17 sept 2014

El Mar Rojo y sus fronteras

A lo largo del viaje nos han hecho en inumerables ocasiones la misma pregunta... ¿Madrid o Barça? No somos futboleros, pero, como vivimos en Madrid, lo más fácil es decir que somos del Real Madrid y así ahorrarnos tener que dar explicaciones. Y, mira por dónde, nos ha servido de algo: como el recepcionista del Mina Hotel era merengue, nos dió ayer una habitación superior con terraza y vistas al mar. Hoy, nos dan la enhorabuena por el 5-1 ante el Basilea... ¡¡pues si hay que ser, se es!!


Hoy es nuestro último día de viaje... y ocurre lo de siempre... sentimientos encontrados: por un lado quieres volver para descansar, pero por otro quieres quedarte y dar rienda suelta al Willy Fog que llevamos dentro. El lugar, además, nos seduce a lo segundo: estamos en el golfo de Aqaba, rodeado, además de por Israel y Jordania, de Egipto y Arabia Saudí. Desde la playa, se pueden divisar los cuatro países, sin saber exactamente donde está la frontera, pero ahí están.

Ayer dedicamos toda la tarde a ver el fondo marino del Mar Rojo. Hoy daremos una vuelta por el centro de Aqaba, para ver qué ofrece. Lo primero que llama la atención es que está muy limpia, está ordenada y... ¡¡hasta hay pasos de peatones!! Pero sigue siendo el mismo país... los taxistas atraen constantemente nuestra atención tocando el claxon... son un poco cansinos. Entre pitidos, vemos primero el castillo de Aqaba, centro clave en la revuelta árabe y lugar desde dónde Lawrence de Arabia partió a El Cairo para reportar la victoria. Después, visitamos la mezquita de Sharif Hussein bin Ali, una edificación moderna y relucientemente blanca para el culto musulmán.

Sin duda, lo que más nos llama la atención no son los monumentos de la ciudad, sino de cómo los lugareños se vuelcan con el mar. Anoche vimos cómo la gente iba a la playa a cenar, charlar o fumar una sisa. Hoy, vemos cómo la gente se está bañando y, en especial, llama la atención que las mujeres ¡¡se bañen vestidas!! Hace calor, unos 32 grados, y la gente disfruta sentada junto al mar y 'en el mismo mar'... El concepto de 'ponerse a remojo' aquí es literal.

Toca despedirse de Jordania y lo hacemos, a la inversa de cómo entramos... primero sherut, luego taxi y luego frontera... ah, y también bromita del que nos tiene que sellar la salida del país... Nos hace un pequeño lío con los pasaportes y nos dice que se los queda... ¡¡más majo!! Toca el periplo de ventanillas: pagar la tasa por salir del país, sellado del visado, control de seguridad, ... y andar los quince metros que separan a los dos países. Para entrar de nuevo en Israel, el proceso también es largo... lo primero es que te revisan la maleta de arriba a abajo. Esta mañana nos tiramos una hora colocando todo el equipaje como un tetris, ¿para que ahora nos lo desahagan? Las preguntas típicas se vuelven un poco más comprometidas cuando una oficial saca una taza que compró Pablo en la que pone 'Palestina'. El problema se resuelve al decirle que coleccionamos tazas. También revisan la guía de viajes y la Biblia... ¡¡pero si ya se lo deberían conocer todo!! No, no es que estén cogiendo ideas turísticas, sino porque entre libros se podría llevar documentación para hacer explosivos... bueno, pues que sigan revisando... ¡¡la bosa de los calcetines sí que es una bomba!! Después viene el control de pasaportes y, tras casi hora y media, estamos de nuevo en Israel. Una australiana y una danesa han pasado por los mismos controles casi al mismo tiempo que nosotros y hemos tenido el tiempo suficiente para hablar de nuestros respectivos viajes mientras esperábamos... y ha generado la confianza suficiente para compartir un taxi hasta el centro de Eilat. El taxista, nada que ver con los jordanos, es muy dicharachero y se interesa por nuestras impresiones acerca de su país.

Aqaba nos gustó, pero Eilat es mucho mejor aún. Hay hotelazos, las playas están llenas de gente (en traje de baño) y hay muchísimas terrazas y restaurantes. Es el mismo concepto, pero mucho más cuidado que en Jordania. Parece mentira que, en tan poca distancia la forma de ver la vida cambie tanto. Buscando la oficina de información turística encontramos, de casualidad, el aeropuerto. Hay que verlo para creerlo, pero el aeropuerto se encuentra en pleno casco urbano y los aviones aterrizan casi en la puerta de los hoteles.

Como suele ser habitual en los lugares de veraneo, hay muchas tiendas y centros comerciales. Gastamos los últimos shekels en modas israelíes y comemos el último falafel en un restaurante de un centro comercial, donde, queriendo disfrutar de unos apetitosos pimientos verdes, me anestesio la boca debido al picor. ¿Hay un destista en la zona? Si hay que empastar, ¡¡es el momento!!

Disfrutamos de las últimas horas en Eilat en una terraza frente al mar mientras atardece. Apuramos lo necesario, ya que, desde la playa al aeropuerto son diez minutos andando. Pero poco a poco llega el momento... hay que comenzar el camino de regreso. En el aeropuerto, de nuevo, más preguntas indiscretas, controles de seguridad y de pasaportes. Facturamos las maletas para el vuelo de Arkia que nos llevará hasta Tel Aviv. Y lo mismo que comienza el regreso, también comienza la criogenización... ¡¡el aire acondicionado del aeropuerto está altísimo!! Un avión de hélices (donde la 'dire' se sienta supervisando ambos lados de dos asientos cada uno) nos lleva hasta Ben Gurion en poco más de una hora. Cenamos en el aeropuerto e intentamos dormir un poco en unos bancos... ¡¡el aire acondicionado está también a tope!! Nuestro vuelo a Estambul sale a las 07:20, pero, como se aconseja estar cuatro horas antes, habíamos decidido que no tenía sentido coger un hotel para tres horas. Viendo ultra-ortodoxos flipándose con los ascensores, dormimos algunas horas. Y, ya por última vez, pasamos otro control de seguridad con interrogatorio. Hemos estado rápidos y en media hora hemos hecho todo, facturación incluida. Como nos sobra tiempo, tomamos unos cafés para despejarnos mientras comentamos si nos dará tiempo a coger el enlace con Madrid y para el cual sólo tenemos 45 minutos. ¿Y llegarán nuestras maletas? El vuelo sale algunos minutos después de la hora programada y llegamos a Sabiha Gocken con un poco de retraso. Corriendo por la terminal llegamos sin problemas al vuelo hacia Madrid. Cuatro horas y media después, aterrizamos en el aeródromo madrileño.

