26 jul 2015

La revedere

No somos nosotros muy de vuelta y vuelta en la playa, horas en una terraza o paseo sin rumbo fijo. Durante las vacaciones nos encanta visitar sitios y, aunque haya que madrugar, el estirar las horas de cada día hace que parezca cada vez más lejano el último día que encendimos el ordenador del trabajo. Pero también es cierto que estos días de descanso en Mamaia han venido tan bien que hasta nuestro despertador se ha relajado... ¡¡nos hemos dormido!!

Hoy es el último día y hay que aprovecharlo a tope... sí, aún tenemos sitios que visitar. El primero es Adamclisi, donde se encuentran los restos arqueológicos de una antigua ciudad romana, que tuvo su importancia, ya que tenía murallas que aún se conservan. Lo más característico del lugar no son ruinas de hace 2000 años, sino lo que se denomina el Trofeo de Adamclisi. Como los arcos de triunfo romanos, este monumento sirve para conmemorar una victoria del imperio romano: la conquista de Dacia, la antigua Rumanía. Es decir... los romanos convirtieron a los rumanos en romanos... ¡¡Uy, vaya lío!! ¡¡Los romanos de mis rumanos son mis romanos!! Confieso que pequé de ingenuo... pensaba que el monumento era el original y al acercarse uno se da cuenta de que está más reconstruido que la nariz de Belén Esteban (esta mujer da mucho juego).

Muy cerca se encuentra la iglesia-cueva de San Andrés... se supone que el apóstol estuvo por estas tierras predicando, motivo por el cual se ha convertido en un modesto lugar de peregrinaje. Dentro de la cueva hay gente rezando, arrodillada en el suelo y también escribiendo notitas que suponemos son ruegos al apóstol (esto último lo hemos visto en todas las iglesias que hemos visitado). ¡¡Nosotros queremos también una cueva!! ¿Qué podemos hacer? Para dejar nuestra impronta por estas tierras nada mejor que ejercitar el acto de caridad... En el pueblo Ion Corvin dejamos tres bolsas llenas de ropa que hemos estado utilizando a lo largo del viaje y que seguro que son de utilidad para los habitantes de este humilde pueblo.

Tenemos que hacer otra confesión... ¡¡Nos habíamos planteado ir a pasar el día a Bulgaria!! Es que estamos tan cerquita... pero hay que ser prácticos y finalmente decidimos desandar el camino hacia la capital rumana. La última visita del día y del viaje es el Palacio de Mogoşoaia, en el área metropolitana de Bucarest. Construido por Constantin Brâncoveanu, es muestra de un estilo arquitectónico que pasó a denominarse Brancovino, del cual hemos visto muchos edificios en nuestro viaje. Fue residencia real y hoy en día, además de ser un museo, es el entorno elegido por muchos recién casados para celebrar sus nupcias.

Se acabaron las visitas, se acabaron los días de carros en la carretera y vacas pastando en los arcenes, los papanași de postre, la música rumana y las tripitas altas: hemos hecho 4000 km y esto se acaba. Pero nunca pensamos que el fin iba a ser tan largo... el dinero fresco que nos succionó el vampiro del alquiler de coches le debió de resultar de mucho agrado porque decide cobrarnos por la limpieza del coche... ¡¡a nosotros!! ¡¡pero si en nuestro escudo de armas debería aparecer una aspiradora!! Sucumbimos por no aguantarlo... y llegamos al aeropuerto de Otopeni. Ay Ryanair que estás en los cielos... ¡¡benita tu eres cuando eres puntual!! Pero no, hoy no oiremos trompetas por llegar antes de la hora... el vuelo ha sido retrasado tres horas. Tras un cocktail de bronca al personal de tierra, resignación y alguna cabezada en la zona de embarque, salimos con cinco horas de retraso. Nunca pensé que llegaríamos a apurar las vacaciones hasta el punto de haberlas empezado nada más salir de la oficina y terminarlas yendo, tras una ducha en casa, de nuevo al trabajo. ¡¡Nos deberían poner una etiqueta de calificación energética vacacional A++++!!

Rumanía ha sido un viaje muy interesante: historia, paisajes y monumentos atípicos. Es aún un gran desconocido para los turistas y quizá es eso lo que hace que haya sido un destino muy genuino. Ha sido un viaje al pasado pero también ha supuesto una breve desintoxicación de la era urbanita y tecnológica a la que estamos acostumbrados en la Europa Occidental.

Esperamos que os haya gustado nuestra historia veraniega de este año... ¡¡empezamos a preparar la del siguiente!! ¿Dónde será? ¡¡Aquí lo veréis!! Por ahora, sólo nos queda deciros 'Adiós', esta vez en rumano... La revedere!!

25 jul 2015

Mamaia, ciudad de vacaciones

Definitivamente hay tres Rumanías: la rural, la de ciudad y la de la costa del Mar Negro. Y, a juzgar por lo que vemos, gran parte de la población del país está en esta última. Hoteles, restaurantes, discotecas y playas se alternan a lo largo de kilómetros y kilómetros de costa. Tiene un aire un poco retro: mucha gente con flotador, con bañadores turbo, tinte con coleta, ... mucha feria, recuerdos hechos con conchas, tiendas de ropa de moderno pasado, ... punching-balls, pitonisa robotizada, parrillada con humareda, ... hoteles de colores, toallas colgadas, bicicletas familiares... pero Mamaia es más que un Benidorm de finales de los noventa... es playa con hamaca, mar en el que no cuesta meterse, paseo marítimo, y un tiempo estupendo.

Hoy no tenemos prisa, no hay gallo a la vista ni despertador puñetero. Nos levantamos según nos mandan los biorritmos y tras desayunar alquilamos unas hamacas en LUV, un chiringuito chill-out en la playa; es algo más caro, pero las tumbonas están más espaciadas y estaremos más tranquilos. El chimpún de la música es agradable... ¡¡durante la primera hora!! Pero al de unas horas el rollo ibicenco puede llegar a rallar. Unas cervecitas y a relajarse mirando al mar... y viendo los quemazones que tiene la gente. No sabemos si es porque quieren llevarse el sol puesto en pocos días o porque lo de utilizar protección no va con ellos, pero hay gente que tiene la piel como la bandera de Rumanía.

Por la tarde, después de una ducha y de ponernos guapos, recorremos el paseo marítimo... Tras andar más de hora y media, nos damos la vuelta... ¡¡esto es inmenso!! Hoteles, hoteles y hoteles... y gente con tripitas prominentes... los rumanos no pasan hambre. Es curioso, pero en este sitio tan turístico diríamos que apenas hay extranjeros, sólo gente del país. Y lo que más les gusta es... ¡¡hacerse fotos en los puentes!! Como en los pueblos no suele haber pasos de peatones, ver puentes los enloquece del todo. Les encanta irse de puente.

Hoy es nuestra última noche, así que, con el paseo que nos hemos dado, nos damos un homenaje en nuestra 'última cena rumana'... pero sin papanași, que no podemos más. Hoy ha sido un día muy tranquilo, vuelta y vuelta en la playa, paseo y comida. ¡¡La buena vida!!

