30 sept 2012

Hüvasti, Ardievas, Sudie, Näkemiin...

Decimosexto y último día de viaje. Hoy cometemos un pequeño exceso... ¡¡no ponemos el despertador!! Nuestras últimas horas en Helsinki las pasamos durmiendo y reorganizando maletas para el regreso a Madrid. Ya no quedan ni castillos, ni palacios, ni iglesias por ver... tampoco desfilaremos más productos por la cinta transportadora de ningún supermercado... ni congelaremos un momento o lugar curioso más en formato digital. Finlandia, como si hubiese sido bautizada pensando en nuestra ruta, será la 'tierra' que pondra 'fin' a nuestro viaje. La clausura se acentúa cuando, tras unos cincuenta minutos en autobus llegamos al aeropuerto... a la 'terminal'. Si el mes 'abril' tiene su respectivo 'cerral', ¿tendrá una llegada a la 'terminal' una futura salida en un 'empezal'?

Eurowings, la filial regional de Lufthansa nos lleva rumbo a casa, vía Düsseldorf. Desde el mismo momento del despegue resulta innevitable hacer balance de nuestra aventura báltica, como si uno se resistiese a cruzar el punto de inflexión entre las vacaciones de verano (que no veraniegas) y el nuevo curso laboral. ¿Qué ha sido lo mejor? ¿Qué ha sido lo peor? He aquí algunas reflexiones...
 
Lo que nunca olvidaremos:
  • Las cuatro capitales visitadas. Todas diferentes, todas especiales. ¿Con cuál quedarse? Imposible elegir, porque se complementan como las piezas de un puzle. Tallinn medieval, Riga art nouveau, Vilnius barroca y neoclásica, y Helsinki judgen y moderna. Es como la colección de tazas de Pablo... ¡no puede saltarse ni una!
  • Las identidades nacionales. Concebíamos las tres repúblicas bálticas como un todo, mientras que Finlandia iba 'por separado'. Sin embargo, hemos descubierto que Lituania, Letonia y Estonia, aunque parecidas, no están mezcladas. Cada una tiene su idioma, su forma de ser e incluso su nivel de vida. El que hayan sido diferentes ha hecho del viaje algo mucho más enriquecedor.
  • Monumentos a descubrir por los europeos occidentales. El dominio soviético puso a estos países en un segundo plano, lo que ha derivado en que grandes joyas de su patrimonio sean prácticamente desconocidas para los turistas del 'oeste'. Esperamos que la muralla medieval de Tallinn, el palacio de Rundāle en Letonia o la Colina de las Cruces de Šiauliai en Lituania alcancen algún día el puesto que se merecen en el ranking monumental europeo.
 
Lo que cambiaríamos con una barita mágica:
  • Los rusos. En las zonas de mayoría étnica rusa, todo parecía peor cuidado.
  • Los rusos. Tienen una actitud muy fría, incluso con el turista que va a dejarse su dinero.
  • Los rusos. No nos han hecho nada... ¡¡pero es que son rusos!!
 
Lo que diríamos a gente que quiera visitar estos países.
  • Conducción. Apenas hay autovías, pero las carreteras están en buen estado. Son muy respetuosos con los límites de velocidad y muy tranquilos al volante... excepto algunos ¡¡rusos!! Lo de que la policía te para para sacarte dinero, ni nos ha pasado ni lo hemos visto... pero cada uno cuenta la fiesta según le va. Es importante hacer caso a las señales de rádar, de peligro de ardillas y de peligro de renos, ¡a nosotros se nos cruzó de noche un reno!
  • Seguridad. Aunque son países menos avanzados que España, la seguridad sí está al mismo nivel. Si en todas las ciudades españolas hay barrios no recomendables... ¿por qué no los va a haber en el resto del mundo?
  • Comida. Buena y barata. No hay muchos restaurantes, pero los que hay están bien y los precios son proporcionados. Los supermercados a veces tienen una cantidad sorprendete de variedad.
  • Monumentos. Las entradas a los lugares no suelen ser caras, aunque algunos sitios sí que pueden parecer un poco desproporcionados con respecto al nivel de vida.
  • Paisajes. Kilómetros y kilómetros de bosque del que uno nunca se cansa. Quizá faltaría alguna montaña en el horizonte, porque es todo tan llano.
  • Gente. Por lo general correctos. Aún les quedan años para que las nuevas generaciones olviden la seriedad del antiguo régimen soviético.
  • Clima. El tiempo en septiembre ha sido muy variado. Aunque ha hecho más fresco de lo esperado, hemos tenido una gran mayoría de días de sol. Aunque claro, el día que, estando de vacaciones, te llueve... pues a pasear con paraguas, no queda otra.
A punto de aterrizar en Madrid, ponemos punto y final a nuestra aventura báltica. Esperamos que os haya gustado, hayáis descubierto cosas nuevas y que... nos acompañéis en nuestros próximos viajes.
Nos despedimos con la traducción de las palabras estonia, letona, lituana y finesa del título de esta última entrada, que significan... ¡¡¡aaaaadddddiiiiiooooosssss!!!

29 sept 2012

Helsinki, elegancia y orden nórdicos

El sol brilla e ilumina la ciudad para que sea contemplada. Helsinki nos invita a que la recorramos y la disfrutemos, y no hace falta ir muy lejos... A tan sólo unos minutos de nuestro apartamento, en la misma isla de Katajanokka, se alza majestuosa la Catedral Ortodoxa de Uspenski, luciendo trece cebollas doradas que representan a los apóstoles y a Jesucristo. Finlandia se independizó de Rusia en 1917, y esta construcción de 1868 es uno de los pocos lugares que evocan el pasado ruso.

Junta mar, orden y elegancia, y el combinado se llamará Helsinki. El trazado de la ciudad se compone de avenidas y calles rectas, con edificios antiguos de diferentes estilos y edificios modernos con clase. A diferencia de otras ciudades en las que parece que no exite modernidad sin descontrol, aquí todo guarda una perfecta armonía. Cada edificio tiene detalles que han de observarse, y, seguramente, todos esconden una historia que contar. Andar por la ciudad es terminar con tortícolis, pues toca disfrutar del art nouveau que se entrelaza con el cielo azul.

Cerca del puerto, curiosamente el lugar escogido para ubicar el palacio presidencial, los agricultores venden sus productos mostrando orgullosos su género. No es para menos porque tomates, pimientos y bayas, tienen unos colores tan intensos que parecen de plástico. Cerca, en un mercado cubierto, la gran variedad de pescados ahumados llaman nuestra atención, así como la carne de 'poro', que es como se dice 'reno' en finés. ¡¡Qué poros tan apetitosos!!

En la avenida Eteläesplanadi, la Fuente de Amanda simboliza a Helsinki naciendo del mar báltico. Otro enfoque muy diferente le dan los lugareños, pues, al igual que la estatua, se meten desnudos en la fuente para dar la bienvenida a la primavera. ¿No pueden hacer el cambio de armario y desempolvar las pastillas de la alergia como todo el mundo?

Poco a poco, nos vamos acercando al símbolo más conocido de la ciudad, y seguramente el de todo Finlandia: la Tuomiokirkko o Catedral de Helsinki. Tan blanca, tan grande y tan imponente, casi hasta intimida. Sencilla pero soberbia, corona la escalinata de la Plaza del Senado. Los doce apóstoles de zinc de la azotea vigilan los edificios del Senado, la Universidad y la Biblioteca Nacional. Carl Ludvig Engel, quien diseñara San Petersburgo, moldeó esta plaza en estilo 'imperio', creando una maravillosa conjunción de grandes edificios y grandes espacios. Esta plaza te carga las pilas, pero te agota las baterías... de la cámara.