Agotados, hambrientos y con sueño... con un poco de lío horario al no haber dormido en condiciones... con nuestras maletas sanas y salvas de la mano... terminamos el viaje. Todo principio tiene su final, y este viaje a Oriente Próximo termina aquí. Pero no nos quedamos con las manos vacías: volvemos llenos de buenos recuerdos, vivencias e historias. Ha sido un cúmulo de contrastes, un viaje enriquecedor. Ahora toca deshacer la maleta... y, a la vez, sacar conclusiones...

16 sept 2014

El desierto de Rum y ¿Aqabamos?

Nos levantamos pronto, como de costumbre, y enseguida estamos en la carretera. ¡¡Anda, si estamos en Araba!! ¿Por dónde caen Bizkaia y Gipuzkoa? No, no estamos en Euskadi, sino en un valle llamado Araba y conocido como el Valle de la Sal. Por aquí pasaron los hebreos en su éxodo a Egipto y hoy pasamos nosotros con nuestro Kia Picanto, ¡¡lo que son las cosas!! El paisaje, todo hay que decirlo, está mucho más limpio y la carretera ha mejorado. Se nota que este es el camino por el cual se lleva a los turistas que se alojan en la costa del Mar Muerto a pasar el día a Petra.

Divisamos el monte Hor con la tumba de Aarón en su cima... ¿Pero cómo subieron los materiales para su construcción a más de 4.000 metros? Igual no está del todo desacertado lo de Araba y el lugar está plagado de... ¡¡harrijasotzailes!!

El paisaje es lunar, seco, inerte... casi agresivo. La autovía rasga esta zona desértica y el silencio sólo es roto por los motores de los abundantes camiones que transportan mercancías desde el puerto de Aqaba, único acceso al mar del país, hacia otros puntos de Jordania. Se ven pastores con sus rebaños de cabras y ovejas, quemados por el sol y arrugados por las duras condiciones de vida de la zona... y nos cuestionamos... ¡¡pero si tienen barra libre de loditos del mar muerto para refinar el cutis!!

El paisaje es muy diferente al del verde norte. No obstante, lo que se ha mantenido en todo momento es su orografía: hay muchos puertos y carreteras en zig-zag, lo que hace que pequeños recorridos lleven el doble del tiempo esperado. Y si ir en coche requiere su tiempo... ni nos imaginamos la paciencia para ir de un sitio a otro en camello. En Europa los camellos están sólo en los zoos o en canarias para los turistas, pero aquí es un medio de transporte habitual que sólo tiene dos modelos: camello y dromedario. ¿Qué permiso de conducir se requerirá?

Si ayer éramos unos Indianas Jones, hoy nos pondremos en la piel de Lawrence de Arabia, ya que visitaremos el desierto de Wadi Rum. Lawrence era un arqueólogo británico que aprendió árabe mientras hacía excavaciones en diferentes países. Después se alistó en el ejército y, cuando estalló la revuelta árabe contra los otomanos le enviaron a oriente próximo para estabilizar la situación y, fue en este desierto, donde estableció su base de operaciones. Seguro que se pasó gran parte de los días echando de menos su verde Gales natal.


La entrada, como en Petra, es desorbitada, pero bueno... una vez es una vez. Cuando ya hemos llegado a un acuerdo con los beduinos, resulta que no admiten tarjeta de crédito (eso sí, todos tienen iPhone). Así que, renegociamos mostrando los dinares de los que disponemos y acabamos haciendo el mismo tour por 66 euros en lugar de 88... total el 4x4 es el mismo: una camioneta a la que han soldado una capota y en la que unas almohadas amortiguan los continuos saltos... se podrían partir nueces.

El paisaje es espectacular... una arena rojiza inunda la zona, combinándose con las oscuras montañas salientes. Apenas hay vegetación y esta se limita a algunos árboles y arbustos. En el medio de una montaña, el guía beduino desdentado que nos acompaña nos señala que allí está el manantial de Lawrece. Lo malo viene cuando nos anima a subir... otra vez a trepar entre rocas. El manantial se reduce a una pequeña charca... pero las vistas... ¡¡qué vistas!! Un valle rojizo, con un pasillo inmenso... la belleza de la sencillez en forma de desierto.

Continuamos por este paraje Patrimonio de la Humanidad y paramos en 'la duna'. Y otra vez a trepar... ¡la de ejercicio que estamos haciendo! Subir la duna es costoso, ya que das dos pasos hacia adelante y retrocedes uno. La arena está caliente y se mete fácilmente dentro de las zapatillas. Pero la subida merece la pena, porque, aunque se trata del mismo lugar, cada perspectiva le da un toque nuevo.

Nuestro guía beduino nos lleva de regreso a la entrada del parque y continuamos nuestro camino hacia el sur. Estamos en una tierra de contrastes, y, del árido desierto del Rum pasamos a la costa del Mar Rojo en Aqaba. Si la zona de Petra se notaba que estaba más cuidada, la zona playera es un cambio total. Aunque sigue habiendo cosas sorprendentes como ver a gente paseando en camello por la calzada, se ve que la ciudad se ha volcado con el turismo. Hay muchos hoteles, restaurantes, bares y tiendas.

Si hay un producto que marca la diferencia en el Mar Rojo, ése es su fondo marino. Gente de todo el mundo viene a esta parte del planeta para practicar submarinismo. Nosotros, como no tenemos licencia, haremos algo más superficial: snorkel. Así que, después de registrarnos en el hotel vamos pitando a la South Beach, una playa pública y muy tranquila. El agua está tibia y a pocos metros de la arena ya se empieza a ver el fondo marino: estrellas de mar, corales, anémonas, erizos marinos, cangrejos, caracolas, ... y, por supuesto, peces de colores. Hay de diferentes tamaños y de diferentes colores, algunos van por separado y otros en bancos. Es como meterse dentro de un acuario gigante... resulta fascinante ver a los peces rascar plancton de algas y de las piedras. Seguramente, buceando con botellas el espectáculo tiene que ser magnífico.

Con la espalda quemada de estar flotando boca abajo, y tras darnos una buena ducha para quitarnos toda la sal que se queda en la piel, salimos a cenar por este Salou jordano. Hoy ha sido todo un contraste, del desierto al mar en pocos minutos. En Aqaba empezamos a hacer balance del viaje... porque ¡¡esto se Aqaba!!