24 jul 2015

Costa del Mar Negro

Los últimos días del viaje van a ser mucho más tranquilos que lo que viene siendo costumbre para así poder volver a la rutina diaria sin arrastrar cansancio. La tranquilidad de este viernes comienza en la propia carretera... ¡¡por fin una autopista!! En el país sólo hay dos tramos de la A1 y A2, y la A3 que ya está terminada y que nos lleva hasta Constanța, en la costa del Mar Negro. Una curiosidad es que, aunque utilizar las autopistas está incluido en la tasa de circulación, cruzar los dos puentes sobre el Danubio no lo está, así que pagamos en una gasolinera los 13 Lei que cuesta.

Siempre habíamos pensado que Constanța, cuya seña de identidad es un elegante casino, iba a ser una ciudad distinguida, con clase y ordenada, como si fuera la Barcelona rumana. Sin embargo, tras dar un paseo por el centro y ver las mezquitas, el faro, la plaza Ovidiu y el casino, vemos que estábamos equivocados: la ciudad es bastante caótica y fatalmente conservada. De hecho, hasta el mismísimo casino... ¡¡está abandonado!! Como vemos que la ciudad no merece más tiempo del que ya hemos empleado, nos vamos enseguida.

En Mamaia encontramos todo lo que en Constanța no había: mucha gente, paseos, restaurantes, y tiendas. Es la Gandía de Rumanía: hay mucha choni y mucho garrulo con la barriga al aire, y quizá los Lei aquí deberían llevar la cara de Belén Esteban... pero el sitio está muy bien para disfrutar de la costa y tomar el sol. De hecho, a eso hemos venido, ¿no? En cuanto nos cambiamos nos damos un paseo por la playa y alquilamos unas tumbonas. Aquí, lo de alquilar tumbona y sombrilla es casi obligatorio si quieres tomar el sol: prácticamente no hay sitio para poner la toalla en la arena y todo el mundo alquila por unos cuatro euros la tumbona para todo el día. ¡¡Y qué bien se echa uno la siesta oyendo el mar!!

La costa del Mar está dividida en dos partes: en el norte está la reserva natural del Delta del Danubio y en el sur están todas las localidades de veraneo. Hay unas que tienen nombres de planetas (venus, Saturno, Neptuno, etc.) y que suelen ser para gente que quiere mucha fiesta; otras localidades como Costinești son para gente más mayor; y Mamaia, donde nos encontramos tiene un poco de todo. Hay un largo paseo bordeando la playa de unos cuantos kilómetros y por encima del cual hay un teleférico. En el paseo se ve lo habitual en zonas de playa: puestos de comida, animación callejera, gente paseando... por destacar, destacaremos que hay varios lugares donde te puedes llevar un premio de 20 euros y si consigues estar colgado de una barra durante 2 minutos... ¡¡hay que demostrar la hombría rumana!! También hay lounges muy cool en la misma playa rollito Ibiza, aunque encontramos una que pierde el glamour que pretendía... en lugar de 'Café del Mar' lo han llamado 'Café del Mear'... ¡¡qué diurético!!


Playita, sol, comida mirando el mar... ¿qué más se puede pedir? ¿Que el hotel sea Bueno? Pues sí, y encima, lo es, porque se llama 'Bueno'... Pues bueno... ¡¡a descansar!!

23 jul 2015

Curiosidades desde la carretera

Hoy nos esperan muchas horas y muchos baches de carretera: recorreremos los más de 300 kilómetros que separan Piatra Neamț en el norte hasta Slobozia en el sur, bordeando los montes Cárpatos y surcando la gran llanura. Aunque la distancia no parece muy larga, como el estado general de las carreteras no es muy bueno, necesitaremos en torno a cinco horas, así que no haremos muchas paradas para llegar cuanto antes.

Durante estas horas, la compañía, la radio y la observación desde el coche son los únicos entretenimientos. Y no son pocos, ya que son múltiples las cosas que nos llaman la atención. Por ejemplo, a falta de autovías, los rumanos se las han ingeniado para convertir una carretera secundaria de doble sentido en una vía rápida: a velocidad normal, los coches circulan por el arcén, dejando el carril para que los demás coches los puedan adelantar. Esta práctica parece estar tan aceptada que cuando el arcén se va a estrechar se pintan unas flechas para que se vuelva al carril. Otra cosa que nos llama la atención es que, cuando cogen el coche, el móvil se les pega a la oreja automáticamente: sí, aquí parece que no está prohibido hablar por el móvil mientras se conduce. También es de destacar el gran número de carretas de caballos que hay en las carreteras: algunos hasta van al galope, como si estuvieran en plena carrera.

En cuanto a la gente, es de destacar que, en estos días de calor, los hombres se arremangan la camisa para llevar la panza al aire. Quizá es para evitar que algún botón salga disparado y le saque un ojo a alguien. Otra cosa que observamos es que hay casas a medio hacer... pero sin pinta de que sigan con las obras. A juzgar por los diferentes estados en los que están, llegamos a la conclusión que las van haciendo a medida que tienen dinero, y que cada profesional hace sólo su parte: el constructor la estructura, otro el tejado, otro las ventanas, otro revocar la fachada... y en cuanto pueden entrar a vivir, incluso sin tener una barandilla en el balcón.

Hay bastantes perros por todo el país, a excepción de en algunas ciudades. Esto ya lo habíamos leído antes de venir y la verdad es que no te terminas de acostumbrar a ver que haya perros abandonados y que a la gente le parezca normal, como para nosotros las palomas. Lo más sorprendente aún es que hay mucho ganado entre la carretera y las casas: vacas, caballos, cabras y gallinas sobre todo. Y los pueblos son interminables... parece que todos quieren tener una casa 'en la gran vía', así que los pueblos a menudo crecen a lo largo de la 'general' convirtiéndose en interminables. Menos mal que de vez en cuando hay alguna Magazin Mixt que son como las antiguas tiendas de ultramarinos, porque si no, más de uno antes de llegar al final del pueblo habría muerto de inanición.

Hacemos algunas paradas. La primera es en Bacău, donde nos damos una vuelta por un mercado de agricultores. Hacia la mitad del camino hacemos una parada en Mărășești donde hay un mausoleo con los restos de más de 5.000 soldados y oficiales que murieron durante la Primera Guerra Mundial; un lugar muy bucólico pero con bastante visitantes entrados en edad. También paramos en Focșani, donde visitamos la plaza principal y en seguida reanudamos la marcha al ver que no hay grandes cosas para ver.


La parada más importante se encuentra en Pâclele Mari ya que hay una cosa muy curiosa: volcanes de barro. Se trata de pequeños volcanes que emanan barro, pero no debido a que haya magma o calor por debajo, sino debido al gas que emana la tierra cuando hay explotaciones petrolíferas en la zona. En Europa parece que sólo hay dos sitios: en Italia y aquí, en Rumanía. Es muy curioso observar cómo van saliendo pompas de aire y se van formando ríos de barro. A la entrada, el ticketero nos avisa que no toquemos el barro... pero posando para una foto, es el barro el que se acerca a mí, ya que en un momento dado una explosiva pompa me salpica cientos de gotitas por toda la cara y ropa. ¡¡Si lo llego a saber me hago una mascarilla!!

