13 sept 2025

Laguna Humantay

Definitivamente, cuando volvamos a casa no vamos a tener jet-lag. Todos los días, absolutamente todos, estamos levantándonos muy temprano, incluso llegando a dudar de si tenemos el despertador puesto con la hora española. Hoy suena a eso de las 4 de la mañana, despertándonos algo aturdidos sin saber casi ni dónde estamos. Pablo baja a por los desayunos para llevar, a probar suerte y a ver qué ocurrencia tiene la chica de la recepción. Sin embargo, hoy parece que ha hecho la guardia un chico argentino que le cuenta que trabaja sólo a cambio del alojamiento.

Hoy es un punto de inflexión en nuestro viaje, ya que vamos a empezar el Salkantay Trek, que consiste en hacer una caminata de unos 75 kilómetros durante cuatro días hasta llegar a Machu Picchu, para verlo el quinto día. El gobierno sabe la expectación que suscita visitar la maravilla del mundo de Machu Picchu y, para sacar una buena tajada, ha buscado diferentes medios: por un lado, unos trenes absurdamente caros; por otro, si quieres subir andando, te obliga a hacer el Camino Inca, que es un tour organizado a precio de oro en el que te acompañan serpas y hasta cocineros, pero en el que pagas dormir en tienda de campaña a precio de Ritz. La ruta Salkantay es una alternativa a ambos, en la que sólo hay que pagar 20 soles (unos cinco euros) y que la puedes hacer por tu cuenta. El problema de esta ruta es que se pasa cerca de la montaña Salkantay, a unos 4.600 metros sobre el nivel del mar y que el mal de altura te puede afectar; además, hay que sumarle temperaturas muy bajas. Durante la preparación del viaje nos preocupaba si íbamos a ser capaces de hacer este reto montañero. ¿Lo conseguiremos?

Poco antes de las cinco de la mañana nos recoge una furgoneta mini-bus, que se está empezando a convertir en nuestra nueva casa. Somos los últimos en recoger, así que nos sentamos separados en los asientos que queda libres. Nosotros sólo hemos cogido el transporte hasta Soraypampa y pensábamos que íbamos a ir con gente que había reservado lo mismo; sin embargo, el resto de pasajeros han reservado una excursión de día completo para visitar la Laguna Humantay, que también será nuestro primero objetivo.


Tras unas cuatro horas de viaje por carreteras al lado de un terraplén, de esas que aparecían en los Power Point que circulaban por la red, llegamos a Soraypampa, un pequeño conjunto de alojamientos a los pies del imponente Salkantay. Nos despedimos del guía y comenzamos el ascenso hasta nuestro alojamiento, el Soraypampa Hostel, donde tenemos reservada una habitación que consiste en una especie de cabaña con el techo de cristal para ver las estrellas.



Hace buen tiempo, y para hacer el check-in y contratar las comidas nos sentamos en unas mesas que hay en una especie de patio intermedio. Allí conocemos a Sergio y María, una pareja de recién casados de Navarra, con los que entablamos conversación y hablamos de cómo están siendo nuestros respectivos viajes.

Le preguntamos a uno del alojamiento a ver qué hora es la mejor para subir a la Laguna Humantay y nos dice que entorno a las 12:00 ya que la gente que viene por la mañana tiene que estar a esa hora de bajada para regresar a Cuzco, y la gente que se aloja en el valle suele subir más tarde. Así que tomamos unos tés para hacer tiempo, organizamos nuestras mochilas y emprendemos la subida a la hora que nos habían aconsejado.

Efectivamente, cuando nosotros estamos de subida mucha gente está ya de bajada. "Así me gusta, me vais desalojando la laguna para hacer unas fotos como las de Irene pero sin tener que correr delante de los turistas" pienso. En el ascenso notamos que nos cuesta respirar y que tenemos que hacer paradas para recuperar el aliento. Sin embargo, vamos a muy buen ritmo, porque sobrepasamos a la pareja de Navarra que había salido media hora antes.


La laguna y el Salkantay nevado son una auténtica pasada. Estamos a 4.200 metros de altura, viendo pequeños glaciares pegados a la montaña y tenemos casi la laguna para nosotros solos. Pensábamos que la subida iba a ser mucho más dura y resulta que la hemos subido en unos 45 minutos. Con el subidón, decidimos continuar ascendiendo, desde donde vemos unas bonitas vistas de otro valle, como si fuera la "cara b" de la laguna.










No se ve mucha fauna, pero de casualidad vemos un colibrí, pequeñito, revoloteando sus alas y con su pico alargado. También hay algunos pájaros con pecho y lomo amarillos, realmente bonitos.

Después de ver la laguna desde diferentes ángulos empezamos el descenso hasta el lodge, donde disfrutamos de la cena a las cinco de la tarde. Charlamos con Sergio y María, que son super enrollados, hablando de nuestros viajes para coger ideas los unos de los otros. Pero aquí, perdido en la nada, no hay mucho más que hacer, así que toca irse prontito a dormir. Como mañana la ducha estará muy solicitada, decidimos ducharnos hoy. En este alojamiento no hay baños dentro de la cabaña, sino que hay que cruzar el pequeño patio que está en el centro. Pablo va primero y luego yo... con una temperatura gélida, las chanclas mojadas y sólo una talla como atuendo, cruzo los escasos diez metros que me separan de la ducha, luciendo michelín y ante la mirada de otros huéspedes que no sé si me miran pensando que estoy loco o que soy un héroe por querer ducharme en esas condiciones.



Ya depurados, nos acostamos y vemos por el techo de cristal muchas estrellas. ¿Salimos fuera? La naturaleza nos regala un espectáculo increíble: miles de estrellas encima nuestro, donde se ve hasta la Vía Láctea. Congelados del frío, volvemos a entrar y a sumergirnos en esa montaña de mantas que hay en la cama. Toca irse a dormir rodeados de montañas y estrellas, pero ¡con un frío que pela!

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