12 sept 2014

Cruzando el río Jordán

Hoy dejamos Israel para pasar a Jordania, pero antes nos pasamos por Yardenit, uno de los lugares en el río Jordán en el que te puedes bañar. Aunque el lugar real donde Jesús fue bautizado por Juan el Bautista se encuentra en Jordania, muchos peregrinos acuden a Yardenit por encontrarse en Israel y, porque al fin y al cabo, es el mismo río. Aún no son las ocho y todavía no han abierto, así que nos damos un paseo por un palmeral cercano, en el que las palmeras están bien cargaditas de dátiles. Una chica abre el recinto a las ocho en punto y nos hace una demostración de que la puerta es de buenos materiales al intentar traspasarla con la cabeza. Después, nos arremangamos los pantalones para meternos en las aguas del río, en el que hay pececillos que van a morder carne fresca. Quién haga el ritual completo más que un batín debería llevar una armadura de hierro.

No nos da tiempo para mucho más... vemos la Iglesia de la Transfiguración en lo alto del Monte Tabor, pero tenemos que devolver el coche a las 9 y vamos justos de tiempo. Llenamos el depósito y enseguida nos plantamos en Afula, en la oficina de devolución. Se ve que mucha prisa no tienen, porque tardan bastante en revisar el coche y hacer el papeleo. Pero, en contrapartida, son muy majos y nos acercan en coche hasta la estación de autobuses de Afula. Desde ahí, tenemos que coger un autobús hasta Beit She'an y desde allí un taxi hasta la frontera. En la estación preguntamos a varias personas qué línea es, y en ese sondeo un hombre se nos acerca, diciéndonos que él nos lleva, pero el precio que nos dice nos parece demasiado. Utilizamos la técnica de 'que no nos vea demasiado interesados y que sea él el que baje el precio'... ¡¡y funciona!! Por 10 euros (sí, en euros) nos lleva hasta la frontera, a 35 km. David, que es como se llama, es muy bonachón y dicharachero. Para sus 59 años confesos, es muy marchoso, porque nos pone música árabe (bastante buena) y se pone a cantar, elevando el volumen y poniendo nuestros tímpanos a prueba.

A un pasito de abandonar el país... ¡¡no nos imaginábamos lo lento que iba a ser el proceso!! Primera ventanilla... validan la tasa por salir del país que pagamos el día anterior. También nos dicen que necesitaremos dinero para pagar el visado en Jordania, así que nos cambian euros por dinares jordanos (a un tipo de cambio muy desfavorable para nosotros). Después, control de pasaportes... lento no, ¡¡lo siguiente!! Unas cuantas preguntas y 'nos dejan salir'. En la mayoría de fronteras los controles de los dos países están a escasos metros... pues aquí no. Hay que coger un autobús para ir del control de Israel al control de Jordania, que vale unos 1,10 euros. Sale cuando ya hay gente suficiente y se para en pleno río Jordán, donde un policía fronterizo jordano revisa los pasaportes.

Llegamos a la terminal de llegada... ¡¡estamos ya en territorio jordano!! Lo primero es pagar el visado, unos 42 euros por barba. Pagamos y el oficial de turno nos dice que rellenemos unos impresos. Cuando volvemos nos dice que no hemos pagado y que para qué queremos ir a Jordania, y que si somos del Barça o del Real Madrid... ¡¡era una broma!! El tío es un cachondo, pero sólo por los segundos de confusión generados se merecía ver todos los partidos de cinco ligas seguidas... pero sin descanso. Ya tenemos el visado, ahora al control de pasaportes. ¿¿Pero es que tienen las farolas de oro para que haya tanto control?? Ahora, ya sí, estamos legalmente dentro del Reino Hachemita de Jordania.

