21 ago 2016

Girando hacia casa

Hoy, último día de nuestra aventura griega, es el único día en el que no ponemos el despertador. Se acabaron las ruinas milenarias, los monumentos patrimonio de la humanidad y las batallas épicas. Hoy nos despedimos de este país que nos ha acogido durante 16 días, mostrándonos su cultura, tesoros y sus gentes.

Aún así, tenemos todo el día para despedirnos, así que, salimos del modesto pero acogedor hotel de sólo dos estrellas de Tebas para hacer una parada en un lugar que elegimos casi al azar: Chalkida. Elegimos esta ciudad por encontrarse entre la península y la isla de Evia, y que, aunque sólo sea por su situación geográfica, pensamos será agradable. Aunque las calles de pisos no son muy agraciadas, las calles peatonales resultan muy interesantes, pues están llenas de tiendas, aunque están cerradas por ser domingo. Pero sin duda el lugar más bonito es el largo paseo marítimo, lleno de restaurantes y cafeterías. Damos un largo paseo, por pequeñas playas con sombrillas de paja y residencias vacacionales que imaginamos son el lugar de escape para los atenienses.

También nos despedimos de la gastronomía del país, y por todo lo alto. En uno de los restaurantes que miran al mar, degustamos unas croquetas de flor de berenjena, cabrito con salsa de limón y un último gyros, el plato estrella de la cocina griega (mucho más habitual que la famosa moussaka). La música griega, incluida la típica canción de anuncio, hacen perfecto el momento. Después, terminamos en una cafetería chill-out con uno de esos helados artesanos que tantas veces han refrescado los momentos de calor, y un café que, aunque caliente, siempre refresca el paladar y calma la sed.

Cae la tarde y tiramos la toalla... ¡¡literalmente!! Para aligerar la maleta nos deshacemos de ropa y complementos que, aunque en buen estado, trajimos sin billete de vuelta. Con las maletas organizadas y con aroma a aceituna arrugada, le decimos adiós por última vez al mar Egeo en Nea Palatia. Marcamos en el GPS la última dirección de este viaje: el aeropuerto internacional de Atenas. Esto se acaba y haciendo balance, nos da la sensación de que fue hace meses cuando aterrizamos casi sin dormir en el aeródromo ateniense. Como resistiéndonos a volver, vienen a nuestra cabeza los recuerdos y vivencias de estos días...

Grecia ha sido un país ideal para pasar las vacaciones, ya que combina cultura, descanso y gastronomía. Pocos países pueden presumir de albergar ruinas griegas, romanas y micénicas, monasterios bizantinos, tumbas macedonias, canales como el de Corinto, pueblos otomanos, lugares mágicos como Meteora y hasta el manuscrito más antiguo de Europa. Hemos visto cosas y lugares que han estado ocultos durante miles de años y que revelan el pasado de la humanidad, de los que tanto hay que aprender.

Pero también ha habido bellos sitios sitios donde descansar. No sólo en las tranquilas playas de agua cristalina de los mares Egeo y Jónico, sino también en las altas y verdes montañas que predominan en el país heleno. No ha habido día en el que no hayamos visto el mar, y, en la mayoría hemos podido disfrutar también del monte. Aquí no hay que renunciar a nada cuando se pregunta si uno es más de playa o montaña.

El tiempo de agosto ha sido bastante caluroso. Aunque no ha sido un problema para nosotros, hay que estar muy motivados para ver ruinas con 36 grados a la sombra... pero basta con pensar en las vacaciones en los Bálticos para agradecer este tiempo tan soleado. Quizá sea este clima el que moldea el carácter de los griegos: son gente relajada, que parece vivir sin prisas... pero quizá en exceso. Pensamos que esa tranquilidad va combinada con descuido, ya que se percibe que son prácticos pero que descuidan la estética. Las ciudades por lo general no están bien mantenidas: es fácil encontrar basura esparcida, pintadas, aceras irregulares y mobiliario urbano roto. Esa parsimonia tiene también su lado positivo: son gente bien intencionada, amable y evita crear una sociedad abarrotada de normas. Por ejemplo, se puede aparcar en cualquier sitio, ir en moto sin casco, fumar en los restaurantes, ... es un país sin estrés.

Nos ha sorprendido que, siendo un país que entró mucho antes en la Unión Europea, está mucho más atrasado que España. Sin embargo, los precios son más caros, especialmente la ropa y el calzado; la gasolina es un 20% más cara que en España y hay mucha diferencia entre estaciones. Por otro lado, nos ha llamado la atención que salir a comer es muy asequible, tanto para nosotros como para los propios griegos, pues es habitual verlos llenando tabernas y cantinas.


Casi 4.000 kilómetros dan lugar para muchas vivencias, y aquí hemos narrado lo más destacable. Casados y cansados ponemos punto y final mientras volamos rumbo a Madrid, pensando ya en el que será nuestro próximo destino. A los que nos habéis seguido os decimos 'gracias' o como dicen aquí... ευχαριστίες!!

20 ago 2016

Mitos y héroes

Empezamos el penúltimo día escribiendo una carta al director del hotel, y precisamente no de amor. Pablo, fiel a reclamar cuando procede y dispuesto a mejorar las cosas, puntúa en negativo las altas expectativas no cumplidas por el mejor hotel de la ciudad. Claro que lo hace en mi nombre y ya se verá qué sale de esto.


Tomando rumbo al sur hacemos la primera parada en Lamia, una ciudad mediana con un castillo catalán que está cerrado. Hoy es sábado y hay mercado, sobre todo de frutas y hortalizas a muy buen precio, donde compramos unas aceitunas arrugadas que íbamos buscando y que no ha sido tan fácil de encontrar como pensábamos. Lo que resulta ser misión imposible es comprar sellos, ya que las oficinas de correos no abren ni sábados ni festivos. Esto confirma el sobredimensionamiento del funcionariado en este país, que es excesivo y encima no da los resultados esperados.


En cualquier caso, no hemos venido hasta aquí para saber a cuánto está el kilo de berenjenas. Estamos aquí porque muy cerca es dónde se libró la batalla de las Termópilas. Resulta que aquí fue donde el rey espartano Leónidas se enfrentó con sus 300 soldados al ejército persa del rey Jerjes que tenía una cifra no muy clara de soldados pero que varía entre 7.000 y dos milones. Al principio pensábamos que el paso era como una especie de desfiladero entre montañas; sin embargo, el paso tenía a un lado las montañas y al otro el mar (el cual después de 2.500 años se ha alejado unos 5 kilómetros).


Leónidas consiguió durante varios días retener al ejército persa, pues eran más fuertes y estaban mejor preparados para la lucha. De hecho, los dos primeros días de batalla salieron vencedores y con apenas alguna baja. Pero le traicionaron y le dijeron a Jerjes un sendero por el cuál llegar para poder acorralarlos... así que el tercer día les ganaron y eso supuso la colonización persa de Grecia Central. La película 300 cuenta esta historia decorando con mucho músculo y poca ropa... pero por favor, si la veis que no sea la versión de 'español latino', porque más que darse con la espada parece que van a empezar a darse bolsazos.


De aquellas batallas no queda nada en la zona, a excepción del montículo Kolonos que se supone que es donde están los cuerpos de los 300 solados espartanos. Sin embargo, para recordar la heroicidad de Leónidas, hay una monumento y un centro de interpretación, con vídeos, paneles interactivos y un cine 3D que narra cómo ocurrió todo.


Uno de los tesoros de Grecia Central es la antigua ciudad de Delfos, que es Patrimonio de la Humanidad. En ella hay un grandioso teatro, un templo dedicado a Apolo, una vía Sacra, etc. Uno de los puntos que más destaca es el estadio de 200 metros de largo y que es un de los mejor conservados del país. No en vano, aquí se celebraban los Juegos Píticos, similares a los Juegos Olímpicos.


Pero sin duda, lo más llamativo de Delfos es su Oráculo. Hasta aquí venían de todo Grecia a hacer preguntas al oráculo, en el cual unas señoritas llamadas pitias entraban en trance y unos sacerdotes interpretaban las respuestas. Hay versiones que dicen que lo que realmente ocurría era que del suelo salían unos gases que drogaban a las pitias. Además, las respuestas que daban siempre eran muy ambiguas, y así, en función de la interpretación, el porcentaje de acierto aumentaba. En cualquier caso, a la gente de aquella época le gustaba tener la sensación de tener una información extra, así que estuvo muy solicitado durante muchos años. Hoy sólo hay una piedra donde estaba el oráculo, así que casi todo el mundo se hace la foto en el templo dedicado a Atenea Pronaia, mucho más bonito y con el valle de fondo.