Y llegamos a Slobozia. Se trata de una ciudad que elegimos para descansar a medio camino hasta el Mar Negro. Turísticamente no tiene ningún interés, tampoco hay tiendas que resulten atractivas, ni grandes hoteles donde pasar la noche... pero lo que es indiscutible es que hay mucha gente paseando y tiene mucho ambiente. Y también tiene dos curiosidades: una réplica de la Torre Eiffel y otra réplica del rancho de la serie Dallas, capricho de un billonario rumano. Como era de esperar, el muy rumano lo construiría por todo lo alto, pero se olvidó del presupuesto para el mantenimiento. En cualquier caso... oh là là!!

22 jul 2015

Fauna y flora moldava

El gallo de Suceava debe de ser primo del de Alba Iulia o, al menos, se gasta la misma mala leche porque el jodido ha hecho gaupasa y ha querido compartirla con nosotros. En el desayuno pienso comerme unos huevos revueltos para ver si le entra algo de acojone y que aprenda que las pocas horas de descanso son sagradas. Descanso o bricomanía, porque en el hotel que nos alojamos, que está muy bien, desencajamos sin querer la mampara de la ducha y no paramos hasta dejarla correctamente.

Otra cosa que nos ha chocado es que en todos los establecimientos se especifica que al comprar un producto u servicio te han de dar un recibo, aquí llamado 'bon fiscal'. Seguramente sea una normativa europea, ya que en España también se ha comenzado a hacer. La diferencia está en que aquí en todos y por todos los sitios te recuerdan que cuando sueltes banis (las fracciones del LEU) te tienen que dar el Bon Fiscal. En el hotel Residenz lo llevan al extremo y hay que firmar la factura por triplicado... ¡¡ni que nos fuéramos a comprar el hotel!!

Hoy seguiremos visitando monasterios moldavos, aunque ya no serán Patrimonio de la Humanidad y algunos sin pinturas exteriores. Empezamos por el de Dragomirna, donde nos ocurre algo extraño: Pablo observa que a la entrada de la iglesia hay una tapa de ataúd, pero yo, al ver que la tapa tenía una forma rara y como en algunos monasterios exponen reliquias de santos, pienso que es que han destapado algún cuerpo incorrupto... así que entro hasta el fondo, y salgo pensando lo bien embalsamada que estaba la santa expuesta... hasta que Pablo, que no había entrado, me dice que no... que tenía que ser una monja de verdad porque la gente estaba de luto. No sé si por el hecho de ver un cadáver a primera hora del día o por haber convertido mi estómago en una hormigonera de embutidos moldavos durante el desayuno, pero arrastraré un dolor en la tripa que empañará mi feliz cumpleaños.

Si habéis estado atentos al blog, habréis observado que hemos visitado muy pocos castillos, y es cierto... en esta tierra de fe, las construcciones defensivas solían pertenecer a las órdenes religiosas y para muestra este monasterio de Dragomirna, con sus murallas y torreones para proteger la iglesia central.

Visitamos los monasterios de Râșca. Agapia y Neamț. Realmente, visitar un monasterio consiste tan sólo en entrar en la iglesia, dar un paseo alrededor y hacerse algunas fotos. En algunos monasterios también hay algún museo con objetos religiosos. Los hay tanto de monjas como de monjes. Ellas suelen vestir siempre de negro, ocultándose el pelo con un gorrito y telas que caen hasta el suelo; ellos suelen vestir de negro o de marrón, y lo habitual es que tengan una gran barba. Nos gustaría decir otra cosa, pero hay que ser leales a la verdad y es que... las hermanas y hermanos de Dios son bastante bordes en estas tierras. Nada de monjitas regordetas y sonrientes, ni de monjes bonachones con ganas de contagiar su fe... son más secos que un polvorón rancio, y no dan ni los buenos días no vaya a gastárseles la saliva. Es cierto que no están para entretener al personal, pero un gracias al pagar la entrada nunca está de más. Lo bueno es que no son nada estrictos con el pago de las entradas: por lo general suelen cobrar una 'tasa' por hacer fotos (dos euros) y una entrada (entre 0,50 y 2 euros), aunque estamos convencidos de que mucha gente no paga y no dicen nada (nosotros en alguno entramos sin pagar porque no había nadie a quién comprarle la entrada). Sea como fuere, siempre merece la pena visitarlos: son lugares muy tranquilos, llenos de flores y por los que darse un paseo es muy agradable.

En Vânători-Neamț visitamos un pequeño zoo. Hay muy pocos animales, de entre los cuales destacamos tres. La primera es la señora que cuida el recinto, que se pone como loca porque no hemos esperado a que vaya a la taquilla y paguemos la entrada; esta especie humana abunda por todo el país. La segunda es el Oso Pardo Europeo, que es la especie que abunda en Rumanía; se dice que hay que tener mucho cuidado en los bosques, ya que algunos turistas han muerto debido a ataques de estos osos; también suele ser habitual que bajen a las ciudades a por comida, sobre todo en invierno cuando encontrar alimentos en el bosque les resulta más difícil. Aunque se pueden ver osos en cualquier zoo del mundo, aquí llama la atención lo cerca que te puedes poner de este inmenso animal.

La tercera, y más importante, especie animal que justifica una visita a este lugar es el bisonte. Muchas variantes de bisonte se extinguieron, y aquí hay una reserva de bisontes europeos, con unos ocho ejemplares. Que sí, que sí... ¡¡son bi-son-tes!! Hace veinte mil años los pintaban en las cuevas y ahora estamos delante de ellos haciéndoles fotos... ¡¡qué poco hemos cambiado!!

Tras visitar el monasterio de Sihăstria, vamos hasta el desfiladero de Bicaz. Se trata de un cañón que el río del mismo nombre ha formado en los montes Cárpatos. A lo largo de ocho kilómetros el sol apenas toca el suelo debido a la altura de las paredes laterales, que te hacen sentirte pequeñito.

Visitamos un monasterio de última hora, el de Bistrița, donde empezamos a pensar que esto se puede considerar ya adicción. Hoy dormiremos en un Bed & Breakfast en Piatra Neamț, capital del distrito de Neamț. Nada más llegar nos sorprende que hay un teleférico en plena ciudad, así que, sin pensarlo dos veces, decidimos subir. Lo habitual es que las ciudades desde el aire parezcan bonitas, pero ésta digamos que es 'muy soviética'. Eso sí, pocas ciudades pueden presumir de tener una pista de esquí en plena ciudad... sin atascos ni madrugones te puedes coger los esquíes y disfrutar deslizándose por la nieve. Ya de vuelta al valle, vemos que la ciudad no está tan mal, y que un paseo por la plaza de la torre del reloj es más agradable de lo que pensábamos. ¿O es que nos estamos acostumbrando?

