Seguimos con nuestra cuenta atrás y con el de hoy ya sólo nos quedan dos días de viaje. Hoy será, sin duda, el día más relajado de todo el viaje: sin coche, sin horarios, sin trámites, sólo dejarse llevar por el bullicio de la ciudad o de huir de él. Aunque ayer ya tuvimos una primera aproximación a la ciudad, hoy recorreremos de forma algo más ordenada los lugares más interesantes de la capital búlgara.
A decir verdad, Sofía no tiene grandes monumentos que la conviertan en un lugar de obligada visita en la vida. Quizá por su tamaño, la Catedral de Aleksander Nevski es el mayor reclamo de la ciudad y, a menudo, es el emplazamiento más representativo de la misma. Sin embargo, al igual que ocurre en muchas otras ciudades, lo más interesante es callejear, perderse un poco y ver cómo viven sus habitantes. Al fin y al cabo, si todas las ciudades tuviesen una Torre Eiffel, ésta dejaría de ser interesante, ¿no?
Sorteando tranvías y trolebuses, llegamos al mercado central, un "no tan típico" mercado de abastos, ya que no sólo venden comida sino que también hay hasta joyerías. Visitamos también el mercado Zhenski Pazar, en este caso descubierto, donde predominan las frutas y curiosas verduras pero donde también se pueden encontrar productos de artesanía. En muchos puestos durante todo el viaje le habían hecho "tilín" a Pablo unos calcetines de lana que, aunque no se caracterizan por bonitos, sí que parecen muy calentitos para estar en casa durante el frío invierno. En un puesto, el propio vendedor se "autoregatea" bajándonos el precio mientras nos dice que los ha hecho su abuela, lo cual pensamos es cierto ya que son bastante rústicos, sin ningún tipo de etiqueta y hasta un poco diferentes entre los de cada pie.
En cuanto a construcciones religiosas, esta ciudad las tiene todas: iglesias ortodoxas, iglesias ortodoxas rusas, iglesia católica, sinagoga y mezquita. La mezquita Banya Bashi es la única que está en uso en la ciudad y data de 1576, construida por Sinan, el arquitecto que construyó la mezquita de Solimán de Estambul. Pero, ¿qué es lo que más nos gusta de esta zona? ¡¡Un parque que hay al lado del teatro Nacional!! Nuestros biorritmos han caído en picado y nos sentamos más de una hora a ver gente pasar, vaguear un poco y hasta echar una cabezada.
Quizá una cabezada era también lo que necesitaba la mujer que estaba en la "no oficina" de turismo. Resulta que queríamos un mapa y preguntar algunas cosas, así que nos dirigimos a donde marca en nuestra guía que está la oficina de turismo. La mujer, que no sabe inglés y nos lo indica orgullosa y enérgicamente, casi nos lanza el mapa a la cara... y porque no le ha dado tiempo a ir al baño para dárnoslo con regalo. ¡¡Menudo carácter y qué malas formas!! Vamos a tener que llevarla con el del hotel de Vanarasi a España para que vean cómo se trata a los turistas. Luego, vemos que la Oficina Nacional de Turismo del país la han puesto en el Palacio Nacional de la Cultura, un edificio enorme y enormemente raro. Ah, pues si no querían que nadie fuese a molestarlos es el sitio ideal, porque tendrían que poner una oficina de información para encontrar la oficina de información turística. Al llegar, el hombre que nos atiende es muy agradable y al trasladarle la queja de la mujer de la otra oficina, nos dice que ya allí no atienden a turistas, que es sólo para empresas. Ah, pues genial, pero ¿podíais quitar el letrero que sí que lo indica, no?
Seguimos nuestro recorrido y de entre los monumentos que visitamos destacaremos la iglesia rusa. Como no hemos estado en Rusia y, dada su actitud ante muchos temas sociales, no prevemos ir a medio plazo, visitar estos lugares de culto que parecen hechos con algodón y caramelos, simplemente nos fascina. Esta de San Nicolás (raro que se llame así, ¿eh?) es pequeñita pero curiosa: por un lado, nos llama la atención que el altar no esté de frente según se entra; por otro, tiene una pequeña cripta donde descansan los restos de un arzobispo, de cuya tumba se dice que cumple deseos si la besas y depositas tu petición en una urna.
Después de comer y tomar unos cafés, elegimos otro parque para pasar el rato viendo a la gente pasar. Si te fijas, no son tan diferentes a nosotros, ya que no hay un prototipo de 'búlgaro'. Hay gente moderna y anticuada, gente sonriente y gente seria, gente guapa y gente "no guapa"... y también hay señoras con el pelo largo y rizado que parecen seguir creyendo en la Perestroika.
Hoy ha sido un día de transición, pasando de la actividad frenética de los últimos diecinueve días a un día mucho más relajado. Quizá es una forma de adaptación para la vuelta, quizá es simplemente síntoma de la saturación balcánica que tenemos, quizá es simplemente cansancio. Así que hoy, prontito a la cama.
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