15 sept 2014

Petra, la ciudad rosada

Abandonamos el hotel de Karak con muchas ganas por partida doble. Por un lado por haber conseguido que no se nos derrumbe encima y por otra porque hoy vamos a visitar Petra. Apenas ha amanecido y ya estamos surcando el paisaje lunar del centro-sur de Jordania. Si el norte, plagado de olivos, tenía un aire a Jaén, esta zona se parece más a la árida Almería.

Desayunamos unas pastas y bollos, sin nada donde mojar, comprados en un obrador en un pueblo por el que cruza la carretera. Las pastas son secas y harinosas... sí, se podría decir que estamos comiendo polvorones en el desierto... somos así.

En torno a las 10 llegamos a Wadi Musa, población donde se encuentra Petra. Esta es la joya del país, la gallina de los huevos de oro... porque la entrada cuesta 50 dinares... ¡¡55 euros!! Es un precio muy elevado, pero no hay opción, o se paga, o se deja de ver una de las maravillas del mundo moderno... y a eso hemos venido, ¿no?

A muchos de nuestra generación nos marcó Indiana Jones... ¿quién no se imaginó, látigo en mano, encontrando el Santo Grial en la Última Cruzada? Y, reconozcámoslo, ¿acaso no hemos visto todos Tadeo Jones para ver cómo ha evolucionado el aventurero? Pues hoy, por fin, ya con unos añitos, nos convertiremos en los exploradores de la antigua capital nabatea.

El recorrido empieza en zona burritesca, carritesca y camelesca. Es decir, por un puñado de piastras te explotan a un animal para transportarte unos cuantos metros y pedirte una propina... ¡¡éstos no saben lo que llevamos andado en este viaje!! El ofrecer transporte es algo que continuamente ofrecen durante la visita... y la verdad es que, aunque nos lo imaginábamos grande, no pensábamos que lo era tanto.

A pocos metros del centro de visitantes ya se pueden ver los primeros monumentos y algunas cuevas. El tiempo ha erosionado y piedra, y seguramente más de un explorador ha saqueado el interior. En cualquier caso, son monumentos que llevan ahí más de 2.000 años. Poco más tarde empieza el Siq o 'eje'. Es el cauce de un río que actualmente está desviado y que, a cada paso, aumente la emoción porque sabes que, al final, se encuentra la famosa portada de El Tesoro. Nosotros, como dedicaremos el día entero a esta visita, somos pacientes y vamos disfrutando de cada paso.


Y, por fin, al final del Siq, llegamos a El Tesoro. El momento es mágico, porque se va dejando entrever entre las paredes estrechas hasta que, al final del pasillo, lo ves en su grandiosidad. Por fin estamos ante esta portada que en tantas ocasiones hemos visto en fotos o en televisión. Se supone que arriba, en una especie de urna, se pensaba que estaba el santo grial y que ver si salía el oro.

Pero, ¿qué es Petra? Después de documentarnos sobre el lugar, no nos queda claro... y a los historiadores tampoco. Lo que se sabe es que los nabateos, que eran nómadas, empezaron a ver que el echar raíces y afincarse en algún sitio tenía sus ventajas. Así que, empezaron a asentarse en esta zona, en plena Ruta de la Seda, donde al principio robaban a los mercaderes pero luego acabaron ofreciéndoles seguridad en los kervansaráis a cambio de dinero. Vamos que, es como si 'er Jonatan y er Santi' te roban el cobre y luego piden dinero para que nadie 'te arrobe en la obra', ¿no? Bueno, y sin ir más lejos, algún gen nabateo les ha quedado a los actuales jordanos, porque te cobran una pasta por entrar a partirte las piernas andando y lo primero que te preparan es la fila de burros. 

Aunque se desconoce fehacientemente la utilidad de la mayoría de los edificios, se podría decir que son básicamente casas, templos rituales y, sobre todo, tumbas. Algún que otro arquitecto, sin querer denostar altivamente esta magnífica obra, diría que 'es un poco decorado, como el pequeño Hollywood de Almería, una serie de fachadas arquitectónicas sin edificio detrás... algo así como las Rozas Village del siglo I.... un altorrelieve, un montaje teatral, una simulación arquitectónica para decorar la entrada de unas cuevas porque no hay edificio realmente.' Hombre... ¡¡que tampoco es el cortilandia!!


Como ya tenemos las piernas como rocas, subimos hasta lo que se conoce como 'El Altar de los Sacrificios'... nombre bastante adecuado, porque es todo un sacrificio llegar a la cumbre. La recompensa es unas vistas magníficas de este lugar donde llegaron a vivir 18.000 personas. Las fachadas, el teatro, el columnario, los templos, la catedral... son emplazamientos menos conocidos que el Tesoro, pero igual de impresionantes. Pensar que todo esto ha sido excavado directamente en la piedra... y me pregunto yo, cuando hacían una tumba, ¿empezaban a construirla cuando fallecía alguien o la tenían ya preparada? Imagino que una fachada de estas no se hacía en un día.

Uno de los puntos más lejanos a visitar es El Monasterio. De nuevo, nos ofrecen un burro-taxi, diciendo que andando es una hora... ¡¡y comprobamos que es verdad!! Subimos unos 900 escalones, caminos y piedras, y por fin llegamos. La fachada, la más grande de Petra, es muy parecida a la de El Tesoro, pero está en un lugar más amplio que permite ver su grandiosidad. De nuevo, no se tiene muy claro para qué servía, pero poco importa... sólo verlo es fascinante.

Sin darnos cuenta nos han dado las cinco de la tarde y hemos estado más de 6 horas visitando Petra. La denominada 'ciudad rosa' debido al color de su piedra, nos ha cautivado. Es una visita que no defrauda, una imprescindible. Toca ir concluyendo la visita y... ¡¡a tachar otro enclave visitado Patrimonio de la Humanidad!!


Y de una maravilla del mundo a otra... porque hoy dormiremos en el hotel Seven Wonders. Si el hotel de anoche no nos gustó, en el Seven wonders podremos resarcirnos... ¡¡en la piscina de la azotea!! El hotel está muy bien y creo que hoy descansaremos plácidamente. Pero antes, a cenar, ¿no? Hay multitud de restaurantes y a precios razonables, así que sólo hay que saber elegir. Cenamos en una terracita una bandeja de arroz con pollo, que, a juzgar por su tamaño a vaciado de arroz a todo Vietnam. Ay Petra, nos has dejado ¡¡petrificados!!

14 sept 2014

Un día de descanso

Empezamos a pensar que la limpieza de anoche en el jamán fue por fuera en el momento y por dentro con efecto retardado... Aunque en los países árabes hay que extremar la precaución no bebiendo agua de grifo, quizá el zumo de frutas rojas que tomamos en el jamán no era puramente zumo... y por la mañana se ha convertido en porridge, pero marrón. En Turquía ya me tocó a mí sufrir 'la venganza del sultán', y ahora parece que se ha cebado con Pablo.


