23 jul 2015

Curiosidades desde la carretera

Hoy nos esperan muchas horas y muchos baches de carretera: recorreremos los más de 300 kilómetros que separan Piatra Neamț en el norte hasta Slobozia en el sur, bordeando los montes Cárpatos y surcando la gran llanura. Aunque la distancia no parece muy larga, como el estado general de las carreteras no es muy bueno, necesitaremos en torno a cinco horas, así que no haremos muchas paradas para llegar cuanto antes.

Durante estas horas, la compañía, la radio y la observación desde el coche son los únicos entretenimientos. Y no son pocos, ya que son múltiples las cosas que nos llaman la atención. Por ejemplo, a falta de autovías, los rumanos se las han ingeniado para convertir una carretera secundaria de doble sentido en una vía rápida: a velocidad normal, los coches circulan por el arcén, dejando el carril para que los demás coches los puedan adelantar. Esta práctica parece estar tan aceptada que cuando el arcén se va a estrechar se pintan unas flechas para que se vuelva al carril. Otra cosa que nos llama la atención es que, cuando cogen el coche, el móvil se les pega a la oreja automáticamente: sí, aquí parece que no está prohibido hablar por el móvil mientras se conduce. También es de destacar el gran número de carretas de caballos que hay en las carreteras: algunos hasta van al galope, como si estuvieran en plena carrera.

En cuanto a la gente, es de destacar que, en estos días de calor, los hombres se arremangan la camisa para llevar la panza al aire. Quizá es para evitar que algún botón salga disparado y le saque un ojo a alguien. Otra cosa que observamos es que hay casas a medio hacer... pero sin pinta de que sigan con las obras. A juzgar por los diferentes estados en los que están, llegamos a la conclusión que las van haciendo a medida que tienen dinero, y que cada profesional hace sólo su parte: el constructor la estructura, otro el tejado, otro las ventanas, otro revocar la fachada... y en cuanto pueden entrar a vivir, incluso sin tener una barandilla en el balcón.

Hay bastantes perros por todo el país, a excepción de en algunas ciudades. Esto ya lo habíamos leído antes de venir y la verdad es que no te terminas de acostumbrar a ver que haya perros abandonados y que a la gente le parezca normal, como para nosotros las palomas. Lo más sorprendente aún es que hay mucho ganado entre la carretera y las casas: vacas, caballos, cabras y gallinas sobre todo. Y los pueblos son interminables... parece que todos quieren tener una casa 'en la gran vía', así que los pueblos a menudo crecen a lo largo de la 'general' convirtiéndose en interminables. Menos mal que de vez en cuando hay alguna Magazin Mixt que son como las antiguas tiendas de ultramarinos, porque si no, más de uno antes de llegar al final del pueblo habría muerto de inanición.

Hacemos algunas paradas. La primera es en Bacău, donde nos damos una vuelta por un mercado de agricultores. Hacia la mitad del camino hacemos una parada en Mărășești donde hay un mausoleo con los restos de más de 5.000 soldados y oficiales que murieron durante la Primera Guerra Mundial; un lugar muy bucólico pero con bastante visitantes entrados en edad. También paramos en Focșani, donde visitamos la plaza principal y en seguida reanudamos la marcha al ver que no hay grandes cosas para ver.


La parada más importante se encuentra en Pâclele Mari ya que hay una cosa muy curiosa: volcanes de barro. Se trata de pequeños volcanes que emanan barro, pero no debido a que haya magma o calor por debajo, sino debido al gas que emana la tierra cuando hay explotaciones petrolíferas en la zona. En Europa parece que sólo hay dos sitios: en Italia y aquí, en Rumanía. Es muy curioso observar cómo van saliendo pompas de aire y se van formando ríos de barro. A la entrada, el ticketero nos avisa que no toquemos el barro... pero posando para una foto, es el barro el que se acerca a mí, ya que en un momento dado una explosiva pompa me salpica cientos de gotitas por toda la cara y ropa. ¡¡Si lo llego a saber me hago una mascarilla!!

Y llegamos a Slobozia. Se trata de una ciudad que elegimos para descansar a medio camino hasta el Mar Negro. Turísticamente no tiene ningún interés, tampoco hay tiendas que resulten atractivas, ni grandes hoteles donde pasar la noche... pero lo que es indiscutible es que hay mucha gente paseando y tiene mucho ambiente. Y también tiene dos curiosidades: una réplica de la Torre Eiffel y otra réplica del rancho de la serie Dallas, capricho de un billonario rumano. Como era de esperar, el muy rumano lo construiría por todo lo alto, pero se olvidó del presupuesto para el mantenimiento. En cualquier caso... oh là là!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario