Visitar Perú por tu cuenta es complicado. Desde el principio descartamos alquilar un coche, por lo peligroso que podía ser circular por unas carreteras en las que reina un código de circulación alternativo: la ley del más fuerte. A algunos sitios ir en transporte público ha resultado factible, porque había suficiente información en internet y las experiencias de otros viajeros nos daban cierta seguridad. Pero otros recorridos parecían imposibles si no se hacían en un tour organizado con turistas con motivaciones y velocidades diferentes. Y el caso de hoy es ése: visitaremos en un tour organizado el Valle Sagrado de los Incas.
Una furgoneta mini-bus blanca, de las miles que hay recorriendo la zona, nos recoge cerca del hotel a eso de las seis de la mañana. Somos los últimos en montarnos, así que sólo podemos sentarnos en los dos únicos asientos que quedan libres, en la parte de atrás, entre dos personas que van sentadas en los laterales. Es un poco incómodo ir cuatro tan pegados, quizá el BlaBlaTour no marcó el check de "sólo dos pasajeros en la parte de atrás"... y máxime cuando reparamos en que estamos separando una pareja: la chica de mi izquierda y el chico a la derecha de Pablo resultan ser pareja... ¿pero por qué no se han puesto juntos? ¿Han venido discutidos de casa? Además de estos dos peruanos, viene un gran grupo de brasileños, que bautizamos como "caipiriñas", otro brasileño que viene sólo que bautizamos como el "caipiriña espabilado", otro brasileño más con la barba teñida, algunas peruanas preocupadas por su manicura y tres chilenos. Estos últimos se corresponden con dos mujeres y un señor que en cuanto le veo pienso "Ojos saltones, zona de cejas en relieve, pestañas alargadas, algo de papada y dientes en diferentes direcciones... ¡¡Dios, es clavado a una alpaca!!" En cuanto tengo la oportunidad, se lo digo a Pablo con discreción, para que nadie se sienta ofendido. Como está en el asiento de delante no lo puede ver bien, así que va descubriendo su "alpaquismo" poco a poco, y yo lo voy notando porque en cada "visionado" le cuesta más reprimir la risa... por educación y porque tiene los labios cortados de los cambios de temperatura que llevamos arrastrando. ¡Booooomm! Se oye al caer una botella de agua que se ha salido de la alforja de la mochila de Pablo y que casi da un botellazo a un pasajero. ¡A la alpaca no, por favor!
El guía se presenta "Buenos días a todos, soy Vladimir Cáceres y seré vuestro guía en el día de hoy". "No tío, tú eres Luis Fonsi y has cogido el micro para cantarnos el Despacito" pienso para mis adentros, prometiéndome no revelar su secreto. "Y aquí tenemos a Óscar el mejor conductor que nos llevará a lo largo del día de hoy" dice mientras pienso "La primitiva no nos tocará, pero en la lotería de conductores podemos cantar bingo". Por cierto, ¿se llama Vladimir? ¿Seguro que no es Bryan, Dylan o Christian? ¿En qué pensaban sus padres? Es que apellidándose Cáceres ese nombre no le pega; es como cuando se pusieron de moda las palomitas con yogur, que duró una temporada de Sensación de Vivir.
La primera parada es en un lugar cuyo nombre se olvida al momento y que no venía en el "orden del día". Es un centro de artesanía andina donde Vladimir nos acomoda en una especie de jaima donde una lugareña nos explica el proceso de cómo obtienen la lana, la limpian y hacen los tejidos. Lo primero es explicar cómo obtienen el "shampoo andino", que se hace a partir de una raíz. ¿No es la misma explicación que en la Isla de Taquile? ¿Ahora es cuando viene lo de que evita la caída y las canas, no? Correcto. Con tanta insistencia me planteo dejar la finasterida y que Pablo deje el Alpecín... Johnson&Johnson aquí no debe de tener mucho negocio. La explicación del proceso de la lana habría sido mucho más genuina si se hubiesen ceñido a contar simplemente eso, sin añadir una serie de chistes que de tanto repetirlos parece que cansan hasta a la propia show-woman. Estaba contando los segundos para que dijesen que alguna raíz era la viagra andina, pero parece que no han querido cruzar esa línea roja.