Los tranvías clásicos y los modernos surcan la calle Aleksanterikatu, la única del mundo (que sepamos) que tiene un sistema de calefacción en las aceras para que durante el invierno no haya nieve. Esta calle es el eje de la zona comercial, y vaya tiendas que hay... Las firmas internacionales se mezclan con marcas menos conocidas, pero todas con exclusivas prendas y complementos de gusto refinado. El lujo de los escaparates también es palpable en las calles, pues prácticamente todos los locales van muy bien vestidos y con prendas de calidad.



 
Los edificios más característicos de la ciudad son los que tienen estilo Judgen, una especie de art nouveau nórdico pero que más bien parecen de Gotham City. ¿Por qué lado saldrá Batman? La estación central de tren es uno de los ejemplos más brillantes, y sus rectilíneos atlantes sujetando lámparas son todo un monumento en sí mismos.
La ciudad tiene mucho que ver y mucho que visitar: el Parlamento, la Casa Finlandia proyectada por Alvar Aalto, el Museo de Arte Contemporáneo Kiasma, el Ateneum, la Oopera (sí, con dos oes), etc. Y un lugar muy concurrido por turistas es el Temppeliaukio o Iglesia de la Roca, una moderna construcción excavada en una roca con una inmensa cúpula metálica y de cristal. Es sábado y muchos locales de traje y vestido de ceremonia asisten a bautizos que, a juzgar por los horarios de apertura al público en general, parece que se celebran cada 15 minutos.
 
Otro de los símbolos de la ciiudad es el monumento a Jean Sibelius, un compositor finlandés del siglo XX cuya colección de siete sinfonías parece ser que siguen siendo muy populares. El monumento, una serie de tubos de distintos tamaños, se supone que genera sonidos con el aire... pero sólo oimos silencio... que de vez en cuando se ve interrumpido por la música de cámara de turista.

Paseando por el Estadio Olímpico, volvemos al centro. Para ser una ciudad de poco más de 400.000 habitantes hay muchos sitios donde hacer compras y gastar muuuuucho dinero. Grandes almacenes y centros comerciales se complementan con galerías subterráneas, formando un paraíso laberíntico para los poseedores de tarjetas de crédito generosas.

Cae la tarde y comienza la Helsinki nocturna. A diferencia de la cultura de bar y discoteca de las ciudades mediterráneas, por estas latitudes se lleva más los buenos restaurantes con velas en terraza acristalada donde las conversaciones se animan con un buen vino. Pero, a juzgar por la amabilidad y simpatía de la gente, parece que la apertura de mente finlandesa hace que sean capaces de portar un bolso de Prada con la misma elegancia que con la que se tomarían un kalimotxo en una playa canaria estando de vacaciones.

Helsinki, la capital finlandesa que este año sopla 200 velas por su cumpleaños, nos ha encantado... pero nuestros pies ya no pueden más, pues ésta es la cuarta capital que vemos en nuestro viaje. Lo de la sauna de ayer estuvo muy bien, así que, antes de ir a dormir ¡¡a relajarse con el calor de madera como mandan las tradiciones locales!!

28 sept 2012

Helsinki: excursiones habituales

En torno a las doce y media dejaron de sonar los motores del barco y con la calma llegó el sueño. Pero duraría poco, porque cinco horas después toca levantarse, ya que a las seis de la mañana hay que salir del barco, no vaya a ser que nos lleven de vuelta a Tallinn. Helsinki nos da los buenos días con bastante lluvia, y encima, pensando que íbamos a atracar en el muelle este, resulta que estamos en el oeste. Así que, para llegar al barrio de Katajanokka donde hemos reservado un apartamento, cogemos primero el tranvía 9 y el tranvía 4. Éste último lo cogemos en la dirección equivocada, pero, enseguida nos damos cuenta y cambiamos de sentido. Decididamente, nuestras maletas están embarazadas, porque cada día que pasa ¡¡cogen más peso!!

Nuestro alojamiento está en una zona residencial de la ciudad, con elegantes edificios señoriales y aparentemente bastante tranquila. No tienen recepción y todo va por códigos. En la reserva nos proporcionaron los códigos necesarios, así que pasamos al portal sin problemas. Sin embargo, para recoger la llave de la habitación hay como una especie de buzones en los que tienes que marcar otro código. ¡¡Y el nuestro está vació!! No es de extrañar, pues son las siete y media de la mañana y la habitación aún está ocupada. Así que, dejamos las maletas en un cuarto (también con código) y ya volveremos a partir de las dos.

Como es temprano para ponerse a ver la ciudad, decidimos cambiar de planes y hacer una excursión que teníamos pensada para mañana: visitar Porvoo. Tras preguntar a varias personas, todas muy agradables, llegamos hasta el bus que hace los poco más de 50 kilómetros que hay desde la capital. El billete nos cuesta casi 23 euros ida y vuelta por cabeza... por ese precio, bien podían incluir un desayuno o un masaje en los piés ¿no? Un paísaje verde, verde y más verde, acaba por conseguir que nos durmamos. Y para cuando nos despertamos... ya estamos en Porvoo; pero, no ha parado en Borgå, ¿no? Resulta que ambos nombres hacen referencia a la misma ciudad, y todo está en finés y en sueco, ya que ambos son oficiales. Si añadimos que casi todo el mundo, a excepción de los conductores de autobús, también habla inglés casi perfectamente... normal que sea el país de la UE que más dedique dinero a educación.

Porvoo es la segunda ciudad más antigua de Finlandia (después de Turku) y se podría decir que es como Toledo con respecto a Madrid: una ciudad cercana a la que se puede ir a pasar el día y a cuya excursión no renuncia ningún nipón que esté visitando Helsinki. En información turística una mujer muy delicada nos proporciona unas susurrantes explicaciones, mientras nos señala sobre un mapa con su dedo meñique cada uno de los lugares que podemos ver, y la ruta que nos sugiere hacer, donde también hay interesantes restaurantes y cafeterías. Ouh, that's really nice!

En el casco antiguo de orígen medieval la mayoría de los edificios son de madera y pintado de colores. El suelo resulta un poco incómodo, porque está hecho con piedras, pero el lugar resulta muy agradable. A lo largo de la ruta hay diferentes casas y esculturas de personales ilustres de la ciudad y por lo visto importantes para todos los finlandeses... pero, que dudamos hayan conseguido la misma popularidad fuera de sus fronteras.

Volvemos a Helsinki y, ahora sí, ya tenemos las llaves en nuestro casillero. Nos llama la atención que, entre tanta modernidad, el ascensor es de los de tener que cerrar una berja antes de ponerlo en marcha. El apartamento está muy bien, tiene concina, salón y dormitorio todo en uno, y luego el baño separado. Son menos de las cuatro de la tarde, y vuelve a llover... Con la esperanza de que mañana el tiempo mejore, decidimos adelantar la otra excursión que también teníamos pensado hacer mañana: visitar la Fortaleza de Suomenlinna.

Como anoche nos quedamos con ganas de más barco, nos cogemos un ferry que nos lleva en unos 20 minutos a un conjunto de islas que están al sureste de la ciudad. En ellas, cuando Finlandia pertenecía a Suecia, se construyó una fortaleza para luchar contra los rusos. Hoy en día es una de las más grandes del mundo, y su realización en aquellos tiempos, le ha supuesto pasar a formar parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Sinceramente, nosotros no entendemos muy bien por qué... hay sólo museos, tiendas y murallas. En fin, al menos la vista ha merecido la pena aunque sólo sea por la vista de Helsinki con sus dos catedrales moldeando el horizonte.

