20 ago 2016

Mitos y héroes

Empezamos el penúltimo día escribiendo una carta al director del hotel, y precisamente no de amor. Pablo, fiel a reclamar cuando procede y dispuesto a mejorar las cosas, puntúa en negativo las altas expectativas no cumplidas por el mejor hotel de la ciudad. Claro que lo hace en mi nombre y ya se verá qué sale de esto.


Tomando rumbo al sur hacemos la primera parada en Lamia, una ciudad mediana con un castillo catalán que está cerrado. Hoy es sábado y hay mercado, sobre todo de frutas y hortalizas a muy buen precio, donde compramos unas aceitunas arrugadas que íbamos buscando y que no ha sido tan fácil de encontrar como pensábamos. Lo que resulta ser misión imposible es comprar sellos, ya que las oficinas de correos no abren ni sábados ni festivos. Esto confirma el sobredimensionamiento del funcionariado en este país, que es excesivo y encima no da los resultados esperados.


En cualquier caso, no hemos venido hasta aquí para saber a cuánto está el kilo de berenjenas. Estamos aquí porque muy cerca es dónde se libró la batalla de las Termópilas. Resulta que aquí fue donde el rey espartano Leónidas se enfrentó con sus 300 soldados al ejército persa del rey Jerjes que tenía una cifra no muy clara de soldados pero que varía entre 7.000 y dos milones. Al principio pensábamos que el paso era como una especie de desfiladero entre montañas; sin embargo, el paso tenía a un lado las montañas y al otro el mar (el cual después de 2.500 años se ha alejado unos 5 kilómetros).


Leónidas consiguió durante varios días retener al ejército persa, pues eran más fuertes y estaban mejor preparados para la lucha. De hecho, los dos primeros días de batalla salieron vencedores y con apenas alguna baja. Pero le traicionaron y le dijeron a Jerjes un sendero por el cuál llegar para poder acorralarlos... así que el tercer día les ganaron y eso supuso la colonización persa de Grecia Central. La película 300 cuenta esta historia decorando con mucho músculo y poca ropa... pero por favor, si la veis que no sea la versión de 'español latino', porque más que darse con la espada parece que van a empezar a darse bolsazos.


De aquellas batallas no queda nada en la zona, a excepción del montículo Kolonos que se supone que es donde están los cuerpos de los 300 solados espartanos. Sin embargo, para recordar la heroicidad de Leónidas, hay una monumento y un centro de interpretación, con vídeos, paneles interactivos y un cine 3D que narra cómo ocurrió todo.


Uno de los tesoros de Grecia Central es la antigua ciudad de Delfos, que es Patrimonio de la Humanidad. En ella hay un grandioso teatro, un templo dedicado a Apolo, una vía Sacra, etc. Uno de los puntos que más destaca es el estadio de 200 metros de largo y que es un de los mejor conservados del país. No en vano, aquí se celebraban los Juegos Píticos, similares a los Juegos Olímpicos.


Pero sin duda, lo más llamativo de Delfos es su Oráculo. Hasta aquí venían de todo Grecia a hacer preguntas al oráculo, en el cual unas señoritas llamadas pitias entraban en trance y unos sacerdotes interpretaban las respuestas. Hay versiones que dicen que lo que realmente ocurría era que del suelo salían unos gases que drogaban a las pitias. Además, las respuestas que daban siempre eran muy ambiguas, y así, en función de la interpretación, el porcentaje de acierto aumentaba. En cualquier caso, a la gente de aquella época le gustaba tener la sensación de tener una información extra, así que estuvo muy solicitado durante muchos años. Hoy sólo hay una piedra donde estaba el oráculo, así que casi todo el mundo se hace la foto en el templo dedicado a Atenea Pronaia, mucho más bonito y con el valle de fondo.

Pasando cerca del Monte Parnaso llegamos hasta otro monumento que es Patrimonio de la Humanidad: el Monasterio de Osios Loukás. Aunque por fuera no parece gran cosa, se ha ganado el título de la Unesco por varios motivos: tiene mosaicos del fin del periodo bizantino y fue el primero de planta octogonal, algo que imitarían las iglesias bizantinas tardías. En una cripta dedicada a Santa Bárbara (que era de una iglesia aún anterior), está el sarcófago de San Lucas. Lo que no podíamos imaginar es que el cuerpo incorrupto estuviera en una urna de cristal en la iglesia, enseñando una manita de dedos huesudos de color café... bueno, al menos han dejado unos dulces típicos con tropezones mientras uno ve el espectáculo.


Acabamos el día en Tebas, donde pretendíamos ver la fuente de Edipo. Según la leyenda el Oráculo de Delfos predijo que Edipo acabaría matando a su padre, el rey de Tebas; y, casualidades de la vida, lo mató sin saberlo, pasando a ser él el nuevo rey y casándose con la reina, que sin saberlo resultó que era su madre. Tanta casualidad... es demasiada, ¿no? Siglos y siglos después, Freud utilizaría el nombre de Complejo de Edipo para referenciar a la fijación de un hijo varón por su madre. Se supone que en Tebas hay una fuente donde Edipo se lavó las manos después del parricidio... pero, como si preguntásemos por la Sagrada Familia en Bilbao, todo el mundo pone cara sorpresa y no conseguimos encontrarla.


Tebas es una ciudad fea, así, sin rodeos. Así que, ya que hemos venido, le damos una oportunidad al Museo Arqueológico, que nos sorprende gratamente. Según leemos en la guía, lo más valioso son unos sarcófagos micénicos, que curiosamente es lo único que no está dentro de vitrinas. Antes de ir al hotel, investigamos porqué se están asando cochinillos en la calle central del pueblo... y no sé cómo acabamos cenando un buen plato cerdo tierno y jugoso. ¡¡Quién nos iba a decir las sorpresas que nos deparaba la fea Tebas!! Quizá debimos preguntarle al Oráculo...

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