5 sept 2021

Al ritmo del sol macedonio

Nada más despertarnos empieza a caer una fina lluvia que agradecemos aunque sea sólo por variar del calor de todos estos días pasados. Desayunamos crêpes con diferentes tipos de mermeladas caseras y nos despedimos de la agradable familia que regenta el hotel Bujtina Oxhaku. Nos despedimos también de la ciudad de Korçë, que sólo pudimos ver de noche pero que nos dejó muy buena impresión. Y, ya en racha de despedidas, también lo hacemos de Albania: nos toca decir adiós a este país que ha sido todo un exceso sensorial. Sus carreteras han sido una "peli" de acción, sus lugares de interés una novela de misterio, su gastronomía un libro de recetas por descubrir y sus gentes han sido muy genuinas... no sabes si amar o detestar esta decadencia tan auténtica o, quizá, las dos cosas por igual. Bajo la bandera con el águila negra sobre fondo rojo, pasamos el control de salida del país, sin oír la esperada txalaparta de matasellos, como si esta salida no supusiera un punto y final sino un hasta pronto.


Casi como una metáfora, la lluvia cesa como si fuera el llanto de nuestra marcha, para después dar paso al sol en nuestra re-bienvenida a Macedonia del Norte. En esta ocasión, el cruce de fronteras es al lado del lago Ohrid, uno de los lagos más antiguos del mundo y que se podría considerar la playa del país. Nuestra primera visita nos lleva al Monasterio de San Naum, cuyos restos descansan en una pequeña iglesia desde hace casi mil años. Una cosa muy curiosa es que por la zona hay muchos pavos reales sueltos, y de los cuales hay que tener cuidado según se indica en una señal. También hay unos manantiales de agua cristalina que han creado unos pequeños lagos, bordeando los cuales hay otras tres pequeñas iglesias.


Bordeando el lago llegamos a la Bahía de los Huesos. Podría parecer un emplazamiento de Piratas del Caribe, pero no... se trata de un lugar arqueológico en el que se descubrió que tribus de hace tres mil años vivían en unas cabañas construidas sobre el agua. Las construcciones actuales son una reproducción, pero aún así resulta un lugar muy curioso ya que debió ser realmente difícil con las técnicas de aquella época construir sobre el agua.


Finalmente, llegamos a la ciudad de Ohrid, que es Patrimonio de la Humanidad. En realidad, tiene lo mismo que otras ciudades que ya hemos visitado, pero con todo más a lo grande: mezquitas, iglesias ortodoxas, una fortaleza, un bazar, casas otomanas y calles empedradas, siempre con el azul turquesa del lago al fondo. Pero tiene dos cosas a destacar: la primera, que las farolas tienen forma de pequeñas casas otomanas; la segunda, que aquí está la iglesia más icónica del país, la de San Juan Caneo, que situada frente al lago es seguramente la más fotografiada.


Habiendo justo terminado nuestra visita a la ciudad, empieza a llover. Así que decidimos ir al coche para continuar nuestra ruta y desplazarnos hasta Bitola, la segunda ciudad del país. Con una suerte sorprendente, justo cuando llegamos para de llover, lo cual nos permite dar un largo paseo por la calle peatonal donde están las tiendas (abiertas en domingo), bares y restaurantes. Hay dos mezquitas, varias iglesias y una torre del reloj, pero como llevamos ya unas cuantas vistas en lo que llevamos de viaje y no queremos saturarnos, decidimos hacer ayuno monumentístico hasta nuevo aviso. Eso sí, ¡¡nada de ayuno gastronómico!! Primero un gyros y luego un café con tarta... y a descansar viendo a la gente pasar.


Las nubes vuelven a anunciar lluvia, así que volvemos al coche y nada más entrar empieza a llover. Una vez más, aprovechamos para desplazarnos, esta vez hasta Prilep, la tercera ciudad del país, que será donde durmamos hoy. Primero, nos dirigimos al monasterio de Varoski, situado en la ladera de un monte. Lamentablemente, hemos llegado tarde y lo encontramos cerrado, aunque podemos disfrutarlo desde fuera estando ya iluminado.

Después, vamos al apartamento donde nos alojaremos hoy. El GPS nos lleva hasta un barrio bastante humilde donde vemos que hay muchos secaderos de lo que pensamos es tabaco. Al llegar, vemos una casa con bastante buena pinta, aunque sin ningún letrero, por lo que decidimos llamar para preguntar. Una joven sale y nos indica que no, que los apartamentos son en la casa de al lado... ¡¡¿¿en serio??!! ¡¡Pero si está a medio construir!! Algún día ya comenté que aquí van haciendo las casas por fases y creo que hoy lo vamos a poder experimentar desde dentro: la casa tiene el ladrillo visto, los balcones no tienen barandillas, la escalera interior no tiene pasamanos, ... pero al entrar en el apartamento que hemos reservado, ¡¡todo cambia!! Está totalmente equipado, bien decorado y resulta ser muy acogedor. Hay algunas cosas curiosas como la nevera marca "Fuego" y el árbol de Navidad en el mes de septiembre. Pero, por lo demás, ninguna pega. Eso sí, la dueña no habla nada de inglés y conseguir pagar es todo un reto, ya que queremos pagar en euros y se monta el lío en cómo darnos las vueltas... tan sólo un minuto más y la situación hubiese requerido de hacer un Excel.

Ya es de noche en Prilep, y con una cruz enorme iluminada en el monte, "bajamos" al centro de la ciudad para ver qué pinta tiene. Esta ciudad no es en absoluto turística y, aunque tiene algunas calles interesantes en el centro, podríamos decir que carece de interés. Quizá también esta sensación viene marcada por el hecho de haber estado visitando el lago Ohrid esta mañana, el cuál es uno de los platos fuertes del país. Con su imagen nos quedamos para tener dulces sueños, y con la agradable sensación del ritmo marcado por el intermitente sol y la lluvia que nos han guiado en el día de hoy.

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