31 ago 2020

Arles y el Camargo

El último día de agosto amanece fresco pero soleado; es de esos días en los que se agradece poner el lomo al sol o cerrar los ojos y sentir sus rayos en la cara o, mejor dicho, en los párpados porque la mascarilla se ha convertido en una jaula para nuestras vías respiratorias. Después de nueve días de viaje, ya tenemos su silueta tatuada en la piel por el sol. Antes, cuando alguien iba a esquiar se le solía quedar la marca de las gafas de esquí; ahora, con vacacionar en verano, ya se le queda a uno el morro y unas líneas en dirección a las orejas de color blanco.

Si en algo se diferencia este viaje con respecto a todos nuestros viajes de verano anteriores es, sin duda, la hora a la que nos levantamos. Como las distancias no son muy largas, no tenemos que madrugar para hacer kilómetros y nos permitimos levantarnos casi a las ocho de la mañana... nos estamos convirtiendo en unos perezosos. ¿Qué va a ser lo siguiente? ¿Descansar en vacaciones? ¡¡Ni pensarlo!! Hay que cansarse físicamente para desconectar mentalmente... así que, ¡¡empezamos ya!!

Estamos en Arles, una ciudad al lado del río Ródano con más de dos mil años de historia. Fue una de las primeras colonias romanas fuera de la península itálica, y por tener ese título se le concedió tener un teatro, un anfiteatro, termas, etc. Hay muchas cosas relacionadas con los romanos, pero como ayer ya tuvimos nuestra buena dosis de esa época nos centraremos en otras cosas.

De hecho, un lugar que nos cautiva es un edificio que es tan moderno que ni tan siquiera está inaugurado: la Torre Luma de Frank Gehry. El famoso arquitecto del Guggenheim de Bilbao vuelve a sorprender con un edifico que denota ya un estilo propio. A diferencia del museo vasco, este edificio está hecho de aluminio y no de titanio, como algunos otros edificios que hemos visitado del arquitecto canadiense. Y es que, las estructuras de este nonagenario nos encantan, son obras de arte en sí mismas.

Y si hablamos de arte en Arles, el pintor por excelencia es Vincent Van Gogh. Aquí paso no más de año y medio, y sin embargo, pintó casi 300 obras. En su última etapa, se dedicó a pintar cosas cotidianas de la vida, un poco las cosas que iba viendo a su alrededor y que le inspiraban. En Arles se pueden visitar muchos emplazamientos relacionados con el artista: uno de ellos es la "Casa Amarilla" donde vivió, pero resulta que ya no existe y un panel muestra el cuadro en la que la retrató. Otro lugar es el "Cafe La Nuit", que plasmó en su famoso cuadro "Terraza de Café de Noche", que visitamos de día.

Se ha levantado viento, será el viento de Mistral, el mismo que me rompió la cámara. Así que, volvemos al coche para cambiar de destino. Nos vamos a Saintes-Maries-de-la-Mer, en la región natural de Camarga. Nada más llegar, parece como si nos hubiésemos transportado directamente a Andalucía: las casas son blancas, hay muchas cosas relacionadas con el toreo y en muchos lugares se ofrecen platos más bien españoles como la sangría y la paella. Mucha gente lo compara con El Rocío en Huelva, y sí que tiene un aire parecido. Además, hay muchos gitanos: que si una mujer que te lee la bola de cristal, otra la palma de la mano,... y se ve mucho turista gitano también. De hecho, comemos ¡¡en un restaurante gitano!! Pero ojo, que aquí los gitanos son mucho más educados y formales que esos que tiran neveras por el balcón.

Saintes-Maries-de-la-Mer se encuentra en una especie de estuario tipo La Albufera, y de hecho, uno de los negocios aquí, aparte del turismo, es el arroz. En muchas tiendas te venden diferentes tipos de este cereal, y no podemos resistirnos a comprar un paquete de ¡¡arroz rojo!! Lo había también negro, pero como una vez cocinado podría parecer que se le ha echado tinta de calamar, nos ha parecido que el rojo era más original. A ver si pronto el chef Pablo cocina una "fantasía de paella".

Pero no hemos venido a esta pequeña localidad ni por los gitanos ni por el arroz. Hemos venido porque, según cuenta la leyenda hasta aquí vinieron varias Marías, entre ellas María Magdalena; ésta se supone que vino embarazada y que su hija era el auténtico Santo Grial o "sangre real", a la cual sucederían las familias reales. Otra leyenda cuenta que en la barca también llegó la esclava Sara (¿esclava o la hija de Jesucristo?), que es la patrona de los gitanos... y claro, por eso hay tanto calé en la iglesia de Nuestra Señora del Mar.

Cogemos de nuevo la carretera, que está flanqueada con salinas y lagunas con flamencos, para llegar a Aigues-Mortes. La parte histórica de la ciudad está dentro de una imponente muralla. Fue un importante puerto de Francia y desde aquí salieron los cruzados franceses.

Estamos ya en la región de Languedoc-Rosellón, y visitamos la localidad costera de Le Grau-du-Roi. Es un pueblo que da al mar y que está divido en dos por un canal, para cruzar el cuál hay un puente rotatorio. Nos damos un paseo y comemos un helado artesano de tres bolas... ¡¡derrochando!!

Y, antes de retirarnos a descansar, damos un paseo por otra localidad más: La Grande-Motte. Este lugar no sabes si amarlo u odiarlo. Resulta que un arquitecto llamado Jean Balladur hizo un desarrollo urbanístico en los años 70 para hacer una ciudad balneario. Todos los edificios son blancos y los apartamentos tienen, por lo general, forma de pirámide. Es, a la vez, original y hortera, y curiosamente tienes que hacer un esfuerzo para pensar que estás en Francia; si me dicen que esto está en una ex-república soviética, me lo creería...

El día de hoy, de nuevo, ha sido un viaje por el tiempo: romanos, cristianos, cruzados, edad media, postimpresionismo, y hasta arquitectura de vanguardia. E incluso casi ha sido un viaje al futuro... que sí, ¡¡había una gitana con una bola de cristal!!

30 ago 2020

Aviñón y Nîmes

El día de hoy va a estar repleto de platos fuertes, ya que vamos a visitar un buen puñado de lugares declarados Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO. Visitaremos Aviñón, el Puente del Gard y Nimes, un recorrido de unos 45 kilómetros que esconde varios tesoros de diferentes naturalezas.

Empezamos dando un pequeño paseo por la ciudad fortificada de Aviñón, hasta llegar a su monumento principal: el Palacio de los Papas. Cuando se habla de Papas, siempre pensamos en el Vaticano, pero no siempre fue ahí desde donde gobernó el máximo dirigente de la Iglesia Católica. Antiguamente, los papas residían en el estado pontificio del que eran originarios, y esto causaba muchos problemas. Así que, el papa Clemente V decidió que Aviñón fuese la sede estable de los papas, y, de hecho, siete papas vivieron aquí en el siglo XIV. Al visitarlo, te dan una tablet que te va guiando por las diferentes salas, y, en algunas de ellas, puedes ver a través de la tablet cómo se supone que eran originalmente, utilizando realidad aumentada. Al principio es un poco complicada de utilizar, porque parece que tiene vida propia ya que ella decide de la estancia de la que te quiere hablar; pero poco a poco le vamos cogiendo el truco y descubrimos que tiene hasta un pequeño juego que consiste en buscar objetos por el palacio. Siendo éste el palacio gótico y medieval más grande de Europa, nos sabe a poco la visita, ya que ¡¡se ven muchas ventanitas desde fuera cuyas estancias no nos han dejado visitar!! También echamos en falta que hubiese más mobiliario y objetos para ver; si bien con la realidad aumentada te haces una idea, lo importante de estar aquí es lo que ves con tus propios ojos... y podríamos decir que la visita se reduce a una sucesión de estancias... descomunales. 

