14 sept 2021

Rosas, Reyes y OCNI

Un día más, el momento desayuno nos da mucho juego. Para empezar, ¿por qué en muchos sitios se empeñan en ponerte el café lo primero cuando lo habitual es que sea el colofón final? ¿Y por qué en este país tienes que especificar que la leche del café la quieres caliente o si no te la traen recién sacada de la nevera para terminar tomando un café con leche tirando a templado? Mientras nos hacemos estas preguntas, el hombre de un matrimonio alemán se pone a abrir puertas a ver si encuentra al camarero, con exigencia pero con pocos resultados, como los compañeros germanos del trabajo de José Luis. Y, a su vez, leer en el periódico las medidas que Sánchez va a tomar para bajar el recibo de la luz provocan en mí un efecto laxante. ¡¡¿¿Más modificaciones en el recibo de la luz??!! Entre la discriminación horaria, el nuevo formato de factura, la reducción del IVA... no veo la luz al final del túnel, seguramente porque esté apagada para ahorrar. Mi tránsito intestinal se lo agradece, a la espera de una vuelta a la oficina apoteósica.

Estamos en Kazanlak, en pleno Valle de las Rosas, donde se produce el 85% del aceite de rosa del mundo. Este aceite se utiliza en la mayoría de perfumes que encontramos en las tiendas de todo el planeta y su precio puede alcanzar los seis mil euros el litro. A lo largo de nuestro recorrido por el país hemos visto en muchas tiendas cosméticos y colonias hechos con la famosa Rosa de Bulgaria y, cómo no, hemos sucumbido a comprarnos algunos productos de marcas búlgaras como Refan; como en muchos hoteles te ponen champús y geles basados en este aceite, y nos ha dejado la piel suave y aterciopelada, hemos querido exportar esta sensación a nuestra ducha de casa. Un momento interesante de este valle es cuando a finales de mayo se hace la recolecta de las flores, ya que el olor a rosa es intenso y ver los campos floridos es todo un lujo; pero estamos en septiembre, así que poco podemos hacer a parte de imaginárnoslo.

Ya en carretera, descubrimos en varios letreros que esta zona también es conocida como el 'Valle de los Reyes'; esto es debido a que hay numerosas tumbas tracias, algunas de las cuales se pueden visitar. Teníamos pensado visitar una en concreto, pero anoche leímos que lo que se visita en la actualidad es una réplica, lo cual hace que desistamos. Paramos cerca de otra tumba, para preguntar a ver si se puede visitar y es original; pero unos obreros que están acondicionando los exteriores para que se pueda visitar en el futuro nos dicen una y otra vez el nombre de la que se puede visitar y es una copia. Así que, con la de Sveshtari que vimos anteayer damos por alcanzado el objetivo de tumbas tracias en este viaje.


Sin ver rosas ni reyes tracios, lo primero que nos echamos a la retina es la Iglesia Memorial de Shipka, un templo ortodoxo de estilo ruso con cinco cúpulas doradas bien brillantes. Cuando preparamos el viaje, pensando que las iglesias búlgaras al ser ortodoxas iban a ser muchas de este estilo, cometí el error de decir 'va, si como ésa va a haber muchas'; llegados a este momento, me tengo que comer mis palabras en formato gyros, es decir... con patatas; porque, ésta es la primera iglesia de estas características que vemos hasta el momento, con sus colores vivos, decoración que parece de algodón de azúcar y cúpulas relucientes. ¿Y por qué es singular? Pues porque se construyó en recuerdo de los rusos que lucharon en contra de los turcos para defender a Bulgaria, cuyos restos (los de los rusos, claro) yacen en la cripta.