El día comienza en el Monte Nebo, donde a Moisés, dirigiendo a los israelitas desde Egipto, Dios le mostró la tierra prometida. No está muy claro dónde fue... pero ¿seguro que éste era el paraíso? Cuando se habla del paraíso te viene a la mente un lugar verde, lleno de frutas (nunca hamburguesas o bacalao al pil-pil) y con ríos cristalinos, ¿no? Pues aquí no se ve nada de eso... es un auténtico secarral. El lugar está medio en obras y no podemos ver la basílica, tan sólo vemos mosaicos y disfrutamos de las vistas.


A un par de kilómetros nos acercamos a ver la Iglesia de Lot y Procopio, donde vemos... ¡¡más mosaicos!! A este paso, se nos va a quedar la vista pixelada. Y, como ya hemos entrado en harina, nos vamos a Madaba, conocida como 'La Ciudad de los Mosaicos'. Entre los que pueda tener, destaca uno que se encuentra en el suelo de la Iglesia Ortodoxa de San Jorge. Se trata del mapa más antiguo de Tierra Santa. Aparecen, claro está, todos los sitios que hemos visitado. Una cosa que nos resulta curiosa es que, en el río Jordán están dibujados los peces dirección al Mar Muerto, pero justo el que está más cerca del mismo, está en sentido contrario, como diciendo 'uy, vamos de aquí que no hay plancton en este mar'. Fuera de la iglesia, estamos hablando un buen rato con Alexander, un rumano que habla bastante bien castellano y que nos anima a conocer su país. ¡¡Tranquilo, que ya caerá!!

Continuamos la ruta por la M-40... pero la jordana, no la madrileña. Esta carretera bordea el Mar Muerto y, como ocurriera en la parte israelí, estamos a unos 400 metros por debajo del nivel del mar. Sin embargo, la costa está planteada de forma muy diferente que en el país vecino. Aquí, las playas pertenecen a los hoteles, y los tramos que no, hay que pagar un elevado precio. Es cierto que podríamos meternos en cualquier punto, pero, después de bañarse hay que eliminar toda la sal, porque si no, puede escocer muchísimo. Nos despedimos del Mar Muerto desde el coche, ¿volveremos algún día?

Jordania es un país barato para nosotros. Los hoteles no han sido caros y la comida, gasolina y compras tienen unos precios bastante baratos. Sin embargo, se ve que el estado con quien quiere recaudar es con los turistas, porque, las entradas a ciertos sitios son desmesuradas. Puedes comer por dos euros, pero entrar a la reserva natural del Mujib cuesta 21 euros. Se trata de ir por el cañón de un río corriente arriba disfrutando de la poca vegetación de la zona. Como este tipo de actividades también las podemos hacer en nuestro país por mucho menos dinero y con paisajes mucho más paradisiacos, decidimos no enriquecer absurdamente a la administración jordana.


Continuamos el camino y llegamos a Al-Karak. Se mire desde donde se mire, lo que más llama la atención es el imponente castillo que domina la ciudad desde su parte antigua. Es el castillo más grande de Jordania, y, aunque el interior no resulta interesante, la vista panorámica merece la pena. El resto de la ciudad no tiene nada interesante. Damos un paseo por las calles de la parte antigua, y, una vez más, somos la atracción del día. La gente es muy simpática y muchos nos preguntan que de dónde somos y nos dan la bienvenida a su país. También nos preguntan algo ya habitual: ¿Barça o Madrid?

Comemos unos bocadillos sentados en unas escaleras y nos dedicamos a ver gente pasar. La forma de vida es tan diferente a la nuestra... los hombres se pasan el día sentados en una silla delante de su negocio, fumando y saludando a los amigos. Ese es su día a día, y se ve que, con vender algunas cosas y sacar para comer ya es suficiente. Las mujeres se dedican más a llevar la casa y cuidar a los niños. Midiendo con nuestro rasero occidental, nos da un poco de pena, porque nosotros trabajamos para tener dinero para luego poder hacer cosas variadas. Sin embargo, aquí no hemos visto a matrimonios en una terraza, ni teatros, ni tan siquiera haciendo deporte. Su día a día es siempre igual. Pero... ¿quién sabe? Quizá viven más felices con esa predictibilidad, sin estrés, sin grandes expectativas que cumplir.

El día de hoy ha sido muy tranquilo, más de lo que teníamos pensado. Pero descansar nos va a venir bien, porque llevamos ya mucho meneo en el cuerpo. Además, mañana visitaremos Petra y tenemos que estar al cien por cien. Aunque sea pronto... ¿nos vamos al hotel? En mala hora... aunque los alojamientos elegidos hasta el momento han sido una maravilla, el hotel de Karak resulta ser un fiasco... no había mucho para elegir en la zona, así que, aunque sólo tenía una estrella, decidimos probar suerte. Se supone que nos han dado la habitación buena y ésta tiene desconchones en las paredes, una decoración de la época de los cruzados y una nevera que chirría. Si no estuviéramos cansados, dormiríamos de pie. Casualmente, las camas son cómodas, y total, durmiendo se tienen los ojos cerrados, ¿no? ¡¡Pues ocho horitas que van a caer!!

13 sept 2014

Carreteras como montañas rusas

Hoy nos traen el coche que hemos alquilado al hotel... ¡¡como unos señores!! Por lo que hemos podido ver, casi todos los coches son oscuros y muchos de ellos llevan una buena capa de polvo. Con este panorama... ¿de qué color será nuestro coche? ¡¡Pues naranja!! Es un color metalizado que en Europa está de moda, pero que aquí, no va a pasar desapercibido. Sólo nos faltan unos neones que digan 'aquí van los guiris'.

El tráfico es algo caótico: las rayas de los carriles no se ven, las señales están oxidadas y los coches sueltan humo tóxico. El que en todo el país no haya una superficie plana tampoco ayuda. Una curiosidad... hay gasolina de 90 y de 95 octanos, pero no de 98, y los precios son iguales en todas las gasolineras. El coche es manual y el embrague debe de estar bastante atorado, pero aún así, Pablo se habitúa enseguida a la conducción.

A unos 40 kilómetros de Amán se encuentra la actual Jerash y antigua ciudad de Gerasa, que perteneció a la provincia romana de Siria y después fue una de las decápolis romana (como lo fuera Scythopolis donde estuvimos hace un par de días). Fuera aparte de las excelentes ruinas romanas que hay en la península ibérica y de las de la capital romana, pocos emplazamientos romanos son comparables a Gerasa... y eso que llevamos vistos ya muchos cardos, teatros y arcos (quizá Pompeya sería de la misma magnitud). Hay una plaza bordeada con una magnífica columnata, la cual continúa por un larguísimo cardo. El templo de Zeus, el de Artemisa, el arco de Adriano, ... en cada piedra hay una historia. Hace un sol abrasador y aún así nos ha encantado la visita.

