7 sept 2019

De las torres de Mestia a las de Batumi

Estamos en Mestia, en la región de Svaneti o tierra de los Svans, donde su estampa más típica son las torres defensivas que sobresalen de los tejados de las casas. Son unas construcciones de unos 20 o 25 metros, con tres o cuatro plantas, y que desde la edad media se han utilizado para proteger las casas de las invasiones. Hay unas mil en toda la región, y en la actualidad se utilizan para almacenar cereales y heno. Nuestra guest house tenía una, pero como apenas hemos estado en ella, no hemos tenido ocasión de pedirle a la propietaria que nos la enseñase.

Ayer, a la vuelta de la ruta por la montaña, estaba diluviando y no nos pudimos hacer fotos; así que hoy, nada más levantarnos, aprovechamos a hacer algunas fotos y así recordar la singularidad de este lugar. Aunque estamos en septiembre, aquí hace muchos más frío que en los lugares que hemos visitado en días anteriores, ya que estamos a una altura de 1.500 metros. Un dato curioso es que la cercana población de Ushguli ostenta el récord de ser la población permanente a más altura de toda Europa, a aproximadamente unos 2.100 metros.

Para venir hasta aquí hay prácticamente una única carretera, así que para regresar volvemos a recorrerla, despidiéndonos de sus cimas heladas, sus ríos caudalosos, su carretera parcheada, de las vacas que obstaculizan el camino, de los obreros que no se sabe muy bien qué hacen, ... A pesar de los momentos angustiosos que vivimos ayer, visitar Mestia ha sido una experiencia muy agradable.

Durante nuestro recorrido de hoy atravesaremos el país desde la montañosa Mestia en el norte hasta el destino vacacional de Batumi en el sur, bordeando la costa del Mar Negro. Son unas cuatro horas de trayecto, así que a media mañana paramos para hacer un descanso en Zugzidi, donde aprovechamos para comer algo y dar un paseo por los jardines del Palacio Dadiani. Según la guía, se trata de un museo donde se exhiben objetos históricos y folklóricos que un burgués de la ciudad fue coleccionando.

Lo que también está muy cerca es Abjasia... ¿Una región de Georgia o una República independiente? Cuando cayó la URSS, Abjasia pasó a formar parte de Georgia, pero como esta última parece que la trataba como al resto del país, decidió declarar su independencia en 1992. Desde entonces, está sólo reconocida por algunos países, entre ellos, cómo no, Rusia. Parece que la técnica de los hijos de Putines malmeter dentro de las repúblicas que se independizaron, para luego apoyar a pequeñas segregaciones con el objetivo de terminar volviéndolas a integrar dentro de la Federación Rusa. Ya ocurrió con Moldavia y Ucrania, y en Georgia no sólo con Abjasia, sino también con Osetia del Sur.

Nos pica un poco la curiosidad y queremos saber qué tipo de control hay en un territorio independizado pero no reconocido por el país del que se ha separado. Así que, nos acercamos en coche hasta la parte georgiana. El primer control real son las vacas que se cruzan en el camino; después, aparcamos para no tener líos con el coche de alquiler. Vemos que la gente y los coches cruzan el control como si estuvieran en el salón de su casa; nosotros, por ser extranjeros, optamos por preguntar en el puesto de policía y nos dicen que necesitamos un visado especial para pasar a Abjasia. Así que, con las mismas, nos volvemos. Lo que nos llama la atención es que hay muchos coches con la matrícula ABH paseándose por la ciudad, sin que, aparentemente no le moleste a nadie. Claro que, también está el país plagado de rusos y parece que esto no supone un problema. En cierto sentido, tiene que resultar humillante que se paseen por tu territorio habitantes rusos de los que te has independizado, y habitantes abjasios que se te han independizado. Pero el turismo es un dinero fácil, y parece que aquí no están como para renunciar a él.

Seguimos rumbo al sur, cruzando varias regiones, hasta llegar a Batumi, la capital de la región autónoma de Adjaria. Ésta ciudad, hermanada con Donostia y con Barcelona, es el Benidorm del Mar Negro. Nada más llegar, la primera impresión es muy buena: se ven edificios interesantes y mucha vida en la calle. Lo primero que hacemos es ir al apartamento que hemos alquilado, en la zona conocida como Orbi City, donde esta compañía constructora está levantando un buen número de rascacielos. El apartamento está en una planta 16, con vistas hacia Turquía.

Cuando salimos para recorrer la ciudad, empieza a llover. Teníamos pensado alquilar una bici para recorrer su larguísimo bulevar, pero con la lluvia torna imposible. Así que, damos un paseo y terminamos refugiándonos en un elegante bar en el paseo marítimo, donde el nivel de matemáticas deja mucho que desear pues el IVA es redondeado automáticamente hacia arriba... porque sí, aquí lo ponen por separado.

La verdad es que la ciudad no tiene desperdicio, porque le puedes sacar jugo por donde quieras. Por un lado, tiene edificios estilo belle-époque realmente interesantes, como el Banco de Georgia que tiene un interesante reloj astronómico. Por otro, hay edificios musulmanes como la mezquita o un reloj similar al que vimos en Izmir (Turquía). Si te gusta el arte, hay muchas esculturas, entre las que destaca Ali&Nino, dos esculturas que van rotando y terminan besándose.

Pero Batumi tiene también un aire bastante freaky. Queriéndose pasar de modernos, hay un hotel con la forma del Coliseo, un restaurante con la de la Torre Pisa, otro con la de un templo griego, ... Luego hay una estructura con las letras del alfabeto georgiano y una bola en lo alto que alberga un observatorio. Otro edificio que no sabes si amarlo u odiarlo, es la torre Le Merdien, un hotel y apartamentos que tiene una noria en la fachada... ¡¡y encima de color dorado!! Y la guinda se la lleva otra torre que se podría definir como un Big Ben al estilo veneciano, que alberga un hotel.

Batumi, es sin duda, una ciudad con mucho potencial. Siendo ésta la segunda ciudad más importante del país, todo apunta a que está viviendo una auténtica burbuja inmobiliaria. Hay anuncios de imponentes torres de apartamentos que van a construir, y en varios lugares de la ciudad vemos stands, donde poder adquirir una propiedad con vistas al Mar Negro. También están construyendo muchos hoteles, cada cual con un aspecto sofisticado, pero que no sabemos si en conjunto quedará algo hortera.

Para nosotros, viviendo en el segundo país del mundo con más turismo, Batumi está bien sólo para pasar el día: las playas de piedra, el clima fresco y la mezcla kitsch de lo moderno con lo decadente, hacen que en la liga del turismo, aquí estén aún en segunda división. Resulta chocante que, en un mundo globalizado, estén en la fase de los neones de colores y el lujo chabacano. No hay que fijarse más que en su público principal: por un lado los rusos, que pierden la clase que desean tener exhibiendo un lujo excesivo y una autoproclamada superioridad; por otro, los turcos, que cruzan la cercana frontera entre Georgia y Turquía buscando el juego y la prostitución, ambos prohibidos en su país. De hecho, en el barrio histórico vemos muchos locales de "Masajes" con unas fisioterapeutas ligeritas de ropa...

Batumi nos ha encantado, a pesar de que el día ha estado un tanto desapacible. Sus visitantes, arquitectura y ambiente lo convierten en un lugar muy singular, visita obligada del país y paréntesis de la tradicional Georgia. Pablo, ¿es en esas tres torres con neones que cambian de color donde está nuestro apartamento?

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