14 sept 2014

Un día de descanso

Empezamos a pensar que la limpieza de anoche en el jamán fue por fuera en el momento y por dentro con efecto retardado... Aunque en los países árabes hay que extremar la precaución no bebiendo agua de grifo, quizá el zumo de frutas rojas que tomamos en el jamán no era puramente zumo... y por la mañana se ha convertido en porridge, pero marrón. En Turquía ya me tocó a mí sufrir 'la venganza del sultán', y ahora parece que se ha cebado con Pablo.


El día comienza en el Monte Nebo, donde a Moisés, dirigiendo a los israelitas desde Egipto, Dios le mostró la tierra prometida. No está muy claro dónde fue... pero ¿seguro que éste era el paraíso? Cuando se habla del paraíso te viene a la mente un lugar verde, lleno de frutas (nunca hamburguesas o bacalao al pil-pil) y con ríos cristalinos, ¿no? Pues aquí no se ve nada de eso... es un auténtico secarral. El lugar está medio en obras y no podemos ver la basílica, tan sólo vemos mosaicos y disfrutamos de las vistas.


A un par de kilómetros nos acercamos a ver la Iglesia de Lot y Procopio, donde vemos... ¡¡más mosaicos!! A este paso, se nos va a quedar la vista pixelada. Y, como ya hemos entrado en harina, nos vamos a Madaba, conocida como 'La Ciudad de los Mosaicos'. Entre los que pueda tener, destaca uno que se encuentra en el suelo de la Iglesia Ortodoxa de San Jorge. Se trata del mapa más antiguo de Tierra Santa. Aparecen, claro está, todos los sitios que hemos visitado. Una cosa que nos resulta curiosa es que, en el río Jordán están dibujados los peces dirección al Mar Muerto, pero justo el que está más cerca del mismo, está en sentido contrario, como diciendo 'uy, vamos de aquí que no hay plancton en este mar'. Fuera de la iglesia, estamos hablando un buen rato con Alexander, un rumano que habla bastante bien castellano y que nos anima a conocer su país. ¡¡Tranquilo, que ya caerá!!

Continuamos la ruta por la M-40... pero la jordana, no la madrileña. Esta carretera bordea el Mar Muerto y, como ocurriera en la parte israelí, estamos a unos 400 metros por debajo del nivel del mar. Sin embargo, la costa está planteada de forma muy diferente que en el país vecino. Aquí, las playas pertenecen a los hoteles, y los tramos que no, hay que pagar un elevado precio. Es cierto que podríamos meternos en cualquier punto, pero, después de bañarse hay que eliminar toda la sal, porque si no, puede escocer muchísimo. Nos despedimos del Mar Muerto desde el coche, ¿volveremos algún día?

Jordania es un país barato para nosotros. Los hoteles no han sido caros y la comida, gasolina y compras tienen unos precios bastante baratos. Sin embargo, se ve que el estado con quien quiere recaudar es con los turistas, porque, las entradas a ciertos sitios son desmesuradas. Puedes comer por dos euros, pero entrar a la reserva natural del Mujib cuesta 21 euros. Se trata de ir por el cañón de un río corriente arriba disfrutando de la poca vegetación de la zona. Como este tipo de actividades también las podemos hacer en nuestro país por mucho menos dinero y con paisajes mucho más paradisiacos, decidimos no enriquecer absurdamente a la administración jordana.


Continuamos el camino y llegamos a Al-Karak. Se mire desde donde se mire, lo que más llama la atención es el imponente castillo que domina la ciudad desde su parte antigua. Es el castillo más grande de Jordania, y, aunque el interior no resulta interesante, la vista panorámica merece la pena. El resto de la ciudad no tiene nada interesante. Damos un paseo por las calles de la parte antigua, y, una vez más, somos la atracción del día. La gente es muy simpática y muchos nos preguntan que de dónde somos y nos dan la bienvenida a su país. También nos preguntan algo ya habitual: ¿Barça o Madrid?

Comemos unos bocadillos sentados en unas escaleras y nos dedicamos a ver gente pasar. La forma de vida es tan diferente a la nuestra... los hombres se pasan el día sentados en una silla delante de su negocio, fumando y saludando a los amigos. Ese es su día a día, y se ve que, con vender algunas cosas y sacar para comer ya es suficiente. Las mujeres se dedican más a llevar la casa y cuidar a los niños. Midiendo con nuestro rasero occidental, nos da un poco de pena, porque nosotros trabajamos para tener dinero para luego poder hacer cosas variadas. Sin embargo, aquí no hemos visto a matrimonios en una terraza, ni teatros, ni tan siquiera haciendo deporte. Su día a día es siempre igual. Pero... ¿quién sabe? Quizá viven más felices con esa predictibilidad, sin estrés, sin grandes expectativas que cumplir.

El día de hoy ha sido muy tranquilo, más de lo que teníamos pensado. Pero descansar nos va a venir bien, porque llevamos ya mucho meneo en el cuerpo. Además, mañana visitaremos Petra y tenemos que estar al cien por cien. Aunque sea pronto... ¿nos vamos al hotel? En mala hora... aunque los alojamientos elegidos hasta el momento han sido una maravilla, el hotel de Karak resulta ser un fiasco... no había mucho para elegir en la zona, así que, aunque sólo tenía una estrella, decidimos probar suerte. Se supone que nos han dado la habitación buena y ésta tiene desconchones en las paredes, una decoración de la época de los cruzados y una nevera que chirría. Si no estuviéramos cansados, dormiríamos de pie. Casualmente, las camas son cómodas, y total, durmiendo se tienen los ojos cerrados, ¿no? ¡¡Pues ocho horitas que van a caer!!

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