15 sept 2025

Salkantay Trek: Lucmabamba

Varios gallos han estado haciendo un duelo de La Voz y están ya afónicos perdidos. Qui-qui-ri-coooo, qui-qui-ri-coooo, ... comienzan fuertes pero terminan con desgana. ¿No se les podría poner un pequeño bozal para que no canten tan pronto? Tienen que tener a las gallinas y a los pollos... ¡fritos! Aunque hemos dormido bastantes horas, hubiésemos preferido estar un ratito más en la cama, que el día de ayer fue muy duro.

Hoy toca una nueva etapa del Salkantay Trek, en este caso iremos de Collpapampa hasta Lucmabamba, un recorrido de 19 kilómetros, que haremos en unas ocho horas. ¿Y por qé tanto tiempo? Pues porque, aunque el desnivel total sea sólo de 700 metros, el recorrido va a ser sinuoso, con subidas y bajadas, con curvas al borde de algunos terraplenes y cruzando algunos puentes para salvar quebradas.

Para afrontar el día comenzamos, cómo no, con un desayuno. Para cuando llegamos al "comedor" los argentinos, perdón, los uruguayos ya están desayunando y en breve se unen los belgas. Uno de los boludos es la versión Aless Gibaja con más pelo... y nos da el superconsejito de hoy... salir lo más temprano posible. Como diga "¡hola bebés!" o "around the world", quedará al descubierto. Me resulta muy gracioso que anoche hablaran de "fumar maría" y que hoy, escuchando cómo se expresan, digan palabras como "es muy hermoso" o "es relindo", algo que un hombre español de España creo que nunca diría. También me resulta curioso los nombres de los alimentos, como "manteca" en vez de "mantequilla"... algo que desconocía y que he preguntado porque me ha chocado que uno de ellos quisiera untar "manteca" con mermelada.

Pablo hoy se ha levantado resfriado y hoy yo ya casi estoy recuperado, así que le cedo el testigo del moqueo continuo, otorgándole lo que más va a necesitar: un rollo de papel higiénico. En Cuzco compramos un par, porque no sabíamos donde íbamos a poder ir al baño... pero ha resultado más útil para el resfriado (o lo que sea que hayamos cogido) que para ir al higiénico.

Los belgas comienzan el camino y les siguen los uruguayos, bastante después de numerosos grupos de turistas que vimos pasar desde la cabaña-habitación. Y, una vez todo recogido, nos ponemos en marcha también nosotros.

¿Y qué se puede comentar de este hermoso y relindo recorrido? ¡Uy bo, lo dije! Pues que lo que aquí se conoce como "Pachamama", la "Madre Naturaleza", nos regala unos paisajes de los que a veces ni nos damos cuenta. Unas montañas abruptas, un río que baja con mucha energía, plantas exóticas, frutas silvestres (como por ejemplo fresas), líquenes que viven en las ramas de los árboles, ... Es una auténtica fiesta de la naturaleza.







El problema, si acaso, es que hay que ir pendiente del suelo. Al haber piedras, tienes que ir mirando por dónde pisas, máxime cuando a uno de los lados siempre suele haber un respetable terraplén por el podrías caer muchos metros hasta el río.


A lo largo del camino suele haber pequeñas casetas en las que venden bebidas e incluso comida. La gente que va en tour organizado suele ir parando en todos ellos, quizá porque ya lo tengan concertado. En uno de ellos nos encontramos a Sergio y María, y hacemos balance de cómo termino el día de hoy y cómo hemos pasado la noche. Ellos continúan y nosotros nos quedamos jugando con una gallina y sus polluelos. Es curioso pero debe de ser la época de tener polluelos, porque nos llama la atención que muchas gallinas van con sus chiquitines, de los cuales uno suele ser rubio. Les echamos algo de comer y la gallina, todo egoísta se lo come como una loca, apenas dejándoles oportunidades a los polluelos.

Un poco más adelante, al otro lado del río, vemos que en algún momento hubo un derrumbe y que quedó una carretera cortada. Hay excavadoras trabajando, quitando tierra y piedras y echándolas ladera abajo, por dónde caen las piedras con una enorme energía hasta estamparse casi en el cauce del río. Resulta hipnótico ver como caen, golpean y ruedan. Por un momento, somos fans de The Rolling Stones.

El camino, aunque se hace largo, nos va poniendo pequeñas sorpresas. Por un lado, vemos que hay muchas mariposas, de las cuales predominan unas que tienen alas negras y rojas; son muy tranquilas, se dejan coger y a menudo están en grupos. También hay un montón de caballos desperdigados, que habitualmente se dejan tocar. Entre los caballos, hemos visto que hay una variedad que tiene una especie de pelo rizado, como si fuese la versión equina de la alpaca. Sin embargo, seguimos sin ver caballos con ojos azules como sí pudo Irene.