Además, del de las Rosas y de los Reyes, esta zona la podríamos llamar la de la Ruta de los OCNI (nuestro palabro para los Objetos Comunistas No Identificados), ya que aquí está el máximo exponente de ese estilo brutalista impuesto por el social-comunismo: visitamos el Monumento Buzludzha. Esta construcción con forma de platillo volante se finalizó en 1981 y se hizo para conmemorar el 1300 aniversario del Estado Búlgaro. Oficialmente, se construyó gracias a "donaciones" y por parte de "voluntarios"... igual de real que cuando las norkoreanas se desmayan de la emoción al ver a Kim Jong-un como si del quinto Beatle se tratara. El caso es que, a la inauguración de esta especie de pequeño palacio de congresos los ciudadanos acudían en masa y, curiosamente, fue caer el comunismo nueve años más tarde y el edificio se abandonó por completo. Y así estuvo, a la merced del deterioro causado por las inclemencias del tiempo y del vandalismo hasta el año 2020, en el que se cubrieron los mosaicos que hay dentro y se prohibió el acceso, con el fin de preservarlo para algún día poder darle alguna utilidad con la que el pueblo esté de acuerdo. Mientras tanto, muchos somos los turistas que venimos a ver este monumento igual de decadente que de desproporcionado, allí en lo alto de un monte.


Para visitarlo, dejamos el coche en lo que pensamos es el parking, y donde un joven solitario nos hace unas fotos y nos pregunta si vamos a subir. Le decimos que sí, y cuando ya hemos iniciado el ascenso a pie, vemos que se va en su coche. ¡¡Pues no estaría muy interesado!! Una vez encumbramos, el edificio resulta espectacular: su inmenso armazón redondo de hormigón resulta estremecedor, y sus inmensas letras en cirílico (algunas desaparecidas) te sumergen en una película de extraterrestres... ¡¡y zas!! Aparece el joven que estaba abajo... ¡¡Había una carretera que llevaba hasta la cima!! Bueno, por algo tenemos estos cuerpecitos serranos, ¿no?


Siguiendo esta peculiar ruta de OCNI, llegamos al Monumento a la Libertad en la cima del monte Shipka. Al igual que la Iglesia Memorial rusa, también sirve para conmemorar la guerra contra los otomanos pero, en esta ocasión también con un tinte comunista en plan "hago monumentos descomunales para el pueblo para que su orgullo esté colmado pero su bolsillo quede vacío"... ¿Pero era necesario hacer un león gigante para reforzar el pensamiento de libertad y la fuerza de la bulgariedad? Si lo que querían era poner algo independiente e intrépido pero a la vez amable y representativo del pueblo búlgaro, tenían que haber puesto ¡¡al rey gato!!

El Monumento Buzludzha y el Monumento a la Libertad son las dos obras más impresionantes de la zona pero, además, hay salpicadas por aquí y por allá pequeños memoriales que dan hasta miedo. Por lo general, cuando pones una escultura de una persona ilustre o importante para la historia, se intenta que sean decorativos y agradables de ver, para así ser también agradables de recordar. Pero aquí (y por todo el país), hay algunos estropicios escultóricos para los cuales habría que inventar la lista de Patrimonio de la Un-Asco... ¡¡Sonsoles aquí hay mucho por hacer!!


Para relajar un poco la vista y para hacer las paces con nuestras córneas, iris y retinas, visitamos el monasterio de Sokolski. Estando en la ladera de un monte, tiene unas bonitas vistas sobre el valle, contrastando el verde de su vegetación con los frescos pintados en la fachada del monasterio.


Nuestra última visita nos lleva hasta Tryavna, uno de los pueblos más bonitos de Bulgaria. Sus calles empedradas y sus casas de estilo otomano son como un museo al aire libre. En la guía leemos sobre algunas personas que vivieron aquí y que contribuyeron a la historia del país, pero como son desconocidas por nosotros lo mejor es dejarse perder por sus calles y curiosear en la multitud de tiendas de artesanía que hay. Comemos en una terraza en la plaza del pueblo, en la que hay comida rica y precios normales, y después caemos en la tentación de degustar un par de trozos de tarta en una pastelería que hemos visto... ¡¡como no abundan hay que aprovechar cuando se encuentra algo así!!


Ya está atardeciendo y regresamos a Kanzanlak, donde dormiremos en el mismo hotel que anoche. Hoy se suponía que íbamos a ir hasta Belogradchik, pero ayer estuvimos valorándolo y decidimos que era mejor no hacer tantos kilómetros y cambiar el hotel por uno en esta zona. Y, la verdad, ha sido una buena decisión: hemos hecho menos kilómetros y hemos visto lugares igual de interesantes... ¡¡e igual de llenos de gatos dispuestos a posar!!

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