15 ago 2013

Takayama y Nagoya

Con un café en el hall del hotel y unos bollos que compramos en el supermercado nos damos por desayunados. Con la precisión de un reloj japonés marca Seiko, sale a las 06:45 de la estación de Nagoya el tren de la ruta Hida que nos llevará hasta Takayama. La prefectura de Gifu, que es por donde transcurrirán nuestras algo más de dos horas de tren, es una zona montañosa y muy verde, lo cual le ha hecho ganar el apelativo de 'Alpes Japoneses'. El tren se entremezcla con ríos de aguas cristalinas, montañas, y campos de arroz y de té. Se ven casas continuamente y muchas de ellas tienen cuidados jardines con variedades de árbol ornamentales de delicada belleza. Nada se deja al azar... hasta la ropa la tienden en perchas. Todo es maravilloso, a excepción de la banda sonora que compone el revisor del tren diciendo cosas que no entendemos por megafonía.

Llegamos a Takayama y la sensación es que estamos ante un pueblecito con mucho encanto. De hecho, muchos la llaman 'la pequeña Kioto' por su trazado y edificios antiguos. Para nosotros, será una pequeña representación de lo que será nuestro viaje, ya que hay santuarios sintoistas, templos budistas y arquitectura civil tradicional. 

El destino nos lleva a empezar por la religión budista, la cual llegó a Japón desde la India. El templo Hida Kobun-ji tiene un poco de todo: pagoda, campana, gong, lugar para pedir los deseos... y tiene hasta un árbol que se cree que tiene más de dos mil años.






Las calles de Takayama están llenas de restaurantes y tiendas donde encontrar productos de los más variados. Aunque el turismo se ve que es uno de los motores de la economía local, han sabido mantener un equilibrio que no evidencia el objetivo de sacar dinero a los turistas. Guiados por apetitosos olores, compramos algunas de las delicias que se ofrecen. Primero probamos el dango, que es una brocheta de harina de arroz dulce, algo pastosa para nuestros paladares. Luego, probamos unos bollitos con forma de ositos ¿serán marca Tous?



Caminando por las callejuelas vemos casas tradicionales y antiguas fábricas de sake, que se identifican porque encima de la entrada tienen una bola llamada sugidama, que está hecha de cedro. Sorteando carros tirados por unos corredores que llevan unas zapatillas muy raras, nos encontramos con un maneki-neko, que es ese gato de la suerte que menea su garrita levantada. Todo el mundo piensa que es chino porque lo tienen en todos los todo-a-cien de España, pero realmente es japonés. Otra cosa que se suele pensar es que saluda, pero realmente lo que hace es llamar para que entres en el establecimiento en el que está.

Si antes vimos un templo budista, ahora toca ver uno de la segunda religión del país, el sintoismo. Esta religión nació en el país nipón y tiene como característica que adoran a los kami, generalmente espíritus o dioses de la naturaleza. Como en todo santuario sintoista, en Hachimangu lo primero que encontramos es el torii, la puerta de entrada. Una vez dentro, hay que limpiarse tanto por fuera como por dentro, por lo que hay que lavarse las manos y beber agua. Si estuviese aquí Garbiñe, ¿sería una purificación de purificación?


Completamos nuestra visita con el Templo Betsuin, el Puente Nakabashi y el Jinya (la oficina de gobierno)... y volvemos a la estación para regresar a Nagoya. Si Takayama era antigua y tradicional, Nagoya es todo lo contrario, nueva y moderna...
 
Nada más llegar a la estación, que hoy vemos de día, el propio edificio nos asombra; "Las Torres de Japan Rails" es un complejo con dos torres que forman la estación de tren más grande del mundo por superficie. Llena de tiendas, oficinas y restaurantes, lo que más llama la atención es el hervidero de gente que siempre hay en la planta baja. Fuera, modernos rascacielos como el Mode Gakuen Spiral Towers o tiendas de las más prestigiosas firmas internacionales, no nos deja indiferentes. Como muchas de las ciudades japonesas, se han creado edificios para que se conviertan en iconos de la ciudad. Uno de los aspirantes es el Museo de la Ciencia, con una bola inmensa. ¿Acaso eligieron el diseño en una sala de pachinko?

Visitamos también el Templo Osu Kannon, que contiene valiosos tesoros de literatura japonesa y que es el más antiguo de la ciudad. Haciéndonos fotos, un jubilado montado en una bici viene a darnos conversación, ya que, según nos cuenta, estudió hace años castellano y se ve que quiere practicarlo. "En la tempestad Dios guarde mi barca"... ¿o era "Dios embarque en mi tempestad"? Ay, Roberto y el hombre entran en un bucle filosófico que horas después seguiremos sin comprender.




Esta anocheciendo y llegamos a Oasis-21, un estrambótico edificio con forma de platillo volante desde cuyo tejado se ve la Torre de la Televisión de Nagoya. Este tipo de estructuras les encantan a los japoneses, y en casi todas las ciudades grandes hay alguna. Ésta, de 1954, es la más antigua del país, y es destruida en varias películas de Godzila.

Un sitio muy curioso de la ciudad es que hay una réplica de El Paseo de la Fama de Hollywood. ¿Que por qué? Pues porque resulta que la ciudad está hermanada con Los Ángeles y ésta les hizo un pequeño parque con unas veinte réplicas de estrellas de actores y artistas.







En la parte norte de la ciudad, visitamos el Castillo de Nagoya, pero sólo por fuera porque cuando llegamos, como ya suponíamos, está cerrado. Así que nos comemos los mocos... ¡¡literalmente!! Los japoneses son expertos en sacar productos con formas, sabores y colores extraños, así que, lo mejor es que nos acostumbremos desde el primer día... con la respiración contenida hincamos el diente en un pastel de color verde de textura maleable que hemos comprado... y está... ¡¡riquísimo!! Sabe a melón y tiene una crema deliciosa. Hoy nos vamos con buen sabor de boca a la cama, tanto por el dulce del "moco" como por el recuerdo de todo lo que hemos visto... pero mañana, ¿a qué sabrá el próximo pastel?


1 comentario:

  1. garbiñe, jon, unai y maider17 de agosto de 2013, 22:36

    Lo que tiene Pablo parece un implante de silicona jeje. Vaya boniiiiiiito. me gusta todo, los edificios budistas, los modernos pero lo que mas la foto de las tias con kimono y el gato que llama a la puerta. vaya viaje mas chulo os estais haciendo los cuatro.

    ResponderEliminar