21 jul 2015

Monasterios pintados de Bucovina

En la zona de Vatra Dornei no había muchos hoteles donde elegir, así que cuando preparamos el viaje reservamos en el que mejor pinta tenía, el hotel Belvedere. No teníamos grandes expectativas y éstas se han cumplido. Sin embargo, ha habido dos cosas que nos han sorprendido: un balcón de madera que recorre dos esquinas del edificio como si de una iglesia sajona se tratase y un jacuzzi en el baño... es la primera vez que tenemos un jacuzzi privado y espero que... ¡¡la última que no lo utilizamos!!

Estamos en Bucovina, una de las regiones históricas de Rumanía que hoy está integrada dentro de la región de Moldavia... ¡¡No!! Que no hemos cruzado ninguna frontera para pasar a la República de Moldavia, lo que ocurre es que dentro de Rumanía hay una región que se llama Moldavia. ¿Y qué veremos en Bucovina? Pues en esta región cuyo nombre significa 'tierra de hayas', además de disfrutar del entorno, visitaremos los Monasterios Pintados de Moldavia, que también son Patrimonio de la Humanidad. Como estaréis observando, Rumanía es un país muy creyente y gran parte de su patrimonio son edificios religiosos. Este legado arquitectónico no son meros monumentos... son los templos que utilizan en su día a día para rezar, besar algún icono o pedir deseos a las reliquias de algún santo. A veces choca ver cómo un joven entra a un monasterio de la edad media a rezar unos minutos e irse tranquilamente.

Los monasterios incluidos en la lista de la Unesco son ocho, de los cuales hoy visitaremos seis. Todos ellos fueron mandados construir por el voivoda Petru Rareș entre los siglos XV y XVI, y originalmente todos estaban íntegramente pintados tanto en su interior como en su exterior. Empezamos visitando el monasterio de Moldovița, donde una monja nos vende las entradas y nos coge, literalmente, el dinero de la cartera. El monasterio es una preciosidad, con escenas pintadas que cubren todo el exterior entre las que destaca "El Sitio de Constantinopla". Pablo, con sus rayos-láser encuentra un murciélago en el suelo... ¡¡A este chico al escondite no le ganaba nadie!!

Después, visitamos el de Suceviţa, que, al igual que el anterior, está rodeado por murallas. Dado que alrededor no hay árboles, subimos la ladera de un monte para verlo con perspectiva y el resultado merece la pena: es como ver un diamante engarzado en una joya. Dentro, la escena 'La Escalera de las Virtudes' capta la atención de los objetivos de las cámaras. Muy cerca visitamos el Monasterio de Putna, que no es Patrimonio de la Humanidad pero que también se merece una visita, ya que dentro se encuentra la tumba de Esteban el Grande, convertido a santo por su férrea protección a la iglesia rumana.

Con tanta escena bíblica e iconos pintados, a Pablo le ha dado un ataque icono-plasta. En varios lugares hemos curioseado cuadros de iconos pintados a mano y, la verdad, es que, a parte de tener su significado religioso también tienen un gran valor artístico. Hay que prestar atención, porque los hay de dos tipos: los que son una pegatina sobre la madera y los que son realmente pintados a mano (y que llevan un sello de autenticidad). Elegir el icono no es tarea fácil, ya que, además del santo representado hay que decidir el tamaño del mismo, y, proporcionalmente, el importe a pagar. Como en un monasterio al sur del país nos hicieron una buena oferta y como estamos en una zona muy turística (donde las monjas tienen la carrera de teo-economía), ahora somos nosotros los que intentamos marcar el importe del trato. Pero, por mucho que intentamos adelgazar unos precios algo inflados... ¡¡los monjes se nos resisten!! Probamos a ir a algún monasterio que no esté en la ruta de los turistas y acabamos en Rădăuți, donde encontramos un bonito icono de La Virgen María a un precio razonable para ser una obra de arte única.

Después de comer visitamos otros tres monasterios patrimonio: Arbore, Humor y Voroneț. Este último es considerado como la 'Capilla Sixtina del Este' y tiene dos fachadas con pinturas: en una se representa el árbol de familia de Jesucristo (mostrándolo como descendiente del Rey David) y en la trasera está el Juicio Final. El color general es un azul muy específico que se obtenía a partir del lapislazuli y que hoy se conoce como 'azul Voroneț'.

Finalizamos el recorrido en Suceava, unas de las capitales del antiguo principado de Moldavia, donde se encuentra otro monasterio patrimonio: el de San Juan el Nuevo. Apenas se aprecia que alguna vez hubiese estado cubierto por pinturas. Terminamos el día con una merecida recompensa: una cena a base de bulz y papanasi... ¡¡nos encanta!! Y sí, lo leísteis bien... ¡¡hemos estado en un monasterio que se llamaba Humor y no hemos hecho ninguna gracia al respecto!!

20 jul 2015

¡¡Más madera!!

El Bed & Breakfast donde nos hemos alojado lo llevan dos hermanas, que al principio no distinguíamos porque van vestidas con la misma ropa. El genio las delata: la 'seca' Iovana tiene esclavizada a la 'dulce' Andrea, a la que da instrucciones sin parar... y encima la tiene sin comer pollo... ¡¡pobre Andreíta!! Con un desayuno escasito que tendremos que solventar una vez en carretera, salimos dirección norte.

Conducir por Rumanía es como estar dentro de un videojuego de coches: hay que sortear baches, salvarse en los adelantamientos, evitar los coches de frente, esquivar ciclistas, alejarse de perros... y salvarle la vida al gatito que decidió cruzar la carretera. Los camiones y carros están al acecho para que no llegues a la meta a tiempo, y se consiguen puntos extra si el coche no pierde ninguna pieza. Bienvenidos a la virtual realidad, donde te imaginas lo bonito que sería circular por una carretera correctamente asfaltada pero por el contrario te conviertes sin desearlo en el protagonista de Fast and Furious.

Del ajetreo de la carretera pasamos a la tranquilidad de un cementerio. No, no hemos perdido la partida... vamos a visitar El Cementerio Alegre de Săpânța. Lo habitual de los cementerios es que sean sitios tristes y lúgubres, lo cual, en el fondo, es contradictorio dado que todas las religiones creen en la reencarnación. Con esta filosofía, un artista decidió pintar las lápidas de los difuntos con vivos colores donde además se representaba algún aspecto relacionado con el fallecido, como, por ejemplo, el oficio que tenía. Así, podemos encontrar un ciclista, un veterinario, un mecánico, un profesor, una tejedora, una cocinera... (era artista, no defensor de los derechos de la mujer).

La alegría nos contagia y decidimos jugar a buscar 'la niña atropellada' entre los cientos de lápidas. En un documental vimos que también había casos en los que se representaba el motivo del fallecimiento, y nos llamó la atención esta lápida. Pablo, con su vista de lince ibérico, ha sido el ganador, aunque no nos jugábamos nada... y eso que ha estado charlando con un matrimonio sevillano mientras yo iba por las lápidas como un saltamontes. Por cierto, un visitante iba acompañado de un perro clavado al muñeco Chucky.