Nuestro Kia naranja nos lleva ahora al Santuario de Nuestra Señora de la Montaña en Anjara. Según la biblia Jesús y su madre María descansaron en una cueva, donde ahora se haya un orfanato, una escuela y un santuario. En el 2010, unas monjas y unas alumnas estaban limpiando el santuario y vieron a la virgen llorar sangre. Según los análisis la sangre es humana, por lo que se cree que fue un milagro. Un cura nos abre la iglesia y nos muestra el santuario, mientras los niños se muestran excitados intentando poner en práctica el inglés que han aprendido... y todos con una enorme sonrisa.

Continuamos nuestro paseo por tierras jordanas salpicadas de olivares (y de suciedad)... nos aproximamos al castillo de Ajloun, un ejemplo de arquitectura islámica de hace más de 1.000 años. Ahí, en lo alto, la de guerras que habrá presenciado esta construcción de un sobrino de Saladino.

Las distancias en Jordania parece que no son muy largas, pero, con tanta subida y bajada de colinas, lleva una hora hacer un recorrido de unos 40 kilómetros. Camino a As-Salt, presenciamos cómo un hombre en silla de ruedas es ahumado por una furgoneta que acelera... en lugar de aparentar sorprendido parece expresar que la gasolina utilizada no es su favorita... apostamos a que el batín negro que lleva era blanco en origen. As-Salt se suponía que era un pueblo pintoresco... pero resulta que los 'pintorescos' acabamos siendo nosotros, porque todo el mundo nos mira y nos saluda... 'Welcome to Jordan' nos dicen niños y mayores. Como no encontramos nada interés para ver, nos vamos a comer a una 'terraza' y probamos dos platos típicos de la comida jordana: un mensaf (arroz, con pollo y una salsa de leche y grasa) y una especie de empanada de carne muy rica... con dos refrescos... ¡¡4 euros los dos!!

Continuamos por montes y valles... y llegamos a Iraq. No, no nos hemos salido del país ni nos ha capturado la yihad. Sino que hemos llegado a Iraq El-Amir, un castillo del siglo III antes de Cristo por Hercano. Lo más llamativo son los relieves de leones que tiene en varias fachadas.

Volvemos a la capital para visitar tres mezquitas. La primera que visitamos es la del Rey Hussein Bin Talal, a la que no podemos entrar porque están orando. El recinto en el que se encuentra está vallado y nos es imposible hacer una foto en la que quede bien. La segunda mezquita es la del Rey Abdullah, con su característica cúpula azul, a la cual tampoco se puede pasar porque está cerrada.

La tercera mezquita es Abu Darwish, que tiene un aire un poco gaudiano, ¿no? Se encuentra en una plaza donde varias mujeres con burka observan a sus hijos jugar. Hemos visto muchas mujeres con burka, hasta con guantes en las manos para que no se les vea nada; también hemos visto jóvenes con mucho pañuelo y unas chaquetas-vestido para el pleno verano. Sin embargo, los hombres jóvenes van bastante arreglados, aunque a menudo un poco horteras. Cosas de la moda.

Y para terminar el día... ¿qué mejor que un jamán en Amán? Ayer pasamos por uno que nos encantó, el baño turco Al-Pasha, y hoy es el día ideal para ir. Estamos cansados pero tenemos tiempo... ¡¡e ilusión!! Nos ponemos el bañador y a ver qué ocurre... primero nos exfolian la piel, luego baño turco con unas bebidas dulces, un baño a 50 grados lo menos... y luego viene un jordano enorme que nos baña como si fuéramos bebés para luego darnos un masaje como si fuéramos unos muñequitos... después de la paliza con aceite de argán, nos tumbamos en una placa de mármol caliente, para terminar sudando en la sauna. La experiencia ha sido genial, no sólo porque el sitio fuera precioso y tranquilo, sino porque era muy genuino: los únicos turistas éramos nosotros y el resto de clientes eran lugareños que iban a darse su recompensa al final del día. Con la piel suave como la seda, toca ir a descansar.

12 sept 2014

Cruzando el río Jordán

Hoy dejamos Israel para pasar a Jordania, pero antes nos pasamos por Yardenit, uno de los lugares en el río Jordán en el que te puedes bañar. Aunque el lugar real donde Jesús fue bautizado por Juan el Bautista se encuentra en Jordania, muchos peregrinos acuden a Yardenit por encontrarse en Israel y, porque al fin y al cabo, es el mismo río. Aún no son las ocho y todavía no han abierto, así que nos damos un paseo por un palmeral cercano, en el que las palmeras están bien cargaditas de dátiles. Una chica abre el recinto a las ocho en punto y nos hace una demostración de que la puerta es de buenos materiales al intentar traspasarla con la cabeza. Después, nos arremangamos los pantalones para meternos en las aguas del río, en el que hay pececillos que van a morder carne fresca. Quién haga el ritual completo más que un batín debería llevar una armadura de hierro.

No nos da tiempo para mucho más... vemos la Iglesia de la Transfiguración en lo alto del Monte Tabor, pero tenemos que devolver el coche a las 9 y vamos justos de tiempo. Llenamos el depósito y enseguida nos plantamos en Afula, en la oficina de devolución. Se ve que mucha prisa no tienen, porque tardan bastante en revisar el coche y hacer el papeleo. Pero, en contrapartida, son muy majos y nos acercan en coche hasta la estación de autobuses de Afula. Desde ahí, tenemos que coger un autobús hasta Beit She'an y desde allí un taxi hasta la frontera. En la estación preguntamos a varias personas qué línea es, y en ese sondeo un hombre se nos acerca, diciéndonos que él nos lleva, pero el precio que nos dice nos parece demasiado. Utilizamos la técnica de 'que no nos vea demasiado interesados y que sea él el que baje el precio'... ¡¡y funciona!! Por 10 euros (sí, en euros) nos lleva hasta la frontera, a 35 km. David, que es como se llama, es muy bonachón y dicharachero. Para sus 59 años confesos, es muy marchoso, porque nos pone música árabe (bastante buena) y se pone a cantar, elevando el volumen y poniendo nuestros tímpanos a prueba.