Pasando cerca del Monte Parnaso llegamos hasta otro monumento que es Patrimonio de la Humanidad: el Monasterio de Osios Loukás. Aunque por fuera no parece gran cosa, se ha ganado el título de la Unesco por varios motivos: tiene mosaicos del fin del periodo bizantino y fue el primero de planta octogonal, algo que imitarían las iglesias bizantinas tardías. En una cripta dedicada a Santa Bárbara (que era de una iglesia aún anterior), está el sarcófago de San Lucas. Lo que no podíamos imaginar es que el cuerpo incorrupto estuviera en una urna de cristal en la iglesia, enseñando una manita de dedos huesudos de color café... bueno, al menos han dejado unos dulces típicos con tropezones mientras uno ve el espectáculo.


Acabamos el día en Tebas, donde pretendíamos ver la fuente de Edipo. Según la leyenda el Oráculo de Delfos predijo que Edipo acabaría matando a su padre, el rey de Tebas; y, casualidades de la vida, lo mató sin saberlo, pasando a ser él el nuevo rey y casándose con la reina, que sin saberlo resultó que era su madre. Tanta casualidad... es demasiada, ¿no? Siglos y siglos después, Freud utilizaría el nombre de Complejo de Edipo para referenciar a la fijación de un hijo varón por su madre. Se supone que en Tebas hay una fuente donde Edipo se lavó las manos después del parricidio... pero, como si preguntásemos por la Sagrada Familia en Bilbao, todo el mundo pone cara sorpresa y no conseguimos encontrarla.


Tebas es una ciudad fea, así, sin rodeos. Así que, ya que hemos venido, le damos una oportunidad al Museo Arqueológico, que nos sorprende gratamente. Según leemos en la guía, lo más valioso son unos sarcófagos micénicos, que curiosamente es lo único que no está dentro de vitrinas. Antes de ir al hotel, investigamos porqué se están asando cochinillos en la calle central del pueblo... y no sé cómo acabamos cenando un buen plato cerdo tierno y jugoso. ¡¡Quién nos iba a decir las sorpresas que nos deparaba la fea Tebas!! Quizá debimos preguntarle al Oráculo...

19 ago 2016

Volos

Recorrer un país en coche implica alojarse casi cada día en un hotel diferente. Para organizar este viaje de 16 días vamos a pasar 15 noches en 12 hoteles diferentes, y sólo en dos de ellos estamos más de una noche. En Atenas estuvimos dos noches en el mismo hotel para así poder ver la ciudad. En Tesalónica pasamos tres noches, tanto para ver la ciudad como los alrededores y elegimos un hotel en Oreokastro, una localidad colindante que casualmente parece de gente bien acomodada. Eso sí, en el hotel hay algunas mujeres que pensamos son búlgaras y rumanas con dinero que se han pasado con el tinte y los tacones... hasta el punto de parecer otra cosa.


Hoy es un día de transición: la cuenta atrás para que terminen nuestras vacaciones griegas ha comenzado y poco a poco tenemos que ir volviendo hacia Atenas. Como estamos muy lejos, haremos hoy una buena sentada de kilómetros, despidiéndonos de Macedonia y volviendo a Tesalia. Además, en esta zona, aunque hay también muchas ruinas, no hay nada que nos haya llamado la atención. De hecho, teníamos pensado ver la península de Pelión, de donde según la mitología griega eran los centauros... pero desistimos dado que parece que las carreteras tienen muchas curvas.


El cambio de plan nos lleva hasta Agria, una pequeña localidad perteneciente a Volos donde pasamos parte del día. No tiene playas de arena fina, pero en su larga costa tiene muchos chiringuitos y gradas con sombrillas para bañarse en el mar. El agua tiene la temperatura perfecta y está muy tranquila ya que, aunque es el mar Egeo, nos encontramos en un golfo, el Golfo Pagasético. Bajo unas sombrillas de paja y disfrutando del mar, estamos hasta media tarde.


Grecia es el país europeo con más kilómetros de costa, y hay para todos los gustos. Antes de venir nos imaginábamos muchas playas como las de España, con apartamentos, restaurantes y servicios varios; también pensábamos que iba a haber muchas calas pero que el agua no iba a ser tan turquesa como aparece en los catálogos turísticos. Después de unos cuantos días de viaje, hemos llegado a la conclusión de que no hay playas masificadas en plan Benidorm, sino que hay muchas playas familiares en las que se está muy a gusto. Calas hay muchas, pero la mayoría son de piedras o de arena gruesa, lo cual es a veces más cómodo. Y lo del agua totalmente transparente eso sí que es cierto... y sorprendente. Además, una cosa que es de agradecer es que se puede aparcar en cualquier sitio, sin tener que pagar y con total tranquilidad. Vamos que, para darse un baño sólo se necesita tener ganas y estar cerca del mar.


El resto de la tarde lo pasamos en el centro de Volos. Como esta ciudad industrial no tiene grandes cosas para ver, nos damos un caprichito y nos alojamos en el Palace, hotel con nombre demasiado evocador y que en la práctica es un cuatro estrellas muy justito. Quizá como cortesía nos dan una habitación que tiene una terraza más grande que la propia habitación, pero que mira a la parte de atrás. ¡¡Con la de habitaciones más sencillas que tendrán mirando al mar!!


En información turística nos dan varios mapas y unos cuantos folletos que tienen prisa en agotar, pues algunos son en un perfecto griego cuando se nota a la legua que sólo dimos latín. Seguimos uno de los itinerarios propuestos, que transcurre por el paseo marítimo. Uno de los monumentos más importantes es el arca de Argo, donde Jasón navegó con los argonautas en busca del vellocino de oro... buf, una de esas chapas mitológicas griegas con nombres imposibles que nadie entiende. Como la Odisea de Homero... ¿Alguien ha conseguido saber de qué va sin ver los dibujos? Pero si esta epopeya de Ulises se conoce como la 'iliada'... 'iliada mental' la llamaría yo.


Tomamos un café helado en una terraza, donde nos atiende el hermano gemelo del policía de 'El tiempo entre costuras'. Después visitamos la iglesia de San Constantino, donde toda la gente que entra da besos a una cajita plateada. La curiosidad nos puede y preguntamos a un cura que a ver qué contiene, y nos cuenta que son huesos de San Constantino y de Santa Elena, así como un trozo de la Santa Cruz. Fíjate lo que uno se encuentra por el camino... un centímetro cuadrado de la cruz donde mataron a cristo.


Para terminar el día damos un paseo por la calle Ermou, que es donde están todas las tiendas. Los precios de ropa y calzado son más altos que en España, y, todo sea dicho, tampoco es que vayan mucho a la moda. De hecho, lo mejor está en las cadenas textiles españolas... así que esta vez no cargaremos en nuestra maleta ninguna prenda griega.


Antes de recogernos cenamos en un restaurante donde un joven lee el manual de instrucciones de una manta eléctrica que va a dar Aena a sus accionistas, pues pone en la portada claramente 'Aena Manta'. Ahora sí, toca despedirse de la ciudad natal de Vangelis... ¡¡vamos vol-ando a la cama!

18 ago 2016

Monte Athos


Después de nuestra 'gran boda griega', retomamos la normalidad, aunque hoy será uno de los días más tranquilos del viaje, pero no por ello menos interesantes. Cuando preparamos el viaje descubrimos un sitio que no conocíamos y que nos fascinó, el Monte Athos, dónde pasaremos casi todo el día... pero nada de senderismo esta vez.



Dentro de Grecia, en la península Calcídica, se encuentra el Estado Monástico Autónomo de la Montaña Sagrada. Es como un pequeño Vaticano ortodoxo, pero, aunque lleve el nombre de 'estado' realmente no es un país independiente, pues pertenece a Grecia. Sin embargo, tiene un estatus especial, tanto con respecto al resto del país como de cara a la Unión Europea. Por un lado, no paga impuestos al gobierno heleno, aunque sí que disfruta de sus servicios como la policía, las aduanas, servicios postales, etc. De cara a la Unión Europea, no está obligado a cumplir sus leyes; además, aunque Grecia sí que está dentro, aquí no aplica el Tratado de Schengen ya que, para evitar tentaciones sexuales, no está permitido que las mujeres entren al Monte Athos; es más, no pueden acercarse a menos de 500 metros. ¿Y por qué? Pues porque resulta que aquí viven 2.200 monjes (todos hombres) que buscan tranquilidad y recogimiento, y que no han dejado entrar a las mujeres desde su fundación en el año 963, a excepción de las refugiadas que acogió durante la Guerra Civil Griega (pero que no se vuelva a repetir, eh?).



