31 ago 2013

Despedida

Hoy no toca madrugar, ni tener un mapa en la mano, ni sacarse fotos... Pero con el viaje tan reciente resulta inevitable tener aún los pensamientos a miles de kilómetros. Así que, en esta última entrada, reflejaremos algunos de esos recuerdos de las cosas que más nos han llamado la atención.


Sobre Japón...

Lo que nos sorprendió en las ciudades:
  • No se puede fumar en la mayoría de calles.
  • Hay guías para invidentes en el suelo en todas las aceras, pero apenas vimos ciegos.
  • Las ciudades costeras dan la espalda al mar: no hay paseos marítimos.
  • Hay baños públicos por todos los lados y están sorprendentemente muy limpios.
  • Construyen carreteras elevadas aprovechando el cauce de los ríos, y dejando a éstos en un segundo plano.
  • Son extremadamente organizados: las estaciones más transitadas fluyen en orden.
  • Hay pequeños supermercados por todas partes: 7-Eleven, Lawson y Family Mart son los más habituales.
  • Hay máquinas de venta de bebidas por todos lados: desde cualquier sitio siempre ves una.
  • Las alcantarillas tienen dibujos, por lo general con el lugar más representativo de cada ciudad. Muchas, además, están pintadas de colores.
  • Podrías comer unos espaguetis con tomate en la calle, directamente del suelo... esta todo muy limpio.


Lo que nos sorprendió de la gente:
  • Los trabajadores de oficina visten todos igual: pantalón negro y camisa blanca. El más arriesgado lleva una camisa azul, pero muy muy clarita.
  • Los hombres llevan bolsos que en Europa consideraríamos de mujer.
  • Los hombres se arreglan mucho, especialmente el pelo.
  • Las mujeres van sencillas, pero arregladas a la vez.
  • Saben poco inglés, pero lo suplen con su grandísima predisposición a ayudarte. Aunque no sepan, hasta que uno no le da las gracias y se despide, siguen intentando ayudarte.
  • Son bastante religiosos; es frecuente verlos en templos y santuarios.
  • Al hacerse una foto, siempre posan con los dedos en forma de V. Cuando te dicen 'no' cruzan los brazos o los dos dedos índices simbolizando un aspa.


Lo que nos sorprendió del día a día:
  • Usan muy frecuentemente el paraguas para protegerse del sol. Las mujeres también utilizan guantes hasta el codo. Ilógicamente, nadie usa gafas de sol.
  • Nadie levanta la voz, ni tan siquiera cuando se trata de reprender a niños pequeños, porque todos se portan bien.
  • En el metro duermen, leen o están con el móvil. 
  • En todo nuestro viaje no oímos ningún ruido de móvil... El politono no triunfa.
  • En un país exportador de tecnología, no todo el mundo tiene móviles de última generación.
  • Los coches son pequeños, pero están impecables. No vimos absolutamente ninguno ni sucio ni abollado.
  • Hay aparcamientos robotizados de coches y sólo en Tokio vimos aparcamientos puntuales en la calle de pago.
  • Tienden la ropa directamente en perchas.
  • Las calles están llenas de cables.
  • Los semáforos marcan la duración con un sistema de rayas.


Cosas que son ciertas, pero que tuvimos que ver por nosotros mismos:
  • Hay 'hoteles del amor'. Los vimos en Osaka y Tokio, y no tenían mala pinta.
  • Las geishas existen y son muy valoradas.
  • Las parejas no expresan su afecto en público.
  • En muchos restaurantes pagas primero en una máquina que hay en la entrada.


Cosas que no esperábamos:
  • Es rarísimo ver la bandera, sólo está en algún edificio oficial.
  • El papel higiénico es de una capa.
  • En muchos lugares, hay baños japoneses... que se usan en cuclillas. En google hay muchas fotos.
  • Apenas hay occidentales, incluso son una minoría en los sitios turísticos. Cuando te cruzas con otro occidental, un cruce de miradas te viene a decir 'los dos sabemos que no somos de aquí'.
  • Los trenes son puntuales, casi al segundo.
  • Utilizan Kanjis, muchos idénticos a los chinos; pensábamos que sólo utilizaban silabarios.
  • Les resulta más fácil aprender castellano que inglés, porque en japonés las consonantes y vocales tienen siempre el mismo sonido. Pronuncian nuestros nombres sin problemas.
  • El hombre anuncio sigue existiendo.
  • Por todos los lados siempre oyes una vocecita... que si cuidado con la escalera mecánica, que si cerrando las puertas del ascensor... ¡llegó un momento que la oía incluso durmiendo! Lo 'más' es cuando entras a las tiendas y se ponen a anunciar cosas... ¡¡a veces da miedo que hablen solos!!
  • Incluso las empresas más serias, tienen un muñequito como mascota.


Y por último, un tema que todos estábais esperando... ¿los retretes tienen chorrito y secador? Pues la respueta es ¡¡sí!! De hecho, pensábamos que igual sólo los tendría la gente con dinero en sus casas; sin embargo, en todos los sitios (menos por ejemplo los de las estaciones) los tienen. Aunque todos estaban muy limpios, nos daba cosa utilizarlos, pero el último día me animé en el hotel y fue una maravilla... ¡¡que nos traigan menos móviles Sony y más retretes Toto!!


Sobre Dubái...