A veces una cosa lleva a la otra... los sevillanos le cuentan a Pablo que han cruzado la frontera y que han pasado a Ucrania. Yo voy de azul y amarillo, colores de la bandera del país limítrofe. ¿Qué más necesitamos? ¿Un pase VIP de Verka Serduchka? ¡¡vámonos a la frontera!! Dejamos el coche aparcado en Rumanía, cruzamos el puente internacional sobre el río Tisza y conseguimos el sello de entrada en la ex-república soviética. Nada más cruzar la frontera una alegre policía nos da la bienvenida y todo pasa a estar escrito en cirílico. Determinamos que estamos en Солотвино (Solotvyno), una pequeña población cuya industria principal es la explotación de una mina de sal cercana.

Los sevillanos nos dijeron que admitían moneda rumana, así que, tras dar un paseo y ver algunos monumentos, decidimos ir a comer. Entramos en Марамуреш Кафе (Maramureș Café) donde somos los forasteros del lugar y nadie nos entiende. Cuando nos veíamos abandonados a la suerte, resulta que la dueña del establecimiento había llamado a su hijo, que sabe hablar inglés. El joven nos explica la carta y nos recomienda una sopa y un plato combinado de pollo, que son todo un acierto. Como seguramente no pasan muchos extranjeros por allí, entabla una interesante conversación con nosotros sobre política, costumbres, países, fútbol, ... Es muy simpático y su interés por nuestro país es equivalente al nuestro por el suyo. De hecho, sabe algo de español e intenta enseñarnos algunas palabras en ucraniano, como 'gracias', 'mi nombre es', 'hola', ... pero que seríamos incapaces de reproducir. Vitalik Ona, que es como se llama, hasta nos consigue una variada colección de billetes y monedas ucranianas. ¡¡Qué gente más maja la ucraniana!! Esperamos que no pase mucho para volver y descubrir este desconocido país, porque ¡¡esta incursión en Ucrania nos ha dejado con ganas de más!!

Cruzamos de nuevo la frontera bajo un cartel que dice con orgullo 'Bienvenido a la Unión Europea'... Una UE congelada en el tiempo, donde se siguen barriendo las calles con escoba de paja, las farolas están llenas de cables colgando y donde la gente mayor pasa el día sentada en la puerta de casa mirando la carretera. ¿Es que no hay aquí Hogar del Jubilatul?

Maramureș es una región llena de montes y bosques, lo cual ha propiciado una gran industria maderera. Ya ayer veíamos que la presencia de la madera era importante, pero nada como darse una vuelta por Vadu Izei dónde se dice que están las puertas más bonitas de toda la región. Hay algunas que son verdaderas joyas de marquetería.

Otro lugar que nos sorprende gratamente es el monasterio de Bârsana. Quizá no sea el más antiguo, ni el más grande, ni pertenece a la Unesco... pero los diez edificios que lo componen, hechos todos principalmente de madera, lo hacen parecer el escenario de una película de Disney. Nos llama la atención la iglesia, con un interior pintado de una forma diferente a la que nos hemos acostumbrado, y una jaula con pavos reales que, al tener las plumas desplegadas, nos hipnotiza.

Ayer vimos tres de las ocho iglesias de madera de Maramureș que son Patrimonio de la Humanidad. Hoy visitamos otras dos: la de Santa Paraskeva en Poienile Izei y la de la Natividad de la Virgen en Ieud. Para nosotros resultan preciosas pero Groucho Marx simplemente diría ¡¡más madera!! Y sería cierto, porque, antiguas o nuevas, vemos decenas de iglesias de madera, algunas en construcción. Si es una tradición, ¿por qué dejar de hacerlas? También tendrán que dejar legados más modernos para las generaciones venideras, ¿no? Lo que igual es un poco excesivo es que, en pueblos de algunas centenas de habitantes estén construyendo iglesias de cemento de mayor tamaño que las que hay en ciudades de tamaño medio en Europa Occidental, y, además que en menos de un kilómetro haya tres iglesias, algunas casi iguales. Están en plena burbuja inmobiliaria de iglesias... ¿estará financiada por el portugués Banco Espírito Santo?

Se acaba el día pero no la acción... siguiendo el curso del río Bistrița, cruzamos el puerto de Prislop, desde donde se divisa el Parque Nacional de los Montes Rodnei. No hay montañas que terminen en roca, pero, aún así, el paisaje es sobrecogedor: hay altísimos montes rodeados completamente por abetos de un verde intenso, y, cuando decimos 'completamente' es 'completamente... Incluso en la verde Euskadi es difícil encontrar montes en los que no haya alguna praderita entre los árboles.

Pero todo no puede ser perfecto... el 'marco incomparable' esconde una carretera serpenteante y llena de baches... gitanos dispersos que habitan en el bosque y en casas fabricadas al borde del río... lechuzas que Pablo ve con sus ojos rayo-láser... ranas que saltan a la carretera... ¡¡y hasta la niña de la curva!! Con el sol ya puesto, vemos a una joven caminando sospechosamente despacio por el arcén, con camisa blanca y pelo largo... ¡¡casi nos lo hacemos encima a pesar del recargo que nos ponga Daniel el saca-leis del alquiler del coche!! Por si fuera poco, unos metros más adelante vemos a una hindi sentada en el arcén leyendo un libro de oraciones... menos mal que luego vemos un coche parado y asumimos que la secta ha sacado de paseo a los que se han portado bien.

Por fin llegamos a Bata y Dormir... ah, no! Vatra Dornei... ¡¡Qué día más intenso!! Toca descansar.

19 jul 2015

Cruzando las puertas de Maramureș

La familia Bánffy fue un linaje de aristócratas transilvanos que influyeron tanto en Rumanía como en Hungría, desde el siglo XV hasta la caída del imperio austro-húngaro. Tenían varias propiedades en el distrito de Cluj, entre las cuales se encuentra el castillo situado en la comuna de Bonțida. Este conjunto palaciego fue considerado en su momento El Versalles de Transilvania, pero actualmente sólo quedan las paredes. Un amable guarda nos cobra la entrada y nos cuenta en rumano los puntos más interesantes... y nada como tirar de imaginación para imaginarse el esplendor pasado del lugar.

Hoy es domingo, y, como antaño en España, la gente se arregla para ir a misa el día del descanso del Señor. Visitamos dos monasterios: Nicula y Rohia. En el primero asistimos a una misa al aire libre, donde participa la gente del pueblo, tanto joven como mayor. En varios sitios hemos observado que cuando se dice lo de 'danos hoy el pan nuestro de cada día' aquí es literal: se llevan un pan a casa, y no penséis que es un colín... es una señora hogaza.