El tiempo está bastante húmedo, pero aún así nos damos un paseo por la ciudad, que veremos mañana con más detalle... ¡¡y nos gusta lo que vemos!! No tiene nada que ver con las capitales de las Repúblicas Bálticas... es mucho más... ciudad. Antes de ir a descansar, hacemos algo muy típico en Finlandia: ir a la sauna. La palabra 'sauna' es la palabra finesa más conocida, y dicen que en todo el país hay más saunas que habitantes. De hecho es un punto de reunión bastante habitual, y que alguien te invite a la sauna de su casa, es todo un símbolo de confianza. En el bloque de apartamentos en el que nos alojamos, hemos reservado hora, así que... tras el frío de la ciudad ¡¡a acumular calor y sudar un poco!! Claro, con este tiempo tan fresquito algo tenían que inventar para que trabajen las glándulas sudoríparas. Hoy sí que vamos a domir relajados... mañana, ¿saldrá el sol en Helsinki?

27 sept 2012

Norte de Estonia: de Narva a Tallinn

Unos cuantos rusos, vestidos a lo modas Memphis, con cara de pocos amigos y con menos de querer hablar, desayunan en el restaurante del hotel Inger. Como no nos entienden (y esto queda confirmado porque ninguno pestañeó ante nuestras risas), somos los más animados del lugar. De hecho, para lo bueno y para lo malo, ya nos han confundido con italianos, así que, no hay nada que demostrar.

Nuestra primera visita del día queda frustrada. En Valaste, se encuentra la cascada más grande del país, que se puede ver desde un mirador. Pero, ¡qué mala suerte! El mirador está roto. cerrado y sin pinta que se vaya a arreglar próximamente. Muy cerca, nuestro siguiente destino, queda algo difuso, y frustrado al mismotiempo. Queríamos ver los acantilados de Ontika, que alcanzan 56 metros de altura y que para estas tierras llanas y bajas con respecto al nivel del mar, es toda una proeza.

En Rakvere, visitamos la plaza central, el antiguo castillo y el bisón, una escultura con unos cuernos larguísimos. Pero la visita se vuelve incómoda porque una bandada de escolares colonizan el monumento. Y encima, una fina lluvia empieza a caer...

En Aaspere, queríamos visitar un molino, pero el GPS no terminó llevándonos 'tan cerca del destino como sea posible'. Así que, no nos 'aasperamos' y continuamos el camino sin ver el molino. Cuando parece que las cosas no salen... ¡¡siempre pueden aparecer unas obras que den más guerra aún!! Con los fondos europeos se están llevando a cabo numerosas mejoras en las carreteras del país, y, después de unas cuantas con las que nos hemos encontrado, las de la autovía entre Narva y Tallinn se llevan la palma.

Pero, cuando las cosas parecen que se van a torcer, poco a poco toma de nuevo su cauce. Visitamos, por fuera, la casa solariega (ejem) de Palmse y después la de Sagadi, muy cerca una de la otra. Son pequeños palacetes de 1677 y de 1749 respectivamente. Si hoy en día son todo un lujo... ¿cómo las considerarían gente de aquella época?

Muy cerca, en Käsmu, en el Parque Nacional de Lahemaa, divisamos un paisaje bastante atípico: un montón de rocas dispersas por el mar. Se trata de inmensas piedas que los glaciares trajeron hasta aquí, y que hoy parece que se estén bañando en el mar báltico.




En Kiiu, visitamos una casa-torre construida por los reyes teutones. Tiene una forma muy poco habitual, con una pasillo volado como si fuera un anillo puesto en un dedo... un diseño muy original de ¡¡todo un calatrava del medievo!!

Estamos a poco kilómetros de Tallinn, así que, como aún nos quedan unas horas hasta que devolvamos el coche, aprovechamos a ver la Torre de la Televisión y el Monasterio de Pirita. También aprovechamos a hacer algunas compras en un centro comercial y organizamos las maletas en el parking del mismo... en vez de gritar 'braga-tanga un euro'... dan ganas de empezar a decir, 'taza y lata un euro'... porque entre las tazas de los tres países de Pablo, y las latas de carne de alce, de arenque y de cosas raras que hemos comprado, parece que estamos montando un puestecito.


Nos despedimos del Renault Megane blanco que nos ha acompañado durante 3.187 kilómetros, y, tras un último café en Tallinn, nos dirigimos a la terminal D del puerto. Cruzar el golfo de Finlandia desde Tallinn hasta Helsinki tarda unas dos horas. Sin embargo, en la última conexión tienes opción a coger camarote. De forma que, al llegar a la capital finlandesa, puedes dormir hasta las 6 de la mañana. El ferry de Tallink tiene 9 plantas, incluídas las de los garajes y las cubiertas. Como unos niños pequeños, exploramos el barco de arriba a abajo, mientras zarpamos y cruzamos el mar báltico. Nuestra aventura báltica finaliza... ¡¡pero aún nos quedan tres días extra en Finlandia!!

26 sept 2012

Este de Estonia: De Tartu a Narva


Despertamos en Tartu y el hotel que habíamos reservado no tiene desayuno incluido, así que paramos en uno de los pocos bares de carretera que se ven. Parece ser que nuestro concepto de bar como lugar de encuentro o de tomar algo, difiere del concepto que le dan los bálticos, más como un lugar donde comer de forma más consistente.

Nuestra primera parada de hoy es la casa solariega de Alatskivi. Pero, ¿qué tiene de solariega esta casa? Hace días que no vemos el sol, así que supongo que será porque en ellas la nubosidad 'sola-riega'. En cualquier caso, todas las casas de este tipo que hemos visto son una maravilla, son como sacadas de un cuento de príncipes y princesas.

Del romántico Alatskivi vamos a un lugar con un nombre más ordinario: Raja. Esta localidad se haya en la costa del Lago Peipsi, que hace frontera con Rusia. En esta zona viven muchos vétero creyentes y visitamos una de sus iglesias más importantes. Los vétero creyentes consideran pecado afeitarse la barba, tienen restricciones en el consumo de tabaco y visten camisas largas. Eso sí, en algunas casas tienen sauna y jacuzzi en el exterior. Nos acercamos al lago y está tan tranquilo...
 
En Vasknarva visitamos un monasterio ortodoxo, otro más para la colección. Y un poco más al norte, visitamos otro monasterio, el de Pütisha, en el que viven unas 150 monjas. Construido en 1891, es como un pequeño Kremlin, rodeado por una muralla y con la Iglesia de la Dormición en el centro. Se ven monjas vestiadas de negro haciendo sus labores habituales: llevando cosas de un sitio a otro, arreglando los jardines, etc. Y todas van de negro.

Y del negro pasamos al gris. En Narva, ciudad con paso fronterizo con Rusia, hay edificios de todos los tonos posibles de gris. Todos. Y es que, esta ciudad parece Rusia. Además del cuidado arquitectónico de la ciudad, la mayoría de la población es rusa, y, por lo tanto, también hablan ruso. En el hotel, la una muda pero eficaz recepcionista nos atiende casi sin abrir el pico. Un Karaoke ruso en el que no corran ríos de vodka tiene que ser menos animado que ver la carta de ajuste.

Pero no hemos venido hasta la tercera ciudad estonia a hacer amigos nostálgicos de los soviéticos. En esta ciudad se haya uno de los monumentos más conocidos (dentro de lo que cabe) del país: el castillo de Narva. Además, al otro lado del río está Ivangorod, la que fuera parte de Narva y posteiormente ciudad gemela. En ella también hay un imponente castillo. La conjunción de ambos castillos da un aire más solemne al proceso de cruzar la frontera. Ay, Rusia, ¡¡cuánto tienes que mejorar y cuánto nos darás para descubrir algún día!! Por ahora, nos conformamos con el generoso apertivo ruso que has dejado impregnado en estas tierras bálticas. ¿Escribiremos algún día nuestras andaduras por la Rosija Federacija?