Lo que nos sorprendió:
  • La parte antigua es caótica como muchas ciudades árabes, aunque eso la convierte en la parte más genuina de la ciudad.
  • El metro es muy moderno y la decoración es sorprendente. Hay vagones exclusivos para mujeres.
  • En la gran mayoría de tiendas venden mantas en pleno mes de agosto.
  • Los rascacielos impresionan mucho más en directo: hay verdaderas joyas arquitectónicas.
  • Los centros comerciales son a donde la gente va a pasar el día... porque se está fresquito.
  • Para ser una ciudad que atrae el lujo, el transporte y la comida nos parecieron muy baratos.
  • Las marquesinas de los autobuses tienen aire acondicionado.


Lo que no esperábamos:
  • La ciudad es mucho más grande de lo que uno piensa. Del aeropuerto hasta la palmera más lejana, se tarda hora y media.
  • Hay conjuntos de rascacielos separados por zonas sin edificar o por urbanizaciones de villas, lo cual no da sensación de una ciudad compacta.
  • No es una ciudad para pasear, todo hay que hacerlo en metro o en coche.
  • Muchas casas aparentemente están vacías, por lo que llegamos a la conclusión de que agosto es temporada baja.
  • Hay mucha arenilla en el aire, muchos edificios no los ves si están lejos, y la gran mayoría tienen una capita fina de polvo.
  • Muchas mujeres llevan burka. Para comer, se levantan la parte de la boca.
  • Los hombres suelen ir vestidos de blanco, con el pañuelo y aro en la cabeza.
  • El viernes es festivo... y cierra hasta el transporte público.




Sin duda, este viaje ha sido uno de los más espectaculares que hemos hecho, y habrá cosas que jamás olvidaremos: de Japón, siempre recordaremos lo entrañable que es la gente; de Dubái, la grandiosidad con la que está construido todo. Bueno, y si algo se nos olvida, para algo tenemos las miles de fotos que hemos hecho, ¿no?



Nos despedimos ya y os agradecemos de todo corazón que hayáis seguido nuestro blog. Nos ha hecho mucha ilusión recibir comentarios tanto por el blog como por otros medios. ¡¡Y esperamos que nos seáis igual de fieles el año que viene!!

¡¡Arigato!! y ¡¡Choukran!!

30 ago 2013

Dubái: despedida bajo el sol

Recenamos pasadas las dos de la mañana sobrevolando el archipiélago japonés, y dormimos sobre China, Mianmar e India... total, ¡¡no se ve nada por la ventanilla!! Despertamos como por Omán y poco después aterrizamos en la terminal tres del aeropuerto de Dubái: tenemos unas cinco horas para dar otra vuelta por la ciudad. Es viernes, día festivo de la semana musulmana, y teníamos dudas de si las tiendas y centros comerciales estarían abiertos... pero confiábamos en que un lugar que pretende atraer el turismo internacional iba a ser un poco más 'rebelde' con respecto a las instrucciones del corán. Sin embargo, inesperadamente, nos encontramos que, no sólo el comercio no abre sino que, hasta el metro está cerrado. Toca reorganizarse, así que, reduciremos los lugares a ver y nos moveremos en autobús, un medio mucho más lento que el metro.

Llegamos al Burg Al Arab, o mejor dicho, a las cercanías de la isla artificial en la que se encuentra. Es uno de los edificios más representativos de la ciudad, y no es para menos, porque, en directo, es más espectacular si cabe. Eso sí, lo de que es el único hotel de siete estrellas no es más que un mito, pues no existe esa categoría. Una diferencia de dos estrellas es importante en el hotel Nais de Nis, pero en este 'cinco estrellas - lujo' seguro que ni se nota. Lo que sí que se nota es el color azul del mar y lo clara que está la arena, ¡¡todo un paraíso!!

Otra cosa respecto a lo que uno es incrédulo hasta que lo ve con sus propios ojos es que las marquesinas de los autobuses tienen aire acondicionado. Con los 39 grados que hace hoy, es un auténtico alivio esperar al autobús, y si se retrasa un poco tampoco importa... ¡¡tenemos las glándulas sudoríparas agotadas!!

Siempre que pensamos en Dubái nos vienen a la cabeza los extravagantes rascacielos y los terrenos ganados al mar con formas caprichosas. Sin embargo, recorriendo Jumeirah Road, reparamos en que hay muchísimas mezquitas, todas de reciente construcción. Hay una mezquita cada pocas manzanas, todas muy bonitas y algunas extraordinarias como la iraní o la de Jumeirah de cuatro minaretes. Otro tipo de templos, mucho más mundanos pero igual de espectaculares, son los centros comerciales. Visitamos 'Il Mercato', que está inspirado en la arquitectura italiana. Sí Mahoma no va a Italia...

Rascacielos, rascacielos y rascacielos. Pero también descampados y solares vacíos, ¿qué se construirá en ellos? Si hace quince años esto no era más que un puerto de pescadores, ¿cómo será dentro de otros quince? Algo presagia que no habrá término medio: o un gran fracaso o la ciudad donde todo es posible. Nos produce escalofríos pensarlo... ay no, que no era eso, ¡¡que era debido al aire acondicionado!!

A mucha distancia del Burj Khalifa para que sus 828 metros quepan en el objetivo de nuestra cámara de fotos compacta, toca buscar en google cómo se dice adiós en árabe... ¡¡maʿa s-salamah Dubái!! El tiempo se ha agotado, así que regresamos al aeropuerto, donde un Boeing de Emirates surca los desiertos de Arabia Saudí, la costa de Egipto y el mar Mediterráneo para poner punto final en el aeródromo madrileño a nuestras vacaciones estivales.