Lo que sí que hemos ido notando es que hoy hay menos senderistas que ayer. De hecho, en alguna parte del recorrido con acceso a la carretera, hemos visto algunas furgonetas mini-bus que intuimos han recogido a los turistas para que no tengan que hacer todo el recorrido. ¿Llegar a Lucmabamba sin caminar? ¡Eso es Lucmatrampa!

Exhaustos de tanta subida, bajada, curvas y mirar al suelo para no tropezar, llegamos hasta el Lia B&B en Lucmabamba, una pequeña aldea con algunos alojamientos. Nos recibe uno de los propietarios, Fredie, que nos acompaña hasta nuestra habitación, que tiene sus cuatro paredes, puerta, ventanas, tres camas cómodas... ¡y cuarto de baño con ducha en suite! Ay, qué alegría, .... no vamos a tener que calcular la cantidad de papel higiénico que uno piensa va a necesitar antes de entrar al retrete (es que aquí, muchas veces el portarrollos está fuera). Fredie nos dice que, si nos apetece, va a hacer una visita guiada a lo que denomina "el tour del café", y que ya hay otros tres huéspedes que se han apuntado. Le decimos que nos lo vamos a pensar y aprovechamos a descansar un poco en la habitación.

Aunque son sólo las cuatro de la tarde, decidimos unirnos al tour, porque cuesta sólo diez soles (dos euros y medio) por persona y, a nada que te enseñen, ya nos habremos entretenido. Uno de los compañeros de tour resulta ser Javier, el pamplonica que lleva viajando meses por latinoamérica; los otros dos son una pareja joven compuesta por un holandés y una neoyorkina, futuros residentes en países bajos.

De camino hasta aquí, Pablo observó que había unos árboles pequeños que tenían una especie de frutos que bien podrían ser café. Y, efectivamente, en la explicación de Fredie nos dice que en la zona hay muchas familias que viven de producir dicho fruto. Nos explica que suelen utilizar dos especies, siendo una de ellas el arábiga, que produce menos café pero durante más años, mientas que la otra, cuyo nombre no recuerdo, produce más pero durante menos años. Nos muestra cómo se recolecta, cuánto recoge cada familia y cómo lo transportan.


Entre árboles, nos explica también cómo producen aguacate (aquí conocido como "palta") y, sobre todo cómo lo recogen, ya que es veces los frutos están muy altos. De la teoría se pasa a la práctica y todos cada uno de los cinco asistentes, recolectamos un aguacate. Después de recolectarlo hay que dejarlo unos días para que madure antes de consumirlo; así que los que hemos cogido los sustituirá por unos que ya están listos y que comeremos durante la merienda.

De vuelta ya al lodge, Fredie nos explica cómo se trata el café: primero se tiene en agua para que se hinche, luego se pasa por una máquina para quitarle la cáscara (lo cual hacemos), se deja secar unos días y luego se tuesta (lo cuál también hacemos).


Una vez tostado el café, se procede a molerlo, algo que también hacemos y que es donde, por primera vez, percibimos los aromas típicos del café. Hasta ese momento, el grano sólo olía como a hierba mojada, pero tras tostarlo y molelo, el aroma es espectacular.

Mientras la prima de Freddie prepara la merienda con los productos que hemos obtenido, Fredie nos muestra un juego... "el juego del sapito", que es "la rana" de toda la vida. Nos dice que quien consiga meter la moneda por la boca del sapito, se llevará de regalo un paquete de café natural y ecológico de la cooperativa en la cuál trabajan. Sin embargo, no conseguimos ninguno de nosotros hacerle tragar la dichosa monedita.

Sin que haya estallado ninguna cafetera y amenazando el trono de Jon como mejor hacedor de café, probamos el guacamole hecho con aguacates como los que hemos recogido, y unos cafés con el grano que hemos tostado. Está todo muy rico y ha sido el broche final perfecto para este tour que pensábamos que no iba a dar mucho de sí y que ha resultado realmente interesante.


A eso de las seis y media pasamos todos de la zona de meriendas a la zona de cenas donde, además de comer, también conversamos sobre los viajes, los trabajos y la propia ruta que estamos haciendo. Javier está muy en nuestra línea y la pareja joven nos dejan sorprendidos porque, aunque aparentan no tener más de 25 años, son muy cultos y saben mantener una conversación con nostros que no somos ya tan jóvenes.

El día no da para mucho más, así que nos vamos ya a nuestra habitaciones. Una duchita caliente y, purificados, nos metemos a la cama a descansar. Ya sólo quedan dos días para Machu Picchu.

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