16 ago 2016

Vaya Macedonia

Si hay animales en Grecia, esos son perros y gatos. Los primeros vagan por la calle, bastante desaliñados pero con aspecto inofensivo; forman parte del paisaje y la gente asume que estén en cualquier sitio con naturalidad. Los segundos campan a sus anchas por lugares más selectos, como monasterios, castillos y hoteles. Desayunando con vistas al mar, un gatito se encapricha de Pablo, intentando atraer su atención... pero Pablo le rechaza y lo aleja, volviendo en seguida en busca de cariño. ¡¡Pero si es muy simpático y además se come las moscas!!


Ya en carretera, pasamos cerca del Monte Olimpo, el más alto del país. Allí arriba es donde vivían los dioses griegos y donde las jovenzuelas untaban tostadas de Filadelfia. Se supone que desde allí Zeus y otros dioses decidían nuestros destinos... aunque en nuestro caso lo hace Beckie, nuestra GPS.


Nos encontramos en Macedonia, cuna de Alejandro Magno y centro del Imperio Heleno. Pero vayamos por partes, y empecemos por su padre, Filipo II. Resulta que este rey macedonio quería hacer un gran imperio, pero sólo le dio para unificar diferentes pueblos y formar lo que fue el primer país heleno. A Filipo II lo asesinaron en Aigai, en la actual Vergina, que es a donde nos dirigimos. Inicialmente no teníamos grandes expectativas de esta visita, pero ha resultado ser sorprendente. Debajo de un montículo artificial han construido un museo sobre cuatro tumbas, entre ellas la de Filipo II. Se exponen un montón de objetos encontrados en las tumbas entre ellos su traje de lucha con escudo y todo. Para ver las puertas de dos tumbas se baja por unas escaleras y resulta estremecedor estar delante de esas construcciones funerarias de hace 2400 años. Lástima que no se puedan hacer fotos para poder mostrar el que se considera como uno de los hallazgos arqueológicos más importantes de Grecia y que es Patrimonio de la Humanidad.


Filipo II llevó a su pequeño Alejandro a escuelas privadas, pues para eso era el rey. Aristóteles gozaba de buena reputación, así que lo matriculó en filosofía en su escuela. Lo que ya no se sabe era qué notas sacaba el mozo. Nosotros visitamos la Escuela de Aristóteles, de la que quedan sólo algunas paredes y unas cuevas. Más que escuela parece campamento de verano.


Tras salvarle la vida a una tortuga que cruzaba la carretera sin mirar, y siguiendo las indicaciones de un pequeño centro de reuniones al lado de la escuela de Aristóteles, nos dirigimos a visitar otras dos tumbas macedonias en Lefkadia. Al llegar nos extraña no ver el precio de la entrada, ni que haya nadie cuidando el lugar, y que todo esté cerrado a cal y canto. Después, de casualidad, encontramos al cuidador y nos dice si veníamos a ver las tumbas... y que si somos arqueólogos o estudiantes. El cuidador nos enseña las dos tumbas, ambas cubiertas por arriba y con una puerta de metal para protegerlas. Nos cuenta que una se llama la Tumba de El Juicio, ya que tiene pinturas en las que se muestran a dos dioses que decidían a quién enviaban al cielo y a quién al infierno; nos cuenta también que esa tumba pertenecía a un primer general amigo de Alejandro magno. La segunda se llama la de La Palmera, debido a que esta planta aparece en varios sitios; esta nos cuenta que pertenecía a gente poderosa de la época. Por esta zona se han encontrado muchas tumbas macedónicas de hace unos 2400 años. Poder verlas en tour privado ha sido todo un lujo... y más aún cuando buscando información en internet leemos que sólo se pueden visitar bajo petición y para su estudio... ¡¡ahora entendemos las preguntas del vigilante bonachón!!


Cuando Filipo II fue asesinado, Alejandro III heredó el imperio que había construido su padre. Tenía tan sólo 20 años y en menos de 13 consiguió formar el Imperio Heleno, que llegaba hasta la actual India. Debido a sus éxitos, él sería conocido para siempre como Alejandro Magno y una ensalada de frutas cortadas como Macedonia. Que sí, que sí, que no es broma. Como consiguió mezclar bajo un mismo imperio personas y culturas diferentes, el nombre de su región pasó a denominar, por semejanza, a la mezcla de frutas. Y no es de extrañar, porque todos los campos están llenos de melocotoneros, manzanos, ciruelos, higueras y vides... Macedonia es realmente una macedonia de frutas.


Y claro, para regar todos esos campos se necesita agua... como por ejemplo el agua de las cascadas de Edessa. No son las más espectaculares del mundo, pero oír el estruendo de una cascada de 70 metros siempre impacta. Se puede también pasar por detrás y hasta entrar en una pequeña cueva con estalagmitas. Ya que estamos con el agua, subimos un poco más al norte para ver las piscinas de Loutra Pozar y darnos un chapuzón refrescante... ¿o caliente? Desde las montañas que separan el país de Macedonia con la región griega de Macedonia, bajan dos corrientes de agua: una calentita y otra helada. La caliente no parece tan caliente hasta que vienes de la fría; la fría no parece tan fría hasta que vas desde la caliente; y la combinación de las dos resulta... relajante. Juguemos de nuevo... ¿dónde está Pabli?


Con tan sólo una hora antes de que cierre, llegamos a tiempo para ver las ruinas de Pella. Aquí fue donde nació Alejandro Magno y ésta fue la capital de su imperio. No quedan apenas construcciones en pie, pero se conservan algunos de los mejores mosaicos de todo Grecia. Curiosamente, lo que nos alucina es el museo, con gran cantidad de objetos expuestos y muy bien presentados en un moderno edificio.


Hoy terminamos las visitas en Pella, la ciudad más importante de la antigua Macedonia. Mañana visitaremos Tesalónica, la ciudad más importante de la actual Macedonia.

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