Una mezcla de jetlag, cansancio y síndrome postvacacional, hace que no seamos del todo conscientes del magnífico viaje que ha sido ir a Dubái y Japón. Toca descansar, y, mañana, con la mente más despejada, haremos balance. ¿Cuáles serán nuestras conclusiones?

29 ago 2013

Tokio: lugares fuera de lo habitual

Llegamos a la recta final del viaje ya que hoy es nuestro último día en Japón y esta misma noche empezamos el regreso a casa. Así que, hay que aprovechar a tope, ¿o acaso hemos venido a descansar? Bueno, a decir verdad, nuestra idea era levantarnos a las cuatro de la mañana para ver la subasta de atún en el Mercado de Tsukiji, ya que sólo los 120 primeros turistas pueden asistir en directo. Finalmente hemos sido más prácticos y hemos decido visitar el mercado, que es el más grande del mundo, pasadas las 9 que es cuando todo el que quiera puede visitarlo. Entre el ajetreo de los compradores y la disposición de los vendedores, puedes ver mejillones gigantes, moluscos rarísimos, peces enormes y marisco de colores intensos, de los cuales muchos están vivos como muchas anguilas que se retuercen en el agua. Ver cómo cortan y preparan el atún rojo alcanza el grado de 'arte'. Además, para el volumen de pescado que hay, no huele nada mal y está todo bastante limpio.

En el barrio de Roppongi, a las puertas del Museo de Arte Mori, encontramos otro bicho, en este caso de proporciones desmesuradas: La escultura Maman con forma de araña de Louise Bourgeois, y que pertenece a la misma colección que la de la capital vizcaína. En este viaje hemos visto nuestra segunda Sirenita, nuestra tercera Estatua de la Libertad y nuestra cuatra araña Maman, en breve sacaremos la colección de cromos. Bueno, algo único que no habíamos visto es una rosa gigante, muy cerquita de la araña.

Y también muy cerca, se encuentra el edificio de la cadena TV Asahi. Esta cadena fue la que convirtió en serie de televisión los cómics de Doraemon y Shin-chan. En su recepción hay multitud de muñecos y también una tienda donde adquirir recuerdos.

Hoy estamos visitando lugares a los que no suelen ir la mayoría de turistas, pero igual de interesantes. Por ejemplo, visitamos los Jardines del hotel New Otani, que tienen más de 400 años; el Templo Kishimujin, que será el último de nuestro viaje (snif, snif); y un imponente edificio católico en plena capital nipona, la Catedral Santa María del arquitecto Kenzō Tange.

En un país en el que escasea el suelo, hay edificios realmente curiosos. Entre ellos, elegimos visitar la Casa ‘El Reflejo del Mineral’ de Yasuhiro Yamashita, que imita a un trozo de cuarzo, aunque la mayoría dicen que tiene forma de origami. Resolver en poco espacio vivienda y plaza de garaje con una forma tan original, tiene mérito, ¿no?

Muy cerca de un barrio que se llama 'Hongo', subimos hasta el mirador de la planta 25 de La Junta Municipal Bunkyo, en el que disfrutamos de unas magníficas vistas de la ciudad, vistas desde un ángulo nuevo... si es que, cada vez que ves la ciudad desde las alturas ¡¡parece otra diferente!! En la recepción, vemos gente en una sala con comida de plástico y preguntamos a ver qué pasa. Como nos ha ocurrido ya unas cuantas veces... ¡¡japonesa que no sabe inglés, japonesa que sabe quién sí sabe!! Sale corriendo y trae a otra chica que sí que sabe inglés. Nos cuenta que están fomentando una dieta rica en frutas, verduras y lácteos. Tras hablar con ella sobre la comida en Japón, nos invita a hacernos una prueba de calcio con una máquina que según dice sólo la tienen en Japón. Entre risitas de la gente del lugar, me hacen la prueba metiendo el pie en una máquina... y me da que ¡¡tengo el calcio ligeramente por debajo de la media!! ¡¡De la media japonesa!! Yo, con la leche, yogur y queso que tomo, ¡¡imposible!! Pablo se anima también a hacerse la prueba y le da por encima de la media... Yo es que soy más de potasio, ¿no?

El recorrido turístico de hoy acaba en Shibuya, el barrio más concurrido de Tokio, lleno de tiendas y restaurantes. Es un lugar emblemático, a menudo un referente cuando pensamos en Japón. El ir y venir de la gente nos hace pensar en la multitud de caminos que depara el futuro, con cruces en muchas direcciones, con gente que se cruza y gente que elige otro camino. Cae la noche, y, tras recoger el equipaje en el hotel nos dirigimos al aeropuerto de Haneda. Pasaremos la noche en el avión y mañana haremos escala en Dubái, de camino a casa. Por ahora, sólo nos queda decir sayonara Tokio y arigato Japón.

28 ago 2013

Tokio: Asakusa, Ueno y Odaiba

Si ayer vimos la Torre de Tokio, hoy vemos la flamante nueva torre de la ciudad: la Tokio SkyTree. Con 634 metros, es la estructura más alta de Japón y fue inaugurada en el 2012, así que aún huele 'a nuevo'. De todas formas, como siempre que salían imágenes en algún sitio de Tokio, aparecía la Tokio Tower, ésta no nos entusiasma... será cuestión de acostumbrarse. Muy cerca se encuentra la sede central de la compañía cervecera Asahi, cuyo peculiar edificio se dice que tiene forma de cerveza y un gurruño dorado representa la espuma. Original, al menos, sí que es.

