Hoy nos levantamos especialmente agotados. Llevamos ya mucho cansancio acumulado, y como hace mucho calor por la noche y la habitación no es muy confortable que se diga, no descansamos del todo bien. El salir a la calle y descubrir que Jhansi es igual de ruidosa y sucia que las demás ciudades, tampoco ayuda.
Hoy el día va a ser tranquilo, ya que tenemos planeado pasarlo íntegramente en Orchha, a unos 10 kilómetros. En seguida conseguimos un tuc-tuc por un buen precio y tras salir de la caótica ciudad, llegamos a la población de Orchha. Paseando por la calle, cómo no, hay vacas y más vacas.
Esta pequeña población no hace mucho tiempo tuvo un pasado esplendoroso. Como en la mayoría de lugares que hemos visitado, los edificios históricos se mezclan entre viviendas de una o dos alturas que dudamos hayan pasado la inspección técnica municipal. También hemos llegado a la conclusión de que a los hindúes sólo les importa el presente: al igual que con la basura que la tiran en cuanto no sirve, los edificios históricos los mantienen siempre y cuando den dinero. De hecho, los mantienen lo justito, porque no se aprecian indicios de restauración por ningún lado.
Y cuando digo restauración también me refiero a la de comer... porque vagamos por la ciudad en busca de un lugar donde desayunar y dejar la mochila y tardamos más de una hora en encontrar uno que nos guste. Eso sí, conseguimos encontrar "el sitio", que al igual que ayer en Khajuraho, nos servirá para desayunar, dejar las maletas y hasta cenar.
Comenzamos visitando el palacio de los rajás de Orchha. Es otro de esos castillos que invitan a recorrer sus salas, pero que en la mayoría de los casos están completamente vacías.
Después, visitamos los chhatris o cenotafios, que son los que hacen famoso al pueblo. Los cenotafios son unos monumentos funerarios pero que no albergan los restos de la persona a la que conmemoran. Su disposición frente al río Betwa, es el emblema de la ciudad.
Una cosa que nos llama la atención es que, aunque el país "vende" la espiritualidad en forma de religiones comprometidas con los demás, y técnicas de búsqueda de uno mismo como la meditación y el yoga, resulta que luego no tiene ningún respeto por la naturaleza. Camino a los cenotafios, un adolescente arrastra una bolsa llena de cachivaches y sin pensárselo dos veces empieza a lanzar el contenido al río. Consternados, le empezamos a llamar la atención pero el tío como si nada... ¡¡pero si luego se va a bañar en el mismo río y se va a beber el agua!! En cierto sentido, todo esto es consecuencias de no tener una buena educación escolar... qué diferente lo tendrían todo si alguien les hubiese explicado lo importante que es mantener el planeta limpio.
Otra de las peculiaridades que visitamos son las torres Babgir Sawan Bhadon. Son dos torres en las que entra el aire por la parte superior y enfría el agua que transcurre por la parte inferior. Son de origen persa y quedan muy pocas en pie.
Tras visitar relajadamente todos los monumentos de la ciudad, comemos en la terraza del restaurante donde hemos dejado las maletas. Nos entretenemos simplemente viendo la calle. Resulta sorprendente la naturalidad con la que las vacas se pasean y como el tráfico las sortea. También revisamos la obra de la arquitecta: una mujer que trabaja en la renovación de un hotel que parece el negocio familiar mientras el hombre descansa en una silla. También vemos el pasatiempo oficial del país: barrer y levantar polvo; y cuando digo "barrer" no incluyo el recoger... se pasan todo el día cambiando la suciedad de sitio con una especie de escobas hechas de paja. Y por supuesto, gente de todo tipo, desde los que nos buscan el saludo, hasta hombres que parece que regresan de hacer pócimas.
El día en Orchha ha sido muy relajado... casi demasiado. Pero nos ha venido muy bien bajar el ritmo y no estar a la carrera. Finalizamos el día cogiendo el tren hasta Gwalior. Al llegar, un tuc-tuc nos escolta hasta el hotel que está a 300 metros de la estación, y no conseguimos quitárnoslo de encima hasta que llegamos. En cuanto al hotel, nos habían escrito diciendo que nos cambiaban a uno mejor... y nada mejor para finalizar el día que con un hotel confortable donde descansar plácidamente.
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