Visitar el Monte Athos es realmente complicado: hay que pedir un permiso especial al Gobierno Griego ya que sólo 10 turistas no ortodoxos pueden acceder al día. Además, es obligatorio especificar qué monasterios se van a visitar y en cuál se tiene el alojamiento. Por si fuera poco, moverse por la península es complicado: aunque hay un autobús lo habitual entre los monjes es ir andando por senderos... ¡¡y son 57 kilómetros de península!! Así que, como el resto de turistas cogemos un barco desde el cual veremos la costa oeste.




El barco sale de Ouranopolis, una localidad muy turística que está al comienzo de la península. El trayecto dura tres horas y media, y va dando explicaciones en varios idiomas sobre los monasterios. Se ven 12 de los 20 que hay en la actualidad. Para llegar al primer monasterio se tarda unos 45 minutos, tiempo que unas gaviotas que persiguen el barco amenizan.


 
La mayoría de los monasterios son del los imperios bizantino y otomano, y son realmente espectaculares: algunos están en plena costa y otros subidos en algún acantilado. Según las explicaciones dadas por megafonía, todos tienen patrimonios de incalculable valor: desde bibliotecas con manuscritos hasta un trozo de la cruz de Cristo. También nos cuentan cómo es la vida de los monjes: tienen 156 días de ayunto al año, hacen dos comidas al día y dividen su actividad en tres partes, con 8 horas para trabajar, 8 horas para rezar y 8 para descansar. ¿Y cuándo van a la escuela de idiomas, hacen un máster, ven a la familia, organizan viajes, limpian la casa, ven a los amigos y hacen deporte? Vamos a tener que darles un curso de Gestión del Tiempo.


Aunque la visita es un poco a distancia, a merecido la pena ver desde el mar esta península que es Patrimonio de la Humanidad. Además, como regalo de última hora, y tras un momento de tumulto por parte de los pasajeros abordo, vemos tres delfines. Van delante del barco y a su misma velocidad, haciendo pequeñas curvas y saliendo a respirar, como si de una coreografía se tratara. Hay que verlo para creerlo, pero la armonía con la que se mueven te llegan a hacer dudar hasta de si son de verdad.

Por todo el litoral griego hay kilómetros de playas con aguas transparentes que son una gozada. En la tele habíamos visto que en Sitonia (la subpenínsula central) había una de las playas más bonitas llamada Kavourotrypes, a la que teníamos intención de ir. Pero... estamos ya tan cansado de circular por las carreteras en curva griegas que decidimos ir a la playa en el mismo Ouranopolis. Alejándonos un poco conseguimos estar en una cala en plan privé, con unas tranquilas aguas turquesas sólo para nosotros. ¡¡Hemos llegado al paraíso!! ¡¡Aunque hoy hace calor como en el infierno!! A ponerse a remojo...

Y antes de dar por finalizado el día, y como nos pilla de paso, visitamos el Parque Aristóteles en Estagira. Se trata de un pequeño parque con una escultura del pensador y algunos de sus inventos con los que se puede interactuar: efectos visuales, generador de tornados, lo de las bolitas que transmite la energía de la primera a la última, etc. Como dos niños pequeños lo tocamos todo y termina siendo divertido y pedagógico.

Volvemos hacia Tesalónica, mirando al oeste y a un sol anaranjado en pleno ocaso. Estamos agotados, así que, una cena rápida por el centro, un helado artesano y a dormir.

17 ago 2016

Tesalónica: El evento


Hasta las seis de la tarde el día ha sido parecido a lo que suele ser una jornada habitual en nuestros viajes: descubrir lugares interesantes y disfrutar de la cultura de otros países. Y así lo hemos contado en la entrada anterior. Sin embargo, en esta segunda entrada de hoy hay una gran sorpresa.


En Tesalónica hay muchas iglesias: grandes y pequeñas; antiguas y modernas; sobrias y recargadas. En una de ellas, mirando los frescos, nos saluda el sacerdote y nos pregunta que de dónde somos. Entablamos conversación y para no molestar a los fieles que van a rezar nos invita a su oficina, donde hay aire acondicionado y agua fresca. Calculamos que tiene unos 35 años y se defiende muy bien en inglés, así que la conversación es muy amena. Hablamos de nuestro viaje, de nuestros países y del suyo, de la situación con el país de Macedonia, de la crisis griega, de política en general, ...


Y cómo no, hablamos también de religión porque, al fin y al cabo, es su oficio. En nuestra condición de casados, y ante un sacerdote ortodoxo, cuando se tocan temas como la pareja o la familia ponemos especial cuidado en lo que decimos, no vaya a ser que con toda la buena intención del mundo podamos ofenderle y nos veamos en una situación embarazosa. Sin embargo, en un momento dado apela a nuestro estado civil... y le confieso que estamos casados, entre nosotros. Soy de la opinión que con honestidad y respeto se llega a todos los sitios, y también se puede salir de ellos... si nuestro enlace le ofende, bastará con despedirnos con el mismo respeto con el que hemos entrado.


Sin embargo, la noticia le alegra enormemente y así lo demuestra dándonos la enhorabuena y sendos abrazos. La tensión latente en torno al tema desaparece y hablamos tranquilamente de los años que llevamos juntos, de nuestros sentimientos y de nuestra boda. Aunque es un sacerdote ortodoxo, ha llevado la palabra de Dios por Islandia, Alemania y Austria, entre otros países; y seguramente el contacto con otras perspectivas de la misma fe ha moldeado su forma de ejercer el sacerdocio. Nos cuenta que para él la Biblia es la guía que ha de regir el corazón y el amor entre las personas, y que no se debería utilizar para juzgar el estamento del matrimonio en su aspecto social.


Visiblemente feliz por ver que a pesar de las dificultades ha triunfado el amor, y al decirle que, evidentemente, estamos casados sólo por lo civil, se ofrece a bendecirnos y que, incluso, si queremos a casarnos. Al principio no damos crédito de lo que está ocurriendo... ¿casarnos por la iglesia ortodoxa en Tesalónica de forma improvisada? La iglesia ortodoxa no casa gente del mismo sexo, por lo que no podrá darnos ningún documento donde conste el enlace religioso. Pero que él, como siervo de Dios, si queremos confirmar nuestro enlace ante Nuestro Señor, nos casa por el rito ortodoxo.


Y evidentemente decimos que sí. Le damos nuestras alianzas y empieza con la liturgia del matrimonio. Como nosotros no entendemos el griego la realiza en inglés. Nos bendice a nosotros y los anillos; aunque se suele hacer con unas coronas, pasa los anillos sobre nuestras cabezas; después nos manda juntar nuestras frentes mientras lee las lecturas bíblicas. A diferencia de en la iglesia católica, no se dice el 'sí quiero', pero sí nos manda ponernos el uno al otro la alianza. Apenas son cinco minutos que se nos pasan volando, y que, como es habitual por los nervios uno luego no se acuerda de todo lo que ha dicho el cura. Eso sí, cuando finaliza, nos dice que podemos darnos el beso de recién casados. Ha sido muy emotivo y lo hemos vivido con mucha intensidad, pues nunca pensamos... ¡¡que nos pudiéramos casar por la iglesia!! Luego, para celebrarlo nos ha invitado a tomar un café en un bar cercano, donde hemos seguido charlando hasta que ha llegado la hora de despedirnos fundiéndonos en un abrazo.


Quizá alguien piense que no ha sido más que un pequeño teatro... y por eso igual no está de más traducir del 'ortodoxo' al 'católico' todo lo que ha ocurrido. Lo primero aclarar que la iglesia ortodoxa y la iglesia católica comparten las mismas creencias (sólo hay algunas diferencias en la jerarquía y en las formas), por lo que el significado del rito es el mismo. Por otro, aclarar que no ha sido en cualquier lugar... Tesalónica tiene un millón de habitantes, por lo que equivaldría a Barcelona en España; aún así, imaginemos que estamos en nuestras ciudades natales que aún siendo más modestas son considerablemente importantes. Pues si paseando por Toledo o Bilbao, entramos a una iglesia de cierto estatus eclesiástico y un cura se ofrece a realizar la liturgia completa del matrimonio, estaríamos igual de casados que si lo hace ante doscientos invitados. Nuestros compromisos, voluntades y obligaciones son las mismas... y la bendición en nombre de Dios es la misma nos dé después un justificante de matrimonio o no.