Andando un poquito (más), llegamos hasta el templo Sensō-ji, que es el más antiguo de la ciudad y que es realmente bonito. Un pasillo de tiendas de recuerdos llevan hasta la puerta, en la que aguarda un inmenso farol. En el interior hay una pagoda de cinco pisos, que, junto al edificio principal, forman un agradable templo de obligada visita.

Es pronto aún para que se nos haya abierto el apetito, así que, es el momento perfecto para ir a ver comida. ¿Qué por qué? Pues porque en la calle Kappabashi Dogugai puedes ver decenas de escaparates repletos de comida... pero de plástico. Por todo el país, en una gran mayoría de restaurantes se exponen los platos en réplicas, para que sepas cómo va a ser el plato que vas a pedir, y en esta calle se venden esas réplicas... ¡¡lástima que no se pueda comer el plástico!!

Damos un paseo por el parque Ueno, donde hay un pequeño paseo de la fama japonés. También visitamos el santuario de Toshogu, que está en obras de restauración, y que lo están dejando muy bien. También nos damos una vuelta para ver el estrambótico edificio del Museo Edo de Tokio, una especie de plataforma elevada muy curiosa de ver. Y curiosa también es la bolsa de Tokio... el parqué japonés donde sube y baja el índice Nikkei está, en plena hora punta, vacío de gente... ¡¡la era digital es lo que tiene!! Millones de yenes son intercambiados mediantes circuitos integrados en lugar del 'compra-compra,vende-vende'. Claro que, estos japoneses, con tanta educación, seguro que dirían algo así como 'por favor, me gustaría adquirir acciones de la compañía, arigatooooo'.

Y el último barrio que visitaremos hoy es Odaiba. Teniendo en cuenta de que el terreno edificable en Japón es escaso, son muchos los lugares en los que se ha ganado terreno al mar creando islas artificiales. Odaiba es una zona nueva llena edificios modernos, entre los que destaca el edificio de la Fuji TV, en cuyo interior están celebrando actividades veraniegas y se pueden ver temas relacionados con los personajes de las series que emiten.

Cerca, al lado del centro MegaWeb, hay un Gundam gigante, que es un robot que suele aparecer en muchas series japonesas. Asistimos, incluso, a un espectáculo en el que mueve la cabeza y echa gases... ¡¡qué miedo!! Otro lugar que nos encanta es la escultura Saw Sawing de Claes Oldenburg, al lado del centro de convenciones Big Sight, que también nos encanta. Claes, hace esculturas gigantes de elementos habituales de la vida cotidiana, y, no sé qué tendrá, pero nos encanta ese 'gigantismo'.

Pero si hay algo en Odaiba que cautiva al visitante, es la vista de la bahía de Tokio. Igual de espectacular de día como de noche, es un lugar que cautiva: con el puente Rainbow y la Estatua de la Libertad, uno se descoloca y pierde la noción del país en el que se encuentra. ¿Nueva York o París? La Estatua de la Libertad realmente es una réplica de la francesa y no de la americana, ya que fue un regalo de Francia para estrechar las relaciones franco-japonesas. El combinado de estatua y puente Rainbow con los colores del arco iris, es... extasiante. Nos quedamos con esa imagen en la retina... y a descansar.

27 ago 2013

Tokio: de Chiyoda a Shibuya

Llevamos cuatro días en Tokio, pero como hemos estado haciendo excursiones a lugares cercanos, sólo hemos podido ir viendo algunas cosas en las últimas horas de cada día. Durante los tres días que nos quedan visitaremos en exclusiva esta ciudad compuesta por 23 barrios, aunque sólo exploraremos algunos de ellos. Para la ocasión, me pongo mi nueva camiseta en la que escrito en kanjis pone Tokio y en pequeño los nombres de los barrios.

En Nionbashi, tras ver el Banco de Japón, encontramos el Kilómetro cero de la ciudad. A diferencia de otros kilómetros cero que suelen estar en lugares emblemáticos, el de Tokio se encuentra en un puente debajo de una autopista, un poco difícil de encontrar. ¡¡Pero se nos resiste cero!! Un poco más al sur, vemos la Estación Central, inspirada en la de Amsterdam, y entramos al Foro Internacional, un edificio muy moderno con un luminoso atrio cruzado por pasarelas.

Más tarde, asistimos a una visita guiada al Kōkyo, el Palacio Imperial. El lugar es muy bonito, aunque es una lástima que sólo se visite por fuera. ¿Acaso hemos pillado a los emperadores Akihito y Michiko con la casa desordenada? Pues no será por no haber avisado, porque para poder visitarlo, habíamos reservado con semanas de antelación, al igual que lo hicimos en el de Kioto.

Seguimos nuestro recorrido por Tokio, viendo el edificio de La Dieta. En el edificio de Sony vemos las últimas novedades de la firma japonesa, y en Ginza, vemos el Teatro Kabuki-za. Un lugar muy curioso es la Torre Cápsula Nakagin, que está compuesta por diferentes módulos que, en teoría, podrían ser eliminados o sustituidos. Es como un Lego a lo grande, pero formado por viviendas y oficinas de tamaño reducido.

Llegamos al Templo Zojoji y desde allí nos acercamos hasta la Torre de Tokio, uno de las principales atracciones turísticas de la ciudad. Está inspirada en la Torre Eiffel de París, y supera a ésta en unos ocho metros. En la base, hay un pequeño edificio con tiendas de recuerdos y restaurantes, donde reponemos fuerzas en un buffé libre.

