Empezamos la primera visita en la antigua ciudad de Corinto donde, como era de esperar, hay en pié unas cuantas columnas de un templo que veneraba a alguna deidad, siendo en este caso a Apolo. ¿Y por qué son importantes? Pues porque esta polis fue el complejo romano más grande de Grecia. Tiene un pequeño museo con exceso de personal, al entrar al cual todas las vigilantes que estaban de cháchara ocupan sus posiciones. Una duda nos asalta... ¿por qué les falta a la mayoría de estatuas la cabeza? Una cuidadora nos da la solución: la cabeza y el cuerpo se hacían por separado para poder reemplazarla, como si de una muñeca barriguitas se tratase. La cuidadora se jacta de que los romanos tenían técnicas 'un poco de vagos', mientras vuelve donde sus colegas para seguir fumando.
Hasta ahora, las ruinas griegas que hemos visto eran 'un crianza'... ¡¡vayamos a por el gran reserva de 3700 años de antigüedad!! La fortaleza de Micenas data de la Edad de Bronce, pero curiosamente en ella se encontró oro. Más concretamente 14 kilos de oro de objetos en los dos túmulos funerarios que se pueden visitar. De hecho, en el Museo Arqueológico Nacional vimos la máscara mortuoria del rey Agamenón. Pero, lo que es una joya son las puertas de los túmulos y la puerta de los leones, que se estudiaban en Arte.
En Epidauro visitamos otra ciudad greco-romana, donde lo más llamativo es su teatro. Los construyeron los griegos y luego los romanos lo ampliaron. Este teatro es uno de los mejores conservados del mundo y el motivo es simplemente que, al estar en un lugar muy apartado no sufrió saqueos. De hecho, se encontró hace nada, en el 1970. Podemos comprobar que la acústica es realmente buena, ya que, estando sentados en la fila más alta, se puede oir a la gente que está en el escenario... claro que oír no es lo mismo que entender.
Nuestra última visita es a Nafplio, primera capital de Grecia tras su independencia. Nos sorprende gratamente lo bonitas que son sus calles antiguas, las buganvillas y los edificios que han sabido envejecer. Hay agradables restaurantes, entre los cuales elegimos uno para comer una crema de berengena, albóndigas griegas y mussaka. Tampoco nos resistimos a la tentación de comer un helado artesano, en un cuenco de exquisito hojaldre y chocolate. ¡¡Cómo se nota la influencia veneciana de la ciudad!!
Esta ciudad costera estaba muy codiciada y ante los ataques tuvo que defenderse. Por ejemplo, desde la fortaleza de Bourtsi, que se encuentra en una isla y que es una preciosidad. Otro ejemplo es la fortaleza de Acronauplia, situada en lo alto de un monte. Aunque el camarero del restaurante donde comimos predijo que en dos hora llovería, no lo tomamos muy en serio. ¡¡Con el calor que hace!! Así que, no dudamos en ascender hasta lo alto de la cima durante más de media hora. Al llegar arriba se cumple la predicción: empieza a llover. Tras las fotos de rigor, bajamos de nuevo y nada más llegar al pueblo, la lluvia se convierte en tormenta. Después de unos días tan secos, nos resulta agradable ver llover de esa forma, así que nos tomamos un café en una terraza cubierta, ante el desconcierto de la propietaria.
Con la ropa aún mojada, toca decir adiós a esta ciudad que nos ha encantado, incluso con lluvia. Ponemos rumbo al sur, recorriendo la costa este del Peloponeso, con el mar a la izquierda y elevadas montañas a la derecha. ¿Quién dijo que Grecia es sólo sol y playa? Hoy dormiremos a más de mil metros de altitud y, por supuesto, ¡¡con manta!!
Porque me creo lo que decis (no puedo poner tildes ahora), pero a mi me dices que os habeis recortado la silueta y pegado en esos maravillosos paisajes, y me lo creo. Por cierto, respecto al microondas... Lo ideal es viajar con una cafetera Nespresso portatil y asi ya lo tienes todo hecho. Incluso a veces merece la pena comprarse una en el lugar de destino, que te puede salir mas barato que tomar cafes en el bar de turno (en Mongolia estuve a punto, que cosa mas cara, el cafe era un lujo).
ResponderEliminarSeguid pasandolo bien y deleitandonos con vuestras entradas.
Un beso enorme.
Dani.