Antes de las cinco y media aterrizamos en Eleftherios Venizelos con la suerte ya echada: apenas hemos dormido una hora. Como unos chavales el domingo de madrugada, saludamos al amanecer con una relativa sensación de desorientación, ya que enseguida cogemos el autobús que nos lleva hasta el centro de la ciudad y después el metro hasta el hotel. La primera impresión es que Atenas es un tanto desordenada y descuidada, pero no caótica como la suelen definir... pero veamos cómo evoluciona que es aún muy pronto.
Un buen café y un hojaldre de queso nos proporcionan nuevas energías para empezar a explorar la Atenas antigua. Con una agradable temperatura, empezamos el ascenso a la Acrópolis, que significa la parte alta de la ciudad y al que se accede por el Propileo. Este lugar lo diseñó el político orador Pericles, al que se le suele representar con casco para disimular que tenía la cara muy alargada. Él fue el que diseñó el Partenón, que en realidad era un templo para adorar a la diosa Atenea, que posteriormente daría nombre a la ciudad. Es inevitable sentirse emocionado al poder disfrutar de esta maravilla del 'mundo moderno' que tiene la friolera de 2.500 años. El edificio está muy deteriorado y lo están reconstruyendo poco a poco, como si se tratara de un puzle gigante. Se vislumbra que aunque de gran tamaño, sólo que da una pequeña 'parte' de lo que fue... ¿acaso por eso lo de 'Partenon'?
Otro edificio de gran importancia es el Erecteión, construido para honrar al rey Erecteo y que hoy en día es conocido por las seis cariátides que adornan su fachada sur. En una sociedad en la que lo habitual era esculpir cuerpos masculinos desnudos con proporciones ideales, ¿qué se le pasaría por la cabeza a Erecteo para plantar a seis mozas de buen ver? En cualquier caso, no serían las seis actuales, ya que se tratan de copias y, además, en su época estaban pintadas.
Además de venerar a deidades y reyes, la Acrópolis también tenía su aspecto lúdico. En ella se encuentra el Odeón Herodes Ático, un teatro que en su momento estuvo cubierto y que se sigue utilizando. También se encuentra el Teatro de Dionisos, que es el teatro más antiguo del mundo y que fue el primero en representar una obra de teatro... ¡¡qué tragedia!!
El calor ha empezado a apretar y decidimos refrescarnos un poco visitando el Museo de la Acrópolis. Es un moderno edificio donde se protegen y exhiben miles de utensilios, esculturas y frisos de la 'Ciudad Alta'. Sin duda, lo que más nos entusiasma es poder ver cinco de las seis cariátides originales, encontrándose la sexta en el Museo Británico de Londres a la espera de que algún día sea devuelta. También merece la pena su visita por las vistas de la Acrópolis desde la terraza y desde la última planta.
Como si hubiésemos rejuvenecido quince años, no sólo estamos trasnochando sino que también estamos visitando la ciudad como estudiantes. Y es que, nunca pensamos que estudiar idiomas y máster nos iba a dar barra libre de museos gratis en Atenas... ¡¡no tenemos que pagar en ninguno!! Así que, siguiendo a unas chicas de piel blanquecina de muerto, conseguimos encontrar las entradas a todos los sitios y nos damos un buen chapuzón de historia. Visitamos el Kerameikos (el antiguo cementerio), el Ágora (mercado y corazón político) y el Templo de Hefesto. Éste último es un templo dórico que en realidad fue una iglesia y que, a diferencia del Partenón, se encuentra en bastante buen estado. Y no es de extrañar, porque haciéndonos fotos nos damos cuenta de que nos están mordiendo las moscas... ¡¡a ver quién se atreve a venir a hacerle algo al templo!!
Tanta ruina nos ha abierto el apetito, así que hacemos un descanso en Monastiraki, un barrio lleno de restaurantes, bares y terrazas, donde comemos berengenas, tzatziki y gyros. Son comidas con gran influencia turca, pero no fue ése el único legado que dejaron los otomanos en su paso por estas tierras: en la propia plaza de Monastiraki hay una mezquita convertida en museo. Sin duda éste barrio y Plaka son de obligada visita, ya que es donde se encuentra el bullicio de la ciudad. También aquí se encuentran monumentos como la catedral Motropoli y la Torre de los Vientos.
Las pocas horas de sueño van pasando factura, así que decidimos echarnos una siesta en los Jardines Nacionales... y vemos que no somos los únicos afectados por el sopor. Después, ya más despiertos, visitamos el Museo Arqueológico Nacional, uno de los más importantes del mundo. Damos un paseo ligero por sus salas, deteniéndonos sólo en las obras más importantes como la máscara mortuoria de Agamenón, el Joven de Antikýthira o el Koúros de Volomándra.
Volvemos al centro dando un paseo y llegamos a la plaza Sintagma, donde se encuentra el Parlamento, que con la crisis griega tan famoso se ha hecho, pues delante de él se hacían todas las manifestaciones. En unas garitas se encuentran inmóviles dos guardias reales, con los que nos hacemos fotos y que veremos mañana domingo en el cambio de la guardia real. El edificio, por cierto, fue inicialmente el palacio real de la monarquía griega.
La tarde va cayendo nos dirigimos a la colina de Filopapou, desde donde se ven los mejores atardeceres de Atenas. En el ascenso encontramos la prisión donde estuvo recluido Sócrates y en ese momento algo nos une... hemos visto tantas cosas, estamos tan cansados y tenemos ya tanto lío, que podríamos decir nosotros también su famosa frase de 'sólo sé que no sé nada'. Lo que sí que sabemos y podemos confirmar es que las vistas de la Acrópolis al atardecer son para no olvidar.
que guay. estais viendo de verdad lo que se estudia en Arte. Traeros a Varoufakis para aca.jeje. pasarlo superbien
ResponderEliminarSeguro que lo estáis pasando muy bien, y espero que lo sigáis pasando fenomenal.
ResponderEliminarSeguid creando entradas!😉😉😉
Que envidia!!, qué chulo lo que estais viendo!!, pasadlo muy bien....
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