Cogemos un tren hasta el distrito de Shibuya, donde damos un paseo por el parque Yoyogi, el equivalente al Retiro en la capital nipona. En él, visitamos el santuario Meiji y después bajamos hasta el Estadio Nacional de Yoyogi, una de las instalaciones deportivas de los Juegos Olímpicos de 1964. Nuestro recorrido de hoy termina en el mirador del Ayuntamiento, desde donde vemos el atardecer y las innumerables lucecitas que iluminan la ciudad. ¿Qué rincones visitaremos mañana?

26 ago 2013

Hakone y Monte Fuji

Hoy haremos nuestra última excursión desde Tokio y visitaremos Hakone. Para llegar hasta allí, primero vamos a la estación central de Tokio. Es temprano y las multitudes ya recorren sus pasillos, donde más de uno juega a lo que se podría considerar un deporte de riesgo: atarse los zapatos en pleno bullicio.

El shinkansen nos lleva hasta Odawara, y allí cogemos un autobús que, recorriendo montañas y valles nos deja en el lago Ashi. Allí, visitamos el santuario Hakone-jinja y después vamos al embarcadero donde cogemos un barco en el que recorreremos el lago. Partimos de Hakone Machi-ko y, a medida que nos acercamos a Togendai-ko, poco a poco va apareciendo el monte Fuji. El día está un poco nublado, así que desde el lago no se ve con la claridad con la que suele aparecer en las fotos de las guías turísticas.

Dos teleféricos nos llevan después hasta Owakudani. Nada más salir, el olor a azufre da pistas de lo que vamos a encontrar: fumarolas volcánicas. Estamos en una zona volcánicamente activa y se puede ver cómo desde numerosos puntos salen del suelo gases y calor. Empezamos el ascenso y a medida que huele más 'a pedo', aumenta el calor. De hecho, hasta el agua de los riachuelos está caliente.

En torno a las fumarolas hay una multitud... ¿qué se cuece aquí? ¡Pues huevos! En el mismo agua que emana del suelo, se cuecen los Kuro-tamago, unos huevos que terminan adquiriendo un color negruzco. Se dice que comer un huevo alarga la vida siete años y que no está recomendado comer más de dos y medio, por lo que 17,5 años es lo máximo que se puede conseguir de vida extra. ¿Mario Bros no tenía límite no? Compramos una bolsita de cinco... ¡¡y que retrasen la edad de jubilación!! Ya puestos, comemos un helado hecho de nata de huevo volcánico, con un color gris oscuro. ¿Esto también cuenta y redondeará a 18 los años, no?

Se están empezando a disipar las nubes y cada vez se ve con mayor claridad el monte Fuji. Con sus 3.776 metros es el techo de Japón y todo un icono del país. Después de verlo en fotos y en la televisión, esperábamos, inconscientemente, verlo con su sombrero blanco de nieve... Pero, claro, estamos en agosto, y, sin nieve, se muestra con un color más uniforme.

Para hacer el recorrido por Hakone, hemos comprado el Free Pass, una tarjeta con la que se pueden coger todos los transportes de la zona. Continuamos en funicular hasta Gora, en tren cremallera hasta Hakone-Yumoto, y en tren normal hasta Odawara, desde donde el tren bala nos lleva hasta Tokio. En esta orgía de trenes, el cha-ca-chá de Mocedades hubiese durado horas y horas.

Aprovechamos las últimas horas del día para ver un poquito de la gran ciudad. Nos dirigimos a Ginza, uno de los barrios de compras de la élite tokiota. Una cosa curiosa es que las tiendas no son sólo el local a pie de calle, sino que cada tienda es un edificio entero de unas cinco o seis plantas. En el denominado 'Esquinazo de Ginza', esperábamos encontrar el conocido anuncio de Vodafone, pero se ve que lo han cambiando y ahora es de Ricoh. Y, como loh ricoh, ¡¡nos vamos de compras!! Entre tiendas de gasta-mucho-llévate-poco, siempre uno encuentra una con precios más coherentes... nos encanta el shopping en Ginza, ¡osea!

Acabamos el día en un restaurante de sushi giratorio. Pensábamos que era bastante habitual en Japón, pero, tras preguntar a muchas personas, ninguna recordaba uno en concreto. Por casualidad, encontramos uno y allí que vamos. Los platitos van desfilando y vamos cogiendo de diferentes formas y presentaciones, estando todos riquísimos. Al oír nuestro acento, un hombre entra en conversación, ya que piensa que hablamos italiano y él, que estuvo viviendo en Italia, estaba un poco desconcertado porque no conseguía entendernos. Hablamos con él sobre nuestros respectivos países, sobre nuestro viaje en Japón, etc. Tras una conversación muy amena, nos invita a tomar unos sakes y brindamos diciendo 'kanpai', ya que el 'chinchin' de toda la vida, tiene un significado más 'vulgar' en el idioma nipón.

25 ago 2013

Nikkō: la naturaleza sagrada

¿Quién dijo que Japón es 'el país del sol naciente'? Para nosotros es más bien 'el país del sol despertador', porque se está convirtiendo en algo muy habitual saltar de la cama al de poco tiempo de que haya salido el sol.