El Condado Venesino (donde se encuentra Aviñón), era un estado pontificio y no pertenecía a Francia. De hecho, el río Ródano hacía frontera con lo que era Francia en aquel momento. Sobre el río se construyó en el siglo XII el Puente de Aviñón o de Saint-Bénezet, para conectar la ciudad con el país vecino... pero las crecidas del río lo destruyeron varias veces y desde 1660 está sin reconstruir.

Y ahora, viajamos unos cuantos kilómetros y unos dos mil años en el tiempo... visitamos el Puente del Gard. Los romanos querían en el siglo I llevar agua a la ciudad de Nimes, y para ello Agripa mandó construir un acueducto de 50 kilómetros. Pero, sin duda, el tramo más espectacular es este acueducto sobre el río Gard, que es unas tres veces el de Segovia. Resulta asombroso que hace dos mil años se pudiera construir algo así, motivo por el cual este puente también es Patrimonio de la Humanidad.

Continuamos hacia el suroeste y llegamos a Nîmes, que nos espera también con un par de platos de Patrimonio de la Humanidad. El primero que visitamos es el Anfiteatro o Arena de Nîmes. Este anfiteatro, construido por el emperador Augusto, es el anfiteatro mejor conservado. A pesar de su origen romano, también ha funcionado como palacio-fortaleza, barrio de viviendas, refugio... ¡¡y como plaza de toros!! Desde 1853 se celebran en él corridas de toros, siendo el lugar donde los toreros toman la alternativa, incluidos los españoles. Además, es el único lugar de Francia donde se permite el sacrificio de un animal para un espectáculo.

La visita, en este caso, la hacemos con audio-guía. Si bien el anfiteatro es lo que se ve por fuera y lo que ya nos imaginábamos por dentro, resultan muy enriquecedoras las explicaciones que se ofrecen. Te explican que, los días que había espectáculo, se empezaba con caza de fieras, luego hombres luchando con fieras, sacrificio de condenados y luego lucha de gladiadores. El cine nos ha hecho creer que en los espectáculos siempre acaba muriendo uno de los luchadores... y eso no era algo habitual. Los luchadores eran profesionales y se preparaban durante años en escuelas precisamente para estos espectáculos. Es más, ellos pertenecían al propietario de la escuela; si un luchador había sido muy malo luchando era cuando se podía elegir excepcionalmente si perdonarle la vida o no; pero en pocos casos se decidía sacrificarlo, ya que entonces se le tenía que pagar al propietario de la escuela por la pérdida que eso le suponía. Por otro lado, en torno al mediodía, era cuando se echaban los condenados a muerte a las fieras, algo que la gente no solía presenciar a excepción de las clases más bajas que se quedaban para no perder el sitio. Así que, los romanos no eran sanguinarios como los pinta Hollywood... eran espectáculos de lucha como quien asiste ahora a torneos de boxeo.

Y ya que estamos con la historia de la antigua Roma, visitamos otro monumento también Patrimonio de la Humanidad: La Maison Carrée. Éste es el único templo del mundo antiguo conservado en su totalidad... Dos mil años y ¡¡ha llegado hasta nuestros días!! A veces me pregunto si algo que haya creado nuestra generación conseguirá durar también dos mil años...

Hoy es domingo, así que están todas las tiendas cerradas y hay menos ambiente en la calle. Así que, damos un último paseo para ver los Jardines de la Fuente, que son unos de los primeros jardines públicos de Europa, y el Templo de Diana, un enigmático santuario imperial del que se desconoce su función exacta.

De vuelta hacia el coche, vemos un poste con distancias a diferentes ciudades. ¿Qué diríais que está más cerca, Roma o Madrid? Pues, ¡¡estamos más cerca de la capital italiana!! ¿Quién lo diría, verdad?

29 ago 2020

Aix y Salon

Durante la noche, alguien me ha cambiado la pierna por la de una señora mayor con mala circulación, eso o tengo un codillo pegado al pie... definitivamente, se me ha hinchado el tobillo. Viendo que Chiquito de la Calzada me adelantaría yendo de la cama al baño, sigo el sabio consejo de Pablo y consultamos por teléfono a un médico del seguro privado, quién me dice tajantemente que es mejor que vaya a un hospital porque hay que valorarlo. Ayer Pablo ya había consultado una lista de hospitales por si acaso; así que elegimos el que mejor pinta tiene, que casualmente es mi "tocayé"... el Hôpital privé Saint-Joseph en Marsella.

De camino al centro médico, hago una clase exprés de vocabulario en francés, ya que debí faltar el día que nos enseñaron los términos 'tobillo' e 'hinchar'. Una vez en urgencias, entre inglés y francés, explico en recepción lo ocurrido... pero, como siempre, el idioma que se entiende es el del dinero, porque inicialmente nos quieren derivar a la sanidad pública... pero al decirle que pagamos y luego nuestro seguro médico nos lo reembolsa, se quedan más tranquilas. En el triaje, la doctora habla inglés bastante bien, así que optamos por expresarnos en ese idioma; después, la enfermera me lleva a la cabina, y en inglés me dice que me van a hacer una radiografía. El celador, habla algo de español, y se queda asombrado de que le hable en francés (y yo de que me entienda). El radiografista resulta que chapurrea el castellano, y, de vuelta en la cabina, descubro que la enfermera también sabe castellano porque su padre, o mejor dicho, su aita, es de Pamplona. Después de explicarle en francés a la médico que me explora lo que me ha ocurrido, la enfermera le dice que hablo castellano... así que ésta también se me pone a hablar en un español básico pero fluido. ¿¿Pero esto es un hospital o una escuela de idiomas??

Pero volvamos a lo importante... el estado de mi tobillo izquierdo. Diagnóstico, 'un entorse' ('un esguince' en francés suena también más elegante). La médico me dice que todo está bien, que tome paracetamol tres veces al día y que ande siempre que no me duela. Y después, salgo a cuatro patas de urgencias... porque me han endosado un par de muletas. Con el informe y la factura en la mano, nos vamos con la tranquilidad de que no es algo grave, aunque resulte engorroso para disfrutar de las vacaciones, porque a partir de ahora tengo una cosa más en la lista de cosas a desprenderme para las fotos: las muletas, la mascarilla, las gafas, la mochila... ¡¡soy Mister Potato!!

La visita a urgencias nos ha llevado algo más de dos horas, así que reduciremos las visitas que teníamos planeadas para hoy: nos limitaremos a las localidades Aix-en-Provence y Salon-de-Provence. Al llegar a la primera, empieza una lluvia ligera, lo cual es de agradecer ya que estos últimos días hemos pasado bastante calor. Mientras me acostumbro a andar con las muletas, que es más difícil de lo que parece, empezamos a recorrer sus calles.

El primer lugar que visitamos es la Biblioteca Municipal, que se aloja en una antigua fábrica de fósforos. Lo peculiar de este edificio es que en la entrada hay unos libros gigantes, y este tipo de fricadas nos encantan.

