relacionado con ella.


A las ocho y media de la mañana ya hemos terminado de ver la ciudad, y empezamos a mirar de reojo a lo que hay al otro lado del Golfo de Corinto: la región de Grecia Central. Nos ponemos en ruta y cruzamos el estrecho por el puente Rio-Antirio, toda una obra de ingeniería. Hasta el 2004 había que utilizar transbordadores, pero ahora, este puente conecta con sus 2.252 metros ambos lados de este golfo del mar Jónico. Cruzarlo cuesta 13,30 euros y, aunque parezca elevado, la complicada construcción del puente lo justifica. Estamos en una zona con mucha actividad sísmica y, por si fuera poco, los pilares se cimentan sobre dos placas tectónicas distintas. Su ingeniería anti-terremotos lo convierte en el más importante de su tipo.



Visitamos Návpaktos, más conocida por su nombre en italiano: Lepanto. ¿Y qué nombre se nos viene a todos a la cabeza? Seguro que el de Miguel de Cervantes, conocido como 'el Manco de Lepanto'. Hasta aquí tuvo que venir el de Alcalá de Henares para luchar contra los otomanos en lo que se denominaba la Liga Santa, de la cual formaba el Reino de España. El defender la religión católica en la Europa del siglo XVI le costó la movilidad de la mano izquierda... y anda que no le dio después a la mano derecha... ¡¡dos tomos de El Quijote, ahí es nada!!



Lo interesante de la región de Grecia Central se encuentra en la parte oriental, y lo veremos dentro de unos días. Ahora ponemos rumbo más al norte, hacia la región de Epiro, donde se podría decir que no entramos en ella, sino que salimos en ella: un túnel por debajo del mar salva el estrecho de Preveza, localidad a la que nos dirigimos. Este pueblo costero no tiene nada, pero a la vez lo tiene todo. Hay muchas calles empedradas y muchos restaurantes con mantel de cuadros y sillas de colores. Es el sitio ideal para degustar pescado, así que comemos pulpo, sepia, berenjenas fritas y crema de queso. Y para completar una tarta de chocolate de las que no se olvidan fácilmente.

Nuestra última visita de hoy es a Parga, otra pueblo costero que nos enamora. En la bahía hay una isla con una iglesia, a la que abrazan dos playas, que a su vez son observadas desde casas de colores que están dispuestas como si de un teatro griego se tratara. Es el lugar ideal para bañarse y tomar el sol, tomar algo en una terraza o dar un paseo curioseando por sus empinadas calles llenas de tiendas de artesanía. Entre los turistas observamos que, además de los propios griegos, predominan lo italianos, albaneses y serbios... ¡¡y vemos hasta un coche matrícula de Kosovo!! Pero es que, cualquier distancia es corta si el objetivo es ver este paraíso griego... ¡¡Queremos ser Pargueños aunque el traje típico pese mucho!!

3 comentarios:

  1. Muy interesante lo de la ikurriña..las fotos preciosas.Divertiros.������

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  2. Que interesante lo de la ikurriña, cada dia me recordais mas a indiana jones...aventureros y cultos....pero sin crecerse ehh jajajjaa

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  3. Que interesante lo de la ikurriña, cada dia me recordais mas a indiana jones...aventureros y cultos....pero sin crecerse ehh jajajjaa

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