La salida del show de artesanía es como en Ikea: sin ver todo el género no hay escapatoria. La recompensa viene de este encierro viene después, ya que fuera del recinto hay un pequeño establo de alpacas. Se dejan tocar un poco y resultan muy graciosas ya que mientras rumian parece que sonríen. Tienen unos ojos que parecen bolas de cristal, no se diferencia pupila ni nada y casi puedes verte como en un espejo. Espejito, espejito... ¿qué alpaca es la más graciosa? La que lleváis en el asiento de delante.
La primera visita de verdad es el Centro Arqueológico de Chinchero, donde Vladimir nos cuenta que ésta fue la capital del Imperio Inca en su mayor esplendor, que abarcaría desde la actual Colombia hasta el actual Chile. Al describir los edificios que hay en el recinto, nos invita a observar que la parte inferior son partes de templos incas y que en la parte superior los españoles construyeron iglesias y otro edificios, ya que arrasaron con el objetivo de colonizar la zona. Es curioso porque cuando se refiere a los incas utiliza palabras como "nos" o "nosotros", mientras que cuando se refiere a los españoles utiliza "los" o "ellos". "Tío, que te apellidas Cáceres... y muy inca no suena". A mí no me salen las cuentas... ¿Un imperio tan grande sin estructuras de comunicación (como calzadas), sin estructuras económicas y sin una jerarquía razonable? Si no lo había en la "avanzada" Europa, ¿cómo lo habían conseguido? Me pica la lengua y salto en la ronda de preguntas: "Vamos a ver, ¿ese Imperio Inca era algo cohesionado? ¿O es tan sólo la romantización de la historia para hablar de víctimas y verdugos? Porque si los españoles trajeron cosas tan malas, ¿por qué no habéis revertido todo?". Vladimir se da cuenta de que el discurso poético de llamar "ofrendas" a los asesinatos que cometían los incas pero decir que los españoles esclavizaron a los incas funciona con otras nacionalidades pero no con la nuestra... así que empieza a recular "no, pero si lo que ocurrió fue que los propios incas se unieron a los españoles porque estaban en contra de los otros incas". "Ah, bueno, entonces, una vez más, lo de simplificar la historia en buenos y malos es del todo incorrecto". Metidos ya en el debate, Pablo añade la estocada final diciendo "además, los españoles que decís que eran asesinos fueron vuestros antepasados, no los nuestros". KO final, Vladimir cae rendido y decide pasarse a nuestro lado. ¡Es que qué manía hay en el mundo de simplificar la historia y quedarse con la versión tamizada que a cada uno le interesa! La historia es compleja y, aunque es muy cómodo que te inculquen quién es el amigo y quién el enemigo, hay que ir un poco más allá y poner las cosas en contexto.
Volvemos a la furgoneta mini-bus para continuar el recorrido, pasando por encima de cientos de resaltos colocados en la carretera para evitar que los vehículos corran, pero que convierten la travesía en la atracción del Saltamontes... Pablo está convencido de que ya algún tampax se ha salido.
Volvemos a la publicidad y ahora el teletienda se centra en una demostración donde nos explican cómo se extrae la famosa sal de Maras, que hasta ahora no conocíamos. Nos dicen que es una de las mejores sales del mundo (después de la del Himalaya) debido a su alto contenido de minerales y nos explican cómo la "cosechan". Venga, alguna vez tenemos que picar, ¿no? Así que nos llevamos un kilo de sal rosa porque así, con sal proveniente de un lugar recóndito del planeta, seguro que sabe todo mejor. Ya sólo nos falta la pimienta que se produce en la estepa rusa los años bisiestos en los que júpiter se alinea con saturno.