Aix-en-Provence es la ciudad donde nació y murió el pintor posimpresionista Paul Cézanne, y por la parte histórica de la ciudad hay unas chapas doradas en el suelo para hacer un recorrido que conecta lugares relacionados con su vida. Sin embargo, lo que nos llama la atención es que en varias calles el escalón entre el arcén y la calzada es muy alto... y no comprendemos por qué... ¿será porque puede haber inundaciones? Es un misterio por resolver.

Aix es una de esas localidades que, en realidad, no tienen nada que las haga destacar en las demás. Pero, sin embargo, tienen un algo que las hace muy atractivas: al ser universitaria, es una ciudad muy animada; además, el centro histórico es peatonal, con bonitos edificios e interesantes tiendas. Simplemente venir a darse un paseo es toda una experiencia.

Por destacar, destacaremos el edificio del ayuntamiento con la anexa torre del reloj. El buen observador habrá notado que en varias fotos del viaje está la bandera "catalana" en los edificios oficiales. En realidad, es la bandera de la Corona de Aragón, ya que toda la costa mediterránea francesa perteneció, aunque no por muchos años, a dicho reino. De ahí, que muchas banderas lleven las barras amarillas y rojas.

Y ya es hora de pasar a Salon... a Salon-de-Provence, me refiero. Como Aix, es otra de esas ciudades que merece la pena visitar aunque sea sólo para dar un paseo. Esta ciudad, hermanada con Aranda de Duero, tiene muchos rincones para ver, y el que más nos gusta es la puerta del reloj. En España los relojes suelen estar en los ayuntamientos y en las iglesias; pero en Francia hemos visto en ciudades como Burdeos, Toulouse o Rouen, puertas con preciosos relojes.

Y si Cézanne era el "famoso" de Aix, en Salon el "famoso" es Nostradamus. El médico y profeta francés vivió y murió en esta localidad, y su casa es ahora un museo. Por lo que leemos, parece que predijo muchas cosas que posteriormente ocurrieron, pero son muchas las voces que dicen que carecía de precisión y que todo depende de la interpretación que se haga.

Dominando la ciudad se encuentra el Castillo del Imperio, que es uno de los más grandes de la Provenza. Para cuando llegamos ya está cerrado, porque aquí cierran todo prontísimo... y ni les des diez minutos de margen, porque a la hora marcada cierran rigurosamente.

Y el día ya no da para mucho más... que, por otro lado, teniendo en cuenta que no estoy para hacer un Ironman, no ha ido ni tan mal. Ahora, a poner la patita en alto y a descansar.

28 ago 2020

La Ciotat y Marsella

Dejamos atrás el departamento de Var y entramos en el de las Bocas del Ródano. En este departamento de la Provenza pasaremos varios días, ya que tiene muchas cosas para ver. El primer lugar al que llegamos es La Ciotat, una ciudad costera de la que nunca habíamos oído hablar y que pensábamos iba a ser un pueblo pesquero... pero nada más lejos de la realidad, porque tiene un gran puerto deportivo y un inmenso puerto de carga.

Pero, ¿qué tiene La Ciotat de especial? Pues varias curiosidades. La primera de ellas es que fue aquí donde los hermanos Lumière realizaron lo que se considera la primera proyección de cine de la historia. Oficialmente, la primera vez fue en diciembre de 1895 en París; sin embargo, unos meses antes, Auguste y Louis pusieron en marcha el cinematógrafo en el gran salón de su villa para unas 150 personas. El título de la cinta era "Llegada de un tren a la estación de la Ciotat" y cuentan que hubo gente que se asustó al ver las imágenes en movimiento. La estación sigue en el mismo sitio más de un siglo después, con su forma original, quizá ajena para muchos viajeros de que ese sea un pedacito de la historia del séptimo arte.

Y siguiendo con el tema del cine, visitamos otro pequeño récord que tiene esta ciudad provenzal: aquí está el cine en funcionamiento más antiguo del mundo, el cine "Eden". Esta sala de proyecciones se inauguró en 1889, si bien ha tenido algún periodo que ha estado cerrada. Justo delante, el paso de peatones ¡¡tiene forma de cinta cinematográfica!!

Y para finalizar, otra curiosidad ya en otro ámbito... aquí se inventó ¡¡la petanca!! Aunque en España se suele asociar con gente mayor y con los pueblos, aquí la péthanque es un deporte muy querido, siendo el décimo-primero en número de jugadores federados. Aunque hay varias teorías a cerca de su origen, la más romántica es que un jugador de bolos perdió sus piernas y su hermano le creó un juego en el que no hacía falta desplazarse, cogiendo el nombre de "pieds tanquées" que significa "pies juntos". Los que no tenemos los pies nada juntos somos nosotros, porque después de recorrer esta preciosa localidad, empezamos la marcha hacia un nuevo destino.

Y ese siguiente destino es el Parque Nacional de Calanques, que abarca tanto tierra como una parte del mar. Lo bonito de este parque son una especie de fiordos que se adentran en la tierra, y que tienen aguas de azules turquesa. Sin embargo, no conseguimos llegar a verlas porque aparcar resulta totalmente imposible. Los aparcamientos de Cassis, que es la localidad desde la que se llega están completos, y en las calles todas las zonas repletas de coches. Así que, después de dar muchas vueltas, decidimos irnos sin verlo... ¡¡en Francia hay muuuuuuchos coches por todos los lados!!

En torno a la hora de comer llegamos a Marsella, capital del departamento y segunda ciudad más poblada de Francia. Tenemos que reconocer que llevamos una idea un tanto preconcebida, ya que todo el mundo suele decir que es peligrosa, sucia y sin interés. Aparcamos en las afueras y cogemos un tranvía que nos lleva a Noailles, cerca del corazón de la ciudad. Bajando por La Canabière es cierto que se ve mucha inmigración, gente con pinta chunguilla y hay hasta cierto caos. Sin embargo, callejeando por sus bulevares, avenidas y calles, poco a poco te vas enamorando de la ciudad. Los edificios son elegantes aunque algo descuidados, evocando un pasado glorioso y, a la vez, cierta nostalgia. Las calles son amplias, muchas peatonales y con mucha vida: hay muchas tiendas, terrazas y gente paseando.

Mapa en mano, vamos recorriendo los lugares más importantes de la ciudad. Uno de los que más nos gusta es la Catedral, de estilo románico-bizantino, que luce imponente al lado del mar. Yo no sé si es por el templo, el sol, el cansancio acumulado o todo a la vez, pero no veo un pequeño escalón y mi pie se dobla haciéndome ver, eso sí, las estrellas. ¡¡Me he hecho un pequeño esguince!! Poco a poco el dolor va remitiendo, pero en cuanto se enfríe veremos si hay que pedir ayuda profesional. Por el momento puedo andar bien... ¡¡que soy de Bilbao pues!! Y si tuviese una sudadera con capucha y una cadena por collar, arrastrando el pie pasaría desapercibido como un chungo francés.

Seguimos el recorrido por el viejo puerto, con su faro y los fuertes de Saint Jean y Saint Nicolas controlando su acceso. Bordeando el Vieux Port hay bonitos edificios de color arena, y en lo alto se ve uno de los símbolos de la ciudad: Notre-Dame de la Garde. Como si de una penitencia se tratase para que el esguince se quede en nada, subimos hasta la basílica... y es toda una prueba de fuego para mi tobillo, porque para llegar hay que subir varias cuestas y muchas, pero muchas, escaleras. Aunque para cuando llegamos ya han cerrado, las vistas panorámicas de todo Marsella han merecido la pena.