Hoy ponemos rumbo hacia el norte de la región de Kanto, primero en tren de alta velocidad hasta Utsunomiya y después en tren regional hasta nuestro destino de hoy: Nikkō, que significa 'luz del sol'. Se encuentra en una zona montañosa y el conjunto de santuarios y templos son un destino muy frecuentado por turistas, ya que, además, es Patrimonio de la Humanidad.

Partimos desde la estación de tren, que, curiosamente, fue proyectada por Frank Lloyd Wright. ¿Pero qué le trajo al arquitecto de Winsconsin hace más de un siglo venir a un sitio tan lejano? Bueno, nosotros no podemos decir nada, porque desde Basauri y Guadamur también hay unos cuántos kilómetros hasta Okayama, ¿no?

Empezamos la visita por el Puente Sagrado Shinkyo, que pasa por encima del río Daiya. El color rojizo resalta sobre el entorno verde, y el agua cristalina fluye bajo él. El entorno es inmejorable, pues estamos a las puertas del Parque Nacional de Nikkō.

El primer santuario que visitamos es el Tōshō-gū, que tiene doce edificios sintoístas y budistas. En comparación con otros lugares sagrados, la entrada a este santuario cuesta más del doble, y enseguida vemos que está sobradamente justificado. Los edificios tienen una decoración mucho más elaborada, no solamente en cuanto a pintura sino también en cuanto a tallas de madera. Los detalles de animales y flores están presentes por todos los edificios, lo cual resulta ser un hecho diferenciador con respecto a los lugares que hemos visitado.

De hecho, de entre todas las tallas, hay algunas que se han hecho famosas. Entre ellas, la más conocida es la de Los Tres Monos Sabios. En uno de los edificios hay 8 escenas protagonizadas por monos que representan el camino de la vida. La más fotografiada es en la que los monos se tapan los ojos, los oídos y la boca, lo cual se interpreta como 'no mires, escuches o hables al demonio'. Lo que nos llama la atención es que el edificio donde están es un establo, en el que hay un caballo donado por el gobierno de Nueva Zelanda. El pobre se tiene que sentir un poco como nosotros, observados por los orientales, porque apenas hay occidentales incluso en sitios tan turísticos como éste. El santuario es mucho más grande de lo que imaginábamos, con campanarios, torres en las que guardan los sutras, un mausoleo, etc.

Después, visitamos también el Templo de Rinnoji, el Santuario de Futarasan y el Templo de Taiyuin, que son de visita obligada y en el que vemos innumerables japoneses por todos los lados. Pero siempre hay un lugar un poco más alejado y al que la mayoría de turistas no suelen ir, lo cual le da un encanto aún mayor. En este caso, se trata del abismo de Kanmangafuchi, un cañón porel que discurre el río y que fue creado por el cercano volcán Nantai. En una de las orillas, hay 70 estatuas de piedra de Jizo, que son los Bodhisattva que velavan por los muertos. Además, les han puesto gorros y baberos rojos, lo cual le da un toque muy enigmático.

La excursión a Nikkō nos ha encantado: las montañas verdes son espectaculares, se está muy fresquito y con muchos sitios para ver. Pero toca volver ya al agetreo de la gran ciudad. El tren nos deja en Ueno, al lado del parque que lleva el mismo nombre. Damos un paseo por el parque, que, para las veces que lo habíamos oido mencionar, no nos parece para tanto.

Bajamos hasta Akihabara, el barrio famoso por sus numerosas tiendas de electrónica. El sitio impresiona, porque, entre los carteles luminosos, la música de las tiendas y las 'personas anuncio' que reparten propaganda es inevitable sentirse un poco perdido. Visitamos algunas tiendas y se nos cae la baba con algunos gadget de última generación, como tabletas, móviles y pantallas táctiles. Si se busca lo último de lo último, aquí lo tienen, y seguro que, desde que eliges hasta que pagas, han traído algo aún más nuevo. Sin embargo, los precios son, digámoslo así, simplemente 'asequibles'... no terminamos de ver que sean una ganga como muchos dicen. Además, como puede haber incompatibilidades y problemas con la garantía, decidimos no comprar nada, pero tomamos buena nota de algunos aparatos que han abierto nuestro apetito electrónico.

Y bueno, el día no podía dar para mucho más, ¿no? Habiendo disfrutado con algo tan simple como el agua cristalina del río Daiya, y algo tan complejo como la electrónica más puntera en Akhiabara, terminamos el día degustando unos larguísimos noodles. ¡¡Si es que nos gusta todo lo que nos echen!!

24 ago 2013

Kamakura y Yokohama

Hoy empezamos visitando otra de las antiguas capitales de Japón, Kamakura, que lo fue desde 1185 a 1333. Si la historia de España es extensa, no me quiero ni imaginar cómo serán los libros de historia japoneses, y encima ¡¡escritos en kanji!! Hay muchos templos y santuarios, así que hacemos una selección de los que consideramos más importantes. Empezamos por el Templo Hasedera, cuyo tesoro es un repositorio de sutras o escrituras budistas. Los propios lugareños dicen que tiene tanto mérito rotarlos como leerlos. Se encuentran dentro de un mueble en un pequeño templo, pero un letro indica que hoy no se permite rotarlos. En el templo hay también unos bonitos jardines con un pequeño bosque de bambú, que nos llama la atención por estar dentro de un templo.