25 sept 2012

De Valka a Tartu

Definitivamente, dormir en una cabaña ha sido un acierto. Aislados de la ciudad, sin televisión (aunque con internet) y con los sonidos de la naturaleza como hilo musical, descansar en Lācītes ha sido todo un acierto. Además, la chica que nos atiende es muy maja y nos sirve un estupendo desayuno. ¡¡Así da gusto empezar el día!!
Si ayer nos despedimos de Lituania, hoy toca hacerlo de Letonia. Rumbo al norte llegamos a una ciudad que está dividida en dos estados, Valka o Valga según el lado de la ciudad en el que estés. En turismo nos dicen que el trazado de la frontera tiene forma de pájaro... bueno, todo es cuestión de echarle imaginación. Es curioso que, por ejemplo, vivas en Letonia y vayas al supermercado en Estonia, ¿no? En lugar de 'una ciudad, dos estados' pondría como lema 'una ciudad, dos monederos'... en la parte letona deben de estar deseando que el país adopte el euro. A modo de curiosidad, han conservado los límites fronterizos que estaban en plena ciudad.
 
En Sangaste, visitamos un castillo de 1881, de estilo neogótico inglés. Según cuenta la leyenda, un conde lugareño intentó casarse con una noble inglesa. El padre de la joven se oponía porque consideraba al conde un 'ruso salvaje'. ¿Y qué hizo el conde? Pues se construyó este castillo inspirado en el de Windsor para demostrarle a su futuro suegro que él también podía ser un noble refinado. Y digo yo... si pasaron siete años desde que se diseñó hasta que se finalizó... ¿y si se le llega a cruzar una francesa o española? ¿Qué hacemos con el castillo a medias?
 
En Urvaste, visitamos el Roble Tamme Lauri. En los bálticos, con bosques en un tercio de su superficie... ¿a qué vamos a ver un árbol más? Pues parece ser que éste es bastante importante, porque aparecía en los billetes de 10 coronas. Es el árbol más grueso del país, con 8m 21cm de diámetro y una edad de 680 años (este debe de ser pariente del árbol de Gernika, ¡aibalaostia pues!). El nombre viene del dios del fuego (Laurits) que se decía vivía dentro del árbol.
 
En Rõuge visitamos el monumento a 'Eesti Emale'; en Haanja, visitamos el 'Suur Munamägi', el punto más alto de los países bálticos en el que han construido un mirador para estar más alto aún; en Obinitsa, visitamos el monumento a la madre setu de las canciones, que es el símbolo de la etnia setu que vive por esta zona; en Piusa, queremos ver unas antiguas minas de una cantera de cuarzo en el que hibernan murciélagos, pero resulta que hoy están cerradas.

Y por último, llegamos a Tartu, la ciudad universitaria y segunda ciudad más poblada de Estonia. La plaza del Ayuntamiento es el punto más bonito, donde se encuentra una escultura de unos estudiantes besándose bajo la lluvia. También es de destacar el edificio de la universidad, el monumento al cerdo, la escultura 'Padre e Hijo' (ambos de la misma proporción) y las ruinas de la catedral. Sin embargo, uno de los edificios más fotografiados es el Museo de Arte de Tartu, y no por las pinturas que hay dentro (que son de las más importantes del país), sino porque el edificio ¡¡está inclinado!! Por cierto... ¿cómo os habéis quedado con lo del monumento al cerdo? Mañana más lugares curiosos por el 'este de Estonia' (¿se llamará 'Estenia'?) .

24 sept 2012

Este de Lituania y de Letonia

Dejamos la capital lituana y visitamos Europos Parkas, un parque en el que se muestran más de 90 esculturas de diferentes artistas europeos. Podíamos haber dormido una hora más o podíamos haber gastado los nueve euros que nos hemos dejado por cabeza en tomar café hasta reventar. Pero no, aquí estamos pasando frío ante una serie de desechos horrorosos que supuestamente son arte. No entendemos mucho de arte moderno, pero sí de qué es bonito y qué no... y, sinceramente, todo lo que aquí se muestra es inclasificable. ¿Cómo definir un laberinto hecho de televisiones viejas? Estos se ve que no han pisado la sección de Imagen y Sonido del MediaMarkt. Para más Inri, no está señalizado, te pierdes con facilidad y está todo bastante decadente.

El Europos Parkas al fin y al cabo está pensado para atraer a los turistas que visitan un sitio que sí que merece la pena: el Centro Geográfico de Europa. En 1989 el Instituto Nacional de Geografía de Francia determinó que el centro del continente europeo está en Lituania. El centro exacto está marcado con una piedra. Justo al lado, un monumento conmemora la entrada de Lituania en la Unión Europea en 2004, y, cómo no, la decoración la ponen las 27 banderas de los miembros de la UE.

Paramos en Molėtai, donde se encuentra el Museo Etno-Cosmológico de Lituania, que no sabemos ni qué es, ni para qué sirve, pero por fuera se merece una parada en el camino. Poco después abandonamos la Lietuvos Respublika. ¿Respublika? ¿Es que acaso comparten una vaca?

De nuevo estamos en Letonia. En Daugavpils, la segunda ciudad más poblada del país, visitamos el distrito de las iglesias, donde hay cuatro templos de diferentes confesiones: Ortodoxa rusa, veterocreyentes, luterana y católica. En esta ciudad no tienen excusas para no ser religiosos. Además, apenas hay sitios donde tomar un café, por lo que acabamos tomando algo calentito en el lugar más moderno de la ciudad: en un McDonald's.
 
En las afueras, visitamos una iglesia ortodoxa de madera, que además está al lado de un cementerio soviético. ¡¡Ésta era de regalo!!
Continuamos hacia el norte y llegamos a Aglona, donde se encuentra el templo católico más grande del país. En 1993 aquí estuvo de visita Juan Pablo II. ¿Pero es que hacía nuestra ruta? En Aglona recogemos a una chica que está haciendo dedo. Habla algo de inglés y entablamos conversación: se llama Inga y es profesora, y se muestra interesada en la ruta que estamos haciendo. Nos cuenta que habla letón y ruso, y que sólo ha estado en los países bálticos. En cierto modo, tenemos la sensación de que no conocen mucho más que lo suyo y se resignan a la situación... ¿es que no conocen Ryanair?

En Jēkabpils visitamos otras dos iglesias ortodoxas más... ¿pero cuántas llevamos? A este paso cuando volvamos vamos a necesitar un exortodoxcismo. Lo curioso de una de ellas es que tiene formato de Kremlin, ya que se trata de un recinto cercado con su iglesia y monasterio. También visitamos el castillo y la plaza central, donde hay una báscula gigante, un monedero gigante y un lince también bastante grandecito. ¿Qué problema tienen con las medidas?

El día va tocando a su fin, y antes de retirarnos a descansar, visitamos el castillo de Cesvaine. Ahora sí, ya toca irse a nuestro siguiente alojamiento: una cabaña de madera en Lācītes, cerca de Ranka. La cabaña está genial, toda hecha de madera, pero con una buena calefacción. Cerremos la puerta... ¡hay animales sueltos!

23 sept 2012

Vilnius, perla del barroco

Liatus significa ‘lluvia’ así que Lietuva, Lituania en lituano, podría ser ‘El País de la Lluvia’. ¡¡Así que cómo nos íbamos a librar de que lloviera!! Es domingo y está lloviendo... tantas veces habíamos visto en internet fotos de Vilnius, que de alguna forma llegamos a la conclusión de que aquí siempre había sol, pero va a ser que no.