A un pasito de abandonar el país... ¡¡no nos imaginábamos lo lento que iba a ser el proceso!! Primera ventanilla... validan la tasa por salir del país que pagamos el día anterior. También nos dicen que necesitaremos dinero para pagar el visado en Jordania, así que nos cambian euros por dinares jordanos (a un tipo de cambio muy desfavorable para nosotros). Después, control de pasaportes... lento no, ¡¡lo siguiente!! Unas cuantas preguntas y 'nos dejan salir'. En la mayoría de fronteras los controles de los dos países están a escasos metros... pues aquí no. Hay que coger un autobús para ir del control de Israel al control de Jordania, que vale unos 1,10 euros. Sale cuando ya hay gente suficiente y se para en pleno río Jordán, donde un policía fronterizo jordano revisa los pasaportes.

Llegamos a la terminal de llegada... ¡¡estamos ya en territorio jordano!! Lo primero es pagar el visado, unos 42 euros por barba. Pagamos y el oficial de turno nos dice que rellenemos unos impresos. Cuando volvemos nos dice que no hemos pagado y que para qué queremos ir a Jordania, y que si somos del Barça o del Real Madrid... ¡¡era una broma!! El tío es un cachondo, pero sólo por los segundos de confusión generados se merecía ver todos los partidos de cinco ligas seguidas... pero sin descanso. Ya tenemos el visado, ahora al control de pasaportes. ¿¿Pero es que tienen las farolas de oro para que haya tanto control?? Ahora, ya sí, estamos legalmente dentro del Reino Hachemita de Jordania.

Nos encontramos en la frontera jordana... y en los alrededores no hay nada más, tan sólo una parada de taxis. Tenemos dos opciones: ir directos a Amán o ir a Irbid, la ciudad más cercana y desde allí coger un autobús a Amán. Los precios son oficiales y se pueden consultar en la parada, pero pensamos que, para ser un país económico para nosotros, el precio es muy alto. Intentamos compartirlo con alguien, pero a la mayoría de la gente o la han ido a buscar o prefiere pagar los altos precios. Finalmente decidimos ir a Irbid en taxi.

Ya en carretera el paisaje es desolador. Las casas están medio caídas, hay refugiados sirios, el tráfico parece que es sin normas... y suciedad, por todos los lados hay basura. Es uno de esos momentos en los que te preguntas que qué haces en ese lugar. La llegada a Irbid no arregla las cosas... la ciudad es muy sucia y caótica. La gente nos mira como si fuéramos de otra especie y los taxistas se acercan para ver a dónde pueden llevarnos. Preguntamos por el autobús a Amán y finalmente conseguimos encontrar una especie de sherut o minibus que por poco más de un euro nos llevará a Amán que se encuentra a 100 kilómetros. Optamos porque no haya testimonio gráfico de la situación...

En el autobús la gente nos mira, pero no de mala forma, sino simplemente porque les llamamos la atención. Cuando hay cruce de miradas con alguien nos sonríen y se sonrojan. El bus se va llenando y partimos. A la gente le pica la curiosidad y nos acaban hablando, especialmente un joven que se sienta al lado, con el que, sin que sepa nada de inglés, nos pasamos la hora y media que dura el trayecto comunicándonos. Hasta llama con el móvil por teléfono a su primo, que sí sabe inglés, para que haga de traductor. Pablo, que va a su lado, le da más conversación, y el joven hasta le escribe una dedicatoria. El viaje, en un autobús sin aire acondicionado y con cortinas de encaje en las ventanas, ha resultado mucho más divertido de lo que cabía esperar.

Estamos por fin en Amán... pero en la estación norte de la ciudad, que es inmensa. Un hombre que venía con nosotros en el sherut nos ayuda y nos dice que hay unos 'taxis de línea' que siempre hacen el mismo recorrido. Por algo más de un euro nos lleva hasta una parada que está cerca del hotel. Después, toca caminar... y Amán no es precisamente llana. Son todo pequeñas colinas, así que, maleta en mano, encontrar el hotel torna agotador. ¡¡Pero lo conseguimos!! Llegar del hotel de Tiberías a Amán nos ha llevado 8 horas y nos ha costado (con los papeleos y todo) unos 90 euros cada uno.

Lo que hemos visto de la capital Jordana hasta el momento no nos ha entusiasmado. Es una ciudad grande, sucia y ruidosa. Sin embargo, el hostal que hemos reservado está mucho mejor de lo esperado, y la zona es de lo mejor, pues se encuentra en la zona de embajadas. Salimos a dar un paseo y ver los alrededores. Muy cerca del hostal está Rainbow Street, zona llena de restaurantes y tiendas. La gente nos mira y nos sonríe... los más atrevidos nos dicen un 'Welcome to Jordan'. De casualidad encontramos un mercadillo de artesanía, donde, curiosamente tienen cosas muy interesantes. Nos tomamos un zumo de fresa que está riquísimo, mientras la gente nos sigue saludando. La ciudad sigue siendo la misma, pero la amabilidad de la gente nos está hechizando. ¡¡Nos empieza a gustar Amán!!

Visitamos el Teatro Romano, que se encuentra frente a una plaza donde la gente está pasando la tarde del viernes. Hay niños jugando, gente charlando, camareros repartiendo zumos, ... muy buen ambiente. Luego, paseamos por las calles King Talal y Al Ashimi, abarrotadas de tiendas y de gente, pero sin que nadie te moleste, lo cual es una gozada porque puedes mirar sin sentirte comprometido a comprar. Acabamos la tarde cenando por pocos dinares en Rainbow Street, y, después a descansar... ¿Acabaremos Aman-do esta ciudad?

11 sept 2014

Lugares del día a día en Galilea

Los hoteles del mundo con desayuno bufé deberían ser declarados 'Lugares de Interés Turístico Nacional'. Te sientas en tu mesa con tu plato bien cargadito y podrás contemplar este ecosistema único. Una jauría de chinos invade el comedor y cada cual es más peculiar: que si la mandona que sólo da órdenes, pummuki la indecisa que cambia de mesa varias veces y la caracol que come lechuga dejando las hojas colgar. También tenemos el turista obediente que le sube el desayuno a la habitación a la mujer pero que no deja entrar ni salir del ascensor. Ah, y por supuesto está la típica inglesa que pregunta a los demás que si han dormido bien diciéndolo con un hilillo de voz. ¡¡Subamos a la habitación!! El ascensor... ¿viene con chino?

Hoy es nuestro último día en la región de Galilea, así que intentaremos ver los sitios más importantes que hay en la zona. El primero es Caná, lugar en el que Jesús hizo uno de sus primeros milagros: resulta que estaban en las Bodas de Caná y se acabó el vino...y ¿qué hizo Jesús? Pues cogió unas cuantas tinajas de agua y lo convirtió en vino, así sin dejarlo fermentar ni nada... digo yo que, dado que era una boda, lo convertiría a un gran reserva del 95... del 95 antes de su nacimiento, ¿no? Por supuesto, en todas las tiendas de regalo hay vinos de Caná... ¡¡de canallas!! Porque claro, el vino que venden, ¿en qué sentido está relacionado con el milagro?