Así pues, hoy, 17 de agosto de 2016 nos hemos vuelto a casar. Tenemos fotos del enlace y hasta un icono que nos ha dado el sacerdote como regalo de boda... pero no subimos las fotos al blog ni revelamos el lugar exacto para proteger la identidad del sacerdote, no vaya a ser que este acto de buena fe le pudiera causar algún problema. Pero nunca se sabe... según él mismo reconoce, igual hemos hecho historia, realizando la primera boda gay por la iglesia en Tesalónica. Lo que sí es seguro es que... ¡¡él ha hecho historia en la historia de nuestras vidas!!

Tesalónica: La visita

Desde que escribimos el blog para contar nuestros grandes viajes, hoy es la primera vez que nos vemos en la necesidad de publicar dos entradas para un mismo día... y es que nos ha ocurrido algo tan inesperado como importante en nuestras vidas. En esta entrada hablamos de la visita, y en la siguiente, del evento... no hay que saltarse ninguna, eh?


Aunque terminaremos el día muy felices, empezamos nuestra visita a la capital de la región de Macedonia Central por un lugar triste: el Cementerio de los Aliados. Este es uno de esos sitios que aunque no nos tocan, no dejan de ser sobrecogedores pues hay unas 21.000 tumbas de solados serbios, franceses, ingleses, italianos y rusos. Cayeron en la Primera Guerra Mundial y visualizar las miles de cruces alineadas casi milimétricamente es un ejercicio para reflexionar sobre los errores en los que no debemos volver a caer.


Tesalónica es la segunda ciudad más grande de Grecia y, aunque muchos no la visitan, tiene mucho que ofrecer. Es cierto que está algo descuidada y que hay mucho tráfico y gente de un lado para otro. Pero si uno se fija bien puede ver que tiene edificios muy bonitos que aún reflejan un esplendor pasado. Además, es una ciudad que mira al mar, lo cual le da un aire más abierto y agradable para pasear.


Entre sus monumentos hay joyas catalogadas como Patrimonio Mundial, como lo es el conjunto de iglesias bizantinas que datan de los siglos del cuarto al catorce. Tesalónica fue la segunda ciudad más importante del imperio bizantino hasta que cayó en manos otomanas. Al igual que como hicieran en Estambul con Santa Sofía, decidieron convertir las iglesias en mezquitas, tapando las pinturas y mosaicos con escayolas. Gracias a esa reutilización han llegado a nuestros días e incluso se han podido recuperar muchas pinturas y mosaicos. A lo mejor estos turcos fueron los precursores de las tres erres: reducir, reutilizar y reciclar. ¡¡Todos unos ecologistas!! Visitamos varias de las iglesias y, aunque quizá por fuera no es la más bonita, la de San Demetrio es la que más nos llama la atención; es la más grande y acoge los restos del santo San Demetrio, patrón de la ciudad.


El aire húmedo delata que estamos cerca del mar, aumentando la sensación de calor. Para refrescarnos nos tomamos un café frappé bien fresquito, y así descansamos un poco, ya que el cansancio de los doce días de viaje se va a acumulando. Después visitamos los monumentos de la era romana de la ciudad, entre ellos el ágora y el arco y el mausoleo de Galerio. Este último edificio es conocido como La Rotonda, y pretendía ser la tumba que mandó construir para sí mismo el emperador romano Galerio. Sin embargo, su cuerpo nunca fue enterrado aquí y se destinó a ser mezquita e iglesia. Su minarete es el único que queda en Tesalónica y el interior de la Rotonda es muy interesante, ya que, similar al Panteón de Agripa de Roma, se trata de un edificio circular sin ninguna columna en el interior... Ingeniería romana que bien merece el título de la Unesco.


Es ya mediodía y el calor aprieta... así que el museo es un buen lugar para refugiarse del astro rey. Como en otros que hemos visitado, hay un buen conjunto de cerámicas, esculturas y columnas dóricas. También es de destacar las coronas de hojas hechas en oro de la nobleza macedonia. Pero si duda, la joya del museo es algo que hasta ahora ni sabíamos de su existencia: El Papiro de Derveni. Aunque roto en pedacitos, los 226 fragmentos que lo componen son el manuscrito más antiguo de Europa, de hace unos 2.300 años...y escritos con buena letra.


En la capital de la antigua Macedonia no podían faltar los honores a su gran héroe: Alejandro Magno. Aunque la ciudad recibe el nombre de su hermanastra Salónica, uno de los iconos de la ciudad es la estatua ecuestre del rey Alejandro III. Junto a él, y a tamaño real, se muestran las lanzas y escudos que llevaba su ejército. Mucha mousaka tendrían que comer para poder transportarlos y usarlos en combate porque son gigantes.


Otro de los iconos de la ciudad es la que se conoce como Torre Blanca. Esta torre circular formaba parte de la muralla que mandó construir Suleimán el Magnífico durante la ocupación otomana. Cuando cayó el imperio otomano se mandó pintar de blanco en señal de purificación, y de ahí toma su sobrenombre. No debieron de utilizar pintura de muy buena calidad porque blanca, lo que se dice blanca, no parece que sea.


Otra joya que esconde la ciudad es la casa natal de Mustafa Kemal Atatürk, fundador y presidente de la actual Turquía. Cualquiera que haya estado en ese país sabrá lo mucho que le veneran: sus fotos están por todas partes, desde en un bar hasta en un supermercado. No sabemos cómo les sentará a los turcos que su gran héroe naciera en la Grecia otomana y que en la actualidad su casa natal esté en otro país. Al menos les queda el consuelo de que esté custodiada por turcos, dado que está dentro del recinto del consulado de ese país. Sin darnos cuenta parecemos muy fans de Atatürk, ya que hemos estado en su casa natal, en Estambul donde murió y en Ankara en su mausoleo. Ya tenemos excusa para visitar el país de Macedonia, pues estudió allí en Monastir, la actual Bitola.


Hemos hecho hambre y hacemos una comida-merienda-cena a las cinco de la tarde, pues por fin hemos encontrado un lugar donde sirven gemistá. Este plato que habíamos visto pero que aún no habíamos probado, se compone de unos pimientos rellenos de arroz. Están muy ricos y los acompañamos con otro plato típico del cual no recordamos el nombre, muy parecido al pisto pero con berenjena y patata. ¡¡Nada como la cocina mediterránea!!

Paseando por la ciudad, viendo tiendas y gente pasar, nos ocurre algo que nadie se podía imaginar que nos fuera a ocurrir aquí y ahora... esta tarde la recordaremos para toda la vida.

16 ago 2016

Vaya Macedonia

Si hay animales en Grecia, esos son perros y gatos. Los primeros vagan por la calle, bastante desaliñados pero con aspecto inofensivo; forman parte del paisaje y la gente asume que estén en cualquier sitio con naturalidad. Los segundos campan a sus anchas por lugares más selectos, como monasterios, castillos y hoteles. Desayunando con vistas al mar, un gatito se encapricha de Pablo, intentando atraer su atención... pero Pablo le rechaza y lo aleja, volviendo en seguida en busca de cariño. ¡¡Pero si es muy simpático y además se come las moscas!!


Ya en carretera, pasamos cerca del Monte Olimpo, el más alto del país. Allí arriba es donde vivían los dioses griegos y donde las jovenzuelas untaban tostadas de Filadelfia. Se supone que desde allí Zeus y otros dioses decidían nuestros destinos... aunque en nuestro caso lo hace Beckie, nuestra GPS.


Nos encontramos en Macedonia, cuna de Alejandro Magno y centro del Imperio Heleno. Pero vayamos por partes, y empecemos por su padre, Filipo II. Resulta que este rey macedonio quería hacer un gran imperio, pero sólo le dio para unificar diferentes pueblos y formar lo que fue el primer país heleno. A Filipo II lo asesinaron en Aigai, en la actual Vergina, que es a donde nos dirigimos. Inicialmente no teníamos grandes expectativas de esta visita, pero ha resultado ser sorprendente. Debajo de un montículo artificial han construido un museo sobre cuatro tumbas, entre ellas la de Filipo II. Se exponen un montón de objetos encontrados en las tumbas entre ellos su traje de lucha con escudo y todo. Para ver las puertas de dos tumbas se baja por unas escaleras y resulta estremecedor estar delante de esas construcciones funerarias de hace 2400 años. Lástima que no se puedan hacer fotos para poder mostrar el que se considera como uno de los hallazgos arqueológicos más importantes de Grecia y que es Patrimonio de la Humanidad.