Puede que no sea la ciudad más bonita de Francia, ni la más histórica, ni la más ordenada. Pero nos ha parecido un lugar que merece la pena visitar, y que esa fama de peligrosa no está para nada justificada. Además, siendo una ciudad maruriana ¿cómo va a estar sucia? ¡¡Pero si hasta tienen su propio jabón!!

27 ago 2020

De Saint-Tropez a Toulon

Anoche llegamos agotados a Gassin, lugar donde está el resort en el que hemos dormido y que cuesta tres veces lo que hotel que habíamos reservado. Ha sido un upgrade en toda regla... ya no sólo por la habitación y las zonas comunes, sino porque empezamos el día disfrutando de un buen surtido de viennoisserie (vamos, lo que viene siendo bollería buena) y cafe au lait (uno de con leche de toda la vida)... y más cositas ricas para alimentar estos cuerpos.

Y ricas, pero en otro sentido, son las localidades por las que nos estamos moviendo. Estamos en el departamento del Var (y no me refiero al sitio del desayuno), uno de los que componen la provincia de la Provenza. Primero visitamos Port Grimaud, que es como una especie de Venecia llena de apartamentos donde amarrar el barco cerca de la puerta. A algunos de esos canales no se puede acceder por tener control de seguridad, así que suponemos que son propiedades de gente bastante bien asentada. Nos recuerda bastante a Port Saplaya en Valencia, igual algo más modesto pero igual de interesante.

De Port Grimaud nos vamos a Saint-Tropez. Siempre nos imaginamos estos sitios como muy exclusivos y que parece que te están perdonando la vida por dejarte pisar su suelo, pero no se puede estar más equivocado. Por lo general, son pequeñas localidades, con casas que arquitectónicamente no parecen gran cosa, pero que ganan al tener un calado con tonos pastel. Lo que se ve desde fuera tampoco parece que sea muy lujoso, así que todo apunta a que lo que se busca aquí es la tranquilidad, el tener el mar accesible y que más o menos cerca haya alguna tienda de lujo o un restaurante con ostras. Eso sí, se ven muchos Ferraris y Porsches, y yates... muchos yates. Para todo lo demás, Tossa de Mar está mejor.

Hoy el día también está siendo relajado... que si paseo por aquí, que si mojamos los pies en la playa, que si nos quedamos viendo gente pasar, esquivamos un Ferrari para que no nos atropelle... Y Pablo decide que su nuevo lema es "La vie est belle!!". 

Volvemos al coche y tras una siesta despierto llegando a Toulon. Dejamos el coche en un aparcamiento en Jardines Des Lices (que vaya nombrecito ¿no?) y empezamos a recorrer la ciudad. Lo primero que nos llama la atención es que todos sus edificios son blancos o cremas, algo que inspira relajación y tranquilidad. Son algo menos de las cinco de la tarde, hay poca gente por la calle y el día es soleado y con viento.

El primer lugar que visitamos es la Plaza de la Libertad, un enorme cuadrado con la Fuente de la Federación y el Gran Hotel de 1869. Para hacernos una foto juntos, pongo la cámara con el trípode y nada más situarme al lado de Pablo veo a cámara lenta cómo una ventolada de aire balancea la cámara, no me da tiempo a cogerla e impacta contra el suelo sonando como el nombre de la ciudad... ¡¡Tolón!! El objetivo no cierra y la cámara no funciona. RIP Sony Cybershot, Israel 2014 - Toulon 2020. Siete años siendo testigo de nuestras andaduras por el mundo y una simple ráfaga de viento la ha dejado fuera de juego... ¡¡qué disgusto!!

Pero como dijo Fredie Mercury... The show must go on!! Así que, seguimos recorriendo esta calmada ciudad que nos recuerda bastante a Alicante. Su catedral, su teatro, sus calles peatonales, ... no tienen nada especial, pero en conjunto, es un lugar muy agradable en el que la gente no suele parar a visitar. Y oye, para pasar una tarde, está la mar de bien... ¿o debería decir "está la mar también"? Mañana un poco más de la riviera francesa...

26 ago 2020

Cannes, un día de película

¿Una noche en Cannes se podría considerar "una noche de perros"? Pues en nuestro caso ha sido para bien, porque por fin hemos podido dormir con la ventana cerrada, sin ruido ni mosquitos y en una cama realmente cómoda. Después de un "café olé" improvisado en la habitación, recogemos nuestras cosas y emprendemos la marcha. Nos hemos alojado en las afueras, y, después de que ayer no consiguiéramos aparcar por el centro, decidimos dejar el coche en un parking... uno vigilado... e internacional... el parking del supermercado E.Leclerc. Aunque tengamos que hacer un "pequeño recorrido" hasta el centro, seguro que perdemos menos tiempo que dando vueltas a la caza de una plaza de aparcamiento payant. Y es que, ya no es sólo por aparcar, sino también porque, en general, en las ciudades francesas hacen unos cruces para kamikaces, semáforos en los lugares más inoportunos y giros que acojonan hasta a la voz del GPS.

Tras un largo paseo llegamos al centro de Cannes, en concreto al Mercado de las Flores, que en realidad es un mercado donde venden sobre todo fruta y verdura, pero también carne y pescado. Sin duda, los franceses saben vender sus productos, ya que todo lo tienen siempre perfectamente colocado, casi hasta decorado, con el objetivo de que sea más apetitoso y a la vez parezca que no estás comprando "un tomate" sino "el tomate". Y puestos ya en esta sobredosis de color, hasta casi se nos pasa por alto un frutero que vendía coliflores ¡¡verdes, amarillas y moradas!!

Pero, sin lugar a dudas, si Cannes es conocido internacionalmente no es debido a sus productos horti-frutícolas sino a su festival de cine. Éste se celebra desde hace 73 años y es uno de los más prestigiosos del mundo. Eso sí, si hubiese una Palma de Oro al mejor Palacio de Festivales, el de aquí no se llevaría el gran premio. El certamen de San Sebastián, que es de la misma categoría, puede presumir de una sede mil veces más bonita: el Kursaal. Pero, una vez más, los franceses demuestran que son expertos en saber vender sus productos. ¡¡Hasta han hecho un pequeño Walk of Fame con manos de famosos!!

Ahora hagamos un experimento... Coge Rodeo Drive de Beverly Hills, Avenue Montaigne de París y la galería Victor Manuel de Milán... añádele unos cuantos Porsche, Ferrari y Jaguar... y colocalo todo cerca de siete hoteles a 1000 euros la noche... Eso es el Boulevard de la Croisette. Ahí están todas las tiendas de lujo que te puedes imaginar, y échate a temblar de aquellas de las que no habías oído hablar, porque seguro que son más caras aún. Se ve gente comprando, por ejemplo en Gucci había cola, y hay también desfile de bolsas grandes con pequeño contenido... y entre ellas hemos visto más de una de Zara para hacer bulto. Aún así, se ve que el covid-19 ha pasado factura también a la jet set porque algo nos dice que debería haber más público del que hay. Y ahí estamos nosotros, igual o mejor vestidos, yendo de escaparates, que no de compras.