El autobus 46 nos lleva hacia el centro, y, pensando que nos va a dejar en el  casco histórico, resulta que no, que sólo se aproxima y luego vuelve a alejarse. Pero, ¿dónde está todo el meollo? Cuando vemos que ya nos hemos salido del mapa decidimos bajarnos y volver en sentido contrario, y, esta vez sí, nos bajamos en lo que pensamos está más cerca del centro. Al menos, es como si hubiésemos cogido el bus turístico, pero modalidad Suburbios Sightseeing.

Empezamos la visita por el puente verde, donde se han conservado cuatro esculturas soviéticas que representan los pilares de la economía: Agricultura, industrica, ingenieros y soldados (¿Y los mercados? ¿Dónde están los mercados? Si hubiese que hacer un puente equivalente en la actualidad, ¿pondrían a Estándar&Pobre, Moody's y Fitch?). El contrapunto 'romántico' a la seriedad soviética está en ambas riberas del río Neris: en un lado se puede leer ‘yo te quiero’ y en el otro lado ‘yo también’.

El casco histórico de Vilnius se declaró Patrimonio de la Humanidad en 1994 y es que combina gótico, neoclásico y un impresionante barroco tardío (esto no es de producción propia, como me pille la SGAE), y el resultado es espectacular. De hecho, quizá haya demasiadas iglesias. Los propios vilneses dicen que en esta ciudad 'uno siempre está al lado de una iglesia'.

Una de las estampas más habituales de la ciudad es su catedral en estilo neoclásico y su campanario separado, ya que formaba parte de la antigua muralla. Este reciclaje arquitectónico no ha sido el único: En 1950 los soviéticos cerraron la catedral para utilizarla como garaje de reparaciones para camiones y en 1956 se abrió como pinacoteca. Bueno, hoy en día en mejores lugares se planta un McDonald's o un Zara...

En frente del campanario está la estatua de Gediminas, todo un héroe nacional que representa la predilección por la diplomacia en lugar de la fuerza. Este Gran Duque fue el que llevó la capital de Lituania a Vilnius, así que, aquí es tan querido que mucha gente pone 'Gediminas' como nobre a sus hijos barones. Bueno, al fin y al cabo, España está llena de Isabeles, Fernandos y Juan Carlos. En la misma plaza, damos tres vueltas a una baldosa donde pone 'stebuklas' (milagro) con la esperanza de que el deseo que pidamos se cumpla.

Al lado de la catedral está el Palacio Real (o Castillo Inferior) y, subiendo un funicular se llega al Castillo (Superior), donde se encuentra la torre Gediminas. Esta torre es el símbolo de la Lituania independiente, ya que en ella se izó la bandera Lituania cuando se logró la independencia en 1919 y en 1988. ¡¡Y se ve toda la ciudad!!

Recorremos la calle Pilies, una de las calles más antiguas y ahora repleta de tiendas de ámbar. Y llegamos a una de las joyas de la ciudad: la iglesia de Santa Ana. Tiene 33 tipos diferentes de ladrillo y se dice que es el mejor ejemplo de gótico lituano (esto ya es para pagar canon y todo). Napoleón la utilizó como barracón en 1812 y después quiso llevársela a París ‘en la palma de su mano’. Pues, ¡menuda palma debía de tener!

¿Sabíais que dentro de Vilnius existe otra república? Igual que El Vaticano es a Roma, La República de Užupis es a Vilnius. Otros lo llaman también 'El Montmartre de Lituania'. El distrito de Užupis (significa ‘detrás del río’) tiene sus propias tradiciones, puntos de frontera y hasta su propia constitución (que incluye artículos como ‘todo el mundo tiene derecho a no entender nada’, 'el perro tiene derecho a ser perro' o 'todo el mundo tiene derecho a cometer errores'. En el río que hace frontera con la 'república' se haya uno de los símbolos más fotografiados: la sirenita.

Hemos hecho hambre y toca reponer fuerzas. Siguiendo el consejo de varios blogs de internet, vamos al restaurante Forto Dvaras, donde probamos comida típicamente lituana: una sopa de remolacha llamada Salti Barsciai, pan frito con ajo, unos Cepelinai y un postre típico... ¡¡todo ríquisimo!! Además, la camarera habla un poco de español, porque estuvo estudiando en Valencia.

Seguimos haciendo la visita a la ciudad y hay un sinfín de cosas: la Casa de los Signatarios (donde se firmó la independencia en 1918), la Vilniaus Universitetas (sí, así se llama la universidad), la Puerta del Amanecer (con un cuadro de la Vírgen al que se le atribuyen poderes y donde se hacen las misas en polaco), el Museo de la KGB, la Sinagoga, templos ortodoxos,... Pero lo que más llama la atención es una mujer que se gasta todo el dinero en ropa y que se pasea por la ciudad con ropa muy llamativa. ¡¡Vaya personaje!!

Y con Vilnius, ya hemos hecho el tres en raya báltico, pues ya hemos visitado las tres capitales. ¿Cuál es la mejor? ¡¡Difícil quedarse sólo con una!!

22 sept 2012

De parques por Lituania

A lo largo de la noche alguien nos ha extirpado los riñones y nos ha implantado unos cocos. El rollo rural está muy bien, pero entre el frío que hace fuera y que las camas no son muy cómodas, es como si hubiéramos dormido en un etno-selo. Sin desayuno y sin internet, la sensación de aislamiento total se completa cuando el único canal que se ve medianamente bien es el de Arabia Saudí... ¿Será para asegurarse de poder ver el sol aunque sea vía satélite? El tiempo que hemos tenido hasta ahora ha sido fresquito, pero bastante bueno para estas latitudes. Sin embargo, hoy viernes, en el punto más al sur de nuestro viaje, el último día del verano ha comenzado con una temperatura ¡¡de tres grados!!

Estamos en Druskininkai, una ciudad-balneario que en los siglos IX y XX fue el complejo vacacional y sanitario más popular de Europa del Este, y era frecuentado por ricos de Rusia, Polonia y otros países vecinos. Y es que, nos encontramos a tan sólo 10 kilómetros de la frontera con Bielorusia. Como somos así, decidimos acercarnos al paso fronterizo, a ver si la hierba y los árboles también son verdes al otro lado, o si la tierra es blanca... al fin y al cabo, ¿por algo el nombre del país se traduce por 'Rusia Blanca', no? Pero no, todo parece bastante normal. Media vuelta.

Después de acercarnos a uno de los países con más nativos del grochi, visitamos el primer parque del día: Grūto Parkas, un parque donde se exponen 86 estatuas y objetos de la era soviética. Lo creó un empresario local que empezó a reunir esculturas de Stalin, Lenin, Marx, etc. y que ahora las expone en este museo al aire libre. Los soviéticos pusieron la mayoría de esculturas en plazas a lo largo de todo Lituania para insipirar a los ciudadanos la prosperidad del nuevo régimen, y, tras la independencia, fueron retiradas, con el objetivo de borrar todo recuerdo de la ocupación. Pero, ¿acaso se puede borrar la historia? Pablo me alecciona con unas clases intensivas sobre la URSS... ¡¡Es wikilítico!!

