En un país de tradiciones, Pablo, que es un hombre de su casa, como no puede pasar la aspiradora este fin de semana, decide descongelar la nevera. Desenchufó un cable accidentalmente, pero los dos sabíamos que esa nevera es no-frost y que ya le tocaba.
Nos despedimos de Jerusalén y nos dirigimos a la oficina de alquiler donde tenemos que recoger un coche para llevar a cabo la ruta que hemos organizado. Nos dan un Nissan Micra de color azul, que era el que teníamos contratado y que será mucho más que suficiente para dos personas. Y ha ocurrido lo que nos temíamos... es automático. Parece que casi todos los coches de Israel son automáticos, lo cual yo veo como una ventaja. Pablo se habitúa incluso antes de salir del parking, aunque hemos tenido que hacer algunas preguntas porque no nos acordábamos de cuando estuvimos en Estados Unidos. Parece que fue ayer, porque Pablo no usa ni una marcha imaginaria.
Salir de Jerusalén resulta tan sencillo como sorprendente. La ciudad es bastante verde, y en pocos minutos estás en el desierto de Judea, un paisaje árido y en el que apenas hay nada. Volvemos a entrar en Palestina y nos dirigimos a Wadi Kelt, en concreto al monasterio Ortodoxo de San Jorge de Coziba. Encamarado en un barranco, es una auténtica maravilla. La temperatura es alta y, dado que está en valle, primero hay que bajar para luego subir, así que el negocio que han montado los lugareños es el burro-taxi. Con algunas señoras los animales se ve que lo pasan bastante mal. En su interior, visitamos una capilla donde está el cuerpo incorrupto de un santo, del que le cuenta una rumana que vivió en España a Pablo. También nos invitan a un café, ¡¡calentito!!
Como ocurre con el kilómetro cero de Madrid, aquí lo habitual es hacerse fotos con el nivel 0 respecto al mar... lo curioso es que no hay mar, simplemente es que la zona por la que nos moveremos a partir de ahora está por debajo de la altitud 0 de los mares. Empezamos el descenso...
El siguiente lugar que visitamos es Nabi Musa. Se trata de un recinto con forma de kervansarai y en que se puede ver una tumba que se dice es la de Moisés. Nos cuesta un poco encontrarla, pero finalmente, abriendo unas ventanas vemos el sarcófago con una manta verde por encima. Moisés debía de ser enorme porque el sarcófago es inmenso.
Muy cerca de Nabi Musa, vemos una manada de camellos. No se trata de ninguna turistada, sino de un pastor que está cuidando sus animales. Decidimos acercarnos para preguntarle si podíamos hacer fotos a lo cual nos responde positivamente. Le damos el equivalente a un euro y el tío se queda sorprendido, como si le estuviéramos dando un lingote de oro. Así que, encantado por esta ganancia inesperada, amansa sus animales no habituados a extraños y podemos tocarlos y hacernos fotos. ¡¡Qué experiencia más bonita!!
Nuevamente cambiamos de escenario y visitamos Qumrán. Ayer, que parece que fue hace un mes, vimos fragmentos de los rollos del Mar Muerto y ahora estamos en el lugar donde fueron descubiertos. Sí, en unas cuevas en un lugar poco accesible estuvieron escondiditos durante dos mil años... ¿cuántos más habrá en todas esas paredes areniscas? ¿Cuántas cosas están pero no las vemos y que algún día saldrán a la luz por casualidad?
¡¡Pues sí que hace calor en el desierto!! Refrescarse o morir... ¿Y si nos vamos a un oasis? En medio de este paisaje lunar está Ein Gedi, un vergel con cascadas de agua limpia y fresca... pero los bañadores están en el coche y no podemos resistirnos... así que, yo en calzoncillos y Pablo en pantalón corte, nos bañamos bajo las cascadas. Nos quitamos la mezcla de sudor y polvo que hemos acumulado... y ya estamos listos para el anuncio de Fa. En las inmediaciones visitamos también la Antigua Sinagoga con un gran mosaico bien conservado.
Pero, sin duda, el gran atractivo de la zona es el Mar Muerto. Dada su alta concentración en sal no hay ningún tipo de vida en él, a excepción de los turistas que flotan en sus aguas. Es una sensación única... el agua está caliente y parece como si fuera aceitosa, te metes y enseguida te das cuenta de que es prácticamente imposible sumergirse porque el agua te expulsa hacia arriba. Si te pones bocabajo es muy difícil ponerte de pie, sin antes flotar sobre la espalda... Vamos que, lo más cómodo es hacer el muerto en el Mar Muerto. Hay que tener mucho cuidado con los ojos, porque una gota que se meta puede hacerte ver las estrellas. Cualquier heridita que tengas, incluida la piel quemada por el sol, escuece que no veas. Se nos ocurre probar los restos de una gotita... y ¡¡puag!! es sal pura. Si el agua está caliente y la sal echada, ¡¡aquí se cuece algo!!
Después de una ducha bien intensiva, entramos en conversación con una periodista madrileña que se está dando un baño en estas aguas. Es muy simpática y, con sus artes expresivas, viene a decirnos disimuladamente lo manipulada que ha estado la información sobre el conflicto de Gaza. Como nosotros decimos claramente que, quien ama a sus semejantes compra comida para alimentarlos y no cohetes para desatar guerras, la chica se empieza a explayar que da gusto. Después de comprobar que hay gatos en Ein Gedi, nos vamos un poco más al sur, a Ein Bokek. Es una zona hotelera junto al Mar Muerto, en donde te puedes dar unos baños de barro. La piel se queda supersuave... que gustito da pasarse la mano y no notar ninguna imperfección. En un pequeño centro comercial nos hacemos con unos barros del Mar Muerto, ¡¡esta experiencia hay que repetirla en casa!!
Poco a poco anochece y va siendo hora de irse a descansar. Hoy nos alojamos en un Albergue Juvenil pero donde hemos reservado una habitación privada. Nos esperábamos mucho chaval de fiesta... y nos hemos encontrado con un lugar realmente tranquilo, con gente mucho mayor que nosotros y... ¡¡con una inmensa terraza con vistas al Mar Muerto!! Hace calor, pero se está muy a gusto observando el reflejo de la luna en esas aguas sin vida mientras hacemos balance del día... Hemos entrado en el desierto, hemos visto un monasterio en un barranco, hemos visto la tumba de Moisés, hemos acariciado camellos, nos hemos bañado en un oasis y hemos flotado en el Mar Muerto. Vamos a dormir a 420 metros bajo el nivel del mar, casi el punto más bajo del planeta (el lugar más bajo lo visitaremos mañana). ¡¡Vaya día más variado!! Ahora, corriendo a la cama, que mañana hay que madrugar... ¡¡más todavía!!
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