Esto de llevarse el pan de la misa vemos que tiene un origen mucho más arraigado: a los rumanos les gusta comer. Hemos llegado a dos conclusiones... La primera es que tanto hombres como mujeres tienen tripita; aunque hay mucha gente que no se podría calificar como gorda, todos tienen una tripa más alta y sólida de lo normal. La segunda es que aprovechan cualquier circunstancia para comer; llevamos ya muchos kilómetros de carretera y hemos visto que, a nada que haya un sitio con sombra, con fuente o con río... ¡¡allí están los meredones!!

Y es que, cada uno tiene sus hábitos. Por ejemplo, ya echábamos de menos una colada de Pablo y que tendiera sus prendas íntimas en la bandeja de atrás del coche.

Si hasta hace poco visitábamos iglesias sajonas fortificadas, ahora le toca el turno a las iglesias de madera. Estamos en el distrito de Maramureș, al norte del país, donde hay una gran tradición maderera: arcos de entradas a las casas, pozos, casas, iglesias... verdaderas joyas labradas en madera. De hecho, hay ocho iglesias ortodoxas de los siglos XVII y XVIII que son patrimonio de la humanidad. Hoy visitamos tres: la de los Santos Arcángeles en Șurdești, la de San Nicolás en Budeşti y la de Santa Paraskeva en Deseşti. Aunque ya en Polonia y en Eslovaquia habíamos visitado construcciones de este tipo, las de Maramureș marcan una diferencia por tener una torre muy alta justo en la entrada a la iglesia.


El paisaje es otra de las joyas de este distrito: es muy verde, con montes y praderas pero con pocas construcciones. Destaca la gran cantidad de heno dispuesto en montones con forma de pera... aunque ahora hace mucho calor y humedad, el invierno es duro y hay que hacer acopio de pienso para el ganado... ¡¡para así poder seguir produciendo unos quesos deliciosos!! Paramos delante de un puesto de quesos en el arcén de la carretera, donde compramos más de medio kilo de queso fresco por unos dos euros... ¡¡barato y riquísimo!!

Hoy terminamos la etapa en Baia Mare, capital del distrito de Maramureș. ¿Estos edificios no tiene un estilo muy húngaro? Pues sí, esta ciudad también fue parte de Hungría y se nota no sólo en los edificios, sino también en el aspecto y la forma de ser de la gente. La Plaza de la Libertad está llena de terrazas y de gente, así que, 'donde fueres, haz lo que vieres', ¿no? Pues a tomarnos unas cervezas y un papanasi de chocolate. ¡¡Ya sabemos el orígen de la tripita rumana!!

18 jul 2015

La salada Turda y la sosa Cluj-Napoca

El gallo cantó, y lo hizo con ganas. Como si se hubiese tragado un reloj cantó, por lo menos, a cada hora en punto y con el alba se puso en plan pavo-rotti hasta desgallitarse. El sonido del despertador casi fue un alivio y el café en casa Ara fue una inyección de energía para afrontar la ruta de hoy.

Comenzamos en Râmaț, un monasterio que se encuentra entre las montañas y que también debe de ser una hospedería, porque ya han vaciado las celdas de maletas y en el refectorio se degusta el desayuno. Después, hacemos una parada en Auid, donde nos hacemos unas fotos con una iglesia fortificada y visitamos un cementerio en el que hay una cruz gigante que reposa sobre doce cruces y que no sabemos muy bien qué significa. También aprovechamos a comer algo en una patisserie: hay muchas panaderías por todo el país donde te sirven a través de una ventanita los productos que han elaborado. ¿Dulce o salado? ¡¡Los dos!!

Unos kilómetros más al norte llegamos a Rimetea, pueblo con arquitectura tradicional húngara, en el que las casas son todas de color blanco y se disponen en línea. Al recorrer las carreteras rumanas hemos constatado que lo habitual es que la puerta principal no dé a la carretera, sino que sólo dé el acceso para coches. Sin embargo, en este pueblecito con carácter húngaro, todas las casas tienen una pequeña puerta a la calle principal. Recorriendo las carreteras también hemos llegado a la conclusión que el fabricante de banderas rumanas y europeas se ha forrado... ¡¡hay pueblos que tienen banderas por todas partes!! Sin embargo, aquí, en Rimetea, la única bandera que se ve es la de las matrículas... y mayoritariamente es la húngara, ya que todos los visitantes que hay, a excepción de nosotros, son del país vecino.

Es ya mediodía cuando llegamos a La Salina de Turda. Lo que fuera una mina de sal con más de cien años de historia se ha convertido desde 2009 en un lugar muy peculiar: un centro de ocio. A unos cien metros bajo tierra nadie se puede esperar que vaya a haber dentro de una inmensa cavidad una noria, una bolera, un mini-golf y hasta un pequeño lago navegable. Bajo las estalactitas formadas por la sal, los niños juegan y los mayores se hacen fotos, mientras se disfruta de una temperatura fresquita, de entre 10 y 12 grados. Es un lugar muy original, en el que el aire tiene un toque salado y el suelo es un poco resbaladizo debido a la sal cristalizada. La mina tiene dos accesos y, pensando que por la superficie llegaríamos caminando al parking, decidimos salir por el otro acceso que está a 700 metros caminando por un túnel... y no, ambas entradas están en lados diferentes de un monte, así que nos toca caminar un kilómetro más por dentro de la mina para poder salir por el acceso por el que entramos. ¡¡Esto es enorme!!


Ya va siendo hora de comer, así que, para no complicarnos, comemos un Mămăligă con carne y ya estamos como nuevos. Pasamos la tarde en la segunda ciudad más grande del país, Cluj-Napoca. En el centro, hay algunos edificios restaurados y un par de plazas muy interesantes. Sin embargo, es una ciudad de la que esperábamos mucho más... como que no acaba de convencernos. Es sábado por la tarde y le falta vida... y tras ver los lugares más importantes, descubrimos por qué: la gente está en los centros comerciales. Visitamos el Polus Center, un parque comercial a las afueras donde compramos alguna cosilla a un precio como el de España y donde aprovechamos también a cenar.

De camino a la casa Armonía, que es donde dormiremos, descubrimos un edificio del que desconocíamos su existencia y que es toda una sorpresa... un edificio de Makovecz Imre, un arquitecto orgánico húngaro del cual vimos muchos edificios cuando estuvimos de vacaciones en Hungría. Lo que no entiendo es cómo no conocía yo este edificio... ¡¡es como si Pablo no supiera que Rumanía no pertenece a Schengen!! ¡¡Inconcebible!!

17 jul 2015

Volviendo del Banato a Transilvania

Desde que llegamos a Bucarest hemos estado viajando dirección oeste hasta llegar al punto más occidental que visitaremos de Rumanía. Estamos en Timișoara, la ciudad más importante de la región del Banato rumano y tercera ciudad del país. Muchas ciudades de 'El Este' se suelen comparar con ciudades de Europa Occidental, quizá por acortar distancias e intentar subirse la autoestima. En este caso, Timișoara es denominada la 'Viena del este' debido a la multitud de edificios de estilo secesión que hay en la ciudad. Nosotros la compararíamos más con Budapest, ya que tiene los tejados de colores, y la forma y el estado de los edificios nos recuerdan más al país vecino. De hecho perteneció durante siglos al imperio austro-húngaro y no fue hasta 1919 cuando pasó a formar parte de Rumanía.