Filipo II llevó a su pequeño Alejandro a escuelas privadas, pues para eso era el rey. Aristóteles gozaba de buena reputación, así que lo matriculó en filosofía en su escuela. Lo que ya no se sabe era qué notas sacaba el mozo. Nosotros visitamos la Escuela de Aristóteles, de la que quedan sólo algunas paredes y unas cuevas. Más que escuela parece campamento de verano.


Tras salvarle la vida a una tortuga que cruzaba la carretera sin mirar, y siguiendo las indicaciones de un pequeño centro de reuniones al lado de la escuela de Aristóteles, nos dirigimos a visitar otras dos tumbas macedonias en Lefkadia. Al llegar nos extraña no ver el precio de la entrada, ni que haya nadie cuidando el lugar, y que todo esté cerrado a cal y canto. Después, de casualidad, encontramos al cuidador y nos dice si veníamos a ver las tumbas... y que si somos arqueólogos o estudiantes. El cuidador nos enseña las dos tumbas, ambas cubiertas por arriba y con una puerta de metal para protegerlas. Nos cuenta que una se llama la Tumba de El Juicio, ya que tiene pinturas en las que se muestran a dos dioses que decidían a quién enviaban al cielo y a quién al infierno; nos cuenta también que esa tumba pertenecía a un primer general amigo de Alejandro magno. La segunda se llama la de La Palmera, debido a que esta planta aparece en varios sitios; esta nos cuenta que pertenecía a gente poderosa de la época. Por esta zona se han encontrado muchas tumbas macedónicas de hace unos 2400 años. Poder verlas en tour privado ha sido todo un lujo... y más aún cuando buscando información en internet leemos que sólo se pueden visitar bajo petición y para su estudio... ¡¡ahora entendemos las preguntas del vigilante bonachón!!


Cuando Filipo II fue asesinado, Alejandro III heredó el imperio que había construido su padre. Tenía tan sólo 20 años y en menos de 13 consiguió formar el Imperio Heleno, que llegaba hasta la actual India. Debido a sus éxitos, él sería conocido para siempre como Alejandro Magno y una ensalada de frutas cortadas como Macedonia. Que sí, que sí, que no es broma. Como consiguió mezclar bajo un mismo imperio personas y culturas diferentes, el nombre de su región pasó a denominar, por semejanza, a la mezcla de frutas. Y no es de extrañar, porque todos los campos están llenos de melocotoneros, manzanos, ciruelos, higueras y vides... Macedonia es realmente una macedonia de frutas.


Y claro, para regar todos esos campos se necesita agua... como por ejemplo el agua de las cascadas de Edessa. No son las más espectaculares del mundo, pero oír el estruendo de una cascada de 70 metros siempre impacta. Se puede también pasar por detrás y hasta entrar en una pequeña cueva con estalagmitas. Ya que estamos con el agua, subimos un poco más al norte para ver las piscinas de Loutra Pozar y darnos un chapuzón refrescante... ¿o caliente? Desde las montañas que separan el país de Macedonia con la región griega de Macedonia, bajan dos corrientes de agua: una calentita y otra helada. La caliente no parece tan caliente hasta que vienes de la fría; la fría no parece tan fría hasta que vas desde la caliente; y la combinación de las dos resulta... relajante. Juguemos de nuevo... ¿dónde está Pabli?


Con tan sólo una hora antes de que cierre, llegamos a tiempo para ver las ruinas de Pella. Aquí fue donde nació Alejandro Magno y ésta fue la capital de su imperio. No quedan apenas construcciones en pie, pero se conservan algunos de los mejores mosaicos de todo Grecia. Curiosamente, lo que nos alucina es el museo, con gran cantidad de objetos expuestos y muy bien presentados en un moderno edificio.


Hoy terminamos las visitas en Pella, la ciudad más importante de la antigua Macedonia. Mañana visitaremos Tesalónica, la ciudad más importante de la actual Macedonia.

15 ago 2016

Meteora


Cada día descubrimos cosas nuevas de los helenos y hoy, en el hotel Amfithea, confirmamos lo que hemos visto en varios hoteles de los días anteriores: el aire acondicionado está conectado con las puertas de los balcones, de forma que no se encienden si las puertas no están completamente cerradas. La verdad es que está muy bien pensado para un país en el que hace tanto calor durante el verano. Lo que no conseguimos saber es con qué está conectado el wi-fi, porque desde media noche no funciona y ninguna de mujeres que atienden el desayuno saben arreglarlo.


Hoy atravesaremos las provincias de Epiro y Tesalia en Grecia Central y acabaremos en Macedonia, pero no en el país de las famosas siglas F.Y.R.O.M., sino en la región norte de Grecia. Por estas altitudes se deja notar la influencia turca: ya ayer la apreciábamos en Ioannina y nos acompañará durante los próximos días. En Métsovo, primer pueblo que visitamos, tanto el estilo como las casas son claramente túrquicas y es que no hay que olvidar que Grecia se separó del Imperio Otomano hace relativamente poco, en 1830. En 200 años, aunque no lo parezca, hay cosas que no cambian y son muchos los puntos en común que encontramos con nuestro viaje a Turquía en 2009.

Lo que no encontramos allí y que dudamos exista en otro lugar del planeta, es el conjunto de monasterios suspendidos de Meteora. De hecho, por su singularidad, son Patrimonio Mundial de la Unesco. A medida que nos acercamos vamos intuyendo los gigantes pináculos, con un aire a Montserrat. Sin embargo, enseguida se percibe que sobre algunos de ellos hay unas bonitas construcciones: monasterios ortodoxos del siglo XV. Definitivamente a los ortodoxos les encanta poner sus rincones espirituales en los lugares más complicados... un día de estos vemos que ocupan el Pirulí.

A Meteora llegó el primer monje en el año 985 y desde entonces ha tenido mejores y peores etapas. En su momento de mayor esplendor llegó a haber 23 monasterios. Sin embargo, en la actualidad sólo quedan seis de ellos: Agios Nikólaos, Rousanou, Megálo Metéoro, Varlaám, Agia Triáda y Agios Estéfanos.


 

Los seis son visitables por el módico precio de tres euros; pero como lo espectacular es su emplazamiento, decidimos entrar sólo en dos para hacernos una idea de cómo viven los monjes en ellos. El primero que visitamos es el de San Nicolás: es quizá el más pequeño, pero resulta muy agradable subir por sus estrechas escaleras hasta la terraza.


El segundo que visitamos es el Gran Meteoro que data del 1382, siendo el más antiguo, y que con sus 623 metros de altura es también el más alto. Éste es mucho más amplio y tiene tres plantas, con un museo eclesiástico y otro sobre la guerra de independencia. Una estancia que nos impresiona es una pequeña habitación que se ve por una ventana en la que hay una estantería llena de cráneos. Con tan poco espacio, ¿qué harían con el resto del cuerpo?

Meteora es uno de los platos fuertes de Grecia, y la verdad es que no decepciona. Hoy 15 de agosto se celebra también aquí la Asunción de la Virgen, así que muchos griegos aprovechan este día festivo para hacer turismo. A ellos se les han unido en este lugar principalmente macedonios, serbios, búlgaros y algún moldavo... todo un cóctel balcánico. Nosotros, después de 'meter horas' viendo Meteora, seguimos nuestro camino hacia la costa del Egeo.

Hacemos una parada en Trikala, donde dando un paseo vemos el barrio otomano de Varósi, la Fortaleza Bizantina y la mezquita: en cualquier momento va a cantar el muyahidín... Pero no, seguimos en Grecia porque seguimos resolviendo teoremas al leer las señales que están en griego. Pasamos por Larisa y nos da 'la risa'.




A pocos kilómetros de la costa, pasamos por el Valle de Tempe, por donde fluye el río Pineíos. Según la mitología la serpiente Pitón vivía aquí y custodiaba un oráculo. Cuenta la leyenda que aquí Apolo se purificó tras matar a la serpiente Pitón, que custodiaba el oráculo. A este lugar se le llama la Fuente de Dafne y se le atribuyen propiedades curativas, así que no dudamos en meternos para que nos 'cure' el cansancio y sigamos tan sanotes como hasta ahora. El agua está congelada, así que hacemos nuestras plegarias en tiempo record. Después visitamos el anejo monasterio de Agia Paraskeví, escavado en la roca al lado del punto donde nace el manantial. De hecho, por un pequeño túnel se puede acceder hasta ese mismo punto.