Muchas veces tendemos a pensar que en el extranjero todo está mejor. Si bien aquí se ve que hay mucho nivel, hay cosas que no acabamos de entender... así que nos sentamos en el paseo a observar a la gente. La mayoría de la gente lleva ropa de marca, pero casi siempre combinándolo realmente mal. ¿Llevar americana a treinta grados es vestir bien? ¿Combinar rayas con cuadros? ¿Ir en pijama por muy Versace que sea? A menudo, quién pasa desapercibido resulta ser el más elegante, y es al observar los detalles cuando se gana el punto de distinción. Sinceramente, en líneas generales, creo que no tenemos nada que envidiar y que en nuestro país la gente viste mucho mejor. Pero de nuevo, el marketing francés...

Otra cosa que nos llama la atención es el tema playas. A excepción de un trozo, la mayoría de la playa de Cannes pertenece a los hoteles, que han puesto su chiringuito y zona de hamacas. Si tienes pasta está genial, pero si no, no te dejan pasar. Esto sería impensable en España... pero resulta que en el país de la "Liberté, Égalité et Fraternité" quien tiene pasta puede ir a la playa... ¡¡y aparcar!!

Pero hay que reconocer que Cannes tiene un encanto especial. Será por las tiendas, las bonitas calles, las flores que hay en las avenidas, el puerto marítimo... Tiene un algo en el que te sientes bien independientemente del límite de crédito de tu Visa. Por ejemplo la calle de Antibes es una calle comercial asequible a todos los bolsillos, y subiendo hacia el Castillo de Castre hay encantadores restaurantes en los que darse un homenaje no es algo disparatado.

Cannes se ha llevado "la palma"... nos ha encantado. Pero tenemos que seguir nuestro camino... hasta el parking del E.Leclerc. Desde allí, abandonamos esta ciudad de cine y seguimos por la costa dirección sur. En un momento dado, vemos que hay muchos coches aparcados en el arcén y pensamos que seguramente se trate de una zona de baño. Así que, nos ponemos el bañador y empezamos el descenso por el Parque Natural Pointe de l'Aiguille, hasta llegar a unas calas de piedra. En el fondo la zona de Cannes, en el agua algún que otro yate, rodeado de piedra rojiza, mucha vegetación y agua cristalina... es el sitio perfecto para darse un bañito y pasar la tarde.

Un par de horas más tarde, retomamos el camino y nos dirigimos a Théoule-sur-Mer, donde buscamos un edificio muy curioso: el Palais Bulles. Se trata de una casa con forma de decenas de burbujas conectadas y con unas vistas impresionantes. Este capricho de la arquitectura orgánica fue la casa de vacaciones del diseñador Pierre Cardin, y, como era de esperar, hay unas bonitas vallas y multitud de cámaras para que ni oses hacerte una foto. Así que, quién quiera quedarse un rato boquiabierto, que googlee para buscar fotos de este lugar y descubrir que, encima, hay dos sitios similares en este pequeño pueblo de mansiones.

Terminamos el día en Saint-Raphäel, otro de esos lugares exclusivos. Sin embargo, nos llama la atención que buena parte de la gente que vemos son de origen argelino. De hecho, por todo el recorrido que llevamos hecho hemos visto a mucha gente que proviene de las antiguas colonias francesas. Este país muchas veces presume de multiculturalidad; sin embargo, nos da la sensación de que es, de nuevo, marketing. Por lo general la gente de diferentes culturas u orígenes no está mezclada y, en concreto los musulmanes, se ve que han mantenido su cultura incluso ya habiendo nacido en territorio galo. ¡¡Vemos hasta una familia haciendo una tahina en la playa!!

Ya va siendo hora de ir a dormir... así que nos dirigimos al que será nuestro hotel esta noche. En Francia hay varias cadenas de hoteles en los que haces el registro en una máquina y te da el código de acceso a la habitación. Son sencillos pero perfectos para dormir, darse una ducha e irse. Pero esta vez, al llegar al hotel metemos el código de la reserva y nos dice que no existe; metemos los diferentes códigos que aparecen en el email y nada; empezamos a meter combinaciones a ver si conseguimos abrir la caja fuerte, pero siempre sin éxito. Así que llamamos al hotel... ¡¡y el número no existe!! Llamamos a la empresa donde hemos reservado y poco a poco empezamos a ver la luz gracias a la chica que nos atiende desde Phoenix (Estados Unidos) ... pero nos empezamos a quedar sin batería en el móvil... así que corriendo a buscar un cable para cargarlo en el coche. Y, por fin, nos dicen que nos van a reubicar de hotel pero que le digamos por dónde preferimos porque en esa zona está todo completo... así que, para hacernos 30 kilómetros, que sea mejor en el destino de mañana: Saint-Tropez. Mientras nos confirma la nueva reserva nos ponemos rumbo allí, y tras hora y media de teléfono, nos confirma el hotel al que tenemos que ir.

Pasada ya la media noche, llegamos al Marina Hotel Club del que vemos saliendo a jóvenes vestidos de Tommy Hilfiger. Agotados y sin cenar, no sé ni cómo me fluyen las palabras en francés, pero la cuestión es que en cosa de minutos estamos sentados en un carrito de golf que conduce el recepcionista y quien nos indica dónde será mañana el desayuno, dónde está la piscina y dónde la casita con nuestra habitación. Hemos tenido una buenísima mala suerte, porque hoy íbamos a dormir en el peor hotel de todo el viaje, y hemos acabado cenando en la terraza de un resort con campo de golf. Este giro inesperado se merece la Palma de Oro... ¡¡del mismísimo Cannes!!

25 ago 2020

¿Mar o montaña? ¡Ambos!

Esta noche pasada ha sido la última que pasamos en Niza, así que toca rehacer la maleta, dejar el apartamento recogido y despedirnos de unos cuantos mosquitos que durante estas tres noches se han esforzado en tatuarnos las piernas a golpe de inflamación. Después, toca revisión visual de que el coche está bien, ya que lo hemos dejado en una zona de aparcamiento cercana en la que siempre se veía gente un tanto rara. ¡¡Ayer hasta tuvimos que ayudar empujando un coche que se había quedado sin batería!!

En todos nuestros viajes le hemos dado siempre prioridad a todo aquello que no hay en nuestro país o a aquello que es considerablemente diferente. Por eso, siempre nos hemos centrado en conocer la cultura, la historia y las tradiciones del país visitado. Sin embargo, tanto el año pasado en el Cáucaso como en el anterior en China, introdujimos el hacer un par de rutas de monte, eso sí, intentando que tengan un valor añadido con respecto a lo que podamos hacer más cerca de casa. En este viaje también tenemos un par de días de contacto con la naturaleza, y hoy es el primero de ellos.

A menos de una hora de Niza está la Gorge du Loup, lo que en idioma castizo viene siendo el Cañón del Río Lobo. Al igual que en el caso del cañón soriano, el río ha ido labrando la roca y haciendo un espectacular pasillo con alguna cascada y mucha agua cristalina. Sin embargo, pensábamos que iba a estar bien señalizado y con bastantes turistas... y nos encontramos con todo lo contrario. Andando por la carretera, nos encontramos con tres jóvenes a los que les preguntamos cómo llegar hasta el río, y nos dicen que el sendero está justo detrás nuestro. "Ah vale, ¿pero algún acceso más fácil?" le digo, y nos responden que justo ése es el fácil... así que nos metemos entre ramas, raíces y tierra y conseguimos llegar hasta el río, donde desde ahí seguimos un camino río abajo. Cuando preparamos el viaje habíamos visto un camino más espectacular, tipo ruta del Cares, así que cuando llegamos de regreso al coche, decidimos ir en busca de otro camino que pensamos está en una de las laderas del cañón.