Nos encontramos en la frontera jordana... y en los alrededores no hay nada más, tan sólo una parada de taxis. Tenemos dos opciones: ir directos a Amán o ir a Irbid, la ciudad más cercana y desde allí coger un autobús a Amán. Los precios son oficiales y se pueden consultar en la parada, pero pensamos que, para ser un país económico para nosotros, el precio es muy alto. Intentamos compartirlo con alguien, pero a la mayoría de la gente o la han ido a buscar o prefiere pagar los altos precios. Finalmente decidimos ir a Irbid en taxi.

Ya en carretera el paisaje es desolador. Las casas están medio caídas, hay refugiados sirios, el tráfico parece que es sin normas... y suciedad, por todos los lados hay basura. Es uno de esos momentos en los que te preguntas que qué haces en ese lugar. La llegada a Irbid no arregla las cosas... la ciudad es muy sucia y caótica. La gente nos mira como si fuéramos de otra especie y los taxistas se acercan para ver a dónde pueden llevarnos. Preguntamos por el autobús a Amán y finalmente conseguimos encontrar una especie de sherut o minibus que por poco más de un euro nos llevará a Amán que se encuentra a 100 kilómetros. Optamos porque no haya testimonio gráfico de la situación...

En el autobús la gente nos mira, pero no de mala forma, sino simplemente porque les llamamos la atención. Cuando hay cruce de miradas con alguien nos sonríen y se sonrojan. El bus se va llenando y partimos. A la gente le pica la curiosidad y nos acaban hablando, especialmente un joven que se sienta al lado, con el que, sin que sepa nada de inglés, nos pasamos la hora y media que dura el trayecto comunicándonos. Hasta llama con el móvil por teléfono a su primo, que sí sabe inglés, para que haga de traductor. Pablo, que va a su lado, le da más conversación, y el joven hasta le escribe una dedicatoria. El viaje, en un autobús sin aire acondicionado y con cortinas de encaje en las ventanas, ha resultado mucho más divertido de lo que cabía esperar.

Estamos por fin en Amán... pero en la estación norte de la ciudad, que es inmensa. Un hombre que venía con nosotros en el sherut nos ayuda y nos dice que hay unos 'taxis de línea' que siempre hacen el mismo recorrido. Por algo más de un euro nos lleva hasta una parada que está cerca del hotel. Después, toca caminar... y Amán no es precisamente llana. Son todo pequeñas colinas, así que, maleta en mano, encontrar el hotel torna agotador. ¡¡Pero lo conseguimos!! Llegar del hotel de Tiberías a Amán nos ha llevado 8 horas y nos ha costado (con los papeleos y todo) unos 90 euros cada uno.

Lo que hemos visto de la capital Jordana hasta el momento no nos ha entusiasmado. Es una ciudad grande, sucia y ruidosa. Sin embargo, el hostal que hemos reservado está mucho mejor de lo esperado, y la zona es de lo mejor, pues se encuentra en la zona de embajadas. Salimos a dar un paseo y ver los alrededores. Muy cerca del hostal está Rainbow Street, zona llena de restaurantes y tiendas. La gente nos mira y nos sonríe... los más atrevidos nos dicen un 'Welcome to Jordan'. De casualidad encontramos un mercadillo de artesanía, donde, curiosamente tienen cosas muy interesantes. Nos tomamos un zumo de fresa que está riquísimo, mientras la gente nos sigue saludando. La ciudad sigue siendo la misma, pero la amabilidad de la gente nos está hechizando. ¡¡Nos empieza a gustar Amán!!

Visitamos el Teatro Romano, que se encuentra frente a una plaza donde la gente está pasando la tarde del viernes. Hay niños jugando, gente charlando, camareros repartiendo zumos, ... muy buen ambiente. Luego, paseamos por las calles King Talal y Al Ashimi, abarrotadas de tiendas y de gente, pero sin que nadie te moleste, lo cual es una gozada porque puedes mirar sin sentirte comprometido a comprar. Acabamos la tarde cenando por pocos dinares en Rainbow Street, y, después a descansar... ¿Acabaremos Aman-do esta ciudad?

No hay comentarios:

Publicar un comentario