19 sept 2010

Montañas Bosnias y Serbias

Salimos del hotel para disfrutar de las últimas horas que estaremos en Bosnia-Herzegovina. Ponemos rumbo hacia la frontera con Serbia, pero antes paramos a ver el Monasterio de Dorun. Es un monasterio un tanto atípico ya que la puerta de entrada es de color naranja. El día que lo pintaron las monjas debían de haberse pasado con alguna especie de patxaran bosnio, y seguro que la sorpresa fue mayúscula cuando vieron el resultado, ya que le da un toque demasiado alegre con respecto a los colores monásticos habituales.



Seguimos el curso del río Drina, pasando por pequeños túneles y jugando al escondite con las montañas que se reflejan en el río que tiene un magnífico color verde. Paramos varias veces para hacernos unas instantáneas con este idílico fondo de pantalla.

A pocos kilómetros de Visegrad nos para la policía, posiblemente atraídos por la matrícula húngara de nuestro coche italiano. Esto ya nos lo conocemos, así que seguro que enseñamos nuestro pasaportes españoles y nos hacen la ola... pero esta vez va a ser que no... ¡¡hemos superado el límite de velocidad!! En un país en el que la raya continúa es decorativa, los adelantamientos son más rápidos que en el Jarama y el cinturón de seguridad es sólo para sujetar las cajas de gallinas... ¡¡van y nos cascan una multa!! Por pasarnos 13 km/htenemos que pagar dos comidas y dos cenas completas a la policía bosnia, vamos 15 eurillos. Lo curioso es que el mismo policía reconoce que es un tanto ridículo, pero que sintiéndolo mucho no puede evitar ponérnosla. Hasta tal punto le da pena ponerle una multa a unos turístas que, un marco más que tenemos que pagar por un no-sé-qué de 'provisión' nos lo pone él de su bolsillo. Si al final ha resultado ser una experiencia nueva... y encima nos llevamos de regalo un bonito justificante tamaño A4 en perfecto cirílico.

Ya en Visegrad, visitamos un puente que ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Se trata del Puente Mehmed Pasa Sokolovic, que fue construido en 1577 por el arquitecto otomano Sinan (1490-1588). Este arquitecto construyó muchas de las mezquitas de Estambul, vamos que era todo un Calatrava de la época. Está considerado como una de las grandes obras del arte otomano ya que tiene once arcos, mide la friolera de casi 180 metros y seguro que Ramón García estuvo allí para constatar el récord en el Libro Guiness del 1577.

Nuestra estancia en Bosnia-Herzegovina toca a su fin. El país con forma de corazón sigue siendo un crisol de religiones y de razas, no tan estabilizadas como se piensa en la distancia. No sólo las banderas son motivo de disputa, sino también las gentes y sus costumbres. Aún le falta mucho para alcanzar el nivel de desarrollo de sus vecinos, desde cosas grandes como autopistas hasta detalles pequeños como que la música que suena en las emisoras de radio vaya más allá del folklore árabe. Pero eso sí, la belleza del paisaje y en especial de sus ríos hace que este país sea todo un destino paradisiaco.

DNI en mano, llegamos al paso fronterizo de Kotroman. En la parte Bosnia, un jubilado, cigarro en labio, nos indica desganado que pasemos... '¿y quién controla el paso de entrada?' pensamos. Sin embargo, a la entrada en la República Serbia, es todo lo contrario... un eficaz policía, al ver que llevamos modelos diferentes de DNI, se para a mirarlos exhaustivamente, yéndose durante más de diez minutos a comprobar la validez de los mismos (o hacerse un bocata de lomo a una cocina que vemos desde el coche). Menos mal que tenemos matrícula húngara y la cola que se está formando se estará cagando en las tribus magiares.

Pasado el control, vemos un nuevo obstáculo... ¿para qué es esa barrera? Resulta que no han tenido mejor idea que poner la aduana en las puertas de un parque natural, y claro, para poder pasar hay que pagar 50 dinares... ¡¡y de eso no tenemos!! Menos mal que aceptan euros, marcos convertibles, dolares, ... y seguro que si lo intentamos cogen hasta la tarjeta del VIPS. Como nos habían sobrado marcos, aprovechamos y cambiamos a dinares... buf, esto si que es un lío y no el cambio al euro del 2002.

Nos adentramos por el parque natural de Tata y el paisaje es tan espectacular como el de Bosnia. Inicialmente, habíamos pensado que Serbia iba a ser mucho más llamo que su vecina BiH. Sin embargo, comprobamos que no es así. Hay muchos puertos de montaña, y las carreteras discurren serpenteantes entre magníficos paisajes. Nos disponemos a ver los monasterios ortodoxos de la ruta Transrománica, desde Novi Pazar a Kraljevo. En el GPS los mapas de Serbia son muy básicos, así que nos guiamos por un mapa que tenemos. Para llegar al punto de inicio, a la altura de Prijepolje nos sentimos perdidos. No sabemos muy bien por dónde continuar hasta Novi Pazar, así que preguntamos a varias personas cómo llegar. En nuestro mapa se ve claramente que hay un carretera directa, pero todo el mundo, sin querer dar esplicaciones, nos dice que por ahí no vayamos, incluida una chica que parece la prima de Kate Ryan. Al principio pensamos que puede ser porque la carretera está muy cerca de Kosovo, pero, dado que nadie nos responde a por qué no ir por ahí, empezamos a pensar que la respuesta no la adivinaría ni Colombo. Ya por curiosidad, conseguimos encontrar el camino y, todo se debía a que la carretera está en pésimo estado.

Tanto por las carreteras bosnias como por las serbias, el olor a gasolina quemada es bastante habitual. Hay tramos en los que fumarse un paquete de Marlboro es más sano que bajar la ventanilla. En Novi Pazar preguntamos a unos transeúntes por donde ir y mientras nos dan las explicaciones vemos cómo una nube de humo está a punto de atraparnos... o subimos la ventanilla o nos va a crecer un Bertín Osborne en los asientos de atrás.

El camino no tiene desperdicio... pueblos con varios planetarios (mezquitas sin minarete), pueblos con nombre en Grochi puro como Raška (Cilla, ya completaremos el Raska-Jaraska), ... y hasta una anciana ciega pastoreando vacas descontroladas... con este panorama llegamos a Sopocani, un monasterio que está en la lista de monumentos de la Unesco.

La noche se está echando encima y, como no contábamos con que fuera tan montañoso, nos vemos obligados a dejar la ruta de monasterios (para una futura visita a Serbia), pero antes, paramos en Krusevac a cenar, donde un joven camarero está entusiasmado de atender a unos extranjeros (lo que fardará mañana en el insti).

Nuestro primer día en Serbia ha sido intenso, así que, nos dirigimos a Niš, donde descansaremos en el hotel Nais.

1 comentario:

  1. garbiñe y jon, menudas fotos mas bonitas.La que mas me gusta es la de las montañas reflejadas en el rio. esa me la pasas, vale? pasarlo bien.

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