22 sept 2010

La Región Autónoma de Voivodina

Hoy será nuestro último día en Serbia, y visitaremos Voivodina, que es la zona norte del país. Ésta es la otra entidad política que junto con Serbia Central y Kosovo conforma la República de Serbia. Bueno, Kosovo ya no es Serbia... y encima Voivodina tiene también cierto movimiento independentista. Si es que, el mapa de este país es como un Nokia, que cada modelo nuevo es cada vez más pequeño.



Para visitar la región, qué mejor que empezar por su capital, Novi Sad. Pero antes, nos tomamos un café por imperativo fisiológico. Bueno, café por llamarlo de alguna manera, porque era al estilo turco y chupar arena de playa resultaría más agradable. El centro de la ciudad es similar al de otras ciudades, con zona peatonal y casitas de colores.





El punto más interesante es la fortaleza de Petrovaradin, situada sobre una roca volcánica y construida para protegerse de los ataques turcos (y seguramente de su café). Se encuentra frente al Danubio y, aunque no vemos mucha similitud, la llaman el Gibraltar del Danubio. ¿Por dónde cae Perejil? La historia cuenta que la construyeron esclavos y asesinos, y que durante los 88 años que duró su construcción morían de media entre 70 y 80 personas. El Escorial aquí hubiese sido toda una masacre. Una curiosidad a destacar es que el reloj lo construyeron los alemanes para que los habitantes supieran la hora, pero que a cambio, todas las casas desde donde se pudieran ver tenían que pagar un impuesto especial... (Gratis?? Nein!!!) Para que se viera bien la hora desde lejos, y así sacar más dinares, la manecilla pequeña marca los minutos y la grande las horas.


Como nos hemos quedado con ganas de un cafecito para despertarnos bien, nos resarcimos del caldo turco, pero ahora con vistas al Danubio, donde divisamos algún crucero fluvial. Bajamos del castillo donde topamos con un conjunto de chicas de pelo Schwarskof haciéndose fotos seguramente para Miss Novi Sad y volvemos al centro de la ciudad para dar un último paseo por la calle Dunavka. 





Rumbo hacia el norte llegamos a la ciudad serbia con nombre de farmacia: Subotica. Debido a su cercanía con Hungría y aque el 60% de la población es magiar, las señales están escritas tres veces: en húngaro, en serbio cirílico y en serbio latino. Entre dobles acentos, enes invertidas, y palabras impronunciables, aquí se tiene que acabar la enseñanza obligatoria siendo un cuarentón (y con el gasto que supondrá ir a 'su-botica' a diario a por ibuprofenos para el dolor de cabeza). De hecho, a las cuatro de la tarde se ve muy poca gente por la calle, así que seguro que le están dando a la diéresis.

A diferencia del resto del país donde prevalece la arquitectura otomana, aquí resplandecen los edificios Art Nouveau de estilo húngaro. Tienen formas caprichosas gaudianas y detalles en cerámicas de Zsolnay, guardando mucha similitud con los que vimos en Pécs. La mayoría de los puntos de interés se encuentran en la plaza Trg Republike y en la calle peatonal Korzo. De entre ellos, hay que destacar:

El Ayuntamiento (1910)

El Palacio Raichle (1904)

La Sinagoga (1902)

Resulta curioso que, hace más de cien años se diera rienda suelta a la creatividad y que hoy en día nos hayamos limitado al hormigón y al cristal.

A 10 kilómetros de Subotica se encuentra Palić, donde acabamos la ruta de hoy. Se podría comparar con el Lago Como italiano, ya que, en los alrededores del lago hay casas y villas a cada cuál más elegante, donde seguro que vive la clase alta serbia, esa que nunca pondría un pié en el hotel Nais... De hecho, el alojamiento de hoy va acorde a las diferencias entre el norte y el sur del país, ya que el hotel Villa Lago es sencillamente espectacular. Tras un paseo nocturno por los alrededores del lago, cenamos en el hotel y a ponerse el albornoz que siempre da gustito.

1 comentario:

  1. Eva: Estoy aprendiendo historia, en el mejor escenario posible.

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