Qué, ¿toca una de piedras? ¡¡Venga!! Si es que aquí hay tanta historia... Ponemos rumbo a Séforis (o Zippori que es su nombre actual). El GPS, como en otras ocasiones, nos manda cruzar por un asentamiento judío. Para poder acceder, hay que pasar un control de seguridad, pero a nosotros casi nunca nos preguntan nada y nos abren la valla. Esta vez el camino está equivocado, y dos mujeres muy amables nos explican como llegar, mientras nosotros nos quedamos embobados viendo lo bien que tienen el asentamiento, por el cual se mueven con carritos de Golf... ¿acaso es esto el Cigarral de las Mercedes? ¡¡Marchando una vichyssoise!! Bueno, al tema... En esta zona se piensa que vivían Ana y Joaquín, los padres de la Virgen María, y que incluso esta última podía haber nacido aquí. Ya en la época 'moderna', Séforis pertenecía a la provincia romana de Siria. Hay interesantes mosaicos, pero sobre todo destaca uno pequeñito... el de Venus, pero que es conocido como 'La Mona Lisa de Galilea'. También es interesante en este lugar el sistema de cisternas, con unos aljibes enormes y unos túneles para distribuir el agua... ¡¡Estábamos tardando en meternos bajo tierra!!


Si en Galilea hay una ciudad importante, ésa es Nazaret. La pena es que es predominantemente musulmana y es bastante caótica. Aparcamos el coche y visitamos primero la Iglesia Ortodoxa de la Anunciación, donde, bajo el altar de la capilla principal, se ve agua correr... ése el pozo de María, supuestamente donde se encontraba la Virgen el día en el que el ángel Gabriel le anunció que iba a llevar en su vientre a Jesús. Pero como ya nos ha ocurrido antes, hay varios lugares donde podría estar el verdadero lugar, y cada confesión da por bueno el suyo. Incluso en plena calle hay un pozo que también podría ser el auténtico.

Los católicos, por supuesto, también tienen el templo que creen que es el auténtico, y sobre él han construido uno de los edificios más llamativos de Nazaret: la Basílica de la Anunciación. Es un edificio que, para ser relativamente nuevo (de 1969) es muy interesante: tiene mosaicos donados por diferentes países (España el que más tiene, ¿eran cinco o seis?) y la iglesia tiene dos plantas algo que no habíamos visto antes es ningún lugar, y dentro están las ruinas de la que se cree fue la casa de la Virgen María.

En el mismo recinto que la Basílica de la Anunciación, está la iglesia de nuestro santo, San José... ¡¡aunque José Pablo juegue a dos bandas!! La creencia popular dice que aquí José tenía su taller y en la parte baja de la iglesia se encuentran los restos arqueológicos.

Nazaret se encuentra en la ladera de un monte, y, como lo que nos queda para ver está en la parte alta, decidimos ir en coche. En ese momento se produce el anti-milagro de la división de los shéquels... nos han puesto una multa de estacionamiento. También se produce el milagro de la amnesia colectiva: nadie parece saber nada, ni si el papel es una multa, ni si había que pagar, ni dónde satisfacer la multa. La administración lo pone más difícil aún: hay que pagar la multa en una oficina de correos, pero cada una tiene un horario diferente. Lo intentamos en tres y decidimos dejarlo para más tarde. ¿¿20 euros a nosotros por una multa de estacionamiento cuando las normas de circulación se las pasan por el mismo sitio que la jarrita?? Bueno, en todo viaje siempre tiene que haber algún pequeño fallo, ¿no?

Nos dirigimos ahora a Megido, una ruinas que son Patrimonio de la Humanidad, aunque, como ya ocurriera con las de Hatzor, no se caracterizan por ser las más bonitas. Aquí, se supone que se librará la batalla final del Apocalipsis entre las fuerzas del bien, lideradas por Jesucristo, y las del mal por Satanás. Esa batalla es conocida como Armagedon, que significa 'Montaña de Megido'. Nosotros a lo nuestro... otro túnel bajo tierra que visitamos... esto ya es preocupante.

Israel es un país muy puntero en innovación y, aunque en la actualidad se dedique más a la biotecnología, ha sido el inventor de cosas más sencillas, como por ejemplo el riego de goteo. Visitamos el kibutz Beit Alfa en el que se inventó... el ordeño por ordenador. Pero no, no vamos a ver cómo se extrae la leche, sino a una sinagoga que está en el interior del asentamiento y en la cual hay un enorme mosaico en el que se representan los meses lunares hebreos y su correspondencia con los signos del zodiaco. A la salida, hablamos con la billetera, quién también sabe algo de castellano.

Para visitar los Parques Nacionales de Israel compramos la Green Card (que es naranja), que por 150 séquels, permite visitar hasta 65 emplazamientos. Nos queda una hora... ¿a dónde vamos? Decidimos que Beit She'an puede ser una buena opción. La antigua Scythopolis greco-romana no nos defrauda: un grandioso teatro, bastantes mosaicos y un buen cardo (calle norte-sur) hacen intuir el grandioso esplendor que tuvo la ciudad. De hecho, es la única ciudad de la decápolis romanas al oeste del río Jordán.

¿Pero qué ven nuestros ojos? ¡¡Nos queda media hora antes de que cierren los parques!! Nuestro Nissan Micra nos lleva velozmente hasta la fortaleza de Belvoir. Llegamos in extremis a la hora de cierre, pero el de seguridad nos dice que no hay problema en que lo visitemos, que se queda un rato más hasta que terminemos. El nombre del castillo ya lo presagiaba... 'jo, ¡¡vaya vistas que tenían los caballeros hospitalarios!! Una cosa que nos llama la atención es el tono oscuro de las piedras que forman el castillo... ¡¡ahí, para que chupe calor en verano!!

El sol se está metiendo y regresamos a Tiberias, para, en una oficina de correos, pagar nuestras obligaciones con el Reino del Rey David: pagar la multa palestina y pagar la tasa por salir del país. Sí, lo habéis leído bien... si sales por tierra a otro país hay que pagar 102 NIS (unos 22 euros) por persona. ¿Seguro que fueron los muros de Jericó los que cayeron? Yo me inclino más por el milagro europeo de schengen de la libre circulación... no pagas un euro y ves las estrellas... las de la bandera europea, claro. Pero aquí no queda otra... pagamos porque mañana nos vamos a ¡¡Jordania!!

