18 sept 2010

Srebrenica y monasterios

El hotel se encuentra muy cerca del aeropuerto y cerca de él se encuentra el Túnel de la Vida. Se trata de un túnel que conecta el aeropuerto con el centro de la ciudad. Cuando ésta estubo sitiada durante casi cuatro años por parte de los serbios, la gente no tenía comida y apenas podían salir de sus casas sin ser tiroteados. Para poder escapar, excabaron un túnel para poder salir de la ciudad y también para poder introducir alimentos y necesidades básicas mediante el aeropuerto, única vía de contacto con el mundo exterior.

Hoy en día sólo se puede visitar un tramo de unos 20 metros de longitud. Ese acceso se encuentra muy cerca del hotel donde nos alejamos. Lamentablemente está cerrado debido a la creación de un museo, así que nos es imposible visitarlo.

Cogemos el coche y de nuevo nos ponemos a recorrer los Balcanes. El día es soleado y paramos para tomar algo en un bar en plena naturaleza llamado Mitrovic, cerca de Vlasenica. Sin embargo, nuestras ganas de disfrutar de los bellos paisajes bosnios se ve truncada al empezar a cubrirse todo con un manto de niebla.

Llegamos a Srbrenica. Aquí tuvo lugar la matanza más sangrienta desde la Segunda Guerra Mundial. Los Bosniacos, tal y como se les llama a los Bosnios musulmanes, fueron perdiendo terreno y huyendo hacia el sur. Srebrenica se suponía que era una zona segura, controlada por las tropas holandesas de las Naciones Unidas. Sin embargo, en julio de 1995, siguiendo órdenes del general Ratko Mladic, se ordenó matar a todos los hombres y niños. El genocidio se cobró la vida de más de 8.000 personas.



En la actualidad, la ciudad está situada en la República Srpska, la parte serbia. Y se ve que, 15 años después, aún quedan heridas abiertas, porque al llegar al memorial de Potočari, está la policía custodiando el lugar. Quizá a los serbios no les haga mucha gracia que haya un memorial musulmán en el que hoy es su territorio; quizá a los musulmanes que van a visitarlo no les guste que sus familiares estén enterrados en el que ya no es su territorio.

El lugar se compone de dos partes visitables. Por un lado hay una fábrica abandonada donde se ha instalado un centro de interpretación de la masacre. Por otro, está el cementerio con miles de estelas blancas sobre las tumbas de los allí enterrados. No sé aún que es lo que mas impresiona... si los testimonios de la gente que sobrevivió y que se muestran en una proyección, si los miles de tumbas, o si los familiares con los que coincidimos de los cuales a alguno le falta una pierna o anda con muletas. 



Abandonamos el lugar con el pensamiento aún en el sufrimiento que se vivió allí. Casi por casualidad, el camino que elegimos nos lleva por un monte cercano, donde descubrimos que en muchos árboles cerca de la carretera, hay un letrero que pone 'Atención, Minas'. Resulta impactante saber que para muchos, la huida a través de esos montes en los que nos encontramos fue una trampa mortal y que hasta hoy han quedado tristes pruebas que lo demuestran. Una de las frases que más me impactó en un vídeo fue, cuando a un hombre mayor huyendo monte arriba le preguntan '¿Tiene miedo?' a lo que responde como si la respuesta sobrase '¿Cómo no voy a tener?'. Una visita cultural a veces puede llegar a doler.

Bueno, recobremos la alegría que hemos venido a pasarlo bien. Seguimos recorriendo los Balcanes... puerto arriba, puerto abajo... ¡¡este país son sólo montañas!! Eso sí, llenas de animales, ya que se nos cruzan por la carretera zorros, ciervos, etc.



Cerca de Šekovici visitamos dos monasterios ortodoxos del siglo XVI. El primero, Manastir Lovnica, es de mujeres y, al menos con las que coincidmos, van vestidas de negro de arriba a abajo. El interior de la iglesia es una maravilla, ya que está completamente pintada de frescos. Sin embargo el exterior da ¡¡mucho mieeeeeedo!! El segundo monasterio que visitamos es el Manastir Papraća, es de hombres y sólo lo visitamos por fuera, ya que se encuentra cerrado.


La visita de hoy termina en el castillo Srebenik, que se encuentra situado en un risco. Sin embargo, la niebla vuelve a hacer estragos y tan sólo podemos vislumbrar su belleza.

Hoy ha sido un día de intensas emociones y de mucha carretera, ya que, aunque las distancias son cortas, la orografía del terreno hace que los desplazamientos se hagan con una dosis de tranquilidad. Eso sí, hemos podido disfrutar de la naturaleza y tranquilidad de los Balcanes.

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