Continuando por la incompleta autopista E75, un cartel nos da la bienvenida a la región de Macedonia, la parte norte de la República Helena. Nuestra meta de hoy es Platamonas, donde visitamos su castillo bizantino, cenamos y damos un paseo por la playa antes de ir al hotel. No sabemos si es por estar en tierras de Alejandro Magno pero hoy dormiremos casi como él... ¡¡en una cama con dosel y chimenea en la habitación!! Lo que no pega es el jacuzzi... y es que, resulta que se han quedado sin habitaciones dobles y nos dan una suite. ¡¡Parecemos los bellos durmientes!!

14 ago 2016

Ruta por los montes Pindo

El parloteo hasta las tantas de los vecinos alemanes del apartamento de abajo combinado con el sonido de los grillos, nos sirven de nana para dormirnos en Igoumenitsa... todo un max-mix de insectos. Nos levantamos a la siete, un poco más tarde que de costumbre, pero poco más habríamos podido dormir, porque a las siete y media suenan las campanas de la iglesia como si las tuviésemos en la mismísima habitación. En el desayuno, el propietario de los apartamentos nos hace un examen de griego, para ver si declinamos bien... ¡¡pero si somos de ciencias!! Si quiere, después de cinco años de carrera, le hago unas integrales utilizando el alfabeto griego incluyendo mayúsculas.


Hoy vamos a disfrutar de un día predominantemente de naturaleza, en el área norte de los montes Pindo, en la región periférica de Epiro. Empezamos con las ruinas griegas de la antigua ciudad de Dodóni del año 1000 antes de Cristo. No son de las más visitadas y, como aún es temprano, el excesivo funcionariado se encuentra charlando, fumando y tomando café frappé. Pero ahí llegamos nosotros para que tomen posiciones... por delante de un grupo de franceses que llega en segundo lugar. ¡¡Para que luego digan de los españoles!!


Todas las ruinas que visitamos tienen alguna peculiaridad que las diferencian del resto, y las de Dodóni no son una excepción. Por un lado, aquí está uno de los teatro más grandes de Grecia, al que sólo le falta que vendan las entradas en Atrapalo. Por otro, aquí se encontraba el Oráculo de Zeus, el segundo más importante después del de Delfos. En torno a un árbol ponían unos calderos de bronce y con el tintineo de los calderos y el sonido del follaje del árbol, daban respuesta a las predicciones que los griegos solicitaban. El árbol original ya no existe, pero en su lugar han plantado otro para que uno se haga una idea. Frente a él, en una columna con forma hondeada hay muchas monedas, seguramente para pedir suerte y fortuna a lo que pueda quedar del Oráculo. Echamos una moneda de diez céntimos para ver si funciona... y horas después recibimos el mensaje de que hemos acertado una primitiva de tres números... ¡¡hay si hubiésemos echado toda la calderilla que llevábamos encima!! Por ahora el Oráculo no me librará de las bases de datos Oracle.


A pocos kilómetros entramos en el área protegida de los montes Pindos del norte, declarado Geoparque Global por la Unesco. De estos montes cubiertos por un frondoso manto verde se embotella el agua que hemos estado bebiendo durante el viaje, Zagori y Bicos, cuyas fábricas vemos desde la carretera. En la oficina de acogida al visitante, un funcionario bien aleccionado nos organiza en un momento una ruta para todo el día, mientras su compañera navega por internet.


Visitamos los pueblos de Dilofo y Kipi, con un estilo arquitectónico basado en piedra clara, creando conjuntos con mucha armonía salpicados por plantas de colores. Con el lienzo verde de fondo parecerían un sitio idílico para dar un paseo, pero el suelo empedrado de forma irregular hace que uno esté más atento a no tropezar que a disfrutar de las vistas. Lo mejor es sentarse en un buen mirador y disfrutar de la tranquilidad y del aire puro.


Otro de los atractivos de esta zona son sus puentes de piedra. Los hay grandes y pequeños, y de un arco o de varios. Visitamos los puentes de Arkouda, Zagorochoria, Noutsou y Kokkori. Es verano y ahora los ríos están secos, pero aún así, son preciosos. No sé qué tienen los puentes, pero hay algo en ellos que nos atrae... quizá porque simbolizan la unión y el acercamiento, quizá porque sirven para superar las barreras de la vida. ¡¡Ay que estamos en el ecuador de nuestro viaje y ya estoy filosofando!!


Desde un pueblecito llamado Vradeto hacemos una ruta a pié de media hora por trayecto, hasta el mirador de la garganta del río Vikos. Al llegar, un espectacular cañón de 900 metros de profundidad y 1100 metros de ancho aparece ante nosotros, inscrito en el libro Guinness de los récords por sus características. Como unas deidades griegas sentimos el paraíso bajo nuestros pies... es simplemente espectacular.


Más tarde visitamos Vitsa y Monodendri. En ésta última comemos, ya que hay muchos restaurantes, con cierto aire a la sierra de Madrid. Después, visitamos un monasterio cercano, desde el cual se disfruta de otra perspectiva del cañón. Incluso hay un camino esculpido en la pared de una montaña, no apta para gente con vértigo. Os propongo un juego para que conozcáis sus dimensiones... en esta foto, ¿dónde está Pabli?


En Monodendri hacemos un 'Rosana en Sonabia': nos perdemos en un pueblo con no más de veinte casas y dos calles. Tras unos momentos de controlado nerviosismo, por fin encontramos el coche y concluimos este día disfrutando de la naturaleza griega.


Hoy nos alojaremos en Ioannina, capital de la región de Epiro. Al llegar, si no fuera porque en ningún momento hemos tenido que enseñar el pasaporte, parecería que hemos llegado hasta Turquía. La ciudad sólo tiene un par de monumentos interesantes: la mezquita de Alí Pachá y la muralla, herencia de los otomanos. En los alrededores están también las cuevas de Pérama, pero no las visitamos ya que consideramos que, con todas las que hemos visitado en nuestros viajes, poco nuevo tienen para aportarnos. Lo más agradable resulta ser un paseo por el borde del lago, por el cual los locales pasean en esta tarde de domingo. Tras cenar en un restaurante italiano, terminamos el día en Amfithea, donde está el hotel donde dormiremos. Desde el balcón de la habitación observamos con la fresca el lago y las lucecitas que destellan en Ioannina... y desde donde se vislumbran los montes que hemos recorrido.

13 ago 2016

Bordeando el mar Jónico

En nuestros viajes no buscamos grandes lujos, sino grandes experiencias; y solemos elegir los hoteles por su comodidad y ubicación más que por sus estrellas. Sin embargo, cuando surge la oportunidad de alojarnos en un buen hotel, no dudamos en aprovecharla. Hoy es uno de esos días en los que despertamos en una inmensa habitación y desayunamos a todo confort en la terraza de la última planta, viendo salir el sol sobre el puerto de Patras. Si es que, somos tanto de música chill-out como de bacón tostado con kétchup.


Anoche vimos el buen ambiente que había un viernes por la noche en Patras y hoy damos un paseo para ver cómo es de día la tercera mayor ciudad de Grecia. Definitivamente los urbanitas griegos no saben cuidar muy bien sus ciudades, ya que observamos graves errores de limpieza y de orden público. Pero aún así sabemos sacarle el jugo y visitamos el lugar que justifica la vista a esta ciudad: las reliquias del Apóstol San Andrés. Y, además, este lugar está relacionado con nuestras tierras de origen...

San Andrés convirtió a miles de personas al cristianismo, haciendo que los nuevos fieles dejaran de rendir culto a los dioses paganos. Por este motivo, Egeas lo mandó martirizar aquí en Patras, donde le llevó hasta la muerte en una cruz en aspa, para que tardara más tiempo en fallecer. Hoy, en la iglesia de estilo bizantino Agios Andréas se encuentra el cráneo y un trozo de la cruz donde le mataron. ¡¡Pensar que ahí está su cabecita y la cruz donde lo mataron!!

¿Y por qué nos relaciona este lugar con nuestras tierras natales? Realmente por sus símbolos. La Ikurriña, bandera del País Vasco pero que en realidad era sólo la de Bizkaia, lleva en color verde la cruz de San Andrés, patrón de la provincia. ¿Y por qué? Pues porque fue un día de San Andrés en el que los vizcaínos consiguieron la independencia de Castilla. Por otro lado, en el escudo de Toledo aparece un águila bicéfala original del Imperio Romano Germánico, pero que procede de Bizancio, ciudad originalmente griega y que ahora es la turca Estambul; este águila bicéfala aparece en la bandera de la Iglesia Ortodoxa Griega y aquí se muestra en todo lo relacionado con ella.