10 sept 2014

Los milagros del Mar de Galilea

Después de muchos días combatiendo el calor con aire acondicionado, hoy hemos podido dormir... ¡¡con manta!! Estamos en los Altos del Golán, tierra que históricamente ha estado en disputa con la vecina Siria. Hoy hemos dormido en un kibutz en Ortal, una especie de comuna que es como un pueblo autosuficiente. Por tener, tiene hasta un pequeño zoo, al cual acudimos a ver a los animales que oíamos pero que no veíamos en la oscuridad de la noche. Tomamos el desayuno y nos ponemos en marcha.

Ponemos rumbo al norte intentando recuperar el tiempo que ayer no tuvimos para visitar la fortaleza de Nimrod. Este baluarte se encuentra en la carretera que une Galilea con Damasco y tiene unos 800 años. Fue conquistado por cruzados y por mamelucos, y hoy en día pertenece a la red de Parques Nacionales de Israel. Visitamos la cisterna (no, no es que hayamos ido al baño) y disfrutamos de las magníficas vistas.

La siguiente parada es Tel Hazor, que es Patrimonio de la Humanidad. Fue una de las ciudades más importantes de la antigua Región Cananea. ¿Sería por esta zona donde se encontraron las tablillas de barro que inspiraron a Julia Navarro a escribir 'La Biblia de Barro'? Piedras y más piedras... puestas ahí hace 3.500 años... como sigamos viajando en el tiempo vamos a terminar viento un tiranosaurio. 'Anda, esa bandera parece la de la Comunidad de Madrid...' ¡¡y efectivamente lo es!! Resulta que hay un letrero que dice que una de las torres la ha restaurado la Universidad Complutense... ¡¡pues sí que hicieron lejos las prácticas de arqueología!!

Visitamos Safed, ciudad a la que, supuestamente, fueron muchos judíos cuando fueron expulsados de España. Preguntamos a ver si hay oficina de turismo y acabamos en el ayuntamiento hablando en castellano con un hombre. Han sido ya varias las personas con las que hemos hablado en castellano, pero pensamos que realmente no son descendientes reales de los sefardíes. Sin embargo, el hombre con el que hablamos nos dice que él habla en ladino, que es la variación que sufrió el castellano de los judíos y no sé yo si nos entendemos muy bien, porque conseguimos que nos dé un mapa... ¡¡en hebreo!! ¿Y el curso exprés para poder entenderlo? Nos dejamos perder un poco por las calles de la parte antigua, y, con las indicaciones de un judío americano de la oficina de turismo, acabamos en una lechería comprando una especie de turrón... es que estar por aquí es como vivir dentro de un villancico.

Nos estamos acercando al Lago Tiberiades o Mar de Galilea, lugar en el que vivió Jesús, así que el turismo se vuelve un poco más peregrino. Empezamos por la Iglesia del Monte de las Bienaventuranzas, en Capernaúm. Aquí Jesús realizó el sermón de la Montaña con sus ocho bienaventuranzas... 'Bienaventurados los que tenéis aire acondicionado en el coche, porque sufriréis menos el calor que hace en septiembre' diría hoy a los turistas que hay por la zona. El lugar está muy bien, porque tiene vistas al lago y unos jardines muy bonitos. Si es que, Jesús iba de sencillo pero luego se sabía los lugares con mayor encanto para salir guapo en los frescos.

Estamos en zona caliente de milagros... ¿quién no ha oído hablar de la multiplicación de los panes y los peces? Es una de las parábolas que la gente más recuerda: será porque es una necesidad vital, pero cuando hay comida de por medio, el resto se olvida. En Tabgha hay una iglesia bizantina en el emplazamiento en el que Jesús realizó la multiplicación de los panes y los peces para dar de comer a las miles de personas que habían acudido a oir su prédica. Y nosotros aún sin comer...¿¿por qué nos lo multiplicas por cero??

Muy cerca se produjo otro milagro: en donde hoy se alza la Iglesia de la Primacía de San Pedro, Jesús se les apareció a los Apóstoles después de su resurrección. Y digo yo... ¿qué hacían los apóstoles todos juntos en plena playa del Mar de Galilea? Les podía haber pillado preparando humus, recogiendo olivas o haciendo zumo de granada... pero no... seguro que estaban holgazaneando y dándose un chapuzón...

Muy cerca se encuentra un lugar menos santo, pero igual de importante. Se trata de las ruinas de Cafarnaúm, de la época de Jesús y probablemente donde pasaría algún tiempo. Hoy, encima de las ruinas, en concreto encima de la casa del apóstol San Pedro, se ha construido una iglesia con suelo de cristal desde donde poder verlas. También están los restos de una sinagoga y, para ambientar el lugar, una estatua de San Pedro... jo, ¡otro que supo donde situar su chaletazo de adobe!

Y de una iglesia a otra... esto es un no parar... Con cúpulas de color rosa, nos acercamos a la Iglesia Ortodoxa de los Doce Apóstoles. Es curioso, pero gran parte de los lugares que más nos ha llamado la atención han sido los templos greco-ortodoxos... en este caso, debido a los frescos que cubren cada centímetro cuadrado del interior de la iglesia y que narran la influencia mutua entre ellos y Jesús.

Va cayendo la tarde y apuramos las últimas visitas. En la costa este del lago está Kursi. No, no son ruinas pintadas de rosa, sino el lugar donde "Jesús sanó a un endemoniado, cuyos demonios entraron en un hato de cerdos que se ahogaron en el mar". Se ven algunos mosaicos, pero, una vez más, lo importante es lo que representa más que lo que es. Lo mismo ocurre con Magdala, la población donde vivió María Magdalena... no hay nada de especial, pero saber que por allí anduvo la 'fresca' de la Biblia, impresiona, ¿no?


Aunque queremos más ruinas, más iglesias y milagros, los horarios israelíes parece que no nos van a dejar saciarnos. Casi todos los lugares de interés cierran a las cinco de la tarde (alguno generoso a las seis). Así que, toca ir al alojamiento que tendremos las dos próximas noches: el hotel Prima Too en Tiberias. Cuando reservo un hotel suelo pedir habitación en la última planta... y hoy nos ha hecho también caso, pero con la sorpresa adicional de que es la única habitación que es ático, así que hoy cenaremos en la terraza. Pero antes, ¿qué hay ahí abajo? ¡¡Vamos a bañarnos a la piscina!! Con el mar de Galilea de fondo, damos un último paseo y a descansar en la pedazo de habitación... ¿se cumplirá el milagro de la sanación de los pies cansados?