Después, visitamos el Templo Kotokuin, cuyo mayor atractivo es una enorme escultura de buda o Daibutsu. Tiene más de trece metros de alto y es la segunda más grande ej Japón. Fue fabricada en 1252 y originalmente era dorada y estaba dentro de un templo. En el siglo XV un terremoto y un tsunami lo dejaron a la intemperie, y hasta ahora lo han dejado así. Nos llama la atención que no está proporcionado, pues las piernas no son proporcionales al cuerpo. Entramos en su interior y no hay gran cosa que ver, pero no todos los días uno puede sentir la paz del intestino de un daibutsu, ¿no?

Visitamos después el Templo Kenchoji y el Santuario Tsurugaoka. Ambos son espectaculares, pero como ya hemos visto muchos, no nos llaman tanto la atención. También es normal, porque si en España ves seguidas cuatro o cinco catedrales, a la sexta ya estás empachado. Pero como a Japón no se viene todos los días, hay que hacer un esfuerzo, que en el futuro nuestra memoria nos lo agradecerá.

Y de Kamakura vamos a Yokohama. Esta ciudad es la segunda más grande del país. Sin embargo, aunque hemos oido mucho su nombre, no llegamos a saber por qué es tan conocida. Quizá ha sido por hechos tan tristes como el terremoto de 1923 en el que quedó casi destruida y por la Segunda Guerra Mundial que volvió a asolarla. Hoy en día es una ciudad renovada, sin grandes monumentos pero tan cerca de Tokio que era obligada su visita.

Empezamos por el barrio chino, el más grande del país. Esta ciudad fue el primer puerto comercial que se abrió al extranjero, así que fueron muchos los que aquí se asentaron. Entre ellos destacan los chinos, que hoy en día tienen aquí el barrio chino más grande del país. Aunque en la lejanía veamos a China y Japón como culturas similares, las diferencias son palpables una vez que llevamos aquí unos cuantos días. Mismamente, la decoración es muchísimo más recargada en los monumentos chinos. Nos encanta, porque durante unas horas, es como si hubiésemos cambiado de país.

Saltamos de la milenaria China a El Puerto de Futuro, que es como se traduce Minato Mirai, una zona nueva en la bahía de Yokohama llena de rascacielos, centros comerciales, jardines, etc. Otro record que aquí se bate es tener el edificio más alto del país, el Landamark Tower, con casi 300 metros de altura.

Desde que llegamos a Tokio y sus alrededores el tiempo ha estado nublado y ha bajado la temperatura considerablemente, lo cual se agradece porque la ola de calor que estabamos soportando hacía que pasear bajo el sol fuera agotador. Hoy, por primera vez en lo que llevamos de viaje, abrimos el paraguas... pero ¡¡con mucho gusto!! Además, se ha hecho tarde ya, así que, ¿qué mejor que irnos a la cama oyendo llover?

23 ago 2013

Tokio: la urbe más habitada

Nuesto camino hacia el oeste de la isla de Honsu ha terminado. Si por nosotros fuera, seguiríamos por Yamaguchi hasta la isla de Kyūshū e incluso volaríamos hasta Okinawa. Pero el sorteo de la primitiva sigue sin agraciarnos, así que, toca retroceder el camino andado y volver hasta Tokio... donde nos esperan aún siete días de vacaciones. Nos levantamos muy temprano, en torno a las cinco de la mañana, pues ya habrá ocasión de dormir en las cinco horas que tarda el tren bala en recorrer los 800 kilómetros que nos separan de la capital japonesa. Sin embargo, cuando pasamos por Osaka, se sube un japonés afincado en Nueva York con el que vamos hablando hasta llegar a Tokio. La conversación es amena, aunque más de una vez nos sale la vena patriota al ver que él alaba en exceso aspectos de su país que en el nuestro están igual o más avanzados.

Llegamos a Tokio a mediodía, y, entre llegar al hotel, dejar las maletas y situarnos un poco, hemos hecho hambre. En la zona hay muchos edificios de oficinas y también hay un buen número de restaurantes donde alimentar a los oficinistas. Entramos en uno en el que tienes que eligir y pagar lo que quieres comer, y luego das el ticket en la barra y te lo sirven. Resulta muy práctico y rápido para la agetreada vida de los trabajadores tokiotas, y también para nosotros que queremos buena comida pero sin perder mucho tiempo.

Empezamos la visita a la ciudad por Shinjuku... y enseguida nos damos cuenta de que nos hemos lanzado a la piscina sin mirar si había agua, porque resulta que esta estación resulta que es la más concurrida del mundo, con dos millones de pasajeros pasando por sus numerosos pasillos cada día. Sin embargo, conseguimos que la marabunta no nos engulla y conseguimos movernos con relativa facilidad. Si hemos sobrevivido a Shinjuku, ¡el resto es pan comido!



Al oeste de la estación, hay un buen número de rascacielos, entre los cuales destacan la Torre Sompo, la Torre Cocoon y el Gobierno Metropolitano de Tokio. Con un poco de morro, entramos en un par de torres preguntando a ver si hay algún mirador, y resulta que en las dos acabamos subidos a las últimas plantas por cero yenes, en los que estamos en exclusiva viendo las vistas.


Uno de los miradores más frecuentados es el del Gobierno Metropolitano de Tokio, al que más tarde subimos también, pero claro, éste es más mundano, pues hay que esperar cola y pedir turno en los ventanales debido al gentío. El edificio en sí es también todo un icono de la arquitectura moderna. Algunos dicen que su arquitecto, Kenzo Tange, lo diseñó con forma de catedral gótica; otros dicen que tiene forma de microchip; pues nosotros vemos un enchufe claramente.
 