A las ocho y media de la mañana ya hemos terminado de ver la ciudad, y empezamos a mirar de reojo a lo que hay al otro lado del Golfo de Corinto: la región de Grecia Central. Nos ponemos en ruta y cruzamos el estrecho por el puente Rio-Antirio, toda una obra de ingeniería. Hasta el 2004 había que utilizar transbordadores, pero ahora, este puente conecta con sus 2.252 metros ambos lados de este golfo del mar Jónico. Cruzarlo cuesta 13,30 euros y, aunque parezca elevado, la complicada construcción del puente lo justifica. Estamos en una zona con mucha actividad sísmica y, por si fuera poco, los pilares se cimentan sobre dos placas tectónicas distintas. Su ingeniería anti-terremotos lo convierte en el más importante de su tipo.



Visitamos Návpaktos, más conocida por su nombre en italiano: Lepanto. ¿Y qué nombre se nos viene a todos a la cabeza? Seguro que el de Miguel de Cervantes, conocido como 'el Manco de Lepanto'. Hasta aquí tuvo que venir el de Alcalá de Henares para luchar contra los otomanos en lo que se denominaba la Liga Santa, de la cual formaba el Reino de España. El defender la religión católica en la Europa del siglo XVI le costó la movilidad de la mano izquierda... y anda que no le dio después a la mano derecha... ¡¡dos tomos de El Quijote, ahí es nada!!



Lo interesante de la región de Grecia Central se encuentra en la parte oriental, y lo veremos dentro de unos días. Ahora ponemos rumbo más al norte, hacia la región de Epiro, donde se podría decir que no entramos en ella, sino que salimos en ella: un túnel por debajo del mar salva el estrecho de Preveza, localidad a la que nos dirigimos. Este pueblo costero no tiene nada, pero a la vez lo tiene todo. Hay muchas calles empedradas y muchos restaurantes con mantel de cuadros y sillas de colores. Es el sitio ideal para degustar pescado, así que comemos pulpo, sepia, berenjenas fritas y crema de queso. Y para completar una tarta de chocolate de las que no se olvidan fácilmente.

Nuestra última visita de hoy es a Parga, otra pueblo costero que nos enamora. En la bahía hay una isla con una iglesia, a la que abrazan dos playas, que a su vez son observadas desde casas de colores que están dispuestas como si de un teatro griego se tratara. Es el lugar ideal para bañarse y tomar el sol, tomar algo en una terraza o dar un paseo curioseando por sus empinadas calles llenas de tiendas de artesanía. Entre los turistas observamos que, además de los propios griegos, predominan lo italianos, albaneses y serbios... ¡¡y vemos hasta un coche matrícula de Kosovo!! Pero es que, cualquier distancia es corta si el objetivo es ver este paraíso griego... ¡¡Queremos ser Pargueños aunque el traje típico pese mucho!!

12 ago 2016

Turismo olímpico

Hoy hemos dormido en Dimitsana, en un hotel rural con vistas hacia un gran valle verde con una pequeña central nuclear a lo lejos... curiosa composición. Por esta zona no hay muchos pueblos, pero los que hay están muy animados, posiblemente porque los que emigraron a la capital vuelven durante la temporada estival. De hecho, hoy lo cruzamos en coche y la única calle de transporte rodado se convierte en una improvisada M-30 en hora punta. El pueblo tiene un aire balcánico, estando en cuesta en la ladera de un monte, con preciosas vistas desde todas sus casas.


Después de desayunar y despedirnos de la recepcionista que anoche nos confundió con italianos, nos disponemos a hacer un poco de ejercicio recorriendo la garganta del río Lusios. En ella hay tres monasterios, de los cuales inicialmente teníamos pensado visitar dos. El primero que vemos es el Moni Aimyalón, donde se respira una gran paz y donde sólo nos cruzamos con un monje de aspecto taciturno. El segundo monasterio es el Moni Prodrómou, mucho más espectacular al estar suspendido en la ladera de un monte. Un monje muy amable, al que le aclaramos que no somos franceses, nos explica lo que hay para ver y nos indica por dónde se accede a la pequeña capilla que se adapta a la roca y en la que hay frescos de hace 500 años.


Nos venimos arriba y nos animamos a ver un tercer monasterio, que inicialmente no teníamos pensado ver. Hacemos una ruta que en unos cuarenta minutos nos lleva hasta el Monasterio de los Filósofos, o Néa Moni Filosófou. El recorrido transcurre por la sombra, pero el calor y la humedad del río hace que lleguemos al monasterio sudando. Quizá ese ir y venir justifique el olor a sudor de un monje que nos invita a tomar agua. El monasterio es también muy apacible, y tiene también frescos en la capilla.


Tras tres horas de ruta con el frescor de la mañana, retomamos el viaje en coche con el aire acondicionado a tope. De nuevo curvas y más curvas durante dos horas, que hubiesen sido varios días de trayecto con Aitor a bordo. En un momento dado Pablo llega a cuestionar la eficacia de Beckie, nuestra GPS que nos guía en nuestros viajes. Yo la defiendo pues todo apunta a que la información de carreteras proporcionada por el Gobierno Griego no debe de estar bien clasificada, y eso hace que a veces nos metamos por carreteras más locales en lugar de opciones más generales. En cualquier caso... ¿en qué utilizaron estos griegos los fondos de cohesión? Aquí las únicas carreteras rectas son las pistas de aterrizaje.


A eso de las dos del mediodía, con toda la solana quemándonos el cuello, visitamos Olimpia. Aquí nacieron los Juegos Olímpicos hace 2800 años, aunque entonces en lugar de jugarse entre países se jugaban entre ciudades-estado. Además de hacer las competiciones, aquí era donde los atletas se ejercitaban en el gimnasio y en la palestra, que no era el Sálvame Deluxe Griego, sino un centro de entrenamiento. Aunque apenas quedan algunas columnas y calles, seguro que son las ruinas griegas que mejor recordaremos, aunque sólo sea por el hecho de que cada cuatro años veamos cómo unas señoritas vestidas de blanco encienden la antorcha olímpica que será llevada hasta la sede de los Juegos Olímpicos. ¿Alguna vez conseguiremos que el destino del fuego olímpico sea Madrid?


Pero Olimpia no era sólo el centro deportivo más importante de aquel milenio, sino también uno de los centros religiosos más importantes. Aquí se veneraba a Zeus, al que Fidias construyó un gigantesco templo y una grandiosa escultura, conjunto que pasaría a considerarse como una de las siete maravillas del mundo antiguo. A modo de curiosidad, decir que el nombre de Olimpia no viene porque el suelo esté resplandeciente (no es ciudad Maruriana), sino del monte Olimpio, que era donde vivían los dioses griegos, y que está a 400 kilómetros de aquí.


Para finalizar la visita a Olimpia, pasamos un rato al museo arqueológico que es similar a otros anteriores que hemos visto: sección de ánforas, de menaje, cascos de guerra prêt-à-porter, huesitos y diseña la moda con cuerpos sin cabeza. A destacar una escultura muy famosa a la que ahora ponemos nombre: el Hermes de Praxíteles. Por cierto, se permite hacer fotos a las esculturas, pero no fotografiarte con ellas... curioso, ¿verdad?


De camino hacia la playa, paramos en un Carrefour en Pirgos... y es de lo más extraño. Para empezar, la multinacional francesa operaba con un socio llamado Marinopoulos, pero con la crisis griega decidió de dejar de operar en el país y su socio decidió mantener la marca; por tanto, aparece el símbolo pero no el nombre de Carrefour. Para continuar, el interior parece más propio de Venezuela: estanterías vacías e incluso neveras de las de yogures con botellines de agua colocados para que no se vea el desabastecimiento. ¡¡Éstos no han visto La Gavia antes de Navidades!!


'¿¿Nos vamos a la playa de Kastro?? ¡¡Venga!!' No, no nos vamos a teletransportar a la Marbella cántabra, sino que, casualidades de la vida acabamos dándonos un chapuzón en las aguas del Jónico en una población llamada Kastro. En sus inmediaciones visitamos el exterior del castillo Chlemoutsi, que se encuentra cerrado y que no parece gran cosa. ¡¡Estos necesitan un buen Ocharan!!