En Veisiejai visitamos otro parque, pero en este caso menos político: El Parque de Esculturas Paganas, donde no 'pagas-na' por ver una veintena de obras realizadas en madera. Continuamos la ruta y cogemos a una mujer mayor, con un parecido sorprendete a 'Mari Jaia', que está haciendo 'a dedo' en la carretera. No habla mucho y sólo sabe decir 'da, da, da', por lo que interpretamos que es de orígen ruso. Y menos mal que sólo sabe ruso, porque si supiera castellano, estando en un coche con dos desconocidos, se hubiese tirado en marcha cuando Pablo me dice mirándola 'atraca-ahí'. ¿Ein? ¡Ah! ¡A Trakai!

El tercer parque del día es el Parque Histórico Nacional de Trakai. Por toda Europa hay un sinfín de castillos de diferentes formas, tamaños y colores, y Trakai no suele ser uno de los más conocidos. Sin embargo, desde que empezamos a preparar el viaje, no hemos parado de ver éste en fotos, por lo que al final terminas sabiendo qué sitios son esenciales de ver y cuáles no. Este castillo, situado en una isla del lago Galvė y hoy conectado mediante puentes, fue la sede del poder de Vytautas el Grande. En la actualidad, es un gran imán turístico y un lugar a donde vienen muchas parejas de recién casados a hacerse fotos.

En el camino que va hacia el castillo se ven a ambos lados de la carretera unas bonitas casas pintadas de colores. Se trata de las casas de los karaim o karaitas, una comunidad de turcos judíos de Crimea (vaya mezcolanza) que fueron traídos aquí para que trabajasen como guardias reales. Como curiosidad, ninguna de las casas tienen puerta hacia la calle principal y siempre tienen tres ventanas (una para Dios, una para la familia y otra para Vytautas). En la actualidad aún viven 14 familias que siguen manteniendo sus costumbres. Eso sí, aprovechando el tirón del castillo han creado algún restaurante y también te venden una especie de bollo preñadito de carne que debe ser típico de su gastronomía. Otra tribu que se, más actual, son parkeras... mujeres que te invitan a aparacar el coche es su garaje, y así sacarse unas litas extra.

El cuarto parque del día es el Parque Arqueológico de Kernavė. Cinco montículos forman el castillo donde se unificaron las tribus lituanas, pasando a ser Kernavė la capital del Gran Ducado de Lituania, y, por lo tanto, primera capital de país. En el yacimiento arqueológico se han encontrado restos de una civilización de hace 9.000 años. Todo el conjunto forma parte del Patrimonio Cultural de la UNESCO desde 2004.

El quinto y último parque del día es mucho más mundano... El Parque Comercial Akropolis, el que dice ser el centro comercial más grande de todo Lituania. Es sábado por la noche, y, por tanto, tiempo de ocio: tiendas, restaurantes, cines y hasta una pista de patinaje sobre hielo son los destinos lúdicos de lugareños y de bielorusos, ya que se ve un gran número de coches con matrícula del país vecino. Las tiendas de ropa resultan algo caras, y, por lo general, la ropa no es muy bonita, ya que es de puro invierno y de colores oscuros. 

Sin bolsas en la mano, regresamos al coche, donde ¡¡un musulmán está rezando hacia la Mecca!! Es el único que hemos visto en lo que llevamos de viaje... y éste viene con ritual incluido. Llegamos al Europa Stay Hotel, situado en un complejo deportivo a las afueras de la capital lituana. Una hora y media de fuegos artificiales marcan el final del día en Vilnius, la última capital báltica que mañana descubriremos.

21 sept 2012

Magia y creencias lituanas

Despertamos y desesperamos a Morfeo a las cinco y cincuenta de la mañana. No ha dado tiempo a calentar los nórdicos de las camas del hotel Park Inn en Klaipėda, pero los grupos de jubilados franceses y alemanes van más allá y han debido de estar haciendo guardia, porque para cuando llegamos al desayuno buffet ya han cargado al menos un tercer plato.

Ayer nos dejamos de ver algunos sitios, como Palanga, Salantai y Plungė. Los teníamos marcados por si nos sobraba tiempo después de ver siete ciudades y hacernos 450 kilómetros, pero hemos estado un poco vagos. Incluso la tercera ciudad más grande de Lituania, Klaipėda, la hemos tenido que posponer para hoy, y será lo primero que visitemos. Pero, antes sacamos moneda local... litas, litas y má-litas. Ahora sí, ya estamos preparados para ir desde la frontera natural con el mar báltico, hasta la frontera política con Bielorusia. Allá vamos... ¡¡kamperimah!! 

Klaipėda, la antigua Memelburg, fue gravemente dañada durante la 2ª Guerra Mundial, así que los lugares interesantes para ver han quedado reducidos al casco histórico y al puerto, al sur del río Danė. En este último, las esculturas de El Niño y el Perro, Los Cuatro Vientos y El Fantasma Negro contrastan con las grúas de carga de la zona portuaria más importante del país. En el centro histórico, otras esculturas cuentan las creencias de los lugareños: un dragón en una pared simboliza la unión entre agua y fuego; un deshollinador en un tejado promete suerte si tocas un botón; la 'Olla del Dinero' simboliza el primer banco de la ciudad; el 'Gato con Cara de Señor', recuerda el antiguo punto de encuentro social; y 'El Ratón Milagroso' nos aconseja 'convierte los pensamientos en la palabras y las palabras se convertirán en milagros'. Mientras visitamos la ciudad, las dos torres de la empresa K&D, con la forma de ambas letras, bailan una canción muda, acercándose, alejándose, y mostrándose diferentes desde cada ángulo. 

Nuestro segundo destino del día es uno de los lugares de peregrinación más importantes de Lituania. La Colina de las Cruces se encuentra a unos pocos kilómetros al norte de Šiauliai, y es uno de los lugares imprescindibles de visitar en Lituania. Las primeras cruces se pusieron en 1831 en memoria de los caídos en el alzamiento contra el régimen zarista. La gente del Zar no dejaba que se oficiaran funerales motivando que los lituanos colocaran en esta pequeña colina multitud de cruces para honrar a sus desaparecidos. Fue arrasado cuatro veces durante el régimen soviético, por ser considerada símbolo de resistencia. En los 70 el ejército rojo y el KGB montaron guardia, pero su presencia no impedía que siguieran apareciendo cruces. A finales de los 70 los soviéticos intentaron anegar la zona, sin éxito. A pesar de todos los intentos, las cruces seguían apareciendo todas las mañanas. Juan Pablo II lo visitó en 1993 y donó una que aún se encuentra aquí. Os preguntaréis ¿pero cuantas hay? Se cree que aproximadamente 15.000 cruces grandes y unas 41.000 cruces pequeñas... ¡¡El crucero se ha echo de oro!!

Andar entre la marea de cruces es emotivo y a la vez abrumador... el silencio sólo lo rompe el tintineo de las cruces pequeñas... anda, las grandes ¡¡tocan txapalaparta, pues!! Parece como si estuvieran dando la bienvenida a unos recién casados que se acercan a la colina a dejar su cruz (¿o a comenzarla?).

A parte de la Colina de las Cruces, la cuarta ciudad más grande del país no tiene 'gran' cosa para ver, ¿o sí? Cerca del lago Talšos encontramos ¡¡un zorro gigante!! Nos encantan las esculturas tamaño 'giant' y ya faltaba en este viaje visitar una frikada tamaño XL. Abandonamos la ciudad después de visitar la Plaza del Reloj de Sol, donde se alza la escultura dorada del arquero Šaulys (que significa sol), y del cuál adoptó la ciudad su nombre.
En Šiluva visitamos la Iglesia de la Aparición de la Virgen María. Según cuenta la leyenda, hace más de 400 años se apareció aquí la virgen, en una roca que se muestra dentro de la capilla. El exterior del templo, construido en 1924, es bastante austero y no presagia lo interesante que resulta por dentro, pues hay unas bonitas vidrieras y pinturas.