En el edificio NS vemos el reloj de péndulo más largo del mundo, que, como era de esperar, es de una marca japonesa: Seiko. Después, damos un paseo por una de las calles 'eléctricas' de la ciudad, que son zonas llenas de tiendas principalmente de electrónica. Las luces de neón, la música, las pantallas y la gente, forman un cocktel muy interesante pues no hay nada igual en Europa. De hecho, estos lugares son todo un atractivo aunque no tengas pensado comprar nada. Sin embargo, llega un momento en el que te aturden y te marean, y con las mismas ganas con las que llegas, quieres salir en busca de tranquilidad.

Como hasta el momento no hemos andado mucho, y como somos un poco masokas, nos vamos a la calle Takeshita, que no es tampoco un sitio tranquilo, pues está lleno de gente, tiendas y restaurantes. La zona es bastante alternativa, y, seguro que es el armario de muchas tribus urbanas. Muy cerca, en contraposición, se encuentra Omotesando, una calle repleta de las tiendas más caras y elegantes.

Gente, gente y más gente. Ya que estamos de racha, continuamos hasta el cruce de Shibuya, que es el más concurrido del mundo. Desde lo alto de una cafetería, se puede observar como la gente se acumula en las cuatro aceras, y, es ponerse el semáforo en verde y eso se convierte en un hervidero de gente. Sin embargo, en cuanto se pone en rojo, el cruce se despeja. Los japoneses son disciplinados hasta para cruzar la calle, y, si alguien se ha rozado con alguien, seguro que han sido extranjeros.



Y terminamos el recorrido en la estatua de Hachikō. Para nosotros no era muy conocida, pero para los tokiotas es un lugar muy entrañable, además de un lugar donde la gente suele quedar. Esta escultura es en recuerdo de un perro que todos los días iba a la estación de Shibuya a esperar a su amo, el profesor Hidesaburō Ueno, cuando éste volvía de trabajar; un día, el amo sufrió un derrame cerebral y murió, por lo que no regresó a la estación; el perro era tan fiel, que todos los días, durante nueve años, acudió a la estación a la hora en la que volvía su amo, con la esperanza de que éste volviera. Con esta entrañable historia, nos vamos a descansar... aunque la ciudad nunca descanse.

22 ago 2013

Miyajima e Hiroshima

El lugar que visitaremos hoy es un entorno mucho más natural que lo que llevamos visitado hasta ahora durante el viaje: la isla de Miyajima. Para llegar, cogemos primero un tren y luego un ferry que cruza el Mar Interior de Seto, y en poco tiempo desembarcamos en el puerto. Esta isla es un lugar sagrado sintoísta y, de hecho, su nombre significa 'Isla Santuario'. Es tan sagrada, que está prohibido morirse, dar a luz y talar árboles... enfermos, embarazadas y aizkolaris, que se abstengan de venir.

Lo primero que uno encuentra al llegar son ciervos. Al igual que en Nara, éstos campan por todo el pueblo y están a la espera de que los turistas les den de comer. Sin embargo, éstos no son el principal objetivo de las cámaras fotográficas, sino un torii gigante que se encuentra en el mar y que se llama Otorii o Gran Puerta. Esta estructura está simplemente posada sobre el fondo del mar, sin ningún tipo de anclaje.


 
El Otorii es la puerta del Santuario de Itsukushima, que también está construido sobre el mar y cuyas estancias están conectadas por 300 metros de pasillos. Su actual forma data de 1168 y es Patrimonio de la Humanidad.
El punto más alto de la isla es el monte Misen que se eleva a 535 metros, y fue donde se practicó el budismo en Japón por primera vez. Sobrevolando bosques, dos teleféricos nos llevan hasta la cima, desde donde hay unas estupendas vistas del Mar Interior de Seto.

Desde el mirador, realizamos una ruta que llega hasta la cima del monte, visitando pequeños templos y pasadizos por rocas gigantes. Poco a poco, empezamos el descenso, ya que hemos optado por hacer un poco de deporte y no bajar en teleférico. Hace calor, estamos empapados de sudor y la ruta parece no acabar nunca, pero, como si de una penitencia se tratase, nos sentimos reconfortados al llegar al de hora y media caminando al templo Daishoin. Después, visitamos el Senjokaku y la Pagoda de Cinco Pisos, damos un paseo por el pueblo (que se ha convertido en un lugar demasiado turístico) y volvemos al Otorii. Si al llegar a la isla lo vimos con pleamar, ahora es bajamar, y se puede llegar caminando hasta la misma puerta, para observalo desde cerca.

La visita a Miyajima ha sido toda una experiencia. En todas las guías se propone hacer una excursión para conocerla, y pensamos que está sobradamente justificado. Cogemos el ferry de vuelta y luego el tren, y en poco tiempo regresamos a Hiroshima, para dar un último paseo.

En el Parque de la Paz, nos faltaron algunas cosas por ver. Entre ellas monumentos como Las Puertas de la Paz (con la palabra paz en muchos idiomas), El Buzón de la Paz y un monumento con forma de reloj que recuerda la hora de la explosión. También aprovechamos a hacernos fotos con algunos monumentos que ayer vimos siendo ya de noche.

Hiroshima, con su trágico pasado, se ha convertido en un lugar de obligada visita de Japón. Hoy en día es una gran ciudad que tiene de todo: historia, modernidad, rascacielos, zonas de compras, restaurantes, bares, ... ¡¡Ha sido una grata sorpresa!!