La familia Bánffy fue un linaje de aristócratas transilvanos que influyeron tanto en Rumanía como en Hungría, desde el siglo XV hasta la caída del imperio austro-húngaro. Tenían varias propiedades en el distrito de Cluj, entre las cuales se encuentra el castillo situado en la comuna de Bonțida. Este conjunto palaciego fue considerado en su momento El Versalles de Transilvania, pero actualmente sólo quedan las paredes. Un amable guarda nos cobra la entrada y nos cuenta en rumano los puntos más interesantes... y nada como tirar de imaginación para imaginarse el esplendor pasado del lugar.
Hoy es domingo, y, como antaño en España, la gente se arregla para ir a misa el día del descanso del Señor. Visitamos dos monasterios: Nicula y Rohia. En el primero asistimos a una misa al aire libre, donde participa la gente del pueblo, tanto joven como mayor. En varios sitios hemos observado que cuando se dice lo de 'danos hoy el pan nuestro de cada día' aquí es literal: se llevan un pan a casa, y no penséis que es un colín... es una señora hogaza.
Esto de llevarse el pan de la misa vemos que tiene un origen mucho más arraigado: a los rumanos les gusta comer. Hemos llegado a dos conclusiones... La primera es que tanto hombres como mujeres tienen tripita; aunque hay mucha gente que no se podría calificar como gorda, todos tienen una tripa más alta y sólida de lo normal. La segunda es que aprovechan cualquier circunstancia para comer; llevamos ya muchos kilómetros de carretera y hemos visto que, a nada que haya un sitio con sombra, con fuente o con río... ¡¡allí están los meredones!!
Y es que, cada uno tiene sus hábitos. Por ejemplo, ya echábamos de menos una colada de Pablo y que tendiera sus prendas íntimas en la bandeja de atrás del coche.
Si hasta hace poco visitábamos iglesias sajonas fortificadas, ahora le toca el turno a las iglesias de madera. Estamos en el distrito de Maramureș, al norte del país, donde hay una gran tradición maderera: arcos de entradas a las casas, pozos, casas, iglesias... verdaderas joyas labradas en madera. De hecho, hay ocho iglesias ortodoxas de los siglos XVII y XVIII que son patrimonio de la humanidad. Hoy visitamos tres: la de los Santos Arcángeles en Șurdești, la de San Nicolás en Budeşti y la de Santa Paraskeva en Deseşti. Aunque ya en Polonia y en Eslovaquia habíamos visitado construcciones de este tipo, las de Maramureș marcan una diferencia por tener una torre muy alta justo en la entrada a la iglesia.
El paisaje es otra de las joyas de este distrito: es muy verde, con montes y praderas pero con pocas construcciones. Destaca la gran cantidad de heno dispuesto en montones con forma de pera... aunque ahora hace mucho calor y humedad, el invierno es duro y hay que hacer acopio de pienso para el ganado... ¡¡para así poder seguir produciendo unos quesos deliciosos!! Paramos delante de un puesto de quesos en el arcén de la carretera, donde compramos más de medio kilo de queso fresco por unos dos euros... ¡¡barato y riquísimo!!
Hoy terminamos la etapa en Baia Mare, capital del distrito de Maramureș. ¿Estos edificios no tiene un estilo muy húngaro? Pues sí, esta ciudad también fue parte de Hungría y se nota no sólo en los edificios, sino también en el aspecto y la forma de ser de la gente. La Plaza de la Libertad está llena de terrazas y de gente, así que, 'donde fueres, haz lo que vieres', ¿no? Pues a tomarnos unas cervezas y un papanasi de chocolate. ¡¡Ya sabemos el orígen de la tripita rumana!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario