Amanece temprano y desde la habitación vemos los primeros rayos de un sol anaranjado que calentará la ciudad para que sigamos sudando. Como anoche ya nos dimos una ducha desengrasante, optamos por salir del hotel sin una re-ducha que resultaría inútil. Toca volver a recorrer los casi 20 kilómetros que nos separan del pleno centro dentro del centro de la ciudad. Así que, vuelta a coger el metro y después el tren. ¡¡Horror!! No me libro de Indra ni en India... Las máquinas expendedoras del metro las han desarrollado la consultora española. Pablo también tuvo ayer su momento de reconexión laboral: una joven rubia llevaba una bolsa de Mondelèz.
Si hay una palabra que define a los indios, ésa es "naturalidad". ¿Que quieren mirarte? Pues te miran. ¿Que quieren descalzarse y poner los pies encima de los asientos? Sin problema. ¿Que están cansados? Se tumban en el suelo y a generar unas buenas contracturas. Parece que aquí reina el aquí y ahora; y no es para menos, porque entre cuervos, perros vagando, charcos, contaminación y basura, el precio de la vida parece que se devalúa.
Empezamos el recorrido turístico de hoy cogiendo un barco en la Puerta de India. Nos dirigimos a las cuevas Elephanta, que se encuentran en una isla en la bahía interior y hasta las cuales se tarda en llegar en torno a una hora. Desde el pequeño barco se ven muchos cargueros dado que nos encontramos en el mayor puerto de Asia.
Al llegar a la isla, hay un pequeño tren que recorre el malecón hasta adentrarse en una zona de tiendas y puestos ambulantes. Hoy es domingo y muchos locales han venido a pasar el día; de hecho, aunque hay turistas, éstos representan un muy bajo porcentaje. Tras pagar una tasa turística de unos 10 céntimos por cabeza, comenzamos el ascenso por unas escaleras de 125 escalones, repletas de vendedores de recuerdos y de monos con ganas de procrear.
Como en muchos otros sitios que pensamos será igual, el precio de las entradas para lo extranjeros es del orden de 10 o 20 veces más cara que para los locales. Y claro, estas cuevas declaradas Patrimonio Mundial de la Humanidad no iban a ser una excepción. Tras pasar por caja, empezamos por la primera y más importante de las cinco cuevas. Aunque no se sabe con certeza cuándo fueron realizadas, se sabe que al menos tienen 14 siglos de antigüedad. En su interior se pueden ver escenas de la vida del dios Shiva. Aunque hay esculturas bastante deterioradas resulta muy enigmático entrar en este lugar.
Recorremos después las otras cuatro cuevas. Son mucho más austeras ya que no tienen esculturas, pero su grandiosidad y antigüedad bien merecen su visita. Tras presenciar cómo un mono intenta robar comida a unos turistas, empezamos el descenso hasta el puerto. Aunque no somos de comprar recuerdos y menos teniendo que cargarlos en la mochila durante el resto del viaje, en el ascenso le hicimos ojitos a una especie de torre labrada en marmol que bien nos recordaría nuestra visita a este lugar. Con un techo de precio ya pactado entre nosotros, empezamos a regatear y conseguimos sacarlo. Seguramente el hombre ha hecho una ventajosa venta, pero nosotros hemos hecho también una compra justa.
Tras tomar una Pepsi fría en un bar, y comer un dulce de mango en un puesto ambulante, cogemos el barco que nos lleva de nuevo al continente. El lugar de atraque es al lado de uno de los símbolos de la ciudad: la Puerta de India. Fue construida en 1911 para conmemorar la visita del rey inglés Jorge V y hoy en día es uno de los lugares más visitados de la ciudad. Hay multitud de fotógrafos dispuestos a hacer fotos e imprimírtelas allí mismo, y muchos locales se las hacen posando como si para un book de Bollywood se tratara. Si al coger el barco había gente, ahora hay al menos diez veces más... ¡¡menos mal que hemos sido madrugadores!!
Otro de los lugares más fotografiados de la ciudad es el hotel Taj Mahal Palace. Se dice que lo mandó construir un empresario negro al que se le denegó la entrada en un lujoso hotel cercano... que después quebró. También es recordado por haber sido objetivo de un atentado terrorista en 2008, estando hospedada Esperanza Aguirre quién tuvo que volver a España pidiendo prestados unos calcetines. Y sería por las prisas de la situación, porque entramos para verlo y descubrimos que está lleno de tiendas de lujo.
Estamos en el distrito de Colaba, una de las zonas históricas de la ciudad y que está repleta de bonitos edificios coloniales británicos. Aunque los ingleses no sean precisamente un buen ejemplo a seguir, hay que reconocer que esta zona debió de tener un desarrollo esplendoroso que, 70 años después de su independencia, no se puede ver en ningún otro lugar de la ciudad. Y es que, hoy uno de octubre, uno ha de valorar más que nunca las consecuencias de las decisiones tomadas.
Y como consecuencia de decidir seguir recorriendo el distrito de Colaba es que nos encontramos con un vendedor de agua de coco... pero no un coco de esos marrones y peludos, sino de coco joven, de color verde y cuya gruesa pulpa contiene un agua muy rica y refrescante. Hoy es día de mercado y todo el mundo quiere que compres algo en su puesto. Entre el tumulto, un monje hare krishna nos hace un ritual de la salud, de la suerte y de la riqueza, haciéndonos una imposición de manos en la cabeza, pintándonos el punto en la frente, dándonos unos caramelos, poniéndonos unas cintas de lana en la mano y mandándonos que guardemos unas flores en el bolsillo. Ale, pues ya estamos bendecidos y protegidos...
Y si estamos protegidos... ¡¡vamos a disfrutar de la gastronomía India que ahora sí que ya no nos puede pasar nada!! En un ataque de locura nos vamos a un restaurante vegetariano (muy habitual) que tiene muy buena pinta. Con unas siete mesas, somos el centro de atracción y todo el mundo está deseando aportar algo. Tras seguir las recomendaciones del camarero (al que no le entendemos nada), pedimos unos cuantos platos que nos sirven en una reluciente vajilla metálica. Pues ale, todo para adentro a ver si sale a velocidad moderada, y si no, ya le reclamaremos al hare krishna.
Hoy nuestro recorrido termina tomando un café a media tarde. Son poco más de las cinco, y toca ya volver al hotel, dado que tenemos que madrugar mucho. Desde el vagón del tren nos despedimos de la caótica ciudad de Mumbai... mañana toca una visión diferente de la India.
y el botellin de agua? jaja...La comida tiene muy buena pinta hummmmm! Fotos muy chulas con vosotros y mas gente con coloridos vestidos.
ResponderEliminarPues to tengo ganas de ver fotos y fotos....hace calor pero es calor humano de filosofia profunda....ya veo que si oa va a cambiar la mentalidad....hare hare krisna..
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