Entre Šiluva y Raseiniai vemos a lo largo de la carretera numerosas cruces labradas en madera. Se trata de una tradición lituana llamada Kryždirbystė, y que consiste en realizar cruces artísticas representando a Jesucristo o a diversos santos, aunque el origen es precristiano y pagano. Esta tradición está inscrita en la lista de Patrimonio Intangible de la Humanidad de la UNESCO, y es fácil encontrar estas cruces por gran parte del país.

Poco a poco llegamos a Kaunas. Ésta es la segunda mayor ciudad lituana y sólo recorrer la Avenida Laisvės buena cuenta da de ello. Hay muchas cosas para ver: la Catedral Ortodoxa (inmensa), la calle Vilniaus (con sus casas de colores), la Casa Perkūnas (de un gótico muy peculiar), el Antiguo Ayuntamiento (con forma de iglesia y hoy conocido como 'cisne blanco'), etc. Pero destacaramos por un lado las cabinas de teléfonos, muy antiguas y que recuerdan a las de Londres; por otro, el castillo, el símbolo de la ciudad; y por último una mezquita tártara, que solicitó construir la comunidad tártara de la ciudad. Por cierto... hay muchos baños públicos en los que hay que pagar una lita para entrar... ¿cómo se llama la mujer que las recoge? ¿Litera?

Un lugar poco conocido pero muy curioso de Kaunas es la estatua de ‘El Sembrador de Estrellas’, en recuerdo a una importante pintura eslovena (y que aparece en las monedas de 5 céntimos de ese país). Lo original de esta estatua es que un artista local pintó unas estrellas ne la pared de detrás, para que, mediante un inteligente juego de sombras, parezca que está 'sembrando estrellas'.

Va siendo hora de recogerse y, después de tanto hotel urbano de los días anteriores, cambiamos de tercio y nos vamos a un alojamiento rural. En el extremo sur de Lituania, llegamos a Druskininkai, donde la temperatura no llega a tener dos dígitos. En estos sitios no suele haber recepción, así que llamamos al teléfono que nos habían indicado, pero no conseguimos contactar. Es de noche, hace frío y un coche ruso aparcado al lado del nuestro no para de montar un escándalo con su alarma cada vez que nos acercamos. Llega otro coche, de matrícula bielorrusa y ya somos cuatro esperando (y estamos en minoría si sumamos los rusos que estarán ya acostados). De la nada aparece un hombre mayor, con poco pelo y ojos hundidos, diciendo 'roski, polski, lietuvoski', que tendrá cinco carreras pero que sabe de inglés nada y menos (esto se complica). A los bielorrusos les abre la puerta y a nosotros nos deja esperando en el frigorífico natural que es esa zona (esto ya preocupa). El hombre, que con nosotros ni pío pero que por teléfono parece un adicto al grochi, empieza a fijarse en nuestra matrícula y en el coche. (como sepa hacer un puente, nos la lía). Pero empezamos a 'hablar' con el y le decimos que no somos estonios (por la matrícula) y que el coche es alquilado, a lo que él nos indica que el coche parece muy bueno (la tensión se relaja). Después llega una mujer que entra, sale, sube y baja (claro, así no nota la glaciación que se está produciendo), y, enfila al bielorruso porque éste también no deja de entrar y salir del coche a por papelitos, pero de uno en uno en lugar de llevar toda la carpeta (nueva versión del juego frío-frío-caliente-caliente). Y por fin viene a donde nosotros... ¿sabrá inglés, no? Pues no, sólo roski roski (la prima de riesgo vuelve a aumentar, ¿pedimos el rescate ya?). La seguimos a otra casa y empieza a abrir puertas con llaves (¿pero acaso es un búnker de la KGB?) y finalmente nos enseña un apartamento, algo antiguo, pero con dos habitaciones, baño y cocina, enterito para nosotros. Parecía que nunca iba a llegar el momento de decir... ¡¡hasta mañana!!

20 sept 2012

Palacios de Zemgale y las etnias de Kurzeme

El sonido del trolebus y de los barrenderos rigueses indican que la ciudad ya ha despertado. Cruzamos el pasillo helado hasta el salón del desayuno, donde reponemos fuerzas y nos llevamos algo para 'media mañana'. Queda confirmado... Pablo ha sido poseído por Colón y paseará sus huevos, cocidos, por media Letonia.

Saliendo de la ciudad, vamos contra corriente de las retenciones a la entrada de Rīga. Rumbo al sur por la Vía Báltica (hoy carretera A7), empezamos la ruta por los castillos y palacios de la región de Zemgale, y Bauska es nuestra primera parada. Un ayuntamiento de estilo alemán y una catedral ortodoxa de bulbos azules llaman nuestra atención. Después, visitamos el Castillo de la Orden de Livonia de 1443, asentado estratégicamente en la conjunción de dos ríos y cuyo objetivo era controlar el comercio entre Rīga y Lituania.


Cerca de Bauska, paseamos por los jardindes del Palacio de Mežotne, construido para la noble familia Lieven y que hoy es un hotel de lujo. En lugares así, uno no sabe si tocar el clavicordio o pasear con un parasol y un pañuelo en la mano.






Uno de los platos fuertes del día, de esos que no se ingieren, es el Palacio de Rundāle en Pilsrundāle. Construido en 1736 en estilo barroco, es testigo mudo de un pasado glorioso. Todos los palacios europeos acaban siendo bastante parecidos, es como si a todos les hubiese llegado el equivalente al catálogo de Ikea del siglo XVIII, así que, entre el mobiliario y la ostentosidad habitual, destacaremos las preciosas estufas de cerámica que están presentes en la mayoría de estancias. Para visitarlo, hay dos rutas diferentes y hay que pagar una tarifa extra para sacar fotos, ¡¡la ruina de Pili!! . Lo que no sabemos es por qué la mayoría de visitantes van con unos patucos de plástico azul y nosotros no... con tanta estufa, ¿habrá riesgo de radiación?

Jelgava fue la capital del ducado de Curlandia, un feudo casi independiente de la antigua Polonia. Visitamos su catedral bulbesca, el Ayuntamiento que antes era un palacio y subimos a la torre de la Iglesia de la Santa Trinidad, desde cuyo mirador en la planta 9ª se obtiene unas amplias vistas de la ciudad... ¡¡de la ciudad en obras!! Porque alrededor del río están construyendo su pequeño Abandoibarra. De hecho, como Deusto es a Bilbao, la universidad de Ingenieros Agrónomos es a Jelgava. Esta institución docente se alberga en un palacio de 1738, antigua residencia de los duques de Curlandia. Este palacio y el de Rundāle son poco conocidos, pero ¿por qué tienen algo que nos resulta familiar? ¿Quién no ha visto alguna vez el palacio que alberga el museo Hermitage de San Petersburgo? Pues resulta que son todos obra del arquitecto Francesco Bartolomeo Rastrelli, arquitecto de la corte rusa. Uno amarillo, otro rojo y el tercero verde... esto es como un parchís, ¿dónde está la ficha azul?

De la región de Zemgale pasamos a la región de Kurzeme, cuyo nombre es originario de una tribu que antiguamente vivía aquí y que se denominaba kurši, ¿irían vestidos de rosita? Otro castillo de la Orden de Livonia se alza al lado de un lago en Jaunpils. Disfrutando de nuevo del buffé libre del hotel de Rīga, dos hombres caminan cerca, dado uno voces al teléfono en raskatá. El otro aburrido, se nos acerca y nos dice ¡¡si sois españoles!! En lo que llevamos de viaje pocos han sido los españoles con los que nos hemos cruzado, y éste nos cuenta que está dando formación en sistemas de agricultura durante esta semana.