Siguiendo nuestro instinto, no llegamos a ningún sendero vertiginoso, pero sí a un pueblo muy bonito que se encuentra en lo alto de un risco: Gourdon. Es un pueblo con casas y calles de piedra, pequeñito pero con encanto, y en el que hay bastantes turistas. En sus tiendas, casi todos los productos giran en torno a la lavanda y los productos que se derivan de ella, como jabones, ambientadores y perfumes. 

Como nos hemos quedado con la duda de si la ruta que veníamos buscando existe o no, preguntamos en la oficina de información turística por rutas en la zona y nos dan un folleto con todas las de la región. Y además, al despedirnos, ¡¡me pregunta que a ver de qué departamento de Francia vengo!! Todos esos años de escuela de idiomas han dado su fruto... ¿o era porque no daba crédito de lo mal que se puede llegar a hablar?

Como nos habíamos quedado con ganas de monte, elegimos una ruta que sale del pueblo y empezamos a seguir las señales. Sin embargo, media hora más tarde vemos que las señales han desaparecido y decidimos abandonar la ruta para volver al pueblo. Se ve que los Alpes Marítimos están decididos a no ser explorados. Pues nada... reorientamos lo planificado y decidimos ir de Gourdon a Grasse... ¡¡anda si con esos nombres estaba claro que iba a ser imposible hacer ejercicio!!

Grasse es denominada como la Capital Mundial del Perfume, ya que llevan más de 300 años elaborando fragancias gracias a la variedad de flores que hay por su especial microclima. De hecho, se pueden visitar tres parfumeries en la localidad: Fragonard, Galimard y Monard. En la tienda de la primera probamos algunas aguas de perfume, y, la verdad, huelen muy bien y son muy agradables. Eso sí, como todo lo artesanal en Francia, los precios son bastante elevados. Por cierto, ¿os suena el libro "El Perfume"? Pues está ambientado en esta localidad. Eso sí, no creo que mencione la instalación de arte que recorre la ciudad: hileras de paraguas rosas.

Bajamos de la montaña para volver otra vez a la costa, pero primero, paramos en el hotel donde dormiremos hoy. Nos cambiamos la ropa de montaña y nos ponemos elegantes para ir a visitar Antibes. Esta ciudad costera presume de tener el puerto náutico más grande de Europa. No sabemos si realmente será así, pero lo que sí que podemos constatar es que aquí está la hilera de mega-yates más impresionante que jamás hayamos podido ver. Hoy hay bote del Euromillones y hemos echado una apuesta... pero ni siendo los únicos acertantes nos daría para adquirir ni un tercio de esas "barquitas" de lujo.

Otra de las razones por las que es conocida Antibes es porque aquí está el primer museo dedicado a Picasso, ya que el artista malagueño-más-bien-francés vivió y trabajó durante una temporada. De hecho, lo hizo en un castillo que históricamente perteneció a la familia Grimaldi. Al igual que Picasso, muchos otros artistas han pasado por esta localidad de la Costa Azul, incluso Monet lo retrató en su cuadro "El Castillo de Antibes"... ¡¡Pablo, sácame una foto y retrátame como los grandes maestros!!

Ya cayendo la tarde, continuamos nuestra ruta para llegar a Cannes. Y llegar, lo que se dice llegar, llegamos. Otra cosa diferentes es bajarse del coche. ¡¡Es imposible aparcar!! Después de estar media hora entre atascos y callejeando buscando un aparcamiento, decidimos que nos vamos a ir ya a descansar... ¡¡para tener mañana un día de película!!

24 ago 2020

Mónaco: una mona-colina

Es media noche y nada más abrir las ventanas para compartir el fresco de la calmada noche niceña nos exalta la alarma antihumos. Es un ruido ensordecedor y hasta que conseguimos silenciarla nos vamos acordando las palabras del propietario cuando nos decía que no se podía hacer ruido por la noche... pues nada, ahora que ya hemos despertado a medio barrio, ya nos podemos ir a dormir.

Hoy vamos a visitar Mónaco, y, como no pertenece a la Unión Europea, contactamos con nuestra compañía de móvil para saber si el roaming está incluido en ese pequeño país. Como era de esperar, el operador colombiano que me atiende anda un poco perdido de geografía europea, y me afirma que sí que está incluido en "ese país francés"; al indicarle que es un estado soberano me indica que pensaba que era "como San Marino que pertenece a Italia", a lo cual le indico que ése es otro estado independiente... sin saber muy bien por dónde salir, le cateo geografía y lo mando a septiembre... porque a ver cómo le explico yo lo de Liechtenstein.

Buscando en internet, conseguimos encontrar que el roaming no incluye el país monegasco, así que decidimos que sólo estaremos conectados si se alcanza la señal de algún operador galo. Porque claro, nos hemos acostumbrado en pocos años a cruzar fronteras con los datos conectados, e ir a un país como éste puede hacer que un WhatsApp con foto te salga a precio de burofax.

En la estación de tren, compramos el billete y en menos de veinte minutos llegamos al paraíso... al paraíso fiscal, claro. Nada más llegar se ve que no les faltan los euros porque la estación es mucho más elegante y amplia que las francesas. Y nada de salir por una puerta, aquí se hace en ascensores, aunque no sé si subiendo o bajando. Eso sí, en turismo no es que sean de lo más acogedores. 


Ya en la calle, decidimos que recorreremos la ciudad-estado de oeste a este, por lo que empezamos a caminar hacia lo que se conoce como Monaco-Ville. Está todo muy limpio, con muchas flores, con un bonito suelo de ladrillo rojo, baños gratuitos y, en general todo muy bien cuidado, aunque también con bastante tráfico. Llegamos a un mirador desde donde las vistas de la ciudad son magníficas. En el fondo, Mónaco es como Basauri, lleno de cuestas, altos edificios de viviendas, ascensores en la calle y muchos bancos, eso sí... aquí, más que para sentarse, son más para guardar fortunas y evitar pagar impuestos. Como paraíso fiscal, y con un macizo rocoso de fondo, recuerda también a Gibraltar.

Es curioso, pero como este país lo asociamos con dinero y se ha hecho famoso por el cuestionable glamour de su familia real, lo vemos como un sitio idílico... pero en el fondo, desde un punto de vista arquitectónico, es una total aberración de edificios de apartamentos bastante sobrios y que se roban las vistas al mar los unos a los otros. ¿Merece la pena pagar un millón de euros por un sencillo apartamento aquí sólo para pertenecer al exclusivo club de vecinos de los Grimaldi? Pues parece ser que sí, porque menos de una quinta parte de sus 33.000 habitanes son oriundos, predominando franceses e italianos... y oye, también hay 282 españoles que pertenecen al selecto club.

Pero vayamos por partes... lo primero es hacer nuestros rituales. Por un lado, Pablo ya ha conseguido su taza para probar su paso por el país; yo, por otro lado, ya he comprado unos sellos y, algo que no pensé iba a ocurrir... ¡¡he conseguido euros de Mónaco!! Aunque no pertenecen a la Unión Europea, gozan de acuerdos para usar el euro, igual que esos países que desconocen en Colombia como Andorra, San Marino, el Vaticano o Liechtenstein. 

