15 jul 2015

El valle del Olt

Las carreteras rumanas nos están sorprendiendo gratamente. Al principio pensábamos que la falta de autovías implicaba que la red de carreteras existente iba a ser un tanto decadente. Sin embargo, aunque son modestas y con bastante tráfico, los trayectos están siendo más rápidos de lo esperado. Una apreciación que hacemos es que las carreteras recorren literalmente cada pueblo, debido a que las casas se alinean únicamente a cada lado de la calzada. También es posible que los vecinos de un lado no conozcan a los del lado opuesto, ya que en estas zonas rurales no hay semáforos. Quizá el motivo es que se gastaron todo el presupuesto en poner unos tótems con el nombre de cada pueblo y las banderas tricolor y europea. Otra cosa que observamos en las carreteras es que muchos coches llevan enormes antenas de radio, como si el tener 'la más larga' diera algún estatus.

Pasadas las nueve de la mañana cruzamos el río Visa (¡¡pero si somos de MasterCard!!) y llegamos a Sibiu. Es una ciudad de origen medieval, aunque los edificios tienen un aire mucho más renacentista. Hay iglesias ortodoxas, cristianas y evangélicas, museos, casas de personas ilustres, bastiones de la muralla... pero también hay muchos bares, restaurantes y gente paseando. Lo que no abunda mucho son las tiendas de ropa y calzado, y gran mayoría de las que hay cumplen una de las tres 'erre': reutilizar; y es que, en lo que llevamos de país, hemos visto muchas tiendas de ropa de segunda mano.

Sibiu es una de esas ciudades que necesitan un lavado de cara y una pavimentación nueva, para ponerse a la misma altura de otras ciudades europeas de dimensiones equivalentes. De hecho, la Piața Mare o Plaza Mayor está restaurada y es una verdadera maravilla. Por cierto ¿qué ven mis ojos? ¿y sus ojos? Sobre los tejados, hay unos respiraderos con forma de ojo que parece que te observan... ¡¡las carteras están seguras!!

Cruzamos de nuevo los Cárpatos por el valle del Olt desde el que disfrutamos de los montes y bosques de Rumanía. Este es un país realmente verde, donde se alternan prados y árboles, con zonas en las que no hay ningún tipo de construcción: naturaleza en estado puro.

Llegamos a Cozia, donde visitamos el monasterio que se sitúa en el límite entre Transilvania y Valaquia. Lo mandó construir el abuelo de Drácula en 1386 y es el más antiguo de la histórica provincia de Valaquia. Más de seiscientos años y por fin llegó la happy hour de las llamadas por el móvil: todos los popes se ponen a hablar por teléfono... ¿lo siguiente va a ser repartir la comunión por whatsapp? El monasterio lo tienen muy cuidado y lleno de flores.

De un monasterio nos vamos a 'El Monasterio' por excelencia: Curtea de Argeș. En este recinto de la antigua capital de Muntenia, el edificio que más destaca es la Catedral Ortodoxa, con sus dos campanarios retorcidos. En realidad, este edificio podría considerarse como el mausoleo de los reyes de Rumanía, entre los cuales están Basarat, Fernando I y Carlos I, con sus respectivas mujeres. El interior, como el resto de edificios religiosos de estilo Brâncoveano, está lleno de pinturas de arriba a abajo, incluido dentro del pórtico. ¡¡Pero cuánto arte!! Buscando otro monasterio cercano una mujer nos muestra la cabeza de una muñeca por si estuviéramos interesados... Estupefactos nos quedamos.

Hoy toca día de relax, de pasear sin rumbo y de descansar un poco. Siempre solemos poner un par de días más tranquilos para poder recuperar fuerzas y, por qué no, darnos el gustazo en un hotelazo. Así que, nos dirigimos a Râmnicu Vâlcea donde nos alojaremos en el Grand Hotel Sofianu, un cuatro estrellas con piscina y spa. El hotel está muy bien, así que, después de dar un paseo por la ciudad bajamos a la piscina y a la sauna, que las tenemos enteras para nosotros. ¡¡Qué buen servicio!! Vamos a descansar como los príncipes de los Cárpatos.

1 comentario:

  1. ¡Me encanta! Quiero ir a Curtea de Arges. Está divertidísima la crónica del viaje. En unas horas me toca a mi coger el avión, seguid disfrutando de vuestra aventura ;)

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