El día ya no da más de sí y toca ir 'pa-tras'... pero no volver a la locura de curvas de estos días, sino a Patras, la ciudad desde la cual diremos adiós a la península del Peloponeso. Hemos reservado en el Patra Palace, un hotel frente al puerto y a pocos minutos de las calles más comerciales. Hoy hemos hecho marcha por el cañón del río Lusios, hemos ejercitado nuestra mente en Olimpia y hemos hecho natación en Kastro. ¿Disfrutaremos de un descanso olímpico?

11 ago 2016

El Peloponeso que mira al Jónico

La Esparta moderna carece de interés, y con lo que vimos anoche dando un paseo antes de cenar, pudimos confirmarlo. Es una ciudad agradable, pero poco queda de aquella ciudad estado que el rey Leónidas defendió con sus 300 soldados ante el ejército persa, y menos aún de la genética que exhibían en la película '300'.


Lo que sí que merece la pena, y así lo avala la protección de la Unesco, es la ciudad de Mystras, a pocos kilómetros de Esparta. Se encuentra en la ladera de un monte, y está dividida en la ciudad baja y la ciudad alta. La fundaron los francos en el s.XIII pero enseguida pasó a manos bizantinas, convirtiéndose en la única ciudad bizantina a la que acudían estudiosos de otras regiones. En ella se construyeron iglesias y palacios, y tal fue su importancia que el último emperador bizantino fue coronado aquí.


Si en la antigüedad pasaron por estas tierras muchos pueblos distintos, la tendencia continúa. Durante estos días la mayoría de turistas que hemos visto son franceses e italianos; muy de vez en cuando encontramos merkelianos y casi ningún brexitero, como si con la desconexión de Europa la isla de Gran Bretaña hubiese quedado a la deriva en el Mar del Norte. Por supuesto, mucho turismo local; se ve que a los griegos les gusta la buena vida, ir a la playa, comer en terrazas y tomar a todas horas café frappé, aunque se dejen el vaso medio lleno.


Si la ciudad de 'la tras más guapa' la fundaron los francos, la ciudad de Metoni la fundaron los venecianos... y no vinieron a cantar sobre góndolas precisamente. Aquí construyeron una gran fortaleza para controlar el comercio de los barcos que pasaban hacia Grecia. Cómo no, lo hicieron de diseño, en este caso con un torreón de planta hexagonal anexo al castillo. Y por supuesto, era un castillo de marca, luciendo bien el león alado, no se vaya uno a pensar que es un castillo de mercadillo. A pocos kilómetros hacia el norte, siguiendo las aguas turquesas del litoral Navarino, visitamos el castillo de Niókastro en Pilos. Inicialmente construido por los turcos, pasó a manos venecianas en el siglo XVII.


Elegir los sitios a visitar cuando hay mucho para elegir es a veces complicado. Y más aún en un país como Grecia, donde la 'carta de ruinas' es muy variada. Hay innumerables templos, teatros, ciudades, ... y uno quiere que estén en buen estado pero a la vez no masificados. Pues hoy, nuestra última visita del día resulta ser un acierto: Mesene. Es una ciudad de hace 2.400 años y de la que quedan muchas estancias: un teatro, un odeón y muchos templos. Pero lo que destaca es el estadio y el columnario del gimnasio.


Hoy, tenemos que reconocerlo, ha sido un día muy Heidi: venga a subir y bajar montañas. Hemos disfrutado de los paisajes, pero también hemos hecho muchos kilómetros de coche. Lo bueno que tiene traer planificado el viaje es que... ¡¡siempre se puede cambiar!! Así que para compensar la sentada de coche, modificaremos nuestros planes para mañana: haremos una ruta a pié y descansaremos en la playa. ¡¡A dieta de ruinas!!

10 ago 2016

Curvas de Arcadia y Laconia

Desde que se popularizó el uso del microondas, no recuerdo haber usado un cueceleches... ¡¡hasta hoy!! Estamos en un modesto apartamento en plena montaña y hasta aquí no ha llegado ni los microondas, ni las pantallas planas, ni las mamparas de ducha. Pero como somos unos viajeros, que no turistas, nos adaptamos a todo: si ayer tirábamos del aire acondicionado, hoy ponemos la calefacción para descender desde las montañas Parnon.

 

Empezamos una ruta por el sur del Peloponeso y nuestra primera parada es el Moni Elonis, un monasterio colgado en la ladera de un monte. Aunque no lo parezca, el acceso es muy fácil y se puede dejar el coche hasta la misma puerta. Como está todo abierto, nos damos un paseo por dentro, viendo por fuera las celdas de los monjes, las vistas y la iglesia, donde comienza una misa cantada. Después de los que vimos en Israel y Palestina, empezamos a pensar que a estos monjes ortodoxos les encanta construir los monasterios en lugares poco ortodoxos.



Cuando uno piensa en Grecia se imagina sobre todo en sus playas y en sus lugares históricos. Sin embargo, pocos saben que el 80% de la superficie del país es montañosa, y menos aún pueden imaginarse que hay hasta pistas de esquí. Nosotros comprobamos lo montañoso del terreno y lo sinuoso de sus carreteras, necesitando más tiempo del esperado en los desplazamientos. Como un comecocos de Basauri-Garbi, vamos ascendiendo y descendiendo por puertos de montaña, admirando los paisajes y encontrándonos con muchos santuarios de carretera. ¿Que qué son? Pues son una especie de ermita, iglesia o templo de miniatura sobre un templete al lado de la carretera. Muchos pensarán que es para recordar a alguien cuya vida se paró en ese punto kilométrico, y llevan parte de razón; pero en muchos casos son de agradecimiento, cuando alguien tuvo un trágico accidente y da las gracias poder continuar circulando por la vida.



Y circulando y circulando por terrenos llenos de olivos llegamos hasta nuestro siguiente destino. Si mezclas un poco de Gibraltar, otro de Dubrovnik y añades unas casitas tipo Belén, obtienes un pueblo que se llama Monemvasia. Se trata de un peñón que antiguamente estuvo aislado del continente, amurallado y con casitas de piedra bajas. Su nombre significa 'una sola entrada' y es muy acertado, ya que sólo se puede acceder a él por una puerta. De hecho, el haber estado aislado ha permitido que parte de sus construcciones lleguen hasta nuestros días. Sus calles empedradas, las casas restauradas y un ambiente muy agradable, la convierten en visita obligada por el Peloponeso, aunque resulte difícil capturar en una foto todos los elementos que la hacen inolvidable.


En tierras mediterráneas no podían faltar los naranjos y, con tanta naranja desaprovechada paramos en una plantación para recoger una muestra y probarlas: no tienen un aspecto muy uniforme y quizá por eso sorprenden lo ricas que están. Vitaminándonos entramos en la península de Monis, donde visitamos Areopolis. Casi todo el pueblo gira en torno a una calle donde hay tres iglesias y muchos restaurantes. Es un sitio en el que su tranquilidad actual contrasta con su pasado: aquí fue donde empezó la guerra de independencia griega en 1821, y muy cruel debió de ser como para ponerle ese nombre que significa 'ciudad de Ares', que era el dios de la guerra. Nosotros lo que matamos aquí es el hambre: en un restaurante probamos el saganaki, un aperitivo típico que consiste en una crema de queso frito, muy pero que muy rico.


La arquitectura de la península de Mani es muy peculiar: salpicadas por los montes pelados se ven casas de piedra con forma de torre, todas muy parecidas, como si se hubiesen hecho con el mismo plano; incluso las nuevas construcciones tienen la misma forma. El lugar donde hay mayor concentración de este tipo de casas-torre es en un pueblo situado en lo alto de una cima, llamado Vatheia. Parece el escenario de una película: podría ser antigua, imaginaria o de miedo, porque, aunque restauradas, la mayoría de casas están vacías.

El resto del día lo dedicamos a la buena vida, hasta tal punto que se nos olvida dejar muestra fotográfica. Nos abandonamos al descanso en una preciosa playa de piedras llamada Gerolimenas, donde hacemos snorkel y vemos unos enormes cangrejos. Luego conducimos hasta Sparta, donde dormiremos hoy. El recepcionista chapurrea el castellano y resulta muy divertido. '¿Cuántas estrellas tiene este hotel, Dimitri?' 'Tri'. Nos aconseja un restaurante con jardín en el que terminamos cenando después de dar un paseo por el centro, ya que vemos que sirven taramosalata, una crema hecha con huevas de pescado. También probamos el pastitsio, una especie de moussaka hecha con macarrones. Esta ciudad ¡¡esparta-rse a comer!!