Otra curiosidad es que el segundo país más pequeño del mundo no es ni una república ni una monarquía... ¡¡sino un principado!! Y más curioso aún es el hecho de que los pocos principados del mundo son países que no reconocería nuestro operador colombiano: Andorra, Mónaco y... ¡¡Liechtenstein!! De tanto nombrar este último, ¡¡va a tener que caer pronto en nuestra lista de países visitados!! Pero volvamos al país en el que estamos... nos dirigimos al Palacio Real donde vive su Alteza Serenísima Alberto II y su mujer Charlene. Por fuera, el palacio no es muy ostentoso... pero seguro que se duerme muy bien, ya que los colchones serán de "Lo Mónaco".

Faltan cinco minutos para que den las doce del mediodía y asistimos al cambio de guardia. Nunca hemos entendido por qué generan tanta expectación los cambios de guardia, pero, como todo en la vida, hay que verlo para poder hablar de ellos. Después, realizamos otra visita obligada: visitar la catedral donde descansan los restos de Raniero III y su esposa Gratia Patricia, que, dicho así no suena tan elegante como el nombre por el cual se conocía a la actriz Grace Kelly.

Después de comer algo en un fast-food con 'M' de Mónaco, bajamos por la calle peatonal Princesa Carolina, llena de tiendas y restaurantes, para llegar primero al paseo de Alberto I y después a la Avenida de Ostende... ¿tomamos un café en el Peru Zaballa? Va a ser que no, porque aquí el paseo por Ostende no termina en el polideportivo castreño, sino en el mismísimo casino de Monte-Carlo. Construido en estilo Beaux Arts por el arquitecto de la Ópera de París, es sin duda el icono de la ciudad. Y en su puerta se pueden ver muchos otros iconos: el de Ferrari, el de Jaguar, el de Lamborghini, ... todos de "extranjeros" ya que los monegascos tienen totalmente prohibido entrar en el casino.

Y es que, aquí se lo han sabido montar muy bien. El propio estado tiene una sociedad llamada Sociedad de los Baños de Mar que es propietaria de los casinos y hoteles, de forma que, si llegas con fajos de billetes o los guardas en sus bancos o los pierdes en sus establecimientos... y Mónaco gana sí o sí. Pero hay más cebos... que si un puerto para mega-yates, que si un gran premio de Fórmula 1, apartamentos con vistas al mar... la cuestión es atraer dinero para que se quede. 

En cualquier caso, Mónaco es un sitio que hay que ver. Resulta muy agradable ya que tiene una elegancia discreta, a la gente se la ve bastante normal y los precios son asequibles. A diferencia de Islandia, Noruega o Suiza donde para tomarse una Coca-Cola hay que pedir un micro-crédito, aquí puedes consumir sin arruinarte en el intento.

Nuestra experiencia en el micro-estado está a punto de terminar... recorremos los pasadizos y ascensores que atraviesan este queso gruyer arquitectónico para volver a la estación de tren. Son poco más de las cuatro de la tarde, así que decidimos visitar Mentón, una población cercana pero ya en suelo francés y muy cerca de Italia. De hecho, callejeando por sus calles todo tiene aspecto italiano. Aquí, la estrella es el limón, y todo gira en torno a él: licores, mermeladas y todo tipo de souvenires, incluida la colonia Eau de Menton realizada con el cítrico amarillo. Queriendo probarla, casi me ducho con lo que creo ser colonia y resulta ser un ambientador. 

Un último mo-Mentón, es cuando decidimos ir andando hasta la frontera con Italia, la cual pasamos andando... y luego corriendo. No, no nos persiguen las carabinieri para hacernos una PCR... es sólo que está lloviendo y no queremos calarnos.

La pulsera de actividad vuelve a marcar los veinte kilómetros y eso indica que si no nos vamos a descansar ya, moriremos de agotamiento. Pero antes de retirarnos hacemos algo que parece un chiste: dos Españoles vuelven desde Italia de su visita a Mónaco y quedan con un francés para intercambiar una moneda belga... se nos está yendo de las manos.

23 ago 2020

Recorriendo Niza

Nunca he entendido el poco criterio que tienen los mosquitos. Se supone que les atrae la luz, así que si abres las ventanas y enciendes la luz los mosquitos entrarán en la vivienda. Pero, ¿qué ocurre cuando la apagas? Si hay más luz fuera, deberían volver a salir, ¿no? ¡¡Pues no!! Ahí se quedan esperando a que estés en fase rem para perforarte la piel y sacarte la sangre como si fuera un pozo petrolífero. Aunque, pensándolo bien, estando en un bajo y con las ventanas abiertas, mejor que entren mosquitos y no asome la cabecita de algún vecino curioso.

Cuando planificamos el viaje, teníamos pensado ir a pasar el día a San Remo en Italia. Sin embargo, dados los controles de coronavirus que se están realizando en la frontera, decidimos no tentar a la suerte y quedarnos en Niza, lo cual significa que tenemos un día completo para visitar la ciudad. En nuestra guía vienen cinco itinerarios, así que ¡¡hay tiempo para hacerlos todos!! Cuenta-kilómetros a cero y empezamos...


El primer lugar que visitamos es algo que uno no se espera... ¡¡una catedral rusa!! Aunque es conocida con ese rango, realmente habría que referirse a ella como la Iglesia Ortodoxa de San Nicolás. ¿Y por qué está ahí? Pues por lo de siempre... como muchos rusos han veraneado por aquí desde el siglo pasado y ya se sabe que son "muy suyos", querían tener su propia iglesia. Así que ahí pusieron su templo religioso con sus cúpulas y pináculos, con creativas formas y colores pastel, como si de algodones de azúcar estuviese hecha... Parece que va a salir Anastasia, ¡pero no! ¡Va a salir a Putin! Yo creo que se está gestando una invasión silenciosa desde el Kremlin... ¿no es sospechoso que en Altea pusieran otra? ¡Ahí lo dejo!

Pasear por las calles de Niza es pasear entre hermosos edificios Belle-Époque, muchos de ellos pequeños palacetes frente al mar mediterráneo. Uno de ellos es la Villa Masséna, que fue mandada construir por Victor Masséna, uno de los generales de Napoleón. Es un pequeño tesoro por su mobiliario original, retratos y... por lo fresquito que se está. Cabría destacar dos objetos sobre todo: la máscara mortuoria de Napoleón y la mortaja de Garibaldi. Supongo que por los museos de Francia estarán repartidas decenas de objetos del emperador francés. Pero, ¿y lo de Garibaldi? Pues lo que son las cosas... resulta que el reunificador de Italia nació en Niza, o mejor dicho en Nizza, ya que en aquel momento pertenecía a Italia. Después, en 1860 se hizo un referendum para decidir si se quería anexionar la región a Francia y salió que sí, con lo que ahora, la ciudad natal del político italiano es francesa. Y hasta aquí el capítulo de curiosidades de la historia. 

Si Niza tiene un icono, ése es, sin duda, el hotel Negresco. Tiene ya algo más de un siglo y en su inauguración presumía ser el hotel más moderno del mundo, porque, entre otras cosas, tenía teléfono en todas las habitaciones. Lo que está claro es que sigue siendo un hotel muy exclusivo y, sobre todo, fotografiado, ya que todo visitante de la ciudad se lleva una foto con sus características cúpulas de color rosa y verde.

Estamos en el Paseo de los Ingleses, llamado así porque era por donde se llegaba hasta una colonia británica cercana. Ahora es donde están los pocos pero lujosos hoteles de la ciudad: para ser un lugar que vive del turismo, nos ha llamado la atención que no hay muchos, seguramente porque lo que abundan son segundas residencias de gente adinerada.