Después de la publicidad volvemos al documental de "La 2" que se centra en la Zona Arqueológica de Moray. Para tranquilidad nuestra, este lugar no se trata de nada místico de los incas, es sólo una especie de invernadero inca. Aunque seguramente esté ahora en mejor estado que cuando lo trataban los incas, resulta convincente lo que nos cuenta Vladimir: se construían una serie de terrazas porque descubrieron que había diferentes niveles de humedad (por la capa freática) y que con las piedras que ponían para construir las terrazas conseguían diferentes temperaturas, pudiendo cosechar diferentes alimentos la vez. "¿Lo ves? Si es que, cuando tiene sentido, gusta más; esto te lo compro y además queda genial en las fotos."
Nos montamos de nuevo en el Saltamontes (aunque por momentos también se parece al Gusano Loco) y llegamos a las Salinas de Maras, cuya explicación ya tuvimos en una tienda. Cientos de terrazas con diferentes tonalidades de blanco inundan un pequeño valle que resulta muy Instagrameable. Por cierto, no sé cómo lo hace... pero el caipiriña espabilado siempre está en nuestro campo de visión, y eso que nosotros somos de salir escopetados dejando el resto del rebaño atrás.
Toca hacer un descanso e ir a comer, algo incluido en el precio. ¿Pondrán de primero una sopa y de segundo arroz o pasta? Paramos en un restaurante que ni en el barrio Salamanca... un buffet libre con todo tipo de comida que me deja con la boca abierta y el estómago cerrado. ¿Semejante buffet y apenas voy a probar bocado porque sigo con una especie de gastritis y resfriado? ¡¡Esto no se hace!!
Continuamos el recorrido del Valle Sagrado visitando Ollantaytambo, el segundo lugar sagrado más importante después de Machu Picchu. Aquí, hay una serie de terrazas pero no eran de cultivo sino de jardines, ya que en la cima querían construir el Templo del Sol. Sin embargo, parece que por las guerras entre los incas y luego el abandono por los españoles, nunca se llegó a construir. Una vez más, después de las explicaciones subimos todo lo rápido que el soroche nos permite para que nos dé tiempo a recorrerlo. Y, una vez más también, el caipiriña espabilado también ha dejado la manada atrás.
La última visita del día es Pisac, otro sitio arqueológico basado en terrazas que ya no consigo saber si era templo, cosecha, población, ... soy inca-paz. Cansados ya de tanta historia, lo que vuelve a llamar nuestra atención es un conjunto de alpacas que pastan en una de las terrazas. ¡¡Son tan monas!! Nos acercamos y, aunque al principio desconfiadas, luego terminan dejándose tocar, no sin antes hacer algún amago de escupir.
Cuando parece que el tour va a terminar, hacemos una parada en un taller donde tratan la plata... Adivinad, ¿de dónde es la mejor plata del mundo? ¡Por supuesto de aquí! Nos explican cómo se obtiene, cómo se trata y cómo diferenciar la plata de la alpaca. ¡¡Ay, no!! No me hagáis el lío... ¿metal o animal? A estas horas hay que tener piedad, que estamos ya agotados.
Ahora sí, volvemos a Cuzco y finaliza el tour. Vladimir nos da la mano al despedirse con unos ojitos en los que leemos "ha sido un placer porque me habéis rebatido, no como esos caipiriñas que creen entender el castellano y no se han enterado de nada". "Ya, bueno, pero yo me he quedado con las ganas de que me cantes el Despacito, so Luis Fonsi."
Agotados pero satisfechos con la intensidad del tour, toca la parte dura... subir la cuesta de Santa Ana para llegar al hotel. ¿Esto es un entrenamiento para la ruta Salkantay o qué? Toca irse pronto a la cama porque mañana hay que madrugar... aún más.
Historia, historia e historia, qué bonito.
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