La catedral ortodoxa con sus tejas de tonos verdosos es la más alta de país y se sitúa en la cabecera de la plaza de la Victoria, llena de jardines y elegantes edificios de principios del siglo XX. Al final de la plaza se encuentra el Teatro Nacional, pero no es el único... Timișoara es la única ciudad de Europa en la que hay tres teatros nacionales en los que se representan obras en idiomas diferentes: rumano, húngaro y alemán. En turismo una discípula de Carmen Moraru muy comprometida con su trabajo nos explica los movimientos migratorios que ha habido en la ciudad y, al vernos interesados en la historia y patrimonio de la ciudad, nos da todo tipo de detalles.

Seguro que nadie podría pensar que esta pequeña gran ciudad ha estado siempre adelantada a sus tiempos. Por ejemplo, fue la primera ciudad de Europa continental en tener sus calles alumbradas con luz eléctrica (París fue la primera en poner algunas farolas, pero no un sistema completo de alumbrado). También fue la primera de Rumania con tranvías tirados por caballos, con trafico fluvial regular, con tranvía eléctrico, y una de las primeras ciudades europeas con transporte público. Y otro récord muy interesante es que aquí está la fábrica de Timișoreana, la cerveza más antigua de la actual Rumanía.

Tras el periodo comunista el progreso se debió de congelar en el tiempo y ahora está experimentando un nuevo despertar, pues se están restaurando las fachadas de los edificios y repavimentando las calles. Dentro de pocos años las plazas de la Libertad, de la Unión y de la Victoria, serán de obligada visita para los japoneses 'cámara en mano'.

Iniciamos una nueva sección del viaje en dirección al este. Abandonamos la ciudad hermanada con Trujillo y pasamos por Recas... Si el otro día estuvimos en Argés, ¿cuándo toca un Guadamur rumano? Como tenemos tres horas de coche, decidimos comer durante el trayecto, así que miramos a ver de qué disponemos: hoy el menú es caviar con gusanitos ¡¡somos los MacGyver del estómago". "Saca más" dice Pablo, "es lo que nos queda" respondo. Ah no, que estamos pasando por Săcămaș.

De nuevo en Transilvania y tras ver que hay un incendio en una fábrica en Deva ('la Deba del Este', digo yo), llegamos a Hunedoara, donde se encuentra el Castillo de Hunyad o de Corvino. Este castillo perteneció a los reyes de Hungría y después a los príncipes de Transilvania. Aquí se dice que estuvo preso el mismísimo Drácula. Es una de las joyas turísticas de Rumanía, y se ve que también del cine, porque están grabando algunas secuencias de lo que pensamos es una película de Bolywood, ya que los actores parecen indios. El interior del castillo no merece mucho la pena, salvo por ver, en lugar de un dragón, la ogra de la fortaleza: una mujer grandota que camina lentamente y que te bloquea los pasillos. Es ogra de ir a otro lugar...

La Serra Tachán-Tachán está tardando en descubrir la gallina de los huevos de oro que es Huneadora. No porque vaya a operar aquí córneas con sus uñas manos-tijeras, sino porque podría hacer un monográfico al más puro 'Palabra de Gitano'. Aquí se encuentran los cables de cobre, las limosnas en los metros y las carteras sustraídas de media Europa, pero en forma de chalete hortera. Mientras muchos rumanos se labran un futuro emigrando y realizando trabajos infra-remunerados, los rumanos gitanos se dedican al estraperlo y a la delincuencia manchando el nombre toda una nación. Sacamos algunas fotos con un poco de miedo, ya que no les gusta que esto se vea fuera y tienden a exigir dinero a cambio o a ponerse agresivos.

Hacemos una breve parada en Câlnic donde visitamos una iglesia fortificada sajona, que también es Patrimonio de la Humanidad. Acabamos el día en Alba Iulia, la que fuera capital de Transilvania durante más de 150 años. Todos los monumentos se encuentran dentro de la ciudadela que, a pesar de sus 300 años, está casi como nueva. Mientras tomamos una limonada para sofocar los 35 grados de calor, paseamos junto a la catedral ortodoxa y la católica. ¿Y por qué hemos venido a esta ciudad? Pues resulta que tiene una gran importancia dentro de la historia de Rumanía: aquí el rey Miguel el Bravo unificó los tres principados de Valaquia, Moldavia y Transilvania hace 400 años, y, después de uniones y separaciones, aquí se decidió también en 1918 que Transilvania formara parte de Rumanía, lo que se celebra desde entonces como el día de la Unificación.

Menuda mezcla de fronteras, culturas, idiomas, capitales y fechas hemos tenido hoy. Esto se digiere sólo con una buena cena y un bebida bien fría. Y luego a reposar en una casa rural a las afueras... que el gallo tarde en cantar, ¿eh?

16 jul 2015

Explorando Oltenia

Los carros tirados por caballos y el gitaneo pueden ser una casualidad, pero que echen en la radio La Macarena y los grandes éxitos de los Gipsy Kings lo confirman: aquí se está peregrinando al Rocío... Pablo, ¡¡pásame la coca-cola!! ¡¡anda!! ¿aquel barrigón no es Cachuli?

Adelantando autobuses de la ETA (la compañía de transporte local) llegamos a Horezu, donde visitamos el monasterio de 1693, que es Patrimonio de la Humanidad. Es una de las joyas de estilo Brâncovano, y como otros que hemos visitado se compone de una iglesia rodeado por un edificio cuadrangular que es donde viven, en este caso, las monjas. Pablo se interesa por iconos pintados que venden en la tienda.

En el centro del pueblo vemos otra iglesia ortodoxa que nos gusta, hasta que, casi entrando por la puerta, vemos una tapa de ataúd... ¡¡es un funeral!! Por respeto y por miedo, salimos despavoridos... no perturbemos la nueva paz eterna.

Camino al monasterio de Polovragi, paramos en un mercado al aire libre del cuál no tenemos documentos gráficos para poder facilitar el olvido... tiendas y tiendas de ropa tirada en el suelo, zapatos y toda clase de cachivaches inservibles. Sólo se salva la parte de ganado y la de comida, donde las brasas lo matan todo. El caos sucumbe al orden y en el Monasterio de Polovragi disfrutamos de un oasis de paz... y donde Pablo curiosea más iconos pintados.

Siguiendo unas señales, probamos a visitar Peștera Muierilor o la Cueva de las Mujeres, en Baia de Fier. El que nos vende las entradas y que luego resulta ser también el guía tiene tez blanquecina y cuerpo esquelético; no descartamos que abra las alas y nos enseñe la cueva colgando del techo. Ah, y, como era de esperar somos los únicos extranjeros en la visita, así que las explicaciones son únicamente en rumano. Agudizando el oído conseguimos enterarnos más o menos que lo más importante de la cueva es que se han encontrado esqueletos de osos (algunos completos) y un cráneo humano de hace 30.000 años. A este paso nos sacamos el A1 de rumano, para la envidia de Alex (profesor de inglés de Pablo y polígloto empedernido). El momento álgido de la fiesta viene cuando, atravesando zonas de techo bajo, parece que estamos bailando el Paquito Chocolatero.

