El gallo de Suceava debe de ser primo del de Alba Iulia o, al menos, se gasta la misma mala leche porque el jodido ha hecho gaupasa y ha querido compartirla con nosotros. En el desayuno pienso comerme unos huevos revueltos para ver si le entra algo de acojone y que aprenda que las pocas horas de descanso son sagradas. Descanso o bricomanía, porque en el hotel que nos alojamos, que está muy bien, desencajamos sin querer la mampara de la ducha y no paramos hasta dejarla correctamente.
Otra cosa que nos ha chocado es que en todos los establecimientos se especifica que al comprar un producto u servicio te han de dar un recibo, aquí llamado 'bon fiscal'. Seguramente sea una normativa europea, ya que en España también se ha comenzado a hacer. La diferencia está en que aquí en todos y por todos los sitios te recuerdan que cuando sueltes banis (las fracciones del LEU) te tienen que dar el Bon Fiscal. En el hotel Residenz lo llevan al extremo y hay que firmar la factura por triplicado... ¡¡ni que nos fuéramos a comprar el hotel!!
Hoy seguiremos visitando monasterios moldavos, aunque ya no serán Patrimonio de la Humanidad y algunos sin pinturas exteriores. Empezamos por el de Dragomirna, donde nos ocurre algo extraño: Pablo observa que a la entrada de la iglesia hay una tapa de ataúd, pero yo, al ver que la tapa tenía una forma rara y como en algunos monasterios exponen reliquias de santos, pienso que es que han destapado algún cuerpo incorrupto... así que entro hasta el fondo, y salgo pensando lo bien embalsamada que estaba la santa expuesta... hasta que Pablo, que no había entrado, me dice que no... que tenía que ser una monja de verdad porque la gente estaba de luto. No sé si por el hecho de ver un cadáver a primera hora del día o por haber convertido mi estómago en una hormigonera de embutidos moldavos durante el desayuno, pero arrastraré un dolor en la tripa que empañará mi feliz cumpleaños.
Si habéis estado atentos al blog, habréis observado que hemos visitado muy pocos castillos, y es cierto... en esta tierra de fe, las construcciones defensivas solían pertenecer a las órdenes religiosas y para muestra este monasterio de Dragomirna, con sus murallas y torreones para proteger la iglesia central.
Visitamos los monasterios de Râșca. Agapia y Neamț. Realmente, visitar un monasterio consiste tan sólo en entrar en la iglesia, dar un paseo alrededor y hacerse algunas fotos. En algunos monasterios también hay algún museo con objetos religiosos. Los hay tanto de monjas como de monjes. Ellas suelen vestir siempre de negro, ocultándose el pelo con un gorrito y telas que caen hasta el suelo; ellos suelen vestir de negro o de marrón, y lo habitual es que tengan una gran barba. Nos gustaría decir otra cosa, pero hay que ser leales a la verdad y es que... las hermanas y hermanos de Dios son bastante bordes en estas tierras. Nada de monjitas regordetas y sonrientes, ni de monjes bonachones con ganas de contagiar su fe... son más secos que un polvorón rancio, y no dan ni los buenos días no vaya a gastárseles la saliva. Es cierto que no están para entretener al personal, pero un gracias al pagar la entrada nunca está de más. Lo bueno es que no son nada estrictos con el pago de las entradas: por lo general suelen cobrar una 'tasa' por hacer fotos (dos euros) y una entrada (entre 0,50 y 2 euros), aunque estamos convencidos de que mucha gente no paga y no dicen nada (nosotros en alguno entramos sin pagar porque no había nadie a quién comprarle la entrada). Sea como fuere, siempre merece la pena visitarlos: son lugares muy tranquilos, llenos de flores y por los que darse un paseo es muy agradable.
En Vânători-Neamț visitamos un pequeño zoo. Hay muy pocos animales, de entre los cuales destacamos tres. La primera es la señora que cuida el recinto, que se pone como loca porque no hemos esperado a que vaya a la taquilla y paguemos la entrada; esta especie humana abunda por todo el país. La segunda es el Oso Pardo Europeo, que es la especie que abunda en Rumanía; se dice que hay que tener mucho cuidado en los bosques, ya que algunos turistas han muerto debido a ataques de estos osos; también suele ser habitual que bajen a las ciudades a por comida, sobre todo en invierno cuando encontrar alimentos en el bosque les resulta más difícil. Aunque se pueden ver osos en cualquier zoo del mundo, aquí llama la atención lo cerca que te puedes poner de este inmenso animal.
La tercera, y más importante, especie animal que justifica una visita a este lugar es el bisonte. Muchas variantes de bisonte se extinguieron, y aquí hay una reserva de bisontes europeos, con unos ocho ejemplares. Que sí, que sí... ¡¡son bi-son-tes!! Hace veinte mil años los pintaban en las cuevas y ahora estamos delante de ellos haciéndoles fotos... ¡¡qué poco hemos cambiado!!
Tras visitar el monasterio de Sihăstria, vamos hasta el desfiladero de Bicaz. Se trata de un cañón que el río del mismo nombre ha formado en los montes Cárpatos. A lo largo de ocho kilómetros el sol apenas toca el suelo debido a la altura de las paredes laterales, que te hacen sentirte pequeñito.
Visitamos un monasterio de última hora, el de Bistrița, donde empezamos a pensar que esto se puede considerar ya adicción. Hoy dormiremos en un Bed & Breakfast en Piatra Neamț, capital del distrito de Neamț. Nada más llegar nos sorprende que hay un teleférico en plena ciudad, así que, sin pensarlo dos veces, decidimos subir. Lo habitual es que las ciudades desde el aire parezcan bonitas, pero ésta digamos que es 'muy soviética'. Eso sí, pocas ciudades pueden presumir de tener una pista de esquí en plena ciudad... sin atascos ni madrugones te puedes coger los esquíes y disfrutar deslizándose por la nieve. Ya de vuelta al valle, vemos que la ciudad no está tan mal, y que un paseo por la plaza de la torre del reloj es más agradable de lo que pensábamos. ¿O es que nos estamos acostumbrando?
Bonitas fotos y Felicidades Joseba
ResponderEliminarMe encantan vuestros viajes y relatos....dignos de publicarse, me tenéis enganchada.
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