Empezamos el paseo de hoy por la Catedral de la Trinidad, un enorme edificio construido tras la caída del régimen soviético. Dado que durante la URSS la religión estaba prohibida, se ve que con la independencia necesitaban recuperar el tiempo perdido, y construyeron este gigantesco templo que tiene incluso varias plantas subterráneas. Además de su grandeza, destacan los mármoles utilizados, las pinturas del crucero, los iconos, la orfebrería con piedras preciosas, ... sin embargo, no han sido capaces de poner un único modelo de bombillas y tienen mezclada la luz fría con la cálida... ¿pero quién gestiona esto, nuestro administrador de fincas?
Según Pablo, Tiflis tiene un aire a Bilbao: rodeada de montañas, con edificios icónicos, con un río como protagonista y en el que la gente pasea por los parques de las riberas. Pues si es así, en el Arenal han crecido ¡¡unas setas!! Hay un edificio que se compone de bloques de cristal cubiertos por unas viseras, que luego leemos son las oficinas del ayuntamiento, y donde parece que están trabajando unos gnomitos. También se parece a un edificio de Iberdrola que está en la A1... y, por cierto, hablando de Iberdrola... vemos que algunas tapas metálicas en el suelo son de la eléctrica española. ¿Operará también aquí o habrán sido compradas de segunda mano? Hemos visto también autobuses de Alsa circulando, pero no es porque opere aquí, sino porque muchos autobuses han sido comprados de segundamano o directamente se los han regalado.
Nos acercamos al mercadillo del Dry Bridge, una zona donde antiguamente la gente vendía sus pertenencias cuando necesitaba dinero para poder comer. Quedó la costumbre, y hoy se ha convertido el equivalente al rastro: hay muchas mantas donde puedes ver cachivaches y antigüedades; pero sin duda lo que triunfa son los cuadros, ya que hay muchos pintores (y muy buenos) con estilos diferentes.
Aunque no lo hayamos mencionado, nuestros estómagos siguen sin darnos tregua, y quizá la razón es que nos hemos seguido dejando tentar por el kachapuri, los khinkali, el shuarma, los vinos caseros, los dónuts, ... Estamos de vacaciones y si uno no se deja llevar ahora, ¿cuándo lo va a hacer? Por intentar contener un poco decidimos buscar algún sitio donde comer arroz... ¿y dónde mejor que un chino? Descubrimos un barrio no marcado en el mapa que se llama New Tbilisi, lleno de restaurantes y terrazas, y dónde vemos el primer chino de todo el viaje. Aunque la señora que lo lleva es un poco sargentona, el lugar está bien, y los arroces que pedimos están exquisitos y son abundantes, tanto que nos sobra una buena cantidad que nos pedimos para llevar y que servirá de cena.
Durante todo el día hemos oído un helicóptero que sobrevolaba la ciudad, pero sin ir realmente a ningún sitio. Al acercanos a la Plaza de la Libertad, vemos unos camiones militares un tanto raros, y la policía formando un cordón de seguridad. ¿Pero qué ha pasado? Nos pica la curiosidad y acabo preguntando: están grabando una película, la novena entrega de Fast and Furious. Aunque no es muy de nuestro estilo, habrá que verla para ver si reconocemos la escena que presenciamos. Helicópteros, coches, camiones, drones, cámara y ¡¡acción!! Eso sí, no intentes hacer una foto que se te echan encima.
Hoy es sábado y están celebrando una feria llamada Taste of Tbilisi. Hay muchos puestos de artesanía, foodtrucks y barras donde degustar cerveza y vino. Metidos en el ambientillo, nos tomamos un vino blanco que sabe medio a sidra medio a cerveza, una mezcla ¡¡diferente!!
Ya nos conocemos el viejo Tbilisi como si fuésemos de aquí. Resulta muy agradable pasear por sus calles, ver sus puestos, observar a su hospitalaria gente, y cagarnos un poco en la policía. No porque nos pusieran una multa días atrás, sino porque es algo excesiva e innecesaria. Hay demasiados coches de policía siempre con las luces encendidas y a menudo gruñendo por megafonía; a veces, incluso, les ves que llevan a algún familiar, que están mirando el móvil o con los coleguitas en el coche público. Más que intimidatorios resultan algo cansinos.
Otra cosa curiosa es que, en un lugar donde hace tanto frío, las casas tengan tantos balcones. Los hay cuadrados, redondeados, pintados de colores, de obra o de herrería... le dan un aire muy abierto a la ciudad.
Va cayendo el día y el último paseo lo damos por la zona de baños. No, no me refiero a los servicios, sino a unos baños de aguas sulfurosas que deben de ser bastante famosos en la ciudad. Está en un barrio que tiene pinta árabe, y en el que hay varias mezquitas. Visitamos una de ellas y luego vamos a la otra; esta última tiene una fachada de mosaicos azules y al entrar, vemos que algo no nos cuadra... ¿¿pero dónde está el Mirab?? Pues mirab tú por donde que ahora es un baño también.
Este segundo día en Tiflis ha confirmado lo que ya pensábamos ayer: es una ciudad muy agradable y cercana. Cuando decidimos venir al Cáucaso pensábamos que en ningún sitio íbamos a encontrar turistas en masa como en las principales capitales europeas. Sin embargo, Tiflis tiene un turismo muy potente, donde constantemente ves grupos de turistas, excursiones, hoteles, restaurantes, etc. Es una ciudad con mucho potencial, ya que es exótica pero a la vez totalmente segura. Ay Tiflis, nos has enamorado...
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