En ruta paramos en Remte, de donde llevamos apuntado que hay un pequeño palacete. Sin embargo, se encuentra en restauración y pasamos de largo. Las cruentas dos Guerras Mundiales regaron Europa de sangre y Letonia no fue ninguna excepción. Muchos alemanes caidos en estas tierras fueron sepultados en diferentes cementerios, muchos de ellos destruidos durante la ocupación soviética. Tras la independencia de Letonia, el gobierno alemán llegó a un acuerdo con el letón para recuperar los cuerpos de sus compatriotas caídos y traerlos al cementerio alemán de Saldus. Actualmente ya descansan aquí los restos de más de 20.000 soldados, pero el trabajo de reubicación sigue en proceso.

En esta tierra de tribus kuršis y livs, dominada por alemanes, daneses y suecos, y finalmente ocupada por los soviéticos, son estos últimos los que más abundan en la actualidad. En Liepāja hay una gran comunidad de rusos en el barrio de Karosta, nostálgicos quizá de la era soviética y quizá no muy bien considerados por los letones de la zona, pues el barrio parece bastante decadente y se ven incluso bloques soviéticos abandonados. En la zona de la costa, los búnkeres soviéticos esperan a que el deterioro natural acabe con el amargo recuerdo de una ocupación pasada, mientras que los foráneos buscamos restos de ese pasado que no sufrimos. Pero para quien sí quiera sufrirlo... ¡¡aún hay una oportunidad!! En laprisión de Karaosta se puede asistir al show ‘Detrás de las barras’, sufrir los maltratos soviéticos e incluso pasar la noche en un calabozo. ¡¡Hay gente para todo!!
Sin embargo, el icono de esta ciudad costera es la Catedral Ortodoxa de San Nicolás, para nosotros el éxtasis bulbiano, el bulbo máximo, ¡¡lo más de la bulbificación!! Se encuentra parcialmente en restauración, pero la visita era imprescindible. Pasamos al interior y esta vez tampoco hay performance de Pushy Riots.

Para ser una ciudad bastante grande, tan sólo conseguimos arañar unos pocos sitios de interés, como el paseo de la fama de los roqueros letones y el Pabellón de Pedro donde se hace el mercado local. Ya se ha hecho de noche y toca recogerse... ¡¡en el país vecino!! Por la costa báltica llegamos a Klaipėda... ¡¡Bienvenidos a Lituania!!

19 sept 2012

Rīga: la joya Art Nouveau

La habitación del hotel FG Gertudre es amplia, moderna y confortable; y descansando tan a gusto, aunque apenas hayamos tenido seis horas de ensoñación, ya estamos listos para empezar el día. Después de un contundente desayuno, con porridge para todos, empezamos a explorar la ciudad por las calles Elizabetes y Alberta, que son las que tienen mayor concentración de edificios Art Nouveau. En Rīga, uno de cada tres edificios se construyó en este estilo, y, ¡¡hay maravillas!! El edificio situado en Strēlniecu 4 dicen que es uno de los mejores ejemplos de este estilo en todo Europa. Fuera de la zona más turística, también hay edificios que son verdaderas joyas, pero están a falta de una buena capa de pintura. Todo este explendor arquitectónico le ha hecho ser merecedora del título de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.

Uno de los símbolos de la ciudad es el Monumento a la Libertad de 42 metros de altura y construido en 1935 mediante donaciones populares. La mujer que representa a la libertad es conocida como Milda y alza tres estrellas que representan las tres regiones culturales del país (Vidzeme, Kurzeme y Latgale). Muy cerca de este monumento se encuentra la Catedral Ortodoxa, con sus cúpulas negras y doradas. El interior es magnífico... ¿veremos actuar a las Pushy Riots?

La ciudad de Rīga tiene más de 800 años y a lo largo de su historia ha pertenecido a alemanes, suecos y rusos. Hoy en día es la ciudad más grande y cosmopolita de los países bálticos. De hecho, ¿qué ciudades pueden presumir de tener restaurantes uzbecos y tártaros en su abanico gastronómico?

El casco histórico es pequeño, pero esconde, entre edificios de estilo renacestista holandés, gratas sorpresas al visitante: La Catedral Dome, la Puerta Sueca, los Barracones de San Jacobo, la Torre del Polvorín, ... Muchos de ellos narran interesantes historias, como por ejemplo el Castillo, que fue construido por obligación y destruido por la muchedumbre varias veces, y que actualmente es la residencia del presidente de letonia.

La metropoli que crece junto al río Daugava fue el mayor centro de la Liga Hanseática. De aquella época son las instituciones de El Gran Gremio y El Pequeño Gremio, que controlaban el comercio y la producción artesanal de la ciudad desde sendos edificios. Curiosamente, frente a uno de ellos se sitúa la que hoy se conoce como La Casa de los Gatos... Resulta que los gremios eran controlados por los alemanes y al dueño de esta casa no lo admitían por ser letón; a modo de desprecio colocó unos gatos en el tejado con el trasero hacia el gremio... y se dice que cuando consiguió ser miembro, los dio la vuelta. ¿Nos estará queriendo decir algo Untxi cuando nos da la espalda?

Si en Tallinn estaban las Tres Hermanas, en Rīga se hayan los Tres Hermanos. Poco a poco vamos conociendo a toda la familia... Se trata de un conjunto de edificios situado en la calle Mazā, siendo el que tiene forma escalonada el edificio residencial más antiguo de Rīga.





Y hemos dejado lo más bonito para el final... Como en Tallinn, aquí también hay una Casa de los Cabezas Negras. En este caso, se trata de una reconstrucción del edificio original de 1334. Sencillamente es espectacular... mientras observas el edificio ¿Te estarán observando Neptuno, Mercurio, Unidad y Paz? Quizá alguno de ellos esté mirando de reojo a Pablo... ¿o debería decir a Colón? Esta mañana se reservó un huevo cocido en el desayuno y lo ha estado paseando por toda la ciudad.
 
Como es habitual en nosotros, terminamos saliendo de las zonas turísticas para descubrir lugares menos conocidos. Después de visitar el mercado principal, nos adentramos en el barrio Moskva, donde la mayoría de la gente es de etnia rusa. Aunque, en toda la ciudad hay más rusos que letones, es en este barrio donde casi exclusivamente sólo hay rusos. Raska jaraska... oimos a La Cilla por todas partes... El edificio que más destaca del barrio es la Academia de las Ciencias o como la conocen los locales, “La Tarta de Cumpleaños de Stalin”.

Tomando un café en un bar, cae un buen chaparrón. Ya hemos visto toda la ciudad y dedicamos las últimas horas a ir de tiendas. En la estación de ferrocarril entramos a un centro comercial, pero la ropa nos parece un tanto chabacana. Por el contrario, uno cerca de la ópera, resulta demasiado exclusivo. ¿Es que no hay término medio? Por cierto, ¡¡hay una cadena de tiendas que se llama 'drogas'!!

Regresamos ya para el hotel por la calle Caka (no es broma, se llama así) y paramos en un supermercado. Hacemos algunas compras por si en el hotel nos entra hambre. Pablo mezcla avena con yogúr, como si con la argamasa resultante fuese a hacer un Ecce Hommo restaurando los edificios Art Nouveau de la zona. Sólo le falta decir...¡¡que viene el hormigón!! Pensando que compraba leche, cuando la ha abierto... ¡¡vaya porridge!! Por cierto, a la nevera sólo le falta un poco de música, porque, cuando la dejas abierta un minuto, empieza a encenderse y apagarse como en una discoteca. A la cama, que va siendo hora, ¿no?