Para cuando llegamos a Târgu Jiu ya hemos hecho hambre, así que vemos un menú que nos gusta por 13,50... ¡¡LEI!! Lo que viene siendo tres euros. Lo único que no incluye es el postre, así que completamos con un Papanasi enorme y un café para pagar unos cinco euros cada uno. Pero no hemos venido hasta aquí para engordar, sino para ver las obras que hay en la ciudad de Constantin Brâncuși, el Chillida rumano. Tres de sus obras más importantes están dispuestas en línea recta a lo largo de la ciudad: La Mesa del Silencio, La Puerta del Beso y La Columna del Infinito. La que más nos gusta es esta última, debido a su altura.

No sé cuántas iglesias ortodoxas llevamos hoy, pero es que no nos cansamos. Los interiores están completamente pintados y narran historias como el juicio final, milagros de los santos, pasajes de la biblia... suponemos que era una forma de transmitir la historia entre generaciones. El siguiente que visitamos es el de Tismana, del siglo XIV, en el que pillamos a las monjas haciendo una misa cantada. Pablo vuelve a mirar en la tienda iconos ortodoxos... está desarrollando un gran interés iconoclasta... ¡e icono-plasta!

Está atardeciendo y, como los perros ya de por sí están en la calle, se ponen a pasear 'a la vaca'... increíble pero cierto... se ven a muchas personas (incluida alguna moza bien arreglada) paseando a sus vacas. También debe de ser la hora del control policial, porque nos para la policía en un control rutinario, que enseñando papeles y documentación se resuelve rápidamente.


Atravesando los Cárpatos Meridionales llegamos hasta el Danubio, frontera natural con Serbia. Hace unos años nos encontrábamos al otro lado del río preguntándonos cómo sería Rumanía y hoy estamos aquí, descubriendo la antigua Dacia. Lo que ahora vemos como un lugar pacífico resulta tiene símbolos de gran rivalidad. En el lado de Serbia está la Tabula Traiana en honor al emperador nacido en Hispalis y que marca dónde estaba el puente que unía la provincia romana de Dacia con el resto del imperio romano. En la parte de Rumanía está esculpida en una roca la cabeza de Decébalo, el rey rumano que consiguió inicialmente derrotar a Trajano pero que finalmente fue vencido por éste.

Los que estamos derrotados somos nosotros... y nos quedan tres horas de coche hasta Timișoara... ¡¡Esto es Rumanía Exprés!! ¿Encontraremos a Cristina Pedroche ondeando la bandera roja? ¿O Carmen Moraru recolocándose la corbata?

15 jul 2015

El valle del Olt

Las carreteras rumanas nos están sorprendiendo gratamente. Al principio pensábamos que la falta de autovías implicaba que la red de carreteras existente iba a ser un tanto decadente. Sin embargo, aunque son modestas y con bastante tráfico, los trayectos están siendo más rápidos de lo esperado. Una apreciación que hacemos es que las carreteras recorren literalmente cada pueblo, debido a que las casas se alinean únicamente a cada lado de la calzada. También es posible que los vecinos de un lado no conozcan a los del lado opuesto, ya que en estas zonas rurales no hay semáforos. Quizá el motivo es que se gastaron todo el presupuesto en poner unos tótems con el nombre de cada pueblo y las banderas tricolor y europea. Otra cosa que observamos en las carreteras es que muchos coches llevan enormes antenas de radio, como si el tener 'la más larga' diera algún estatus.

Pasadas las nueve de la mañana cruzamos el río Visa (¡¡pero si somos de MasterCard!!) y llegamos a Sibiu. Es una ciudad de origen medieval, aunque los edificios tienen un aire mucho más renacentista. Hay iglesias ortodoxas, cristianas y evangélicas, museos, casas de personas ilustres, bastiones de la muralla... pero también hay muchos bares, restaurantes y gente paseando. Lo que no abunda mucho son las tiendas de ropa y calzado, y gran mayoría de las que hay cumplen una de las tres 'erre': reutilizar; y es que, en lo que llevamos de país, hemos visto muchas tiendas de ropa de segunda mano.

Sibiu es una de esas ciudades que necesitan un lavado de cara y una pavimentación nueva, para ponerse a la misma altura de otras ciudades europeas de dimensiones equivalentes. De hecho, la Piața Mare o Plaza Mayor está restaurada y es una verdadera maravilla. Por cierto ¿qué ven mis ojos? ¿y sus ojos? Sobre los tejados, hay unos respiraderos con forma de ojo que parece que te observan... ¡¡las carteras están seguras!!

Cruzamos de nuevo los Cárpatos por el valle del Olt desde el que disfrutamos de los montes y bosques de Rumanía. Este es un país realmente verde, donde se alternan prados y árboles, con zonas en las que no hay ningún tipo de construcción: naturaleza en estado puro.

Llegamos a Cozia, donde visitamos el monasterio que se sitúa en el límite entre Transilvania y Valaquia. Lo mandó construir el abuelo de Drácula en 1386 y es el más antiguo de la histórica provincia de Valaquia. Más de seiscientos años y por fin llegó la happy hour de las llamadas por el móvil: todos los popes se ponen a hablar por teléfono... ¿lo siguiente va a ser repartir la comunión por whatsapp? El monasterio lo tienen muy cuidado y lleno de flores.

De un monasterio nos vamos a 'El Monasterio' por excelencia: Curtea de Argeș. En este recinto de la antigua capital de Muntenia, el edificio que más destaca es la Catedral Ortodoxa, con sus dos campanarios retorcidos. En realidad, este edificio podría considerarse como el mausoleo de los reyes de Rumanía, entre los cuales están Basarat, Fernando I y Carlos I, con sus respectivas mujeres. El interior, como el resto de edificios religiosos de estilo Brâncoveano, está lleno de pinturas de arriba a abajo, incluido dentro del pórtico. ¡¡Pero cuánto arte!! Buscando otro monasterio cercano una mujer nos muestra la cabeza de una muñeca por si estuviéramos interesados... Estupefactos nos quedamos.

Hoy toca día de relax, de pasear sin rumbo y de descansar un poco. Siempre solemos poner un par de días más tranquilos para poder recuperar fuerzas y, por qué no, darnos el gustazo en un hotelazo. Así que, nos dirigimos a Râmnicu Vâlcea donde nos alojaremos en el Grand Hotel Sofianu, un cuatro estrellas con piscina y spa. El hotel está muy bien, así que, después de dar un paseo por la ciudad bajamos a la piscina y a la sauna, que las tenemos enteras para nosotros. ¡¡Qué buen servicio!! Vamos a descansar como los príncipes de los Cárpatos.