El centro neurálgico de la ciudad es la Plaza Masséna, una gran explanada en la que hay un conjunto escultórico del artista catalán Jaume Plensa. Pero es otra cosa la que nos llama la atención... ¿por qué hay tantos anuncios del Tour de Francia? Consultando en internet descubrimos que este año se ha retrasado por el covid-19 y que el día 28 de agosto empieza en Niza, y así lo constata un reloj con una cuenta atrás situado en la plaza.

La parte histórica de Niza se conoce como "la Vieja Niza", una distrito lleno de calles peatonales, restaurantes y tiendas. Vemos el Ayuntamiento, la Ópera, el Palacio de la Justicia, ... pero donde más nos entretenemos resulta ser en el Mercado de las Flores, donde se pueden comprar frutas y verduras, jabones naturales y ambientadores de lavanda. Otro lugar donde pasamos un buen rato es en la famosa heladería de Fenocchio, donde probamos un helado de cerveza y de lavanda... realmente no sabría decir cuál de los dos es más original.

Para culminar nuestro recorrido por la ciudad subimos a la Colina del Castillo... donde no hay castillo, pero sí unas bonitas vistas de la ciudad y de lo que se conoce como la Bahía de los Ángeles. Oficialmente, ese nombre proviene de un tipo de tiburón que había por la zona; aunque la leyenda dice que el nombre viene de los ángeles que trajeron el cuerpo decapitado de la mártir Santa Reparata, patrona de la ciudad.

Terminamos la visita turística con otra curiosidad: la Estatua de la Libertad de Niza, que conmemora las buenas relaciones de la ciudad con los Estados Unidos. Con menos de un metro de altura pasa a ser la sexta estatua que vemos, después de las de Nueva York, Berwick, París, Tokio y... ¡¡Cenicero!!

Siempre decimos que el segundo día de viaje es el más agotador... ¡¡y este viaje no es una excepción!! Estamos realmente agotados después de andar la friolera de 20 kilómetros... ¡¡El nuestro sí que es el Tour de Francia!!

22 ago 2020

Nice is nice!

620 kilómetros separan Madrid de la ciudad condal, siempre y cuando no decidas recorrer las urbanizaciones salpicadas por solares abandonados en las afueras de Zaragoza en busca de una gasolinera a buen precio. Aún así, en poco más de cinco horas y habiendo cruzado el leridano meridiano de Greenwich, llegamos a Barcelona o, mejor dicho, a su vecino "pequeño hospital"... ¡tranquilidad! No nos ha pasado nada, es que es lo que significa la ciudad donde dormiremos: L'Hospitalet de Llobregat. Se trata sólo de una parada técnica para descansar y reanudar el camino, así que hemos reservado noche en el EasyHotel Fira... y lo que se dice "easy" no es, porque el aparcamiento subterráneo es apto sólo para Michael Knight, subir por las escaleras parece un escape-room y en la habitación aprender los interruptores convierte la estancia en una sorda rave.

Tras una noche en la que las lucecitas del detector de humos, el stand-by de la tele, la señalización de salida y otras luces varias me han estado vigilando mientras pasaba frío y calor a la vez, el despertador nos recuerda que tenemos que reanudar el camino. Si ayer cruzábamos el meridiano ahora cruzamos el paralelo, la Avinguda del Paralel, para abandonar la capital catalana rumbo a la frontera con Francia. Y voi-là, en menos de hora y media nos saluda el letrero estrellado de "FRANCE", los mensajes de roaming en el móvil y... ¡¡el primer peaje galo!!

Estamos en la "nueva antigua" región recompuesta de Occitania, donde vemos pasar ciudades que iremos visitando cuando hagamos el recorrido en el sentido inverso. Mientras Pablo repara en que las carreteras no tienen en los laterales bandas sonoras, yo opto por sí ponerle banda sonora, pero al viaje, sintonizando la emisora NRJ que me encanta y así ir acostumbrando el oído a ese idioma un tanto gangoso que carece del sonido "erre".

Qué bonita es la costa mediterránea francesa... ¡¡cuando consigamos verla!! Pensábamos que el mar iba a estar presente durante el viaje, y resulta que desde Barcelona el único agua que hemos visto está embotellada. Lo que sí que se ven son coches por todos los lados... siendo sábado por la mañana, y con una crisis sanitaria mundial, nos sorprende el intenso tráfico, con frecuentes tramos kilométricos llenos de coches, generalmente en sentido contrario. Estando en Francia esto huele a ¡¡manifestación encubierta!! 

Hacemos un descanso en un Inter-marché para repostar y aprovechamos para comer algo; en concreto un salmorejo cordobés y una empanada gallega... comprados en el Mercadona de Vicálvaro, claro. Y con fuerzas renovadas, llegamos a la región de la PACA. No, no se trata de los dominios de ninguna "Francisca", sino a la abreviatura de la región Provenza-Alpes-Costa-Azul. Durante el viaje, descubrimos el gran motor de la economía francesa... ¿los perfumes? ¿la alta costura? ¿el queso brie? ¡¡No!! ¡¡Los peajes!! Tenemos ya un buen fajo de tickets que parece hemos empezado a coleccionar como cromos.

A eso de las tres de la tarde completamos los 1.260 km de asfalto que unen Madrid con la capital de la PACA... ¡¡estamos en Niza!! Éste será durante tres días nuestro campamento base para visitar la ciudad y sus alrededores. Hemos alquilado un apartamento y quedamos con el propietario, quién nos da las instrucciones pertinentes en un perfecto francés con tono africano que curiosamente consigo comprender casi por completo.

Hace calor... mucho calor. Y hay humedad... mucha humedad. Pensábamos que el glamour de esta zona se debería a un clima suave y agradable... pero aquí un vestido de Gucci acaba igual de sudado que si paseas por una huerta murciana. Esperando que el sudor no se vea en las fotos, nos lanzamos a conocer un poco de la ciudad, aunque hoy sólo se trate de una primera aproximación.

Sin saber muy bien dónde estaba ubicada, nos sorprende de camino al centro la Tête Carrée... ¿una escultura? ¡No! Se trata de la parte administrativa de la Biblioteca Municipal. Ahí dentro sí que deben de tener pensamientos cuadriculados.

Pasear por Niza te confunde... hay momentos en los que no sabes si estás en Italia o en Francia, y necesitas hacer un pequeño esfuerzo para reubicarte. La arquitectura y la disposición de la ciudad te transportan al país vecino, algo normal dado que esta ciudad perteneció hasta el siglo XIX a Italia. Sin embargo, la tranquilidad y educación de sus paseantes te recuerdan que, efectivamente, estás en el país mediterráneo "menos mediterráneo".

En este primer contacto de hoy hemos podido comprobar que no es oro todo lo que reluce: en muy poco tiempo hemos visto coches Porsche y Corvette, gente con Louis Vuitton y Prada, e incluso algún bar de ostras; sin embargo, hemos visto a más de un chungo fardar acelerando el descapotable, alguno combinando una bandolera Gucci con chanclas de playa y, lo peor de todo... ¡¡playa de piedras!! ¿¿En seriooooo?? Ahora lo entiendo todo... si te haces un esguince, mejor caer con estilo con el Prada en el brazo, para que luego te lleven acelerando en el Ferrari... ¡¡al hospital más cercano!!

Como aquí anochece antes, nos retiramos a eso de las ocho. Nos ha gustado mucho lo que hemos visto y mañana haremos un recorrido en condiciones. ¿Conseguirá Niza que nos enamoremos de ella como dicta uno de sus letreros gigantes?